JOAQUÍN ROMERO MARCHENT: PIONERO DEL WESTERN EUROPEO.


Joaquín Luis Romero Hernández Marchent (Madrid, 26 de agosto de 1921 – ibídem, 17 de agosto de 2012) nace en el seno de una familia dedicada al cine: su padre, Joaquín Romero Marchent Gómez ejerció de crítico cinematográfico y director de la revista "Radiocinema" (1938 - 1963), además de productor en títulos como Cielo negro (Manuel Mur Oti, 1951). Sus hermanos, Carlos Romero Marchent y Rafael Romero Marchent se dedicaron a la interpretación, en algunas ocasiones estuvieron dentro del reparto de las películas de Joaquín, pero fue Rafael quien recogió el testigo pasándose a la dirección, primero como ayudante de su hermano y luego asumiendo la realización de sus propias películas; algunas de ellas con gran popularidad dentro del denominado spaghetti western, tales como Garringo (1969) o Manos torpes (1970). Por último, su hermana Ana María Romero Marchent, ejerció de montadora en films como el ya citado Garringo, así como de profesora de la materia en la Escuela Oficial de Cinematografía (EOC).

Con tales precedentes, sorprende que Joaquín en un principio quisiera dedicarse al fútbol, una de sus grandes pasiones, que llegó a convertirse en profesión al fichar por un equipo gallego de segunda división. Una lesión de menisco le impidió seguir jugando y gracias a los contactos de su padre se introduce en el cine, primero como meritorio y después como segundo y primer ayudante de dirección a las órdenes de directores como Luis Lucia o Francisco Rovira Beleta.

Toda esta información, se puede consultar en un magnífico libro de Carlos Aguilar: "Joaquín Romero Marchent, la firmeza del profesional" (Diputación de Almería, 1999), posiblemente el estudio más completo que existe sobre el director español, ya que está basado en una entrevista de Aguilar a Romero Marchent, y sus declaraciones arrojan la luz suficiente para el acercamiento adecuado a su figura. En vista del interés del libro y de que actualmente se encuentra descatalogado, lo usaré como fuente principal para el recuerdo a este excepcional cineasta, y en más de una ocasión sus propias palabras servirán para ilustrar de manera inmejorable sus distintas etapas, de las cuales me centraré solo en sus westerns; por cantidad y calidad principalmente, así como para reivindicar a Romero Marchent como un pionero del género en España y en Europa, tal y como veremos a continuación.


Tras debutar en la dirección con un policíaco, Juzgado Permanente (1953) y acometer justo después una nueva versión de Sor Angélica (1954), un drama muy popular de los años treinta, a Romero Marchent le encargan la realización de dos películas que se rodarán simultáneamente para aprovechar decorados, actores y gastos en general: El Coyote y La justicia del Coyote (1955). Se trata de una producción de Eduardo Manzanos, figura imprescindible dentro del cine de género popular europeo de los años sesenta y setenta, en coproducción con México (oficiosa, según cuenta Carlos Aguilar en el libro, es decir, no declarada) y adaptando uno de los personajes más conocidos de la literatura pulp española; "El Coyote" de José Mallorquí. Se puede considerar a este díptico, y sin murcho margen de error, como el primer western rodado en España, ya que aunque existen ejemplos anteriores (1), se tratan en realidad de parodias o segmentos al estilo de la simpática secuencia onírica que aparece en ¡Bienvenido, Mr. Marshall! (Luis García Berlanga; 1953), mediante un sueño del personaje de José Isbert. Por otra parte, el personaje creado por Mallorquí, aunque tiene reminiscencias de "El Zorro" de Johnston McCulley, recrea una especie de Oeste español, ya que la acción transcurre en California durante el virreinato de Nueva España (1535-1821). El ingrediente hispánico que añade Mallorquí, unido a su amplio conocimiento del Oeste americano fue una de las claves del éxito de sus novelas en España, y no sería descabellado afirmar que el novelista primero, y Romero Marchent después como director de cine, son los verdaderos pioneros del género en nuestro país.

