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Philip Marlowe es contratado por
un gorila para que encuentre a su chica, Velma, de la que no sabe nada desde
hace siete años, el tiempo que ha cumplido éste de condena en prisión por el
atraco a un banco en que se llevó un botín de ochenta mil dólares. Seguir el
rastro de Velma conduce a Marlowe hasta un night club. Al mismo tiempo, el
detectrive privado es contratado como guardaespaldas de Marriot, para un
intercambio entre unos ladrones. a cambio de la devolución de una valiosa joya.
El encuentro se saldará con la muerte de ella y una paliza para el detective.
El hilo de la investigación sobre la chica perdida le lleva hasta Judge (Jim
Thompson) un millonario coleccionista de arte y su esposa Heather (Charlotte
Rampling). Después de que George Sanders, Dick
Powell, Humphrey Bogart, Robert Montgomery, George Montgomery, James Garner y
Elliot Gould hubieran interpretado al detective privado Philip Marlowe, le
llegó el turno a Robert Mitchum, aunque cueste creer por qué no lo había hecho
hasta entonces. Una oportunidad una poco tardía para el astro, ya que el actor
contaba en ese momento con cincuenta y ocho años de edad, que aunque no es para
nada una edad excesiva, se deja sentir en la cinta. Más que por la más o menos
edad de Mitchum, es quizá por sus movimientos algo lentos, pausados y
lánguidos, lo que hace que el retrato de Marlowe se encamine hacia un personaje
más viejo y cansado que los anteriormente recordados y, hasta con cierto
patetismo. Así, él mismo, como narrador, observando el paisaje de la ciudad
nocturna de Los Ángeles desde la ventana de su apartamento, nos lo hace saber
en el primer minuto de la película:
-"La primavera pasada fue la primera en la
que sentí cansado, fue entonces cuando me di cuenta que había empezado a
envejecer. Quizás tuvo la culpa el asqueroso tiempo que habíamos padecido en
Los Ángeles o, los no menos asquerosos casos que había tenido: dar caza a
maridos huidos y una vez hallados, dar caza a sus mujeres para que me pagaran
o, quizá era la triste realidad de que estoy cansado y de que me vuelvo
viejo."
"Adiós muñeca" es otra adaptación
de Raymond Chandler, aunque una visión muy libre de la Farewell, my Lovely
original por parte de David Zelag Goodman, colaborador de Sam Pechinpah en "Perros de paja (1971)". Muy destacable es la reproducción de la época de los
cuarenta, está representada con muchísimo rigor y maestría por parte de Dean
Tavoularis, colaborador habitual de Coppola en la trilogía de "El Padrino", así
como la bella fotografía de John A. Alonzo que, ya había colaborado con
Polanski en "Chinatown (1974)" y, todo ello con la música nostálgica y
decadente a ritmo de jazz y saxofón de David Shore. Pese a ser técnicamente
impecable, la historia parece, en mi opinión, no acabar de funcionar demasiado,
es como si a los personajes les faltase alma, no terminan de calar. El ritmo
narrativo, parece moverse al ritmo del jazz que la envuelve, sin conseguir
atrapar lo suficiente. El halo de nostalgia o de falsa nostalgia que desprende
el film, hace querer revisar de inmediato a las verdaderas obras clásicas de la
década de los cuarenta. La narración y los diálogos de
Marlowe son brillantes e ingeniosos, quizá la figura y pericia del gran Mitchum
tenga algo que ver. Charlote Rampling es la femme fatal de esta historia noir,
muy lejos de las heroínas del género en los cuarenta. Muy bella, eso sí.
Complementan el reparto los veteranos John Ireland y Sylvia Miles, y como
curiosidad, Sylvester Stallone en un papel secundario.
Título original: Farewell my Lovely.
Director: Dick
Richards.
Intérpretes: Robert
Mitchum, Charlotte
Rampling, Silvia
Miles, John
Ireland, Harry
Dean Stanton, Jack
O'Halloran.
Philip Marlowe es contratado por
un gorila para que encuentre a su chica, Velma, de la que no sabe nada desde
hace siete años, el tiempo que ha cumplido éste de condena en prisión por el
atraco a un banco en que se llevó un botín de ochenta mil dólares. Seguir el
rastro de Velma conduce a Marlowe hasta un night club. Al mismo tiempo, el
detectrive privado es contratado como guardaespaldas de Marriot, para un
intercambio entre unos ladrones. a cambio de la devolución de una valiosa joya.
El encuentro se saldará con la muerte de ella y una paliza para el detective.
