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la ceremonia
Uno de los trabajos más contundentes de este apreciable realizador, realmente una de sus cumbres, y no únicamente de este estadío, de la que se puede considerar su segunda etapa, con la siempre acertada Isabelle Huppert como principal apoyo actoral. Muchas de las más importantes características de este director, muchas de sus más usuales y constantes directrices, no solamente se hallan presentes en este trabajo, sino que en muchos casos alcanzan su máximo exponente; y es que sin llegar esta a ser una cinta en la que se lleve a cabo una revolución, o en la que encontremos temas realmente novedosos en el francés, sí que hallaremos una potencia, una contundencia probablemente no antes alcanzada, una cumbre en Chabrol desde más de un punto de vista. Nuevamente el cineasta se basará en un trabajo literario, una novela, autoría en esta ocasión de Ruth Rendell, para representar la tétrica historia de dos jóvenes  mujeres que viven en un área campestre de Francia, ambas de pasados bastante inciertos, fatales, inquietantes, que juntas desarrollarán una amistad tan estrecha como peligrosa, tanto para todos los que las rodean, como para ellas mismas. Una de las cimas del realizador, pues luego de este trabajo, si bien su ya conocido y prolífico ritmo de producción no decaería, sí que habría una debacle en calidad, en apenas un lustro Chabrol produciría algunos títulos más, pero perdería ya toda su fuerza, toda la vitalidad y el ingenio antes esgrimidos, aquellas características que en esta presente cinta vemos en su máxima expresión. 


la ceremonia

La acción se inicia en un café, donde Sophie (Sandrine Bonnaire) se encuentra con Catherine Lelievre (Jacqueline Bisset), para quien trabajará como mucama. Tras una breve entrevista, es aceptada y al día siguiente está ya en la casa de los Lelievre, causando buena impresión, conoce al padre, Georges (Jean-Pierre Cassel), y a los jóvenes hijos. Asimismo conoce a Jeanne (Huppert), mujer que trabaja en la oficina postal de la localidad. Al viajar la familia, Sophie se queda sola, y recibe en la casa a Jeanne, se hacen tan amigas, frecuentan tanto que incluso desatiende su trabajo la mucama por salir el día de su cumpleaños con su nueva amiga. Ambas se van conociendo más, así como extrañas e inciertas situaciones en las que Jeanne perdió a su hija, y Sophie a su padre. La trabajadora postal es mal vista en casa, se prohíbe su presencia y contacto a Sophie con ella, pero no obedece, hacen voluntariado para una iglesia. Tras descubrirse su analfabetismo y un malentendido con la hija, Sophie es despedida, le dan una semana de estadía final en la casa. La mucama no deja por eso de frecuentar a su amiga, se reúnen otra vez en la mansión, donde tiene lugar una final e irrefrenable demencia, violenta demencia que no se revelará por el bienestar de cada visionado. Termina el filme de Chabrol, donde veremos otra vez una nueva forma de enfocar y tratar el suspenso, siempre siguiendo al maestro Hitchcock. Así, desde la presentación de Sophie, incierta es su situación, incierto su pasado es también, no sabemos mucho de ella, salvo los misterios, algo oculta, mucho en realidad, y Jeanne es su análoga pero de opuesto carácter. Son las dos caras de una misma moneda, ambas comparten un aislamiento del mundo, ambas comparten un turbio pasado, un turbio pasado que no sabemos a ciencia cierta, pero tanto por las circunstancias, como por el lenguaje del cineasta, se advierte como una más que probable realidad, y esas intrigas irán poco a poco saliendo a flote, diagramándonos a los escalofriantes sujetos de la historia, dos mujeres de inofensivo aspecto, pero de fatales accionares. 


la ceremonia

Mientras el director hábilmente nos muestra, sin mostrarnos, ese lado de los personajes conforme avanza la cinta, juega con la sexualidad, con la ambigüedad sexual de las féminas, mostrándonos su muy estrecha relación, mostrándonoslas riendo, jugueteando en la cama, mientras comparan sus bizarros antecedentes, comparando sus "faltas de pruebas" en sus respectivas y sórdidas vivencias pasadas, tan inquietante como perturbadora la escena, ellas son símiles opuestas. Sophie, la reservada, la callada,  observa intrigada, embelesada a su amiga, extrovertida, asertiva, siguiéndola sin objetar en sus espontáneas locuras, y es que son polos opuestos, pero tan parecidos a la vez, ellas son complementarias. Jeanne asertiva, fuera de control, revisando las cartas de los aristócratas, marcará muchas veces la pauta, el ritmo de la película. Una sensación de inquietud se genera desde el inicio, desde la primera impresión, en la inicial entrevista, Sophie se muestra incómoda, rechazando el ofrecimiento del té, una tensión, una incomodidad se va quedando retratada. Es así que Sophie nunca muestra una actitud de completa sumisión, mostrándose casi siempre altiva, altiva siendo la mucama de la casa; solamente en soledad manifiesta cierta angustia, angustia por su situación analfabeta, despreciando todo apoyo de la familia, de los aristócratas, despreciando el té, despreciando las gafas, viviendo en su mundo, siendo la TV su único medio de distracción, mientras vive alejándose, aislada, como su íntima amiga, como la casa misma. Por cierto, nuevamente Chabrol desliza su particular opinión de la TV, en clave de cineasta por supuesto, y como en otros trabajos suyos, nos la muestra como un objeto idiotizante, hipnótico, pues Sophie, más que disfrutar las transmisiones, parece hipnotizada por ellas. La película de Chabrol me parece una pieza magistral dentro de su extensa producción, me parece uno de sus más logrados trabajos, y esto es palpable desde el comienzo. El prólogo, -esto es, la entrevista de la mucama y su futura jefa en el café- previo a los créditos, una vez terminado, es una introducción previa al relato, un apacible, pero gracias a la música a la vez tenso inicio, ese viaje en auto a través del cual silenciosamente ella nos está comunicando de lo alejado, lo aislado, lo separado del mundo que se encuentra este pueblo, y las circunstancias que presenciaremos también. Algo que no es novedoso viene a ser el hecho de encontrar féminas como elemento pulsor en el cine del francés, algo de lo que no sería esta cinta la excepción, ni mucho menos, y para hacer esta cinta coherente, para darle cohesión con otros ladrillos del edificio que vienen a ser sus filmes cronológicamente inmediatos, hay elementos comunes. 


