EL ÁNGEL EBRIO (1948). Perdedores en la postguerra.

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En varias ocasiones el cine ha retratado la figura del médico adicto al alcohol o diferentes drogas que a pese a vivir un tormento personal es capaz de seguir salvando vidas. Los comienzos, casi siempre nos conducen a John Ford, recordemos el médico borracho de "La diligencia (1939)" que trae al mundo un bebé en condiciones precarias. En "My Darling Clementine (1946)", Wyatt Earp cuenta con Doc Holliday, un alcohólico y tuberculoso pistolero que busca su autodestrucción para salir victorioso en el famoso tiroteo del O.K. Corral en Tombstone. Y así podríamos continuar hasta nuestros días con todo un legado de personajes dedicados al cuidado de los enfermos que además, están atrapados por otras adicciones. La serie televisiva "Doctor House", innovadora en sus inicios, fue otro claro ejemplo de este tipo de personajes.

Con este film, Kurosawa nos presenta una serie de personajes complejos, que se mueven siempre dentro de la oscuridad, ya que predomina la nocturnidad en toda la cinta, y que la excelente fotografía de Takeo Ito se encarga siempre de mostrar con su reflejo sobre la superficie de una gran ciénaga de aguas estancadas y putrefactas. Un barrio pobre, donde se vierte la basura directamente en la charca central que ocupa todo el vecindario. Kurosawa nos describe en este entorno de la postguerra en Japón la figura del médico que, lejos de ser un personaje ejemplar, lleno de virtudes morales, es un hombre con muy mal carácter y absolutamente adicto al alcohol.

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Sanada (Takashi Shimura) es un médico con un carácter muy peculiar, que lleva a cabo una obstinada lucha contra las enfermedades que ocurren en su miserable barrio, resultado de la falta de limpieza y de la pobreza en la que se encuentran. Vive y trabaja en dicho barrio periférico del Tokio de postguerra. Una noche, Sanada cura la herida de uno de los jóvenes jefes mafiosos del lugar. El herido se llama Matsunaga (Toshirô Mifune) y tras extraerle una bala de la mano, el doctor Sanada descubre que Matsunaga tiene tuberculosis, un diagnóstico que no acepta el paciente y que conduce a la difícil relación entre el sanador y la persona que se niega a aceptar su enfermedad.

-Doctor Sanada: Yo soy como tu ángel de la guarda
-Matsunaga: será más bien un ángel caído
-Doctor Sanada: La gente cree que los ángeles son criaturas preciosas con faldas, pero en realidad son como yo.


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Hay varias dualidades en el film, tanto en el ambiente: la miseria y la pobreza rodeando la ciénaga contrastando con los clubes nocturnos donde los jefes de la Yajuza se emborrachan, bailan y juegan, como en la representación de los dos personajes. Tanto el médico como su paciente beben alcohol en grandes cantidades, las cuales pueden conducir por una vida de autodestrucción. El médico es capaz de desayunar el té vertido en el bote de alcohol para desinfectar (alcohol puro), bebe a escondidas o bien en público, nunca para divertirse, simplemente para proseguir con su rutina. Se supone que abandonó una vida mejor, como su compañero de promoción enriquecido en una consulta con pacientes importantes, porque decidió dedicarse a los barrios más desfavorecidos, donde apenas gana dinero para una vida digna. Es un médico que lucha y se rebela contra ese submundo que desprecia y critica, que vive impotente al ver como jóvenes destrozan su vida en él, pero que a la vez lo necesita para sentir que mantiene una lucha en la que cuando gana una batalla, por pequeña que sea, le da un sentido, el único, a su vida.

Por el contrario, el joven jefe Yakuza, bebe para alardear de su poder, para divertirse y para mantener los códigos de conducta de su Clan. Esta dualidad conduce a la reflexión sobre lo que ambos personajes pudieran representar. El médico como figura que pretende sanear el lugar y la Yakuza que sigue amenazando y apropiándose de la ciudad con sus antiguas normas. El joven mafioso está aquejado de tuberculosis, enfermedad que es habitual en ese ambiente y que también toma carácter simbólico, ya que la padeces por vivir en un ambiente insano, a modo de castigo impuesto por el modo de vida. Una condena que sólo con lucha podrá superarse. Esta relación médico-paciente será la columna vertebral de la película.


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Este film es considerado por muchos como la primera gran película de Kurosawa o, incluso, como su primera obra maestra. En el apartado técnico podemos ver claras influencias del realismo poético francés en el sueño durante un delirio febril de Matsunaga, un sueño sobre su propia muerte, repleto de símbolos surrealistas. Por otro lado, Kurosawa, siempre jugando con los cuatro elementos naturales, en este caso emplea mucha simbología visual para narrar con metáforas, especialmente a través del agua estancada y sucia donde se vierte la basura. El objeto visual y central de todo el metraje, en torno al cual giran los personajes es una ciénaga. Todos los elementos quedan reflejados en su superficie gracias a una fotografía impecable que juega con dichos reflejos y con otros elementos que flotan sobre ella. Son imágenes integradas como símbolos dentro de la narración del film.

Hay toda una serie de símbolos perfectamente integrados en la narración como son la culpa, el sacrificio, la inocencia, la protección, el humanismo, la crítica social, la desigualdad, el miedo, la lucha por la supervivencia, la necesidad de un referente, las relaciones paterno-filiales y la redención. La tuberculosis como metáfora de enfermedad crónica, que afecta a personas con el sistema de defensas dañado y que sólo puede curarse con tenacidad y valentía:

- La chica curada de tuberculosis: Doctor, con fuerza de voluntad se puede curar la tuberculosis.
- Doctor Sanada : Con fuerza de voluntad se pueden curar todos los males.


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El guión escrito por el propio Kurosawa junto con Keinosuke Uegusa incluye pocos personajes y entremezcla sus historias. Todos los personajes secundarios deambulan por la vida de ambos protagonistas y colaboran para definir la complejidad del carácter de los mismos, materializado delante de ellos sus dilemas internos. Kurosawa muestra ya un dominio del medio, tanto en la puesta en escena, como en el ritmo o en la utilización de objetos como metáforas.

En resumen, una película donde la bebida de alcohol resulta ser un elemento fundamental para perfilar las conductas de sus personajes y donde la narración visual emplea numerosas metáforas para transmitir complejos mensajes.


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Título original: Yoidore tenshi.


Director: Akira Kurosawa.

Intérpretes: Takashi Shimura, Toshirô Mifune, Reisaburo Yamamoto, Chieko Nakakita, Michiyo Kogure, Noriko Sengoku.

Escena:


Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard


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