El hilo de la investigación sobre la chica perdida le lleva hasta Judge (Jim
Thompson) un millonario coleccionista de arte y su esposa Heather (Charlotte
Rampling). Después de que George Sanders, Dick
Powell, Humphrey Bogart, Robert Montgomery, George Montgomery, James Garner y
Elliot Gould hubieran interpretado al detective privado Philip Marlowe, le
llegó el turno a Robert Mitchum, aunque cueste creer por qué no lo había hecho
hasta entonces. Una oportunidad una poco tardía para el astro, ya que el actor
contaba en ese momento con cincuenta y ocho años de edad, que aunque no es para
nada una edad excesiva, se deja sentir en la cinta. Más que por la más o menos
edad de Mitchum, es quizá por sus movimientos algo lentos, pausados y
lánguidos, lo que hace que el retrato de Marlowe se encamine hacia un personaje
más viejo y cansado que los anteriormente recordados y, hasta con cierto
patetismo. Así, él mismo, como narrador, observando el paisaje de la ciudad
nocturna de Los Ángeles desde la ventana de su apartamento, nos lo hace saber
en el primer minuto de la película:
-"La primavera pasada fue la primera en la
que sentí cansado, fue entonces cuando me di cuenta que había empezado a
envejecer. Quizás tuvo la culpa el asqueroso tiempo que habíamos padecido en
Los Ángeles o, los no menos asquerosos casos que había tenido: dar caza a
maridos huidos y una vez hallados, dar caza a sus mujeres para que me pagaran
o, quizá era la triste realidad de que estoy cansado y de que me vuelvo
viejo."
"Adiós muñeca" es otra adaptación
de Raymond Chandler, aunque una visión muy libre de la Farewell, my Lovely
original por parte de David Zelag Goodman, colaborador de Sam Pechinpah en "Perros de paja (1971)". Muy destacable es la reproducción de la época de los
cuarenta, está representada con muchísimo rigor y maestría por parte de Dean
Tavoularis, colaborador habitual de Coppola en la trilogía de "El Padrino", así
como la bella fotografía de John A. Alonzo que, ya había colaborado con
Polanski en "Chinatown (1974)" y, todo ello con la música nostálgica y
decadente a ritmo de jazz y saxofón de David Shore. Pese a ser técnicamente
impecable, la historia parece, en mi opinión, no acabar de funcionar demasiado,
es como si a los personajes les faltase alma, no terminan de calar. El ritmo
narrativo, parece moverse al ritmo del jazz que la envuelve, sin conseguir
atrapar lo suficiente. El halo de nostalgia o de falsa nostalgia que desprende
el film, hace querer revisar de inmediato a las verdaderas obras clásicas de la
década de los cuarenta. La narración y los diálogos de
Marlowe son brillantes e ingeniosos, quizá la figura y pericia del gran Mitchum
tenga algo que ver. Charlote Rampling es la femme fatal de esta historia noir,
muy lejos de las heroínas del género en los cuarenta. Muy bella, eso sí.
Complementan el reparto los veteranos John Ireland y Sylvia Miles, y como
curiosidad, Sylvester Stallone en un papel secundario.
Título original: Farewell my Lovely.
Director: Dick
Richards.
Intérpretes: Robert
Mitchum, Charlotte
Rampling, Silvia
Miles, John
Ireland, Harry
Dean Stanton, Jack
O'Halloran.
Creo que a ningún profesional que
se precie, le gustaría que lo despidieran siendo sustituido, sin ni siquiera
haber terminado su trabajo...El gran Richard Donner ("Arma letal (1987)", "Los Goonies (1985)"),
al que ya he mencionado varias veces como un "artesano del entretenimiento" fue
relegado del mando de la secuela de "Superman" cuando este llevaba buena parte
de la secuela ya rodada, en favor del director de "Golfus en Roma (1966)", y "Help (1965)".
Richard Lester, conocido por "Robin y Marian (1976)" y "Los tres mosqueteros (1973)",
quedó pues como director de la segunda aventura del hombre de acero encarnado
por Cristopher Reeve. "Superman 2", dio continuidad al famosísimo prólogo de su
maravillosa antecesora del año 78, en la que antes de la destrucción del
planeta Krypton, Yor-El (Marlon Brando) juzga a tres rebeldes encabezados por
el general Zod (Terence Stamp), siendo condenados a vagar por el universo en la
llamada Zona Fantasma, pudiendo escuchar la amenaza profética de Zod: -Te
arrodillarás ante mí, primero tú y luego algún día tus herederos-. Es aquí
donde ya en la película de Lester, Superman evita un atentado con una bomba
atómica en la Torre Eiffel, lanzándola al espacio con la terrible casualidad de
que en la onda expansiva, la detonación de dicha bomba acaba destruyendo la
prisión, en cuyo lugar estaban confinados los tres villanos de Krypton,
liberándolos para dirigirse a nuestro planeta para implantar el nuevo orden
dictatorial bajo el mando de Zod y sus dos secuaces: La bella, letal y sumisa a
su señor "Usa" (Sarah Douglas) y el simple descerebrado pero imponente "Non" (Jack O'Halloran).