la ceremonia

Así, continúa la colaboración con su vástago, el buen Matthieu Chabrol, portador del gen artístico, si bien no seguidor de los pasos de director de su padre, sí que seguiría su propio camino en el cine, realizando nuevamente una partitura musical para los filmes de su progenitor. Tiene Matthieu en este filme uno de sus mayores logros, uno de sus trabajos más conocidos y mejor reputados como colaborador musical, y es que su obra, su música, tibia, sutil, más presente que en casi todas las obras conocidas de Chabrol, es asimismo unas de las más efectivas de la filmografía del francés. Genera el musical acompañamiento una atmósfera de tensión, de una incertidumbre que nos invade, sensación de peligro, de angustia incluso, ambiente reservado casi siempre para Sophie y sus apariciones, compartida por momentos con Jeanne. La música, al igual que otros aspectos del cine de Chabrol, si bien siempre presente en previos trabajos, tiene en esta película no solo su mayor uso cuantitativo, sino el punto de mayor efectividad. El comportamiento de la cámara de Chabrol es, asimismo, básicamente similar a sus ejercicios anteriores, esto es, una cámara generalmente estática, que por momentos de desarrolla y moviliza, siguiendo las acciones y movimientos propios de los protagonistas, y si bien no son movimientos virtuosos ni vistosos, ayudan en el seguimiento del relato, como es usual en el director. Algo más libre, tibiamente, pero más suelta fluye su cámara, con esos planos secuencia algo aletargados, que sumados a la música previamente descrita, nos configuran un lenguaje audiovisual, un lenguaje descriptivo, como se dijo también, de una efectividad nunca alcanzada en Chabrol. Respecto a las figuras presentadas, nos ilustra Chabrol una imagen no demasiado atractiva de la aristocracia, la clase acomodada, los empleadores, comiendo en familia, comiendo con las manos, sorbiendo comida, chupándose los dedos, una imagen que sin palabras pareciera querer transmitir cierta initimidad que no se despega demasiado de la repulsión, imagen bastante acorde a otros retratos previos a este respecto de Claude. Había dicho Chabrol que esta sería la "última película marxista" de su producción, y probablemente sea el trabajo en que más se proyecta esa ideología, si bien es tibia esa aproximación, veremos la confrontación, el choque de clases, un choque con consecuencias fatales. La clase acomodada, los aristócratas, contra la clase trabajadora, clase explotada e ignorante, incluso se menciona algo de fascismo; lo cierto es que las amigas, representantes obreras hasta cierto punto, dan rienda suelta a su rabia e impotencia contra la clase acomodada -otra figura, disparando a los libros, odio por esa cultura a la que ellas no tienen ningún acceso-, las fatales consecuencias tienen su epítome en esa violenta y final erupción de demencia asesina. Otra figura contrastante respecto a las flagrantes diferencias de clase, viene a ser la representación de los alimentos, padeciendo las amigas hambre -antes las vimos comiendo hongos recogidos de la pradera-, mientras el inmediato plano posterior es de los patrones comiendo en su despreocupada mesa; no menos efectivo por lo evidente es ese contraste. 


la ceremonia

Ese extraño retrato de aristocracia queda rematado con el contraste final de Mozart, su obra magna Don Giovanni sirviendo de marco a la carnicería que sirve de colofón a la cinta. Algo no ha cambiado, siempre, siempre el crimen, un crimen implicado, si bien aquí estaría dejado para el final lo mejor, y sería el brutal clímax. Ahora el suspenso está disuelto, distendido en el filme, pero he ahí un logro en Chabrol, ahí se muestra porqué este trabajo es una de sus cumbres pues ese suspenso, esa intriga, si bien distendidos durante el metraje, están siempre presente, siempre densos, distendidos pero siempre palpables, extremadamente palpables, todo un logro del cineasta. Y para cerrar con broche de oro ese derroche de manejo de suspenso, de dejarlo todo para el final, nunca tan violento y explicito fue Chabrol, nunca; el clímax, ese final, es todo, todo es el orgasmátrico desenlace, inesperado y contundente, sorpresivo y violento, inédito y potente obra del cineasta. La frialdad retratada es terrible, las féminas liquidando sin miramientos, sin remordimientos, evidenciando que no es su primera vez, es un severo dúo el formado, se besan y abrazan en medio de la masacre y caos recién llevado a cabo, son realmente complementarias, un reflejo la una de la otra con sus particulares matices distintivos. La secuencia final tiene a su vez un plano final que sirve de perfecto colofón. El primer plano del rostro de la joven, observando el desenlace de la violencia que ellas mismas engendraron, perfecto. Sombría, seria, gélida, distante, mientras oímos nuevamente los sonidos de la hecatombe final, soberbia forma de "restregárnoslo" en la cara, severa forma. Isabelle Huppert sería nuevamente premiada por lo que nos tiene acostumbrados, una interpretación más que sólida y aceptable, Sandrine Bonnaire también cumple bien su papel, y se gana a pulso ser una nueva pequeña musa de Chabrol. Cumbre del cineasta, última cumbre pues, extrañamente, sin ser demasiado lejana temporalmente, sus trabajos inmediatos decaerían notablemente en calidad, siendo Gracias por el Chocolate, sin ir más lejos, bastante evidencia de ese proceso de irreversible decadencia artística. En fin, tenemos aquí a una de las cúspides de Chabrol, algo a lo que cualquier apreciador suyo sabrá otorgar la debida importancia y consideración.


la ceremonia

Título original: La cérémonie.

Director: Claude Chabrol.

Intérpretes: Isabelle Huppert, Sandrine Bonnaire, Jacqueline Bisset, Jean-Pierre Cassel,Virginie Ledoyen, Valentin Merlet.

Escena:


Reseña escrita por Edgar Mauricio

LA CEREMONIA (1995). La relación criminal de Isabelle Huppert y Sandrine Bonnaire.

la ceremonia
Uno de los trabajos más contundentes de este apreciable realizador, realmente una de sus cumbres, y no únicamente de este estadío, de la que se puede considerar su segunda etapa, con la siempre acertada Isabelle Huppert como principal apoyo actoral. Muchas de las más importantes características de este director, muchas de sus más usuales y constantes directrices, no solamente se hallan presentes en este trabajo, sino que en muchos casos alcanzan su máximo exponente; y es que sin llegar esta a ser una cinta en la que se lleve a cabo una revolución, o en la que encontremos temas realmente novedosos en el francés, sí que hallaremos una potencia, una contundencia probablemente no antes alcanzada, una cumbre en Chabrol desde más de un punto de vista. Nuevamente el cineasta se basará en un trabajo literario, una novela, autoría en esta ocasión de Ruth Rendell, para representar la tétrica historia de dos jóvenes  mujeres que viven en un área campestre de Francia, ambas de pasados bastante inciertos, fatales, inquietantes, que juntas desarrollarán una amistad tan estrecha como peligrosa, tanto para todos los que las rodean, como para ellas mismas. Una de las cimas del realizador, pues luego de este trabajo, si bien su ya conocido y prolífico ritmo de producción no decaería, sí que habría una debacle en calidad, en apenas un lustro Chabrol produciría algunos títulos más, pero perdería ya toda su fuerza, toda la vitalidad y el ingenio antes esgrimidos, aquellas características que en esta presente cinta vemos en su máxima expresión. 


