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asesinato-en-el-orient-express
En la década de los setenta Hollywood descubrió que una forma de llevar a la taquilla al mayor número de espectadores era llenando el reparto con estrellas, cosa que funcionó de maravilla en el subgénero de cine de desastres.  Así era común ver en la misma película a Paul Newman metiéndose por unas escaleras llenas de fuego y a Fred Astaire rescatando a un gatito, a Charlton Heston subiéndose en un avión en pleno vuelo mientras Linda Blair esperaba salvarse para ser sometida a una operación quirúrgica. Esta fórmula ya aplicada con anterioridad en el cine bélico, en algunos westerns y hasta en ciertos dramas fue utilizada por Sidney Lumet en la adaptación de una novela de Agatha Christie realizada en el año 1974. Según declaraciones del realizador el recurso de usar un elenco multiestelar le confería al filme un aire de glamur adicional ya que según él recurrir a los mejores secundarios del cine no hubiera sido igual que ver a Sean Connery o a Jacqueline Bisset en aquellos papeles.

Y además de los citados ahí estaban Albert Finney, Lauren Bacall, Martin Balsam, Ingrid Bergman,  Jean Pierre Cassel,  John Gielgud, Vanessa Redgrave, Wendy Hiller, Rachel Roberts,  Anthony Perkins, Michael York y Richard Widmark. Un quién-es-quién en el universo interpretativo de aquel entonces.  Porque en la trama también existía un quién es quién, ya que el famoso detective Hércules Poirot tenía que encontrar al culpable en esta pléyade de sospechosos.

asesinato-en-el-orient-express

La película arranca con el secuestro de una niña, hija de un héroe nacional americano, la cual es posteriormente hallada muerta (hecho inspirado en el famoso  caso Lindbergh ) y años más tarde la acción se traslada a un viaje en el  expreso de Oriente desde Estambul a Francia con conexión a Londres. En él va el legendario detective Belga luego de haber resuelto un caso en Mesopotamia y durante una tormenta en los Balcanes el tren debe detenerse por un alud, esa noche el millonario Ratchett (Widmark) es asesinado a cuchillazos de una manera misteriosa. El investigador (Albert Finney) deberá  resolver el crimen hasta que el paso sea habilitado otra vez.

La resolución del film, para aquellos que lo vieron o leyeron la novela, es compleja. Venganza fuenteovejunezca  orquestada  ritualmente por personajes cuya devoción y lealtad a los padres de la víctima es realmente conmovedora. Las diferencias con el original literario son otra cosa y no tienen trascendencia en este asunto.

asesinato-en-el-orient-express

Título original: Murder on the Orient Express.

Director: Sidney Lumet.

Intérpretes: Albert Finney, Lauren Bacall, Ingrid Bergman, Sean Connery, Anthony Perkins, Vanessa Redgrave, Jacqueline Bisset, Richard Widmark, Martin Balsam.

Trailer:


Escena:


B.S.O.:


Reseña escrita por Carlos Fernando Carrion Quezada

ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS (1974). Sidney Lumet adapta la novela de Agatha Christie.

asesinato-en-el-orient-express
En la década de los setenta Hollywood descubrió que una forma de llevar a la taquilla al mayor número de espectadores era llenando el reparto con estrellas, cosa que funcionó de maravilla en el subgénero de cine de desastres.  Así era común ver en la misma película a Paul Newman metiéndose por unas escaleras llenas de fuego y a Fred Astaire rescatando a un gatito, a Charlton Heston subiéndose en un avión en pleno vuelo mientras Linda Blair esperaba salvarse para ser sometida a una operación quirúrgica. Esta fórmula ya aplicada con anterioridad en el cine bélico, en algunos westerns y hasta en ciertos dramas fue utilizada por Sidney Lumet en la adaptación de una novela de Agatha Christie realizada en el año 1974. Según declaraciones del realizador el recurso de usar un elenco multiestelar le confería al filme un aire de glamur adicional ya que según él recurrir a los mejores secundarios del cine no hubiera sido igual que ver a Sean Connery o a Jacqueline Bisset en aquellos papeles.

Y además de los citados ahí estaban Albert Finney, Lauren Bacall, Martin Balsam, Ingrid Bergman,  Jean Pierre Cassel,  John Gielgud, Vanessa Redgrave, Wendy Hiller, Rachel Roberts,  Anthony Perkins, Michael York y Richard Widmark. Un quién-es-quién en el universo interpretativo de aquel entonces.  Porque en la trama también existía un quién es quién, ya que el famoso detective Hércules Poirot tenía que encontrar al culpable en esta pléyade de sospechosos.

asesinato-en-el-orient-express

La película arranca con el secuestro de una niña, hija de un héroe nacional americano, la cual es posteriormente hallada muerta (hecho inspirado en el famoso  caso Lindbergh ) y años más tarde la acción se traslada a un viaje en el  expreso de Oriente desde Estambul a Francia con conexión a Londres. En él va el legendario detective Belga luego de haber resuelto un caso en Mesopotamia y durante una tormenta en los Balcanes el tren debe detenerse por un alud, esa noche el millonario Ratchett (Widmark) es asesinado a cuchillazos de una manera misteriosa. El investigador (Albert Finney) deberá  resolver el crimen hasta que el paso sea habilitado otra vez.