Los tres supervillanos dándose cuenta de su nueva densidad
molecular que les confieren los mismos poderes que el hombre de acero, tendrán
que enfrentarse a su igual, en una lucha desigual de 3 contra 1. Richard Lester
utilizando más dosis de humor que en la película de Donner, más
espectacularidad, pero menos épica, supo crear una secuela que se esfuerza por
ofrecer lo que el público aceptó de la película anterior, y que ya había
consagrado a Reeve derrochando vigor. En esta película Lex Luthor (carismático
Gene Hackman) anhela Australia, siempre con sus ambiciosas ansias territoriales
de por medio, que aquí se convierte es secuaz, asesorando a los tres enemigos
del héroe de la capa roja, en cómo llegar hasta el hijo de su carcelero para
cumplir con su venganza, apoderándose del planeta tierra al cuidado del que los
humanos conocemos como Superman. Un Superman que ignorando que su hogar
adoptivo está en peligro por la amenaza de Zod y los suyos, se entrega a su
enamorada Lois Lane (Margott Kidder), despojándose de sus poderes para poder
amarla como humano, renunciando así a las maravillosas virtudes que le hacían
destacar para realizar proezas que mantenían al planeta a salvo. De aquí se
deduce que, el Mesías volador no puede permitirse amar a un sólo ser humano, si
no que debido a su responsabilidad de benefactor universal, tenga que cargar
con la conciencia de renunciar a su amor personal en favor del amor a todos los
hombres, enfrentándose al desafío de recuperar de nuevo sus poderes, para
luchar contra el cruel villano que amenazó a su planeta natal cuando él ni
siquiera había nacido, y que ahora aterra a sus queridos terráqueos.
Las
secuencias de la lucha final en Metrópolis (sucedáneo de NuevaYork) son tan
animadas y desatadas en la acción, con vuelos, golpes, destrucción de edificios
y mobiliario urbano, que incluso los habitantes de la ciudad del héroe del
cómic se ven involucrados, intentando ayudar a su superhéroe, animando a la par
que disfrutando en los momentos en que los 3 canallas Kryptonianos sucumben
ante las embestidas del superhéroe de rojo y azul. En Superman 2 me quedo con
escenas que levantan el ánimo del espectador, tales como la salvación de un
niño que cae en las cataratas del Niágara, acompañadas de la música del genial
John Williams, el aura verde que desprende la piedra que da poder de nuevo a
Clark Kent para enfrentarse a sus enemigos, la comentada, desatada y animada
lucha final (nada que ver con la que se ve en "El hombre de acero", dada su
distancia temporal y técnica), la petición de Zod a Kal-El para que se
arrodille, cogiéndole la mano y arrodillándose ante él, y cómo no...El irónico
escarmiento final a un camionero en una apartada cafetería, en la que Clark
deja aclarado que estuvo haciendo pesas para acabar con el maleducado
transportista que anteriormente le había propinado una brutal paliza cuando no
tenía superpoderes. La secuela de Superman dejó un nostálgico y agradable sabor
de boca, que no se recuperaría con sus posteriores y mediocres secuelas, unas
penosas Supeman 3 y 4, que no alcanzan la superioridad de sus dos anteriores y
estupendas películas. Lester no defraudó con Superman 2, aunque con él comenzó
la caída del héroe, en un film arrebatado a un Donner, que todavía se duele de
lo que podía haber sido, y no fue...
Director: Richard Lester.
Intérpretes: Christopher
Reeve, Margot
Kidder, Gene
Hackman, Terence
Stamp, Sarah
Douglas, Jack
O'Halloran, Ned
Beatty.
Creo que a ningún profesional que
se precie, le gustaría que lo despidieran siendo sustituido, sin ni siquiera
haber terminado su trabajo...El gran Richard Donner ("Arma letal (1987)", "Los Goonies (1985)"),
al que ya he mencionado varias veces como un "artesano del entretenimiento" fue
relegado del mando de la secuela de "Superman" cuando este llevaba buena parte
de la secuela ya rodada, en favor del director de "Golfus en Roma (1966)", y "Help (1965)".