la ceremonia

La acción se inicia en un café, donde Sophie (Sandrine Bonnaire) se encuentra con Catherine Lelievre (Jacqueline Bisset), para quien trabajará como mucama. Tras una breve entrevista, es aceptada y al día siguiente está ya en la casa de los Lelievre, causando buena impresión, conoce al padre, Georges (Jean-Pierre Cassel), y a los jóvenes hijos. Asimismo conoce a Jeanne (Huppert), mujer que trabaja en la oficina postal de la localidad. Al viajar la familia, Sophie se queda sola, y recibe en la casa a Jeanne, se hacen tan amigas, frecuentan tanto que incluso desatiende su trabajo la mucama por salir el día de su cumpleaños con su nueva amiga. Ambas se van conociendo más, así como extrañas e inciertas situaciones en las que Jeanne perdió a su hija, y Sophie a su padre. La trabajadora postal es mal vista en casa, se prohíbe su presencia y contacto a Sophie con ella, pero no obedece, hacen voluntariado para una iglesia. Tras descubrirse su analfabetismo y un malentendido con la hija, Sophie es despedida, le dan una semana de estadía final en la casa. La mucama no deja por eso de frecuentar a su amiga, se reúnen otra vez en la mansión, donde tiene lugar una final e irrefrenable demencia, violenta demencia que no se revelará por el bienestar de cada visionado. Termina el filme de Chabrol, donde veremos otra vez una nueva forma de enfocar y tratar el suspenso, siempre siguiendo al maestro Hitchcock. Así, desde la presentación de Sophie, incierta es su situación, incierto su pasado es también, no sabemos mucho de ella, salvo los misterios, algo oculta, mucho en realidad, y Jeanne es su análoga pero de opuesto carácter. Son las dos caras de una misma moneda, ambas comparten un aislamiento del mundo, ambas comparten un turbio pasado, un turbio pasado que no sabemos a ciencia cierta, pero tanto por las circunstancias, como por el lenguaje del cineasta, se advierte como una más que probable realidad, y esas intrigas irán poco a poco saliendo a flote, diagramándonos a los escalofriantes sujetos de la historia, dos mujeres de inofensivo aspecto, pero de fatales accionares. 


la ceremonia

Mientras el director hábilmente nos muestra, sin mostrarnos, ese lado de los personajes conforme avanza la cinta, juega con la sexualidad, con la ambigüedad sexual de las féminas, mostrándonos su muy estrecha relación, mostrándonoslas riendo, jugueteando en la cama, mientras comparan sus bizarros antecedentes, comparando sus "faltas de pruebas" en sus respectivas y sórdidas vivencias pasadas, tan inquietante como perturbadora la escena, ellas son símiles opuestas. Sophie, la reservada, la callada,  observa intrigada, embelesada a su amiga, extrovertida, asertiva, siguiéndola sin objetar en sus espontáneas locuras, y es que son polos opuestos, pero tan parecidos a la vez, ellas son complementarias. Jeanne asertiva, fuera de control, revisando las cartas de los aristócratas, marcará muchas veces la pauta, el ritmo de la película. Una sensación de inquietud se genera desde el inicio, desde la primera impresión, en la inicial entrevista, Sophie se muestra incómoda, rechazando el ofrecimiento del té, una tensión, una incomodidad se va quedando retratada. Es así que Sophie nunca muestra una actitud de completa sumisión, mostrándose casi siempre altiva, altiva siendo la mucama de la casa; solamente en soledad manifiesta cierta angustia, angustia por su situación analfabeta, despreciando todo apoyo de la familia, de los aristócratas, despreciando el té, despreciando las gafas, viviendo en su mundo, siendo la TV su único medio de distracción, mientras vive alejándose, aislada, como su íntima amiga, como la casa misma. Por cierto, nuevamente Chabrol desliza su particular opinión de la TV, en clave de cineasta por supuesto, y como en otros trabajos suyos, nos la muestra como un objeto idiotizante, hipnótico, pues Sophie, más que disfrutar las transmisiones, parece hipnotizada por ellas. La película de Chabrol me parece una pieza magistral dentro de su extensa producción, me parece uno de sus más logrados trabajos, y esto es palpable desde el comienzo. El prólogo, -esto es, la entrevista de la mucama y su futura jefa en el café- previo a los créditos, una vez terminado, es una introducción previa al relato, un apacible, pero gracias a la música a la vez tenso inicio, ese viaje en auto a través del cual silenciosamente ella nos está comunicando de lo alejado, lo aislado, lo separado del mundo que se encuentra este pueblo, y las circunstancias que presenciaremos también. Algo que no es novedoso viene a ser el hecho de encontrar féminas como elemento pulsor en el cine del francés, algo de lo que no sería esta cinta la excepción, ni mucho menos, y para hacer esta cinta coherente, para darle cohesión con otros ladrillos del edificio que vienen a ser sus filmes cronológicamente inmediatos, hay elementos comunes. 


la ceremonia

Así, continúa la colaboración con su vástago, el buen Matthieu Chabrol, portador del gen artístico, si bien no seguidor de los pasos de director de su padre, sí que seguiría su propio camino en el cine, realizando nuevamente una partitura musical para los filmes de su progenitor. Tiene Matthieu en este filme uno de sus mayores logros, uno de sus trabajos más conocidos y mejor reputados como colaborador musical, y es que su obra, su música, tibia, sutil, más presente que en casi todas las obras conocidas de Chabrol, es asimismo unas de las más efectivas de la filmografía del francés. Genera el musical acompañamiento una atmósfera de tensión, de una incertidumbre que nos invade, sensación de peligro, de angustia incluso, ambiente reservado casi siempre para Sophie y sus apariciones, compartida por momentos con Jeanne. La música, al igual que otros aspectos del cine de Chabrol, si bien siempre presente en previos trabajos, tiene en esta película no solo su mayor uso cuantitativo, sino el punto de mayor efectividad. El comportamiento de la cámara de Chabrol es, asimismo, básicamente similar a sus ejercicios anteriores, esto es, una cámara generalmente estática, que por momentos de desarrolla y moviliza, siguiendo las acciones y movimientos propios de los protagonistas, y si bien no son movimientos virtuosos ni vistosos, ayudan en el seguimiento del relato, como es usual en el director. Algo más libre, tibiamente, pero más suelta fluye su cámara, con esos planos secuencia algo aletargados, que sumados a la música previamente descrita, nos configuran un lenguaje audiovisual, un lenguaje descriptivo, como se dijo también, de una efectividad nunca alcanzada en Chabrol. Respecto a las figuras presentadas, nos ilustra Chabrol una imagen no demasiado atractiva de la aristocracia, la clase acomodada, los empleadores, comiendo en familia, comiendo con las manos, sorbiendo comida, chupándose los dedos, una imagen que sin palabras pareciera querer transmitir cierta initimidad que no se despega demasiado de la repulsión, imagen bastante acorde a otros retratos previos a este respecto de Claude. Había dicho Chabrol que esta sería la "última película marxista" de su producción, y probablemente sea el trabajo en que más se proyecta esa ideología, si bien es tibia esa aproximación, veremos la confrontación, el choque de clases, un choque con consecuencias fatales. La clase acomodada, los aristócratas, contra la clase trabajadora, clase explotada e ignorante, incluso se menciona algo de fascismo; lo cierto es que las amigas, representantes obreras hasta cierto punto, dan rienda suelta a su rabia e impotencia contra la clase acomodada -otra figura, disparando a los libros, odio por esa cultura a la que ellas no tienen ningún acceso-, las fatales consecuencias tienen su epítome en esa violenta y final erupción de demencia asesina. Otra figura contrastante respecto a las flagrantes diferencias de clase, viene a ser la representación de los alimentos, padeciendo las amigas hambre -antes las vimos comiendo hongos recogidos de la pradera-, mientras el inmediato plano posterior es de los patrones comiendo en su despreocupada mesa; no menos efectivo por lo evidente es ese contraste. 


