LA PUNTA DEL ICEBERG (2016). Suicidio corporativo.

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1. LOS ARTÍFICES.

La Punta del Iceberg es una producción de Tornasol Films, la productora funda en 1987 por Gerardo Herrero y Javier López Blanco. Está escrita por su realizador David Cánovas, con José Amaro Carrillo y reescrita por Alberto García Martín, sobre la obra teatral escrita por Antonio Tabares. Los pilares de esta sensacional película están configurados por lo tanto, por artistas cien por cien canarios.

David Cánovas es un cineasta natural de Tenerife. Estudió cine en la Universidad Complutense de Madrid, siendo compañero de promoción, nada menos que del también canario Mateo Gil y del realizador Alejandro Amenábar. Cánovas ha debutado en el largometraje con la Punta del Iceberg. Hasta este momento existe toda una trayectoria profesional de más de diez años, donde figuran diversos trabajos para la televisión o videoclips, pero también 12 cortometrajes. Algunos de ellos forman parte del catálogo Canarias en corto, ese decálogo anual de filmes rodados en las islas por parte de cineastas afincados en ellas, como manera de promocionar la ingente actividad cinematográfica de nuestro archipiélago. Otros cortometrajes realizados por David han gozado de una mayor difusión, como es el caso del excelente filme El Intruso (2005), protagonizado por José Coronado. Un trabajo de excelente factura, nominado a los premios Goya.


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En enero de 2014, Cánovas crea, junto a su amigo y compositor de su obra audiovisual, Antonio Hernández, el CINEDFEST, festival educativo de cine, auspiciado por el Gobierno de Canarias, con la finalidad de combinar formación audiovisual con la enseñanza de cine. David Cánovas también dirige la serie de documentales Los Archivos del tiempo, un muy particular Making of de la exitosa serie de Televisión Española, El Ministerio del Tiempo.

José Amaro Carrillo es natural de la Isla de la Palma. Periodista, profesor de Lengua Castellana y Literatura, comenzó la escritura de guiones en 1991. En estrecha colaboración con el realizador David Cánovas, Amaro ha escrito los guiones de muchos de los cortometrajes dirigidos por éste. El Lienzo (2003), Mate (2002), Sin Remite (2004), El mencionado El Intruso, Cambio de Turno (2007), o Cuestión de Actitud (2008) son algunos de esos trabajos conjuntos.

Alberto García Martín, por su parte, es dramaturgo, guionista y realizador. Estudió cine en el Cabildo de Tenerife y en la Escuela de Cine Luis García Berlanga de Valencia. Las obras teatrales La Otra Biblia y New York son suyas. Alberto ha dirigido cine, publicidad, videoclips, etc. y ha tenido éxito con sus cortometrajes escritos y dirigidos por él mismo, Las Gafas (2008), seleccionado, entre otros certámenes, en el prestigioso Festival de Locarno, y Nogod (2012), protagonizado por Antonio Cifo y Félix Gómez.


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Alberto ha sido coguionista de los cortometrajes El Plan (2004) y Rutina (2008), así como lector y analista de guiones para Volcano Films y Plató del Atlántico, entre otras labores audiovisuales.

Finalmente, el dramaturgo Antonio Tabares, natural de la isla de La Palma, es el autor de Una hora en la vida de Stefan Zweig, una obra que nos sitúa en Petrópolis (hoy Brasilia), el 22 de febrero de 1942, día en el que el dramaturgo austriaco Stefan Zweig, tras enviar a su editor su último libro, El Mundo de Ayer, Memorias de un Europeo, pone fin a su existencia, incapaz de aceptar el declive de su mundo, el imperio Austro-Húngaro, en cuyo florecimiento se crió, y sobre todo por el aparentemente imparable ascenso del nazismo. Dicho acto lo realizó después de planchar cuidadosamente su ropa, vestirse y asearse adecuadamente. Con él pereció su segunda mujer y secretaria, Lotte Altmann. Con esta obra, Tabares accedió al premio réplica de Teatro en el año 2012.