La resolución del film, para aquellos que lo vieron o leyeron la novela, es compleja. Venganza fuenteovejunezca  orquestada  ritualmente por personajes cuya devoción y lealtad a los padres de la víctima es realmente conmovedora. Las diferencias con el original literario son otra cosa y no tienen trascendencia en este asunto.

asesinato-en-el-orient-express

Título original: Murder on the Orient Express.

Director: Sidney Lumet.

Intérpretes: Albert Finney, Lauren Bacall, Ingrid Bergman, Sean Connery, Anthony Perkins, Vanessa Redgrave, Jacqueline Bisset, Richard Widmark, Martin Balsam.

Trailer:


Escena:


B.S.O.:


Reseña escrita por Carlos Fernando Carrion Quezada

la ceremonia
Uno de los trabajos más contundentes de este apreciable realizador, realmente una de sus cumbres, y no únicamente de este estadío, de la que se puede considerar su segunda etapa, con la siempre acertada Isabelle Huppert como principal apoyo actoral. Muchas de las más importantes características de este director, muchas de sus más usuales y constantes directrices, no solamente se hallan presentes en este trabajo, sino que en muchos casos alcanzan su máximo exponente; y es que sin llegar esta a ser una cinta en la que se lleve a cabo una revolución, o en la que encontremos temas realmente novedosos en el francés, sí que hallaremos una potencia, una contundencia probablemente no antes alcanzada, una cumbre en Chabrol desde más de un punto de vista. Nuevamente el cineasta se basará en un trabajo literario, una novela, autoría en esta ocasión de Ruth Rendell, para representar la tétrica historia de dos jóvenes  mujeres que viven en un área campestre de Francia, ambas de pasados bastante inciertos, fatales, inquietantes, que juntas desarrollarán una amistad tan estrecha como peligrosa, tanto para todos los que las rodean, como para ellas mismas. Una de las cimas del realizador, pues luego de este trabajo, si bien su ya conocido y prolífico ritmo de producción no decaería, sí que habría una debacle en calidad, en apenas un lustro Chabrol produciría algunos títulos más, pero perdería ya toda su fuerza, toda la vitalidad y el ingenio antes esgrimidos, aquellas características que en esta presente cinta vemos en su máxima expresión. 


la ceremonia

La acción se inicia en un café, donde Sophie (Sandrine Bonnaire) se encuentra con Catherine Lelievre (Jacqueline Bisset), para quien trabajará como mucama. Tras una breve entrevista, es aceptada y al día siguiente está ya en la casa de los Lelievre, causando buena impresión, conoce al padre, Georges (Jean-Pierre Cassel), y a los jóvenes hijos. Asimismo conoce a Jeanne (Huppert), mujer que trabaja en la oficina postal de la localidad. Al viajar la familia, Sophie se queda sola, y recibe en la casa a Jeanne, se hacen tan amigas, frecuentan tanto que incluso desatiende su trabajo la mucama por salir el día de su cumpleaños con su nueva amiga. Ambas se van conociendo más, así como extrañas e inciertas situaciones en las que Jeanne perdió a su hija, y Sophie a su padre. La trabajadora postal es mal vista en casa, se prohíbe su presencia y contacto a Sophie con ella, pero no obedece, hacen voluntariado para una iglesia. Tras descubrirse su analfabetismo y un malentendido con la hija, Sophie es despedida, le dan una semana de estadía final en la casa. La mucama no deja por eso de frecuentar a su amiga, se reúnen otra vez en la mansión, donde tiene lugar una final e irrefrenable demencia, violenta demencia que no se revelará por el bienestar de cada visionado. Termina el filme de Chabrol, donde veremos otra vez una nueva forma de enfocar y tratar el suspenso, siempre siguiendo al maestro Hitchcock. Así, desde la presentación de Sophie, incierta es su situación, incierto su pasado es también, no sabemos mucho de ella, salvo los misterios, algo oculta, mucho en realidad, y Jeanne es su análoga pero de opuesto carácter. Son las dos caras de una misma moneda, ambas comparten un aislamiento del mundo, ambas comparten un turbio pasado, un turbio pasado que no sabemos a ciencia cierta, pero tanto por las circunstancias, como por el lenguaje del cineasta, se advierte como una más que probable realidad, y esas intrigas irán poco a poco saliendo a flote, diagramándonos a los escalofriantes sujetos de la historia, dos mujeres de inofensivo aspecto, pero de fatales accionares. 


