EL HOMBRE DEL TRAJE BLANCO (1951). La inteligente comedia de los estudios Ealing.

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En el documental "Comprar, tirar, comprar: la historia secreta de la obsolescencia programada" (Cosima Dannoritzer, 2001) asistimos a la revelación sin complejos de lo que ya era un secreto a voces dentro del patrón de diseño del capitalismo exacerbado: la fecha de caducidad de los productos de consumo. El ejemplo más clarificador sería el de las bombillas; diseñadas para durar un número determinado de horas pero que sin embargo se pueden fabricar sin problema para que su duración sea infinita, tal y como demuestra una bombilla centenaria localizada en Livermore (California), encendida sin interrupción desde 1901 y que incluso se puede ver por internet vía web cam.

De esta misma premisa parte "El hombre del traje blanco", espléndida muestra de la inteligente comedia facturada por los estudios británicos Ealing, de la mano de Alexander Mackendrick, uno de los más talentosos directores de la compañía y autor también de la magnífica "El quinteto de la muerte" (The Ladykillers, 1955). La Ealing producía comedias que aunque por momentos recordaban al "slapstick" o al "cartoon" como mandan los cánones del género, sin embargo iban mucho más allá en sus contenidos y a menudo rozaban el humor negro y la temática política y social. Títulos como "Ocho sentencias de muerte (1949)" de Robert Hamer, "Oro en barras (1951)" de Charles Crichton y la ya citada "The Ladykillers" dan buena fé de lo expuesto anteriormente, ya que aún siendo divertidas y entretenidas  comedias se prestan fácilmente a diferentes lecturas o interpretaciones.

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Sidney Stratton (espectacular Alec Guinness) es un joven y brillante investigador procedente de Cambridge que busca hacerse un hueco en la industria textil con desigual fortuna ya que le han despedido de todas las fábricas en las que ha trabajado. El motivo es siempre el mismo; Sidney además de ser una persona muy introvertida  gasta demasiado presupuesto en material para el laboratorio y sus superiores no están dispuestos a correr con unos gastos tan elevados. Su suerte cambiará cuando empiece a trabajar como mozo de almacén en la fábrica textil de Alan Birnley (Cecil Parker). Poco a poco se introduce en su laboratorio y le permiten trabajar allí debido a sus vastos conocimientos, además cuenta con la simpatía de la hija del empresario, Daphne (Joan Greenwood), una joven que confía  en  Sidney  y en sus experimentos mucho antes de que su padre lo termine haciendo por mero interés económico. Después de duros intentos por parte de Sidney, Alan Birnley se compromete a financiar la investigación del joven, cuya finalidad es conseguir un tejido que nunca se rompa ni se ensucie, algo en lo que el director de la compañía ve la oportunidad de acaparar todo el mercado y terminar con su competencia. Tras varias explosiones en el laboratorio, Sidney consigue crear  el nuevo tejido con el que le confeccionan un elegante traje blanco de cara a su presentación en sociedad  en  una gran rueda de prensa.

Al filtrarse los rumores sobre el nuevo tejido entre los competidores de Birnley, estos se presentan en su casa y convencen al magnate para ocultar la noticia y destruir el nuevo invento ya que ello puede suponer la ruina completa del negocio textil. En un primer momento intentan sobornar a Sidney para que oculte su descubrimiento pero el idealista joven no está dispuesto a acabar con el fruto de su duro trabajo, a lo que los empresarios responden secuestrándolo mientras intentan convencerlo de que debe guardar silencio sobre el asunto.

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Al inconfundible sello de la comedia Ealing, el buen hacer de su director  Alexander Mackendrick, y al habitual  estupendo trabajo de Sir Alec Guinness hay que destacar la excelente fotografía del gran Douglas Slocombe, fallecido en 2016 a la edad de 103 años y que tantas obras maestras nos ha dejado tanto en el cine británico como en el americano. Su excepcional uso del blanco y negro, ya sea en esas inolvidables persecuciones a un Sidney Stratton embutido en su deslumbrante traje blanco mientras  la oscuridad de la noche no nos permite ver su rostro, o en esas magníficas secuencias en su laboratorio donde las iluminadas probetas y extraños artefactos acercan el relato al terreno de la ciencia-ficción. El tratamiento del sonido también resulta excepcional en estas escenas debido a la sonoridad que emiten los artilugios del laboratorio; que dan la impresión de llevar un ritmo musical  acompasado; algo que no se le escapó a los directivos de la Ealing que llegaron incluso a comercializar un disco con ese ritmo bajo el nombre de "The White Suit Samba".

Film basado en una obra de teatro de Roger MacDougall, primo de Mackendrick, a la que el director americano  de origen escocés se encargó de aderezar en su guión con pinceladas de temática nuclear, muy de actualidad en el momento, así como de una crítica encubierta al capitalismo y a sus feroces sistemas de producción.

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Título original: The Man in the White Suit.

Director: Alexander MacKendrick.

Intérpretes: Alec Guinness, Joan Greenwood, Cecil Parker, Michael Gough, Patric Doonan,Ernest Thesiger.

Trailer:


Reseña escrita por Francisco Javier Arco Pérez


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