la ceremonia

Ese extraño retrato de aristocracia queda rematado con el contraste final de Mozart, su obra magna Don Giovanni sirviendo de marco a la carnicería que sirve de colofón a la cinta. Algo no ha cambiado, siempre, siempre el crimen, un crimen implicado, si bien aquí estaría dejado para el final lo mejor, y sería el brutal clímax. Ahora el suspenso está disuelto, distendido en el filme, pero he ahí un logro en Chabrol, ahí se muestra porqué este trabajo es una de sus cumbres pues ese suspenso, esa intriga, si bien distendidos durante el metraje, están siempre presente, siempre densos, distendidos pero siempre palpables, extremadamente palpables, todo un logro del cineasta. Y para cerrar con broche de oro ese derroche de manejo de suspenso, de dejarlo todo para el final, nunca tan violento y explicito fue Chabrol, nunca; el clímax, ese final, es todo, todo es el orgasmátrico desenlace, inesperado y contundente, sorpresivo y violento, inédito y potente obra del cineasta. La frialdad retratada es terrible, las féminas liquidando sin miramientos, sin remordimientos, evidenciando que no es su primera vez, es un severo dúo el formado, se besan y abrazan en medio de la masacre y caos recién llevado a cabo, son realmente complementarias, un reflejo la una de la otra con sus particulares matices distintivos. La secuencia final tiene a su vez un plano final que sirve de perfecto colofón. El primer plano del rostro de la joven, observando el desenlace de la violencia que ellas mismas engendraron, perfecto. Sombría, seria, gélida, distante, mientras oímos nuevamente los sonidos de la hecatombe final, soberbia forma de "restregárnoslo" en la cara, severa forma. Isabelle Huppert sería nuevamente premiada por lo que nos tiene acostumbrados, una interpretación más que sólida y aceptable, Sandrine Bonnaire también cumple bien su papel, y se gana a pulso ser una nueva pequeña musa de Chabrol. Cumbre del cineasta, última cumbre pues, extrañamente, sin ser demasiado lejana temporalmente, sus trabajos inmediatos decaerían notablemente en calidad, siendo Gracias por el Chocolate, sin ir más lejos, bastante evidencia de ese proceso de irreversible decadencia artística. En fin, tenemos aquí a una de las cúspides de Chabrol, algo a lo que cualquier apreciador suyo sabrá otorgar la debida importancia y consideración.


la ceremonia

Título original: La cérémonie.

Director: Claude Chabrol.

Intérpretes: Isabelle Huppert, Sandrine Bonnaire, Jacqueline Bisset, Jean-Pierre Cassel,Virginie Ledoyen, Valentin Merlet.

Escena:


Reseña escrita por Edgar Mauricio

la ruptura
Un nuevo ejercicio de Chabrol nos ocupa en esta oportunidad, y en efecto es un novedoso trabajo el que se comenta. La ruptura es un filme que luego de visionado, para el conocedor de la obra de este francés realizador, tiene bastante justificado su título, pues ciertamente significará una ruptura, un cambio, respecto a algunas de las más importantes directrices de la andadura cinematográfica hasta ese momento del director, si bien otras siguen siendo respetadas y prolongadas en su obra. Sigue aún utilizando Chabrol en esta etapa, inicios de los 70, a su musa, mujer y actriz fetiche, la bella Stéphane Audran, para narrarnos en esta oportunidad un nuevo filme de suspenso. Una mujer cuyo esposo mentalmente inestable la ataca a ella y a su menor hijo, deberá enfrentarse no solo a esa dura situación, sino a sus suegros, los padres del desequilibrado que pretenden arrebatarle al infante, y dejarla sin la cuantiosa parte de la división de bienes que el divorcio le proveería, y para ello, contrata el padre a un tahúr para que la siga y obtenga, aunque sea a la fuerza, pruebas que ayuden a su cometido. Naturalmente, tal circunstancia acarreará impensadas y fatales consecuencias, en un nuevo ejercicio de suspenso, que si bien repite como ya se ha dicho algunos de los conocidos nortes del cineasta, tiene ingredientes nuevos que definitivamente refrescan la perspectiva para el seguidor de este reconocido realizador europeo. La acción se inicia con una fémina, Hélène Régnier (la Audran), que recibe repentinamente brutal castigo físico por parte de su esposo, Charles, que golpea no sólo a su mujer, sino a su pequeño hijo, causándole serias lesiones. 

la ruptura

Ella se defiende golpeándolo con una sartén, y ya pasado ese evento, los padres de él le atizan esa acción a ella, además de su dudoso pasado como desnudista. Al tener el niño que internarse en un hospital, Hélène se hospeda en una pensión cercana, mientras recibe la asesoría de un abogado para llevar el caso. El suegro contrata a Paul Thomas (Jean-Pierre Cassel), un conocido suyo para que siga a Hélène, y haga todo lo posible por averiguarle malas actividades, para arrebatarle la custodia del hijo, y Paul pronto se pone manos a la obra, se las ingenia para conocerla y hospedarse en su misma pensión. Pero Hélène está limpia, sus actividades son todas respetables, al no fructificar el trabajo y al ver que el divorcio parece favorable a Hélène, Paul decide fabricarle acciones deshonrosas. Junto a una libidinosa amante suya, urde un plan para hacer quedar a Hélène como una desviada que abusó sexualmente de una retrasada mental, un plan que finalmente fracasa. Al final, los personajes se ven superados por los hechos, un frenesí de demencia los abarca a todos, y una serie de asesinatos deja a un único sobreviviente en más que incierta situación, terminando así el filme. En este apreciable trabajo del buen Claude no encontraremos demasiadas novedades en el aspecto técnico, así, hablando del comportamiento de su cámara, se mantiene estática por momentos, pero sabrá realizar sutiles movimientos, sutiles seguimientos de los personajes y sus acciones, además de unos encuadres que el seguidor de sus trabajos previos sabrá reconocer. Se trata, pues, en definitiva de un trabajo de cámara que nos hace sentir un filme plenamente  identificable con sus contemporáneos trabajos, se siente una obra coherente y, una continuación de sus trabajos anteriores, al menos en este particular apartado. 