Aunque El Coyote y La justicia del Coyote no deja de ser un intento de explotar el filón mexicano de héroes enmascarados de la época, con el protagonismo del muy popular por entonces Abel Salazar (más aún con la posterior El vampiro de Fernando Méndez; 1957), no carece del todo de interés, en gran parte por la realización de Romero Marchent, que suple con imaginación las carencias de presupuesto. Jesús Franco, otro director importante dentro del cine de género español, participa como guionista y no será la última vez que colabore con Marchent en dicho cometido.


Inmediatamente después de esta etapa, se ve obligado a trabajar en el género español por excelencia: la comedia, realizando películas de carácter casi neorrealista tan importantes como Fulano y Mengano (1956), y no sería hasta 1962 cuando emprende el rodaje de un nuevo western, La venganza del Zorro, en lo que viene a ser una renovación del díptico sobre "El Coyote" pero en color y con más medios de producción, manteniendo parte del equipo (el productor Eduardo Manzanos, José Mallorquí y Jesús Franco en el guión). Curiosamente de este personaje también surgiría un díptico, ya que Alberto Grimaldi, mítico productor italiano que algunos años más tarde alcanzaría el éxito con Sergio Leone primero, Federico Fellini o Bernardo Bertolucci después, compró los derechos para su explotación mundial y animado por los beneficios obtenidos impulsó el segundo título con "El Zorro" como protagonista: Cabalgando hacia la muerte (1962), de nuevo con Marchent y Mallorquí en la dirección y el guión respectivamente. Al igual que los Coyotes, el díptico sobre "El Zorro" no deja de ser un western solo en parte, ya que son películas populares de acción, cuya finalidad es la de ser explotadas como seriales, pero sin lugar a dudas constituyen el inicio de una nueva industria en España: para el rodaje de Cabalgando hacia la muerte, Grimaldi y Manzanos deciden construir un poblado del Oeste, concretamente en Hoyo de Manzanares, primera construcción de estas características en el país, con el importante impacto que generó en el devenir del eurowestern o spaghetti western.


También sería producido por Grimaldi y Manzanos su siguiente western, Tres hombres buenos (1963), adaptando José Mallorquí su propia novela del mismo título, con el poblado de Hoyo de Manzanares ya a pleno rendimiento y por primera vez afrontando el género de manera clásica, sin influencias culturales externas. Fernando Sancho y Aldo Sambrell, futuras estrellas del western europeo, aparecen por primera vez en un reparto del género, del cual también forman parte Paul Piaget y Robert Hundar (pseudónimo de Claudio Undari), dos de los actores que más han trabajado con Romero Marchent y que repetirán en sus siguientes películas.


A estas alturas, por si fuera poco haber contribuido a la creación del western español, e impulsar la construcción del primer poblado del oeste en el país, para su siguiente película, El sabor de la venganza (1963), primera obra maestra de su filmografía dentro del género, hay que añadir otro logro pionero a la carrera de Marchent: el descubrimiento de Almería como localización clave para el futuro devenir del eurowestern. El propio director se lo cuenta así a Carlos Aguilar:

"Antes de El sabor de la venganza solo se había rodado un western en Almería, Tierra Brutal (1962), dirigido por un inglés, Michael Carreras. El director de fotografía, Alfredo Fraile, era muy amigo mío y coincidimos en el estudio donde veían la proyección. Entré con él en la sala, con interés ya que se trataba de un género que estaba tocando yo, y me quedé alucinado con aquellos paisajes. Le pregunté a Fraile dónde estaba rodado aquello y él me contestó que en Almería. Como puedes imaginarte, me faltó tiempo para decirle a Grimaldi que sabía de un sitio ideal en España para rodar nuestros siguientes westerns. En Almería contacté con un taxista maravilloso, Diego, que me enseñó la provincia de cabo a rabo. Fue uno de los individuos más importantes de la historia del cine en Almería, era capaz de meterse con el coche en los sitios más demenciales para enseñarte la localización más insólita. Después de mis películas, este hombre disparó su cotización y ganó mucho dinero trabajando para toda la gente que fue a rodar durante la época dorada de Almeria, empezando por Sergio Leone, por supuesto."