El suicidio de tres empleados en la fábrica de automóviles Renault, acaecido hace unos años en Francia y su repercusión mediática, inspiró al dramaturgo palmero la obra La Punta del Iceberg, por la que ganó el premio Tirso de Molina 2011 y que se ha representado con mucho éxito por el Teatro Abadía en Madrid, antes de su irrupción en la gran pantalla.


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2. LA PUNTA DEL ICEBERG. EL FILME.

El cine español no aborda con mucha asiduidad el tema de la denuncia de carácter laboral. Los pocos ejemplos patrios vienen dados por Smoking Room (España, 2002), de J.D. Wallovits y Roger Gual, sobre las hipocresías y políticas arbitrarias que rigen el destino de las corporaciones, muy crítica con la insolidaridad y la falta de libertad en nuestro mundo corporativo; El Principio de Arquímedes (España, 2004), de Gerardo Herrero, sobre dos amigas que trabajan en la misma empresa, una por sugerencia de la otra, con un duro retrato de fondo del organigrama empresarial de nuestros días, así como de aquello que somos capaces de hacer para permanecer y/o acceder en dicho organigrama; o El Método, de Marcelo Piñeyro, con guión del mencionado cineasta canario Mateo Gil, sobre la paranoia que se llega a crear en torno a una rutinaria selección de personal para un puesto en una alta multinacional y como la mezquindad del ser humano queda expuesta en situaciones críticas.

El formato fílmico de un investigador/a que se traslada a un entorno concreto a los fines de realizar específicas indagaciones, o resolver un misterio en general, ha dado muy buenos resultados a lo largo de la historia del cine, desde la inolvidable Conspiración de Silencio (A Bad Day at Black Rock, EEUU, 1955), de John Sturges, hasta la correcta Whiteout (EEUU, 2009), de Dominic Sena, pasando por el excelente thriller español La Isla Mínima (España, 2014), de Alberto Rodríguez. Ese viaje del investigador se convierte en nuestro viaje, el del espectador. Un viaje de descubrimiento de algo externo (unos personajes, un microcosmos, un misterio…), pero que también suele llevar aparejado una evolución personal del protagonista, que se desarrolla a lo largo del filme, de modo que el personaje no es el mismo al comienzo y al final del trayecto.
La Ópera Prima del tinerfeño David Cánovas, constituye un muy sólido filme de denuncia laboral en formato de thriller. El filme denuncia la encarnizada presión sobre los trabajadores de la sucursal de una importante corporación para alcanzar los objetivos anuales de producción de la misma. Las relaciones humanas encarnizadas en un territorio decididamente hostil, constituye el entorno medular del filme.


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Desde el Consejo de Administración en la central de la empresa, deciden enviar a Sofía Cuevas, una joven ejecutiva muy agresiva, conocedora de varios  idiomas, a una sucursal de la propia compañía, precisamente aquélla que produce mayor ratios de productividad. Sin una aparente explicación, se han producido tres suicidios en un muy corto período de tiempo. La empresa quiere un informe completo de lo que está ocurriendo allí antes de tomar, en su caso, alguna decisión. Ante la pregunta por parte de Sofía de porqué no se contrata a una consultoría externa para ese trabajo, ya que ella no pertenece al departamento de Recursos Humanos, la respuesta es bien simple: la empresa quiere discreción y una investigación interna, de modo que los detalles y las conclusiones se queden de puertas adentro de la corporación.

La idea de una investigación interna en el seno de una gran corporación, es algo muy habitual en el mundo anglosajón. Así por ejemplo, en el Derecho laboral británico, cuando un trabajador tiene un problema en este orden jurídico, ya sea de Mobbing o acoso laboral, o una discrepancia con el consejo de administración de la empresa a nivel salarial, de promoción interna o, cuando dicha discrepancia venga marcada por razones de discriminación, etc., el trabajador debe iniciar un procedimiento que se llama informal grievance procedure (procedimiento informal de agravio). Se trata de resolver con el Departamento de Gestión y/o de Recursos Humanos la controversia a través de una serie de conversaciones a un nivel informal, para cuya coordinación se nombra una especie de “instructor” (alguien que conduce la investigación) y cuyos resultados permanecerán en la más absoluta confidencialidad de la empresa. No es obligatorio acudir a esta vía corporativa, pero, como decimos, es una práctica muy usual y se considera como un acto de buena fe ese proceder por parte de un trabajador, en lugar de acudir directamente al servicio de conciliación y a los Tribunales.