la ruptura

También contribuye a hacer reconocible este trabajo el acompañamiento musical, nunca abundante en esta etapa del realizador, pero haciéndose presente en momentos importantes, y aportando a generar tensión, premura, incertidumbre. Por si no bastara con esto, otro detalle que hace hermanas a las cintas de esta época en cuanto a su expresión visual viene a ser la concepción de determinadas escenas, cuando los personajes conversan, se cuentan sus vidas o simplemente dialogan, sentados o caminando, siempre se ambienta esto en un parque o jardín, en el cual aparte del encuadre móvil de los protagonistas, se aúnan elementos propios del entorno, siempre una rama, o un tronco, o las hojas de una planta, siempre formando parte del encuadre, siempre dándole ese menor, pero personalísimo toque a las escenas del francés. Además apreciaremos algún interesante tratamiento a diálogos, intercambio de primeros planos que colabora a generar mayor tensión en sus escenas. Los personajes secundarios asimismo adquieren singulares tintes en este trabajo, veremos por ejemplo al pintoresco actor fracasado de la pensión, verborrageo sujeto que  tendrá cierta injerencia; y claro, imposible no mencionar a la libidinosa amiga de Paul, una jovencita que piensa en sexo más que en cualquier otra cosa, y que durante toda la cinta se dedica a mostrarnos sus jóvenes carnes, un guiño erótico relativamente novedoso en nuestro cineasta. Pero ahora analicemos los puntos más importantes del filme, en el que se aprecian elementos conocidos y otros nuevos. Yendo en orden, se manifiesta uno de sus santos y seña por aquellos años: la materialización de un perenne triángulo amoroso, repitiéndose no solo la situación señalada, sino inclusive sus protagonistas con nombre repetido, siempre serán Hélène, Paul y Charles, siendo este filme un ejemplo más, una materialización más de esa tendencia de Chabrol


la ruptura

A este mismo respecto, inclusive utiliza a los mismos actores secundarios de filmes previos, generándose una suerte de compañía de actores constantes del director, una característica siempre apreciable, y que le da a su obra en conjunto mayor cohesión y solidez.  Hasta ahí no hay sorpresa, en lo que sí nos sorprende es con el frenético y violento inicio, como para que nos hagamos la idea del tipo de ejercicio que estamos por presenciar. Hemos visto ya arrebatadoras secuencias violentas de Chabrol, relativamente violentas secuencias que se vuelven un elemento constante en sus producciones, siempre tratando las desviaciones y severas torturas de sus personajes, diseccionando sus psiquis, haciéndonos testigos de cómo se desmoronan hasta resquebrajarse y hacerse pedazos. Sin embargo, aquí entra la más importante e interesante novedad: en esta oportunidad hay un crimen -como no podía ser de otra forma-, pero ahora el crimen no sucede de inmediato, ni está desenmarañado todo –como en algunos ejercicios anteriores, por ejemplo "La bestia debe morir (1969)"-, sino que el misterio, la intriga e incertidumbre se irán desarrollando durante el filme, las acciones y la imprevisibilidad van de la mano, generando así un nuevo suspenso en su estilo de realizar, algo que ya se había empezado a esbozar en El Carnicero, de ese mismo año 1970, pero que alcanza en este trabajo una cúspide mayor. Explora un nuevo modo de hacer cine, o mejor dicho, sigue haciendo su cine de siempre, pero de una nueva forma,  "crece" de cierto modo Chabrol, cambió su estilo, ahora nos ofrece un nuevo suspenso, pero la forma correcta sería decir que ha cambiado la forma, más no el fondo. Lo dicho, si bien hay elementos novedosos y apreciables en esta cinta de Chabrol, en esencia sigue siendo lo mismo de siempre, y es esa una de las mayores críticas que se le atizan a Claude, que hace la misma cinta una y otra vez, aunque naturalmente eso es algo bastante subjetivo, y cada uno le dará el peso conveniente a dicha apreciación. 


la ruptura

Nuevamente vernos a sus personajes siendo despedazados por las circunstancias y por ellos mismos, si bien ahora como se dijo, cambian las formas. Y no solo hay cambios en las formas en cuanto al tratamiento del suspenso, a la forma en que se teje la incertidumbre y tensión, sino que también hay algunos recursos técnicos novedosos. A resaltar la secuencia final de la demencia, el desquicio haciendo su presa absoluta de la atormentada Hélène, que ya no puede más y es rebasada por todo y pierde la cordura, materializándose eso en un surreal e inédito viaje cromático, pesadillescas imágenes en las que el color pierde fronteras, pierde contornos, casi expresionistas imágenes cuyo delirio cromático nos sumergen en la demencia, en la locura de la que Hélène no podrá ya escapar. Cabe mencionar que esa final locura los abarca a todos, y si no se ha revelado mayores detalles del final es para respetar el visionado de cada uno. Para terminar de redondear la idea, Chabrol ha encontrado nuevos mecanismos para narrar básicamente lo mismo, y resulta interesante apreciar esas ciertas novedades, para el gustoso del cine de este francés, será agradable notar esas diferencias, si bien en el fondo se trata de un ejercicio símil, hermanado con otros trabajos previos -no solo en lo técnico, como ya se ha señalado-, siendo esta característica tan positiva como negativa, dependiendo del cristal con que se mire. En cuanto a los aportes actorales, veremos nuevamente a Michel Bouquet a las órdenes de Chabrol, como ya viéramos un año antes en "La Mujer Infiel (1969)", siempre cumpliendo este corrector actor francés, pero nuevamente la prueba mayor viene a ser para la mujer del cineasta, y su mujer, su musa, su actriz, no defrauda, la Audran sabe entregar lo mejor de sí a las órdenes de su marido, se conocen tan bien, y eso se nota, es otro trabajo memorable y apreciable de la célebre actriz francesa. En líneas generales, para los apreciadores de Chabrol, estamos ante una pieza exquisita y novedosa, y si bien con ciertas muy subjetivas falencias, se erige como una pieza sólida dentro de la extensa filmografía de este tan prolífico como apreciable cineasta europeo, que no hace muchos años nos dejó.


la ruptura

Título original: La Rupture.

Director: Claude Chabrol.

Intérpretes: Stéphane Audran, Jean-Pierre Cassel, Michel Bouquet), Annie Cordy, Jean-Claude Drouot, Jean Carmet, Marguerite Cassan.

