tag:blogger.com,1999:blog-2858312765972044065.post6690604230761197078..comments2024-03-22T07:17:14.604+00:00Comments on LAS MEJORES PELÍCULAS DE LA HISTORIA DEL CINE: LOS PARAGUAS DE CHERBURGO (1964). El musical francés de Jacques Demy.Jesúshttp://www.blogger.com/profile/07128994698708366703noreply@blogger.comBlogger2125tag:blogger.com,1999:blog-2858312765972044065.post-32867659982787582482014-05-18T00:41:46.681+01:002014-05-18T00:41:46.681+01:00Continuación
Tras los amores encontrados y perdid...Continuación<br /><br />Tras los amores encontrados y perdidos tan alternativamente como se quiera, Demy, como feriante del cuento, trasladó su troupe a USA casi con las mismas miras con las que Tarzán iba a Nueva York cuando intuía que la selva le quedaba pequeña. Su historia en América fue más triste, más cansada, y Demy parecía haber perdido la brújula que señalaba los viejos "bistrots" franceses o los bailes del 18 de julio. En la tierra de los drive-in o de los hot-dogs Lola vivió un periplo ni triste ni alegre, algo desencantada y como a la defensiva. De hecho parecía tocada del ala y el poder de la resurrección estaba reservado (con paupérrimos resultados, todo hay que decirlo) a su colega Antoine Doinel, nuevo Lázaro del cine francés. Retornando a Europa, con su emblemático personaje gastado, y él mismo sin hálito para contar nuevas historias y ni siquiera la misma; Demy entonces se refugiaría en su última vocación: la de ser literalmente Flautista de Hamelin (The Pied Piper, 1971) y Piel de asno (Peau d’âne, 1970). Infumables ambas.<br /><br />Aunque parezca mentira después de esta ominosa decadencia, restaba lo mejor de su obra. Antes de su prematura muerte en 1990 y con tan solo 59 años, el hombre de Nantes se iba a reencontrar consigo mismo pero en otros escenarios y con otras historias. Une chambre en ville (1982), sin Lolas por medio, y sí con huelgas y enfrentamientos entre proletarios y gendarmes represores, iba a ser su mejor película. Su "obra maestra cantada". Una magnífica cinta que por sí sola valía lo que todas las Lolas, paraguas, shops y demoiselles juntas. Asombroso. Es denigrante que esta maravilla, a la que siguió un buen divertimento también cantado en complicidad con Ives Montand (Trois places pour le 26, 1988), permanezca olvidada, y cuando se mencione a Demy (cosa poco probable en nuestros días) sea siempre a propósito de los dichosos paraguas, film que yo, desde luego, amo.<br /><br />Su esposa, la siempre enamorada e inteligente Agnés Varda, le dedicó un hermoso epitafio titulado Jacquot de Nantes. Y es que, sin menospreciar "lolas ni paraguas", Demy bien lo merecía por Une chambre en ville y por la insólita –en su universo– y aún más preterida "La baie des anges". Bien vendría un retorno a Nantes, la ciudad lluviosa como cantaba la extraordinaria Barbara.<br /><br /><br />Luis Betránhttps://www.blogger.com/profile/04134514449474411431noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-2858312765972044065.post-52016704185277689252014-05-17T13:14:00.807+01:002014-05-17T13:14:00.807+01:00Jacques Demy. El humilde cantor de Nantes
La nouv...Jacques Demy. El humilde cantor de Nantes<br /><br />La nouvelle vague –que si de algo no carecía era de una peculiar autoestima histórica– tenía, o creía tener, su Baudelaire o su Rimbaud (¡¡qué valor!!). Le faltaba un Perrault y en ello vino a parar Jacques Demy, a quien en razón de su rol siempre se juzgó con benevolencia. Quédense los duros análisis para los cuestionadores de mundanas filmografías, pero aplíquese al Flautista de Hamelin una crítica acorde a la intención de su prédica. Y sin embargo, este sentimental cuentista descendía de un mundo de adultos bien amado por la inteligencia de no demasiado tiempo atrás. Imposible pensar que Demy no naciera en alguna "petite ville" de las cantadas por René Clair y otros maestros de la bonhomía, o que su caldo de cultivo no fuera otro que el Ricard bebido por algún Raymond Bussieres sobre el mostrador metálico de alguna taberna, eje de la vida social en films de Le Chanois o Boyer.<br /><br />Jacques Demy desarrolló en tiempo hábil de hora y media, las historias de amor entre parejitas provincianas que ponían una nota tan poética como secundaria en los films "sobre la provincia" que pródigamente se hicieron en Francia "aprés la guerre". Démy continuó en la provincia –abandonando eso si cualquier asomo rural- porque la nouvelle vague era muy urbana y aún muy parisina, y como cualquier político desconocía el mundo de las lechugas. Las damas equivalentes que habitaron Nantes, Cherburgo o Rochefort soñaban las mismas cosas, y Demy, tutor supremo, no revolucionaba semejantes personajes, por otra parte casi tan eternos como el recuerdo merovingio.<br /><br />Así las cosas, nuestro hombre, frente a Godard, Rivette, Truffaut o Chabrol, representaba una nota exótica, aceptada por cursi y sentimental. Jacques Demy colocó junto al nihilismo de Poiccard las grandes esperanzas de Lola, la que recurría a las oraciones a Dios y al Diablo para alcanzar metas personales bien distintas a los habituales protagonistas de las películas de la nouvelle vague.<br /><br />A un mundo heredado filmicamente, Demy aplicó su vocación de estilista centroeuropeo como demostraba a las claras la dedicatoria de Lola, y, sobre todo, la voluntad de tejer y destejer las vidas de sus criaturas alrededor de un tronco común, en un calidoscopio vital sostenido por el alma mater de la trama: Nantes y su puerto, un poco a la manera de como Demy suponía que trabajaba Max Ophüls, el homenajeado. Lola era una caravana de hombres que iba y venía hasta y desde una única mujer, cumbre y resumen del universo femenino, compuesta como la Santísima Trinidad, por tres personas que la representaban en tres épocas distintas pero que no eran sino la triple versión de una sola, o por mejor decir de una idea sobre la mujer. Como Lola, versión del director, era la historia de una desbandada hacia todos los puntos del planeta; unos años después náufragos de Nantes recalarían en Cherburgo, Rochefort y hasta en USA (Model Shop). Unos porque el propio personaje físicamente –como el de Marc Michel– regresaban de ganar fortuna, otros porque teniendo como origen la idea que había materializado la ficción de Lola como resumen de varios personajes que se podían trasplantar, vía emigración, a otro lugar. Y es que Jacques Demy podía decir con toda la razón que adonde fuese Lola él iba con ella. Y en una edad o en otra, bien en su corporeidad real o como trasunto simbólico, alguna Lola aparecía siempre en su obra.<br /><br />No falta en Los paraguas de Cherburgo, donde los personajes femeninos siguen los del film de Nantes con conmovedora fidelidad. Este "musical" supuso la apoteosis de la esencia de Demy, su mundo se potenció a si mismo, se decantó hacia la sencillez de la historia. O sea, que descendió de los barroquismos de Lola pero se cerró en si mismo y su microcosmos sentimental se elevó a lo absoluto.Luis Betránhttps://www.blogger.com/profile/04134514449474411431noreply@blogger.com