El paisaje almeriense en El sabor de la venganza se convierte en un elemento dramático de primer orden en manos de Romero Marchent, con un nivel técnico muy notable ya dentro del género: una planificación exquisita, un uso envidiable de la profundidad de campo y una fotografía en color prodigiosa de Rafael Pacheco. La música del italiano Riz Ortolani completa la función de manera inmejorable. En el reparto; Richard Harrison, Gloria Milland, Claudio Undari y Fernando Sancho inaugurando su clásico papel de mexicano, tantas y tantas veces repetido en multitud de spaghettis westerns. Se trata de la primera película producida a medias entre Alberto Grimaldi y el propio director, mediante la recién creada Centauro Films. Por primera vez Marchent también es el responsable del guión junto a su hermano Rafael, con una historia de venganza, muy habitual en el género, pero que resuelve a su manera mediante una particular ética de la violencia; ya que conviene recordar que el propio director madrileño se ha visto siempre más cercano al estilo de John Ford o Anthony Mann que al del posterior y más violento spaguetti western surgido a partir de 1964 con Por un puñado de dólares de Sergio Leone.


Llegados a este punto, y sin ánimo de polemizar, ya que tanto el estilo del director madrileño, como el del italiano, me parecen magníficos cada uno a su manera, no estaría mal recordar que Marchent fue decisivo en el advenimiento del enorme éxito que obtendría Leone con Por un puñado de dólares primero, e incluso después con La muerte tenía un precio (1965). A este respecto, las siguientes declaraciones de Marchent así lo atestiguan:

"Hubo que hacerlo todo, partir de cero. Los caballos salían corriendo a derecha o izquierda del encuadre cuando oían "acción", los "especialistas" se daban de morros con el suelo seis o siete veces antes de caer sobre el jinete, nadie sabía desenfundar. Tuvimos que hacerlo todo, hasta la última cartuchera. Cuando llegaron los italianos para hacer los westerns, empezando por Sergio Leone, se encontraron con toda la base profesional e industrial que establecí yo. Es más, Leone rodó Por un puñado de dólares, al noventa por ciento en el poblado de Hoyo de Manzanares y sus alrededores. Y lo hizo con las cosas que nosotros fabricamos para nuestros westerns, con nuestros decoradores, con nuestros "especialistas". Su productor, Alberto Grimaldi, empezó produciendo mis westerns y pudo emprender La muerte tenía un precio gracias al dinero, mucho dinero, que ganó con todos ellos."

Uno de esos westerns de Romero Marchent con los que obtuvo grandes beneficios en todo el mundo Grimaldi, fue el inmediatamente posterior a El sabor de la venganza, Antes llega la muerte (1964). Se trata de la segunda obra maestra de su director en el género, toda una superproducción para la época en el cine español: en total, doce semanas de rodaje, alternando localizaciones en Madrid, Almería y Picos de Europa. En Madrid, cerca de Colmenar Viejo se construyó un fuerte que costó más de tres millones de pesetas. Según Marchent:

"...que era el presupuesto completo de muchas películas españolas de la época. Para que luego digan que mis westerns eran películas menores. Precisamente se hacían en coproducción porque en el cine español no había manera de abordarlos. Por ser demasiado caros, que es justo lo contrario de menores."


El argumento de Antes llega la muerte está basado en una historia real, sobre la muerte de la madre de Joaquín, y repiten Rafael Pacheco y Riz Ortolani, en el cometido fotográfico y musical respectivamente, manteniendo el alto nivel ya alcanzado en El sabor de la venganza. En el reparto nos encontramos con sus habituales Paul Piaget, Claudio Undari, Fernando Sancho, Gloria Milland y la incorporación de Jesús Puente en un rol protagonista. Para el público español, lógicamente Jesús Puente es bastante más conocido a día de hoy por otros cometidos televisivos, mucho más cercanos para el gran público. Como anécdota, Romero Marchent lo deja bastante claro, de esta manera:

"...me parece indignante el tipo de crítica breve que se hace ahora en los periódicos, de cara a las películas que emiten en televisión. Se nota claramente que no han visto casi ninguna de las películas que emiten, se expresan con ironía y hasta desprecio. Recuerdo una vez que se pasó por televisión Antes llega la muerte y la crítica, corta e ignorante, finalizaba diciendo: "Mala, y encima con Jesús Puente". Lo que aquel imbécil claramente ignoraba es que cuando yo hice la película, Jesús Puente era un completo desconocido. Por que no era precisamente el Jesús Puente de los concursos amorosos de la tele, de ahí que se le pudiera escoger para el reparto de un western."