Trailer:


Escena:


Reseña escrita por Edgar Mauricio

LA RUPTURA (1970). El thriller dramático de Claude Chabrol.

la ruptura
Un nuevo ejercicio de Chabrol nos ocupa en esta oportunidad, y en efecto es un novedoso trabajo el que se comenta. La ruptura es un filme que luego de visionado, para el conocedor de la obra de este francés realizador, tiene bastante justificado su título, pues ciertamente significará una ruptura, un cambio, respecto a algunas de las más importantes directrices de la andadura cinematográfica hasta ese momento del director, si bien otras siguen siendo respetadas y prolongadas en su obra. Sigue aún utilizando Chabrol en esta etapa, inicios de los 70, a su musa, mujer y actriz fetiche, la bella Stéphane Audran, para narrarnos en esta oportunidad un nuevo filme de suspenso. Una mujer cuyo esposo mentalmente inestable la ataca a ella y a su menor hijo, deberá enfrentarse no solo a esa dura situación, sino a sus suegros, los padres del desequilibrado que pretenden arrebatarle al infante, y dejarla sin la cuantiosa parte de la división de bienes que el divorcio le proveería, y para ello, contrata el padre a un tahúr para que la siga y obtenga, aunque sea a la fuerza, pruebas que ayuden a su cometido. Naturalmente, tal circunstancia acarreará impensadas y fatales consecuencias, en un nuevo ejercicio de suspenso, que si bien repite como ya se ha dicho algunos de los conocidos nortes del cineasta, tiene ingredientes nuevos que definitivamente refrescan la perspectiva para el seguidor de este reconocido realizador europeo. La acción se inicia con una fémina, Hélène Régnier (la Audran), que recibe repentinamente brutal castigo físico por parte de su esposo, Charles, que golpea no sólo a su mujer, sino a su pequeño hijo, causándole serias lesiones. 

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Ella se defiende golpeándolo con una sartén, y ya pasado ese evento, los padres de él le atizan esa acción a ella, además de su dudoso pasado como desnudista. Al tener el niño que internarse en un hospital, Hélène se hospeda en una pensión cercana, mientras recibe la asesoría de un abogado para llevar el caso. El suegro contrata a Paul Thomas (Jean-Pierre Cassel), un conocido suyo para que siga a Hélène, y haga todo lo posible por averiguarle malas actividades, para arrebatarle la custodia del hijo, y Paul pronto se pone manos a la obra, se las ingenia para conocerla y hospedarse en su misma pensión. Pero Hélène está limpia, sus actividades son todas respetables, al no fructificar el trabajo y al ver que el divorcio parece favorable a Hélène, Paul decide fabricarle acciones deshonrosas. Junto a una libidinosa amante suya, urde un plan para hacer quedar a Hélène como una desviada que abusó sexualmente de una retrasada mental, un plan que finalmente fracasa. Al final, los personajes se ven superados por los hechos, un frenesí de demencia los abarca a todos, y una serie de asesinatos deja a un único sobreviviente en más que incierta situación, terminando así el filme. En este apreciable trabajo del buen Claude no encontraremos demasiadas novedades en el aspecto técnico, así, hablando del comportamiento de su cámara, se mantiene estática por momentos, pero sabrá realizar sutiles movimientos, sutiles seguimientos de los personajes y sus acciones, además de unos encuadres que el seguidor de sus trabajos previos sabrá reconocer. Se trata, pues, en definitiva de un trabajo de cámara que nos hace sentir un filme plenamente  identificable con sus contemporáneos trabajos, se siente una obra coherente y, una continuación de sus trabajos anteriores, al menos en este particular apartado. 


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También contribuye a hacer reconocible este trabajo el acompañamiento musical, nunca abundante en esta etapa del realizador, pero haciéndose presente en momentos importantes, y aportando a generar tensión, premura, incertidumbre. Por si no bastara con esto, otro detalle que hace hermanas a las cintas de esta época en cuanto a su expresión visual viene a ser la concepción de determinadas escenas, cuando los personajes conversan, se cuentan sus vidas o simplemente dialogan, sentados o caminando, siempre se ambienta esto en un parque o jardín, en el cual aparte del encuadre móvil de los protagonistas, se aúnan elementos propios del entorno, siempre una rama, o un tronco, o las hojas de una planta, siempre formando parte del encuadre, siempre dándole ese menor, pero personalísimo toque a las escenas del francés. Además apreciaremos algún interesante tratamiento a diálogos, intercambio de primeros planos que colabora a generar mayor tensión en sus escenas. Los personajes secundarios asimismo adquieren singulares tintes en este trabajo, veremos por ejemplo al pintoresco actor fracasado de la pensión, verborrageo sujeto que  tendrá cierta injerencia; y claro, imposible no mencionar a la libidinosa amiga de Paul, una jovencita que piensa en sexo más que en cualquier otra cosa, y que durante toda la cinta se dedica a mostrarnos sus jóvenes carnes, un guiño erótico relativamente novedoso en nuestro cineasta. Pero ahora analicemos los puntos más importantes del filme, en el que se aprecian elementos conocidos y otros nuevos. Yendo en orden, se manifiesta uno de sus santos y seña por aquellos años: la materialización de un perenne triángulo amoroso, repitiéndose no solo la situación señalada, sino inclusive sus protagonistas con nombre repetido, siempre serán Hélène, Paul y Charles, siendo este filme un ejemplo más, una materialización más de esa tendencia de Chabrol


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A este mismo respecto, inclusive utiliza a los mismos actores secundarios de filmes previos, generándose una suerte de compañía de actores constantes del director, una característica siempre apreciable, y que le da a su obra en conjunto mayor cohesión y solidez.  Hasta ahí no hay sorpresa, en lo que sí nos sorprende es con el frenético y violento inicio, como para que nos hagamos la idea del tipo de ejercicio que estamos por presenciar. Hemos visto ya arrebatadoras secuencias violentas de Chabrol, relativamente violentas secuencias que se vuelven un elemento constante en sus producciones, siempre tratando las desviaciones y severas torturas de sus personajes, diseccionando sus psiquis, haciéndonos testigos de cómo se desmoronan hasta resquebrajarse y hacerse pedazos. Sin embargo, aquí entra la más importante e interesante novedad: en esta oportunidad hay un crimen -como no podía ser de otra forma-, pero ahora el crimen no sucede de inmediato, ni está desenmarañado todo –como en algunos ejercicios anteriores, por ejemplo "La bestia debe morir (1969)"-, sino que el misterio, la intriga e incertidumbre se irán desarrollando durante el filme, las acciones y la imprevisibilidad van de la mano, generando así un nuevo suspenso en su estilo de realizar, algo que ya se había empezado a esbozar en El Carnicero, de ese mismo año 1970, pero que alcanza en este trabajo una cúspide mayor. Explora un nuevo modo de hacer cine, o mejor dicho, sigue haciendo su cine de siempre, pero de una nueva forma,  "crece" de cierto modo Chabrol, cambió su estilo, ahora nos ofrece un nuevo suspenso, pero la forma correcta sería decir que ha cambiado la forma, más no el fondo. Lo dicho, si bien hay elementos novedosos y apreciables en esta cinta de Chabrol, en esencia sigue siendo lo mismo de siempre, y es esa una de las mayores críticas que se le atizan a Claude, que hace la misma cinta una y otra vez, aunque naturalmente eso es algo bastante subjetivo, y cada uno le dará el peso conveniente a dicha apreciación. 


