"Si lo construyes, él vendrá". No me imagino qué reacción un simple mortal tendría si de la nada una voz inubicable le suelta estas palabras y si tiene una visión de un campo de béisbol dentro de un maizal a lo mejor ya debería estar buscando psiquiatra, sin embargo estamos en un subgénero cinematográfico deudor de Frank Capra pues hasta hay una aparición de Jimmy Stewart subliminal y el protagonista tiene una mujer del todo comprensiva (Amy Madigan) que aunque sabe que están yendo a la quiebra le permite esas cosas y luego más contagiada por las alucinaciones de su marido. Posiblemente este lugar no sea el Paraíso, pero sin duda es Iowa y si ya nos creímos la premisa lo demás viene por añadidura sobre todo cuando está tan ensoñadoramente contado.
La historia de Ray Kinsella (un entonces en plena forma Kevin Costner), un hombre con un propósito distinto al de los demás, de construir el primer campo de juego para fantasmas con una vanguardia representada por el mítico "Descalzo" Joe Jackson (Ray Liotta) y los Black Socks (medias negras) (Un equipo involucrado en un escándalo deportivo allá por 1919), que al inicio sólo él puede ver y luego su familia cuando van participando de esa ilusión, y que por una extraña razón el alejamiento de Ray con su difunto padre fueron sus puntos de vista distintos acerca de aquella agrupación.
Dicen que hay un dicho en el mundo del cine que los americanos aman el béisbol pero no las películas sobre ese deporte, obviamente con sus excepciones, así que en este filme el elemento fantástico permite que ellos se vean tal como quieren verse o como creen que deberían verse y a riesgo de parecer ingenuos lo compensan con el empuje de quienes tienen un sueño y van por él por difícil o descabellado que parezca.
Al cocktel le añadimos un poco de reivindicación de los derechos civiles representados por un escritor (James Earl Jones) que ha permanecido mucho tiempo en el anonimato, que también alguna vez quiso jugar a la pelota, pues Ray va a convencerlo por las buenas o por la malas a visitar su idílico parque a la voz de aliviar su dolor. Y también nos hallamos con aquel que una vez quiso perseguir un sueño pero las circunstancias de la vida lo llevaron por otro camino más altruista. No importa que hubiera fallecido tiempo atrás, porque para eso se hicieron los viajes en el tiempo y, mirando a la distancia, en una furgoneta vieja no se sube el anciano médico Burt Lancaster sino su personificación más joven Frank Whalley, al final, son el mismo Archibald "Moonlight" Graham dispuestos a tomar el bate.
Y como contábamos al inicio, la ruina económica se cierne sobre la familia Kinsella y el banco (malo por antonomasia) quiere llevarse sus tierras, solo un milagro podrá salvarlos, y siendo heredero del cine del gran siciliano, esta película está pletórica de ellos.
Fábula deportiva inspirada en el libro Shoeless Joe de W.P. Kinsella, que aunque usa como pretexto el béisbol nos habla de temas más profundos como las relaciones familiares y la reconciliación paterno filial, la redención, la recuperación de un sueño; con una hermosa música de James Horner inspirada en una banda sonora provisional del propio Robinson y fotografía de John Lindley. Phil Alden Robinson nunca repitió una película que estuviera a la altura, por lo que este film viene a engrosar el grupo de aquellas cintas extrañas en las que quizá la convergencia de varios factores la hicieron única e irrepetible. Y fue la última aparición de Burt Lancaster, motivo suficiente para no perdérsela.
Título original: Field of dreams.
Director: Phil Alden Robinson.
Intérpretes: Kevin Costner, Amy Madigan, James Earl Jones, Ray Liotta, Timothy Busfield, Burt Lancaster, Gaby Hoffmann.
Trailer:
Escena:
B.S.O.:
Reseña escrita por Carlos Fernando Carrión Quezada
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