Acto seguido, comienza aquí una etapa algo más floja por parte del director, pero aún dentro del western, con Aventuras del oeste (1965), La muerte cumple condena (1966) y Fedra West (1968). La primera, aún contando con un nivel de producción muy similar a El sabor de la venganza y Antes llega la muerte resulta bastante más fallida, como fallido fue el intento de contratar al legendario y polémico actor alemán Klaus Kinski para el film. Hay una anécdota muy particular sobre ello, que no puedo dejar de recordar mediante estas declaraciones que aparecen, de nuevo, en el libro de Carlos Aguilar sobre su figura:

"Yo no sabía absolutamente nada de él, ni le había visto en ninguna película. Pero me habían comentado que en Alemania daba que hablar por que cuando estaba haciendo un monólogo en el teatro le había partido la cara a un espectador. A mí no me hacía gracia que me trajeran a un tipo así de irascible, pero bueno. El caso es que ya llegó al aeropuerto en plan fanfarrón, y el intérprete me advirtió de lo antipático que era, apenas llegaron a Hoyo de Manzanares. De entrada, insistió en maquillarse él solo. Y lo hizo, pero tirando por el suelo y por los aires todas las cosas de las maquilladoras. Cuando por fin salió maquillado y caracterizado de bandido, dijo que su expresividad era tan especial que exigía un sombrero especial, y no el que habíamos dispuesto para él. Me armé de paciencia, y pedí a las mujeres de vestuario que le mostraran los sombreros que quedaban por adjudicar. Se fue probando los sombreros, uno detrás de otro y tirándolos al suelo. A mí ya me tenía hasta los cojones, y entonces le quitó el sombrero a otro actor diciendo que ese era el que le gustaba. Yo, al borde del disparadero, le dije que ese no podía usarlo, por que tenía raccord. Él respondió que ni raccord ni nada, que él era una estrella y que yo repitiera los planos que ya había hecho con ese actor, poniéndole otro sombrero. Justo ahí fue cuando estallé y le solté cuatro puñetazos que le dejaron medio inconsciente en el suelo. A continuación hice que le devolvieran al aeropuerto. Siendo yo el director y coproductor de la película, un cretino de tal calibre no podía trabajar conmigo. Yo no consiento chulerías ni a Klaus Kinski ni a nadie."

Este carácter colérico de Romero Marchent ha sido muy comentado dentro del cine español, como se puede comprobar en el incidente con Klaus Kinski, aunque a buen seguro también le marcó para siempre, y sin remedio, cuando dirigió sus iras contra Alberto Grimaldi y el spaguetti western en general:
"Un socio de Grimaldi, Salvatore Alabiso, me dijo que por su cuenta había contratado a un par de actores para papeles importantes. Yo le dije que él no era quien para decidir actores, que para eso estaba el director. Estábamos en Roma, en la oficina de Grimaldi, por lo cual me planté en su despacho, le expuse mi indignación y rompí mi contrato en sus narices. Además le dije que estaba hasta los cojones del spaguetti western y de las películas que él hacía con Leone, Corbucci, Sollima y todos los demás italianos. Además, el éxito de Leone había endiosado a Grimaldi en exceso. Se había cambiado a una oficina gigantesca, toda de marmol y lujosísima hasta la locura, hacía películas con Fellini y Bertolucci, se traía a Marlon Brando de Hollywood, se había convertido en el productor más importante e internacional del cine italiano, y lo sabía muy bien."