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Nuevamente vernos a sus personajes siendo despedazados por las circunstancias y por ellos mismos, si bien ahora como se dijo, cambian las formas. Y no solo hay cambios en las formas en cuanto al tratamiento del suspenso, a la forma en que se teje la incertidumbre y tensión, sino que también hay algunos recursos técnicos novedosos. A resaltar la secuencia final de la demencia, el desquicio haciendo su presa absoluta de la atormentada Hélène, que ya no puede más y es rebasada por todo y pierde la cordura, materializándose eso en un surreal e inédito viaje cromático, pesadillescas imágenes en las que el color pierde fronteras, pierde contornos, casi expresionistas imágenes cuyo delirio cromático nos sumergen en la demencia, en la locura de la que Hélène no podrá ya escapar. Cabe mencionar que esa final locura los abarca a todos, y si no se ha revelado mayores detalles del final es para respetar el visionado de cada uno. Para terminar de redondear la idea, Chabrol ha encontrado nuevos mecanismos para narrar básicamente lo mismo, y resulta interesante apreciar esas ciertas novedades, para el gustoso del cine de este francés, será agradable notar esas diferencias, si bien en el fondo se trata de un ejercicio símil, hermanado con otros trabajos previos -no solo en lo técnico, como ya se ha señalado-, siendo esta característica tan positiva como negativa, dependiendo del cristal con que se mire. En cuanto a los aportes actorales, veremos nuevamente a Michel Bouquet a las órdenes de Chabrol, como ya viéramos un año antes en "La Mujer Infiel (1969)", siempre cumpliendo este corrector actor francés, pero nuevamente la prueba mayor viene a ser para la mujer del cineasta, y su mujer, su musa, su actriz, no defrauda, la Audran sabe entregar lo mejor de sí a las órdenes de su marido, se conocen tan bien, y eso se nota, es otro trabajo memorable y apreciable de la célebre actriz francesa. En líneas generales, para los apreciadores de Chabrol, estamos ante una pieza exquisita y novedosa, y si bien con ciertas muy subjetivas falencias, se erige como una pieza sólida dentro de la extensa filmografía de este tan prolífico como apreciable cineasta europeo, que no hace muchos años nos dejó.


la ruptura

Título original: La Rupture.

Director: Claude Chabrol.

Intérpretes: Stéphane Audran, Jean-Pierre Cassel, Michel Bouquet), Annie Cordy, Jean-Claude Drouot, Jean Carmet, Marguerite Cassan.

Trailer:


Escena:


Reseña escrita por Edgar Mauricio

el discreto encanto de la burguesía
Polémicas fueron las palabras de Luis Buñuel durante una entrevista que le realizaron unos periodistas en un restaurante mexicano. El cineasta a la pregunta de que le parecía la nominación de su película en los Óscar y de que si creía que iba a ganarlo, éste respondería sin ningún tipo de tapujos "Pues claro, ya he pagado los veinticinco mil dólares que querían por ganar el Óscar. Los americanos tendrán sus defectos pero mantienen sus promesas". Finalmente, en la ceremonia de entrega de los Óscar su película ganaría en el apartado de mejor película de habla no inglesa (donde también participaba la española "Mi querida señorita (1972)" de Jaime de Armiñán), lo que provocaría cierta controversia entre los asistentes y fuerte indignación y revuelo en el entorno hollywoodense de aquella época. La película en cuestión y que a la postre supondría el único Óscar en la filmografía de este genial realizador no sería otra que "El discreto encanto de la burguesía". La obra estaría cargada de elementos surrealistas tan comunes en los trabajos de Buñuel y donde el realizador no dejaría títere con cabeza (en el sentido más crítico de la palabra) a los altos estándares sociales. Como es frecuente en su filmografía, el realizador tocaría los temas de la muerte, la iglesia y el sexo siempre desde su particular y critico punto de vista.

el discreto encanto de la burguesia

En el terrero eclesiástico incluso se mofaría haciendo pasar a un sacerdote como sirviente de una de las parejas protagonistas. "El discreto encanto de la burguesia" supondría el antepenúltimo film de Buñuel, en su segunda etapa en tierras francesas (tras un periodo dirigiendo en México) y que lo realizaría a la avanzada edad de 72 años. La obra se caracterizaría, como antes mencionaba, por un exceso de disparatado surrealismo y por no poseer de un hilo argumental congruente. Ésta estaría formada por episodios descabellados, prácticamente sin lógica y coherencia entre ellos, donde realidad y ficción (más en concreto, el mundo de los sueños) se fusionarían para provocar en el espectador cierto desconcierto durante su visionado. Un desconcierto que se incrementaría a medida que va avanzando la trama, ya que la mezcla de lo que es real o una fantasía o sueño de los personajes (o sueños que se producen dentro de otros sueños) aumenta de manera considerable.

el discreto encanto de la burguesia

La historia, difícil de explicar, podría entenderse como tres parejas de alto poder adquisitivo intentan comer juntos pero siempre, a causa de un inconveniente u obstáculo inoportuno, le impiden llevarlo a cabo. Como ocurría en la genial "El ángel exterminador (1962)", Buñuel juega con el entorno de las altas esferas sociales a su antojo, de una manera magníficamente estrafalaria y absurda, si en "El ángel exterminador" los personajes no conseguían salir de la mansión de donde habían sido invitados a pesar de que no hubiera nada que les impidiera salir, en "El discreto encanto de la burguesia" una cosa tan sencilla como es una cena se convierte en una misión imposible de realizar por parte de los protagonistas.

el discreto encanto de la burguesia

Sin dudas nos encontramos con una obra compleja pero a la vez apasionante, ya que Buñuel como pocos realizadores en la historia del cine sabían tratar el mundo del surrealismo con un estilo único, tan provocador como critico que no dejaba indiferente a nadie. Entre sus escenas inverosímiles mencionaría la pesadilla que sufren las tres parejas protagonistas cuando perciben, durante el momento de una cena, que se encuentran en el escenario de un teatro y donde son abucheados por el público presente al no saberse sus guiones. Otro momento destacable, es la escena de un obispo asesinando a sangre fría a un anciano tras éste confesarle un error de su pasado. Una secuencia dura de dirigir para el entorno católico, donde el rencor y la falta de perdón afecta en la figura de un personaje de fé cristiana como es el obispo Dofeur (un rol encarnado magníficamente por el frances Julien Bertheau).

el discreto encanto de la burguesia

Encabezando el reparto de actores, nos encontraríamos con nuestro actor español más internacional, Fernando Rey. Un actor que por aquella época se había forjado un nombre en el cine norteamericano gracias a su papel de villano de la oscarizada "Contra el imperio de la droga (1971)" y su posterior secuela "French Connection II (1975)". Fernando Rey daría vida en ambos filmes a un narcotraficante. Con Buñuel trabajaría en varias ocasiones, en "Viridiana (1961)". "Tristana (1970)", "El discreto encanto de la burguesia (1972)" y "Ese oscuro objeto del deseo (1977)", siendo ésta la última película que Buñuel rodaría antes de su fallecimiento. Como curiosidad, fue tal la poca importancia que daba Luis Buñuel ganar un Óscar, que al poco de ganar la estatuilla, éste aparecería en una foto posando con la misma con una peluca y una gafas llamativas. Y es que para el maestro Buñuel no le hacía falta ganar un premio para demostrar la enorme calidad que mostraba su cine.