Richard Lester, conocido por "Robin y Marian (1976)" y "Los tres mosqueteros (1973)",
quedó pues como director de la segunda aventura del hombre de acero encarnado
por Cristopher Reeve. "Superman 2", dio continuidad al famosísimo prólogo de su
maravillosa antecesora del año 78, en la que antes de la destrucción del
planeta Krypton, Yor-El (Marlon Brando) juzga a tres rebeldes encabezados por
el general Zod (Terence Stamp), siendo condenados a vagar por el universo en la
llamada Zona Fantasma, pudiendo escuchar la amenaza profética de Zod: -Te
arrodillarás ante mí, primero tú y luego algún día tus herederos-. Es aquí
donde ya en la película de Lester, Superman evita un atentado con una bomba
atómica en la Torre Eiffel, lanzándola al espacio con la terrible casualidad de
que en la onda expansiva, la detonación de dicha bomba acaba destruyendo la
prisión, en cuyo lugar estaban confinados los tres villanos de Krypton,
liberándolos para dirigirse a nuestro planeta para implantar el nuevo orden
dictatorial bajo el mando de Zod y sus dos secuaces: La bella, letal y sumisa a
su señor "Usa" (Sarah Douglas) y el simple descerebrado pero imponente "Non" (Jack O'Halloran).
Los tres supervillanos dándose cuenta de su nueva densidad
molecular que les confieren los mismos poderes que el hombre de acero, tendrán
que enfrentarse a su igual, en una lucha desigual de 3 contra 1. Richard Lester
utilizando más dosis de humor que en la película de Donner, más
espectacularidad, pero menos épica, supo crear una secuela que se esfuerza por
ofrecer lo que el público aceptó de la película anterior, y que ya había
consagrado a Reeve derrochando vigor. En esta película Lex Luthor (carismático
Gene Hackman) anhela Australia, siempre con sus ambiciosas ansias territoriales
de por medio, que aquí se convierte es secuaz, asesorando a los tres enemigos
del héroe de la capa roja, en cómo llegar hasta el hijo de su carcelero para
cumplir con su venganza, apoderándose del planeta tierra al cuidado del que los
humanos conocemos como Superman. Un Superman que ignorando que su hogar
adoptivo está en peligro por la amenaza de Zod y los suyos, se entrega a su
enamorada Lois Lane (Margott Kidder), despojándose de sus poderes para poder
amarla como humano, renunciando así a las maravillosas virtudes que le hacían
destacar para realizar proezas que mantenían al planeta a salvo. De aquí se
deduce que, el Mesías volador no puede permitirse amar a un sólo ser humano, si
no que debido a su responsabilidad de benefactor universal, tenga que cargar
con la conciencia de renunciar a su amor personal en favor del amor a todos los
hombres, enfrentándose al desafío de recuperar de nuevo sus poderes, para
luchar contra el cruel villano que amenazó a su planeta natal cuando él ni
siquiera había nacido, y que ahora aterra a sus queridos terráqueos.
Las
secuencias de la lucha final en Metrópolis (sucedáneo de NuevaYork) son tan
animadas y desatadas en la acción, con vuelos, golpes, destrucción de edificios
y mobiliario urbano, que incluso los habitantes de la ciudad del héroe del
cómic se ven involucrados, intentando ayudar a su superhéroe, animando a la par
que disfrutando en los momentos en que los 3 canallas Kryptonianos sucumben
ante las embestidas del superhéroe de rojo y azul. En Superman 2 me quedo con
escenas que levantan el ánimo del espectador, tales como la salvación de un
niño que cae en las cataratas del Niágara, acompañadas de la música del genial
John Williams, el aura verde que desprende la piedra que da poder de nuevo a
Clark Kent para enfrentarse a sus enemigos, la comentada, desatada y animada
lucha final (nada que ver con la que se ve en "El hombre de acero", dada su
distancia temporal y técnica), la petición de Zod a Kal-El para que se
arrodille, cogiéndole la mano y arrodillándose ante él, y cómo no...El irónico
escarmiento final a un camionero en una apartada cafetería, en la que Clark
deja aclarado que estuvo haciendo pesas para acabar con el maleducado
transportista que anteriormente le había propinado una brutal paliza cuando no
tenía superpoderes. La secuela de Superman dejó un nostálgico y agradable sabor
de boca, que no se recuperaría con sus posteriores y mediocres secuelas, unas
penosas Supeman 3 y 4, que no alcanzan la superioridad de sus dos anteriores y
estupendas películas. Lester no defraudó con Superman 2, aunque con él comenzó
la caída del héroe, en un film arrebatado a un Donner, que todavía se duele de
lo que podía haber sido, y no fue...
Director: Richard Lester.
Intérpretes: Christopher
Reeve, Margot
Kidder, Gene
Hackman, Terence
Stamp, Sarah
Douglas, Jack
O'Halloran, Ned
Beatty.