La última colaboración entre Grimaldi y Marchent se produjo en La muerte cumple condena, un western que si bien no se encuentra entre lo mejor de lo filmado por el madrileño, es bastante superior a Aventuras del oeste y como curiosidad, cuenta con Sergio Donati como guionista, uno de los artífices del argumento de la exitosa La muerte tenía un precio. Caso parecido es el de Fedra West, un encargo del productor José Frade a Romero Marchent, que adapta la tragedia de Eurípides al Oeste, algo que ya habían hecho anteriormente, pero en otros géneros: Manuel Mur Oti en Fedra (1956) y Jules Dassin en Phaedra (1962), pero que en su traslación al western gana en sugerencia; en especial por esa relación casi incestuosa entre los personajes interpretados por Norma Bengell y Simón Andreu.


Hubo que esperar a 1972 para asistir a su tercera obra maestra dentro del género, que también sería su último western para la gran pantalla: Condenados a vivir, que propone una ruptura total con el clasicismo de sus anteriores títulos del Oeste y apuesta por ese estilo violento que Sam Peckinpah había popularizado por esos años. Aunque en principio el tratamiento del film es la antítesis de lo anteriormente realizado por Marchent; el protagonismo del habitual Claudio Undari y los impresionantes parajes naturales nevados de los Picos de Europa (perfectamente retratados en la fotografía de Luis Cuadrado) nos remiten al uso del paisaje como un personaje más, algo que el madrileño siempre había explotado muy bien. Una película sangrienta, que por momentos se acerca al thriller o al terror, con un guión muy bien hilvanado por Santiago Moncada y Romero Marchent, y con la presencia de una joven Emma Cohen como única presencia femenina entre un grupo de condenados a muerte guiados por su padre (Undari) a través de la nieve. Posiblemente la película guarde algún parecido con El gran silencio (Il grande silenzio, SergioCorbucci; 1968), aunque posee identidad propia y lo que sí es más que probable es que Quentin Tarantino se inspirase en ella para llevar a cabo Los odiosos ocho (The Hateful Eight; 2015).


Con todo, Joaquín Romero Marchent volvería al género aunque fuera de manera tangencial, ya que participó en la dirección, creación, producción y coordinación general de Curro Jimenéz, la serie de Televisión Española que arrasó desde 1976 a 1978. Su experiencia en el cine del Oeste, a buen seguro le sirvió para encarar las peripecias serranas del bandolero andaluz, en lo que no deja de ser un western más o menos encubierto.


En definitiva, Joaquín Romero Marchent supone un personaje imprescindible dentro del cine español, pero como ocurre demasiado a menudo con otros profesionales que se tuvieron que dedicar al cine de género en España (Jesús Franco y Eugenio Martín por ejemplo), debían trabajar bajo circunstancias que no eran las más adecuadas, tal y como se lo explica el propio director a Carlos Aguilar:

"...había que rodar acción y aventuras, ya que Censura no te dejaba hacer otra cosa..."

Precisamente del director granadino Eugenio Martín, veo apropiado recuperar unas declaraciones que ilustran a la perfección lo que suponía trabajar en la industria cinematográfica española de los sesenta y setenta:

"Particularmente, me agobiaba la gran responsabilidad de mantener a mi familia. Hay que considerar que haciendo una película como director, ganaba para vivir un año. Pero como para preparar la siguiente podías tardar otro, o rodabas dos películas al año o ganabas menos que un albañil, por muy director de cine que fueras." (2)

Sirvan las palabras de Eugenio Martín como epílogo inmejorable para este recorrido por la vida y obra de Joaquín Romero Marchent, ya que, no por casualidad, el director granadino firmó otro gran clásico del western español como es El precio de un hombre (1966).



(1) Para más información, ver el artículo de Carlos Aguilar "Entre Zorros y Coyotes: la extraña raíz del western hispano-italiano de los años 60" http://www.cervantesvirtual.com/obra/entre-zorros-y-coyotes-la-extrana-raiz-del-western-hispanoitaliano-de-los-anos-60--0/
(2) Extraído de "Eugenio Martín, un autor para todos los géneros", Carlos Aguilar y Anita Haas (Retroback y Séptimo Vicio, 2008)



Reseña escrita por Francisco Javier Arco Pérez


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Más información sobre Joaquín Romero Marchent en:

https://www.youtube.com/watch?v=mp-77xaQHh8

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