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En España, se está incorporando cada día más a la vida cotidiana de las empresas,  este tipo de procesos internos de investigación para resolver ciertas disputas, y para tratar de eludir responsabilidades de carácter penal. Las recientes reformas de nuestro Código Penal, particularmente las modificaciones legislativas operadas en los años 2010 y 2015, amplían y desarrollan, respectivamente, la responsabilidad de carácter penal de las personas jurídicas. La última de las reformas mencionadas introduce la responsabilidad de las empresas por no haber ejercido el debido control sobre los empleados. Si las Sociedades, en el curso de un proceso penal dirigido contra ellas quieren eludir la mencionada responsabilidad criminal, están obligadas a cumplir un estricto protocolo, que se denomina Compliance, una suerte de programa de “prevención de riesgos penales”. Es un proceso organizado por un experto, denominado compliance officer, normalmente un abogado corporativo, que comprende, tal y como la legislación indica, un complejo sistema de supervisión, vigilancia y control del personal, y que incluye un canal confidencial para el personal en general, por donde poder denunciar a cualquier otro empleado, o ejecutivo de la entidad, acerca de la posible comisión de un delito que puede involucrar a la empresa. Esta realidad ya está ocurriendo y se ha implantado en la práctica corporativa diaria de nuestro país, si bien el contenido de ese protocolo, una apuesta decidida sobre la autorregulación en la lucha contra la delincuencia en el seno de las empresas, se encuentra en un estado muy embrionario de cobertura legislativa. La reciente Circular 1/2016 de la Fiscalía General del Estado, sobre instrucciones a los fiscales de toda España para valorar la eficacia de los planes de Compliance en las empresas, a los efectos de poder ser configurados como circunstancias eximentes de responsabilidad criminal, ayuda a comprender un poco mejor qué exigirán los fiscales a las empresas a las puertas de un juzgado de lo penal para eludir esta responsabilidad.


Si el cine debe reflejar cuanta realidad vea, parafraseando al cineasta Andrei Tarkovski, la película de Cánovas, es un filme de candente actualidad, al contemplar con cierto detalle esa realidad de las investigaciones internas emprendidas en esos universos alternativos que son las grandes multinacionales, donde el ecosistema es de competitividad obsesiva, sobre la base de que la maximización de los beneficios debe primar sobre cualquier otra consideración personal, y donde se abusa de manera implacable, respecto a las consecuencias de la crisis económica que todavía sufrimos en este país.

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Ese estatus hermético y perverso que preside las comunicaciones que se entablan en la película de David Cánovas, intrínseco en la gelidez de la realidad corporativa, contribuye decisivamente a la sensación de misterio en ese viaje aparentemente rutinario. El edificio donde transcurre prácticamente toda la acción, refuerza esta idea. Parece un personaje más. En el momento en que Sofía se baja del taxi y mira hacia el edificio, éste nos es introducido con un intimidante contrapicado. Su interior, pese a que se puede ver el cielo desde el hall gracias a su techo de cristal no es precisamente un lugar alegre. Todo está bañado por un triste y apagado crisol de colores grises y azules muy tenues. Ello, unido al enorme peso y carga que parecen llevar los trabajadores con los que Sofía se entrevista, logra que el filme transmita adecuadamente el encarnizado ecosistema y el precio que se paga por cumplir año tras año con los despiadados objetivos de la empresa, marcados con mano firme por parte del jefe, Carlos Fresno (excelente Fernando Cayo). La sensación es todavía más desconcertante cuando los espectadores nos percatamos de que desconocemos por completo a qué se dedica la empresa y que tal dato nunca se nos aclara.