Frase para recordar: "Tu ropa es más para hacer el amor que para hacer la guerra".


el discreto encanto de la burguesia
el discreto encanto de la burguesia










Título original: Le charme discret de la bourgeoisie.

Director: Luis Buñuel.

Intérpretes: Fernando Rey, Paul Frankeur, Jean-Pierre Cassel, Delphine Sayrig, Stéphane Audran.


Trailer:



Información complementaria: 


Reseña escrita por Jesús Fariña

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EL DISCRETO ENCANTO DE LA BURGUESIA (1972). El Óscar de Buñuel.

el discreto encanto de la burguesía
Polémicas fueron las palabras de Luis Buñuel durante una entrevista que le realizaron unos periodistas en un restaurante mexicano. El cineasta a la pregunta de que le parecía la nominación de su película en los Óscar y de que si creía que iba a ganarlo, éste respondería sin ningún tipo de tapujos "Pues claro, ya he pagado los veinticinco mil dólares que querían por ganar el Óscar. Los americanos tendrán sus defectos pero mantienen sus promesas". Finalmente, en la ceremonia de entrega de los Óscar su película ganaría en el apartado de mejor película de habla no inglesa (donde también participaba la española "Mi querida señorita (1972)" de Jaime de Armiñán), lo que provocaría cierta controversia entre los asistentes y fuerte indignación y revuelo en el entorno hollywoodense de aquella época. La película en cuestión y que a la postre supondría el único Óscar en la filmografía de este genial realizador no sería otra que "El discreto encanto de la burguesía". La obra estaría cargada de elementos surrealistas tan comunes en los trabajos de Buñuel y donde el realizador no dejaría títere con cabeza (en el sentido más crítico de la palabra) a los altos estándares sociales. Como es frecuente en su filmografía, el realizador tocaría los temas de la muerte, la iglesia y el sexo siempre desde su particular y critico punto de vista.

el discreto encanto de la burguesia

En el terrero eclesiástico incluso se mofaría haciendo pasar a un sacerdote como sirviente de una de las parejas protagonistas. "El discreto encanto de la burguesia" supondría el antepenúltimo film de Buñuel, en su segunda etapa en tierras francesas (tras un periodo dirigiendo en México) y que lo realizaría a la avanzada edad de 72 años. La obra se caracterizaría, como antes mencionaba, por un exceso de disparatado surrealismo y por no poseer de un hilo argumental congruente. Ésta estaría formada por episodios descabellados, prácticamente sin lógica y coherencia entre ellos, donde realidad y ficción (más en concreto, el mundo de los sueños) se fusionarían para provocar en el espectador cierto desconcierto durante su visionado. Un desconcierto que se incrementaría a medida que va avanzando la trama, ya que la mezcla de lo que es real o una fantasía o sueño de los personajes (o sueños que se producen dentro de otros sueños) aumenta de manera considerable.

el discreto encanto de la burguesia

La historia, difícil de explicar, podría entenderse como tres parejas de alto poder adquisitivo intentan comer juntos pero siempre, a causa de un inconveniente u obstáculo inoportuno, le impiden llevarlo a cabo. Como ocurría en la genial "El ángel exterminador (1962)", Buñuel juega con el entorno de las altas esferas sociales a su antojo, de una manera magníficamente estrafalaria y absurda, si en "El ángel exterminador" los personajes no conseguían salir de la mansión de donde habían sido invitados a pesar de que no hubiera nada que les impidiera salir, en "El discreto encanto de la burguesia" una cosa tan sencilla como es una cena se convierte en una misión imposible de realizar por parte de los protagonistas.

el discreto encanto de la burguesia

Sin dudas nos encontramos con una obra compleja pero a la vez apasionante, ya que Buñuel como pocos realizadores en la historia del cine sabían tratar el mundo del surrealismo con un estilo único, tan provocador como critico que no dejaba indiferente a nadie. Entre sus escenas inverosímiles mencionaría la pesadilla que sufren las tres parejas protagonistas cuando perciben, durante el momento de una cena, que se encuentran en el escenario de un teatro y donde son abucheados por el público presente al no saberse sus guiones. Otro momento destacable, es la escena de un obispo asesinando a sangre fría a un anciano tras éste confesarle un error de su pasado. Una secuencia dura de dirigir para el entorno católico, donde el rencor y la falta de perdón afecta en la figura de un personaje de fé cristiana como es el obispo Dofeur (un rol encarnado magníficamente por el frances Julien Bertheau).

el discreto encanto de la burguesia

Encabezando el reparto de actores, nos encontraríamos con nuestro actor español más internacional, Fernando Rey. Un actor que por aquella época se había forjado un nombre en el cine norteamericano gracias a su papel de villano de la oscarizada "Contra el imperio de la droga (1971)" y su posterior secuela "French Connection II (1975)". Fernando Rey daría vida en ambos filmes a un narcotraficante. Con Buñuel trabajaría en varias ocasiones, en "Viridiana (1961)". "Tristana (1970)", "El discreto encanto de la burguesia (1972)" y "Ese oscuro objeto del deseo (1977)", siendo ésta la última película que Buñuel rodaría antes de su fallecimiento. Como curiosidad, fue tal la poca importancia que daba Luis Buñuel ganar un Óscar, que al poco de ganar la estatuilla, éste aparecería en una foto posando con la misma con una peluca y una gafas llamativas. Y es que para el maestro Buñuel no le hacía falta ganar un premio para demostrar la enorme calidad que mostraba su cine.

Frase para recordar: "Tu ropa es más para hacer el amor que para hacer la guerra".


el discreto encanto de la burguesia
el discreto encanto de la burguesia










Título original: Le charme discret de la bourgeoisie.

Director: Luis Buñuel.

Intérpretes: Fernando Rey, Paul Frankeur, Jean-Pierre Cassel, Delphine Sayrig, Stéphane Audran.


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Reseña escrita por Jesús Fariña

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