Probablemente "El nadador" esté lejos de ser una
película que trate a fondo una disciplina deportiva, ya que nos encontramos ante
un drama psicológico narrado de una manera muy atípica dentro del cine americano de los sesenta, de hecho su director
Frank Perry tiene más puntos en común con la "Generación de la
televisión" representada por nombres como John Frankenheimer o Sidney
Lumet, entre muchos otros, que con el cine clásico de Hollywood. Sin embargo el
film puede verse como uno de los pocos trabajos realizados por el cine en torno
a la natación, aunque como digo sea una excusa, casi una metáfora para
desarrollar una trama más compleja.
La secuencia de apertura y títulos de crédito del film nos
muestra un paraje natural idílico que más tarde sabremos que pertenece a Westport (Connecticut), donde los
animales que se encuentran en un bosque (vemos
un búho, un ciervo, pájaros en un río,...) huyen al advertir una presencia
extraña dentro de su hábitat. Se trata de Ned Merrill (Burt Lancaster), un
hombre de mediana edad que parece
encontrarse en una forma física envidiable ya que su travesía por el bosque la
realiza corriendo descalzo y ataviado con un escueto bañador como única vestimenta.
La cámara va siguiendo a Ned y en medio de la naturaleza se encuentra un lujoso
chalet con piscina, a la que sin dudarlo ni un momento se lanza nuestro
protagonista para hacerse unos largos con gran entusiasmo.
Al llegar al borde de
la piscina vemos a alguien que le ofrece un cocktail a Ned como bienvenida y descubrimos que se
trata de un viejo amigo suyo, Donald Westerhazy (Tony Bickley). Parecen llevar
tiempo sin verse y se saludan efusivamente, al igual que la esposa de Donald y
otros amigos que se encuentran en el chalet cuando advierten la presencia de
Ned. Por el ambiente cordial, parece que
mantuvieron una estrecha relación en el pasado y como es natural le preguntan
por su vida así como por el estado de salud de su esposa y su familia. Ned
responde escuetamente, casi con evasivas, afirmando que se encuentran todos muy
bien, mejor que nunca. De repente observando el paisaje de todo el condado se
le ocurre la original idea de ir visitando todas las piscinas de sus vecinos
para nadar en ellas hasta llegar a su
casa donde le espera su familia. Ante la
sorpresa de sus amigos les cuenta que todas las piscinas forman un río
imaginario al que llamará Lucinda, en honor a su esposa, y se despide de ellos.
En su siguiente parada llega a otro chalet con piscina donde
se encuentra a unos jóvenes entre los que Ned reconoce a Julie Hooper (Janet Landgard), una muchacha de 20
años que en su adolescencia ejerció como canguro para sus hijas. Julie queda
impresionada con la idea de recorrer todas las piscinas del condado y se ofrece
como acompañante de Ned en su singular odisea. En el trayecto Julie le cuenta
que en aquellos años que hizo de canguro estaba perdidamente enamorada de él y
pese a que le deja claro que se trataba una locura de adolescencia, Ned no
puede evitar sentirse atraído por la joven y al intentar besarla, Julie huye confusa y desorientada.
A partir de ese momento el relato adquiere un tono más
oscuro y lo que en un principio era jovialidad y hospitalidad en las visitas de
Ned a sus vecinos se va convirtiendo en frías bienvenidas y en ocasiones hasta será expulsado y humillado según se va acercando a su casa. Muy
representativo de ésta segunda parte sería cuando llega a una casa con piscina,
pero sin agua, en cuyo jardín se encuentra a un niño solitario con la
autoestima muy baja al que Ned no dudará en animar metiéndolo en la piscina con
él para simular que nadan en ella aunque no tenga ni una gota de agua en su
interior.
Película de culto, extraña y simbólica, protagonizada por un
Burt Lancaster en su habitual estado de gracia interpretando a un personaje del
que nada sabemos salvo por lo que los demás dicen de él o por sus preguntas y
reacciones ante su presencia. Parece ser un hombre de negocios que llevó un alto nivel de vida, devoto de su
familia pero también con continuos escarceos extramatrimoniales y que
actualmente añora su juventud hasta el punto de no poder ver la realidad: está
llegando a una edad madura y durante su vida pudo no ser tan buena persona como
él cree debido a algunos comentarios de la gente que se va encontrando en el
camino.
Dirigida con gran acierto por el poco conocido Frank Perry, con guión de su esposa Eleanor Perry,
adaptando una historia corta de John Cheever aparecida en The New Yorker. En su
rodaje surgieron varios problemas, entre ellos disputas de Lancaster y Perry lo
que ocasionó que la tuviera que terminar un joven Sidney Pollack. Sam Spiegel
fue su productor pero debido a esos problemas retiró su nombre de los créditos
en el último momento. Rodada enteramente en exteriores, la película cuenta con
una luz portentosa del operador de fotografía David L. Quaid, acompañado de
filtros y efectos de cámara muy originales en los momentos más experimentales
del film, creando una atmósfera extraña e hipnótica. A destacar también la
magnífica partitura de Marvin Hamlisch, épica y melodramática a partes iguales,
que funciona a la perfección tanto en los momentos más duros y reflexivos, como
en aquellos más poéticos.
Título original: The swimmer.
Director: Frank Perry.
Intérpretes: Burt Lancaster, Janet Landgard, Janice Rule, Marge Champion.
Trailer:
Reseña escrita por Francisco Javier Arco Pérez
3 opiniones :
Su tono casi onírico y su retrato de la opulenta sociedad norteamericana de los sesenta hacen de "El nadador" un título singular y extrañamente fascinante, un film de culto.
Saludos.
La excelencia de la película se debe a, además de la maravillosa actuación de Burt Lancaster, a la inteligente lectura que los guionistas y el director hicieron del relato de John Cheever, metáfora crítica de la vacuidad de cierta franja de la sociedad estadounidense, prisionera de falsos valores.
Yo la vi a los 14 años y nunca olvidé su trama me dejo noqueado prácticamente al terminar la cinta. Una película muy fría obscura y maravillosa
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