El título del filme hace referencia, obviamente, a la conocida expresión de que aquello que asoma no es sino un ligero atisbo de lo que allí se cuece. Pero también pronto descubrimos que es un juego de palabras, pues también se refiere a uno de los proyectos estrella de la empresa, "El Proyecto Iceberg", en el que trabajaba uno de los empleados que ha cometido el suicidio.

El guión funciona maravillosamente. Los diálogos son fluidos y muy naturales, las secuencias están muy bien seleccionadas y engarzadas, de modo que discurren en esa suerte de "punta de lanza", que debe ser la compacta narración de una historia hasta el final. Pese a que estamos ante un mismo escenario y cierta unidad de tiempo, derivada de la estructura teatral de la que se parte, el filme tiene un contenido eminentemente cinematográfico, que elude adecuadamente la frontera de cine y el teatro, buscando su propia personalidad.

En la puesta en escena se percibe la meticulosidad del realizador. La puesta en escena es sobria, nada efectista y el cineasta atina en la selección de los colores apagados antes mencionada para el edificio en cuestión incluidas las oficinas, pero también para resaltar aquellos elementos de la trama esenciales (el pen drive de color blanco y rosa que le entrega Gabriela a Sofía, el pañuelo amarillo de ésta, ondeando en la azotea del edificio…). La labor del realizador se percibe igualmente en la dirección de los actores, donde destaca Maribel Verdú, que soporta el peso de la película sobre sus hombros, pero también el mencionado Fernando Cayo, así como Carmelo Gómez, y los más jóvenes Bárbara Goneaga y Álex García.

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Mención especial merece la banda sonora del también canario Antonio Hernández, muy sutil, completamente al servicio de la narración, contribuyendo decisivamente a la agilidad del filme, así como a introducirnos, de una manera casi inconsciente, en el ecosistema mencionado que nos propone David Cánovas y sus guionistas. Otra importante virtud de la Banda sonora es que no subraya de manera efectista ninguno de los instantes álgidos de la trama, sino que se desliza entre ellos con una ejemplar sobriedad.

Los fragmentos más discutidos de la película han sido esos flashbacks donde se visualizan los tres suicidios, ante la presencia de Sofía. Podrán gustarnos más o menos, pero la importancia de dichas secuencias han sido muy bien defendidas por David. No son baladíes, sino que están para resaltar el sentimiento de empatía que Sofía va experimentando respecto a los acontecimientos y la siniestra situación empresarial que viven los trabajadores. Las secuencias polémicas, que muchos han tildado ya de redundantes, están insertadas como parte del arco argumental del personaje de Sofía y su cambio a nivel personal.

Polémico ha sido igualmente el plano de Fresno con su hija en el Hospital, algo que ya el personaje ha sugerido a Sofía en una conversación previa. ¿Es gratuito? ¿Es redundante? Puede ser. Desde luego no es un plano destinado a "justificar" al personaje, como se ha dicho. El plano, breve (es decir, el realizador no se recrea en él), sugiere que la vida es una inmensa zona grisácea y que a las personas no es posible asignarnos un sólo color, blanco o negro. En otras palabras, el ser humano no es fácilmente clasificable, pese a que vivimos actualmente en una sociedad con mucha propensión a las "etiquetas".

Se trata en definitiva, de un trabajo sin duda muy preciso y compacto, donde el esfuerzo de los cineastas canarios mencionados, remando todos en la misma dirección, ha dado como resultado una de las propuestas más estimulantes del cine español reciente. La Punta del iceberg es sin duda una sobresaliente opera prima.

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Director: David Cánovas.

Intérpretes: Maribel Verdú, Fernando Cayo, Bárbara Goenaga, Álex García, Carmelo Gómez, Ginés García Millán, Jesús Castejón.

Trailer:


Reseña escrita por Manuel García de Mesa

Cánovas, Hernández y García Martín en "Charlas de cine".

Equipo de "Charlas de cine" junto al realizador David Cánovas.


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1 opiniones :

Marina Velázquez dijo...

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/07/07/actualidad/1467878337_291430.html me pareció interesante compartirlo a propósito de la reseña. Saludos.

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