la ceremonia

Mientras el director hábilmente nos muestra, sin mostrarnos, ese lado de los personajes conforme avanza la cinta, juega con la sexualidad, con la ambigüedad sexual de las féminas, mostrándonos su muy estrecha relación, mostrándonoslas riendo, jugueteando en la cama, mientras comparan sus bizarros antecedentes, comparando sus "faltas de pruebas" en sus respectivas y sórdidas vivencias pasadas, tan inquietante como perturbadora la escena, ellas son símiles opuestas. Sophie, la reservada, la callada,  observa intrigada, embelesada a su amiga, extrovertida, asertiva, siguiéndola sin objetar en sus espontáneas locuras, y es que son polos opuestos, pero tan parecidos a la vez, ellas son complementarias. Jeanne asertiva, fuera de control, revisando las cartas de los aristócratas, marcará muchas veces la pauta, el ritmo de la película. Una sensación de inquietud se genera desde el inicio, desde la primera impresión, en la inicial entrevista, Sophie se muestra incómoda, rechazando el ofrecimiento del té, una tensión, una incomodidad se va quedando retratada. Es así que Sophie nunca muestra una actitud de completa sumisión, mostrándose casi siempre altiva, altiva siendo la mucama de la casa; solamente en soledad manifiesta cierta angustia, angustia por su situación analfabeta, despreciando todo apoyo de la familia, de los aristócratas, despreciando el té, despreciando las gafas, viviendo en su mundo, siendo la TV su único medio de distracción, mientras vive alejándose, aislada, como su íntima amiga, como la casa misma. Por cierto, nuevamente Chabrol desliza su particular opinión de la TV, en clave de cineasta por supuesto, y como en otros trabajos suyos, nos la muestra como un objeto idiotizante, hipnótico, pues Sophie, más que disfrutar las transmisiones, parece hipnotizada por ellas. La película de Chabrol me parece una pieza magistral dentro de su extensa producción, me parece uno de sus más logrados trabajos, y esto es palpable desde el comienzo. El prólogo, -esto es, la entrevista de la mucama y su futura jefa en el café- previo a los créditos, una vez terminado, es una introducción previa al relato, un apacible, pero gracias a la música a la vez tenso inicio, ese viaje en auto a través del cual silenciosamente ella nos está comunicando de lo alejado, lo aislado, lo separado del mundo que se encuentra este pueblo, y las circunstancias que presenciaremos también. Algo que no es novedoso viene a ser el hecho de encontrar féminas como elemento pulsor en el cine del francés, algo de lo que no sería esta cinta la excepción, ni mucho menos, y para hacer esta cinta coherente, para darle cohesión con otros ladrillos del edificio que vienen a ser sus filmes cronológicamente inmediatos, hay elementos comunes. 


la ceremonia

Así, continúa la colaboración con su vástago, el buen Matthieu Chabrol, portador del gen artístico, si bien no seguidor de los pasos de director de su padre, sí que seguiría su propio camino en el cine, realizando nuevamente una partitura musical para los filmes de su progenitor. Tiene Matthieu en este filme uno de sus mayores logros, uno de sus trabajos más conocidos y mejor reputados como colaborador musical, y es que su obra, su música, tibia, sutil, más presente que en casi todas las obras conocidas de Chabrol, es asimismo unas de las más efectivas de la filmografía del francés. Genera el musical acompañamiento una atmósfera de tensión, de una incertidumbre que nos invade, sensación de peligro, de angustia incluso, ambiente reservado casi siempre para Sophie y sus apariciones, compartida por momentos con Jeanne. La música, al igual que otros aspectos del cine de Chabrol, si bien siempre presente en previos trabajos, tiene en esta película no solo su mayor uso cuantitativo, sino el punto de mayor efectividad. El comportamiento de la cámara de Chabrol es, asimismo, básicamente similar a sus ejercicios anteriores, esto es, una cámara generalmente estática, que por momentos de desarrolla y moviliza, siguiendo las acciones y movimientos propios de los protagonistas, y si bien no son movimientos virtuosos ni vistosos, ayudan en el seguimiento del relato, como es usual en el director. Algo más libre, tibiamente, pero más suelta fluye su cámara, con esos planos secuencia algo aletargados, que sumados a la música previamente descrita, nos configuran un lenguaje audiovisual, un lenguaje descriptivo, como se dijo también, de una efectividad nunca alcanzada en Chabrol. Respecto a las figuras presentadas, nos ilustra Chabrol una imagen no demasiado atractiva de la aristocracia, la clase acomodada, los empleadores, comiendo en familia, comiendo con las manos, sorbiendo comida, chupándose los dedos, una imagen que sin palabras pareciera querer transmitir cierta initimidad que no se despega demasiado de la repulsión, imagen bastante acorde a otros retratos previos a este respecto de Claude. Había dicho Chabrol que esta sería la "última película marxista" de su producción, y probablemente sea el trabajo en que más se proyecta esa ideología, si bien es tibia esa aproximación, veremos la confrontación, el choque de clases, un choque con consecuencias fatales. La clase acomodada, los aristócratas, contra la clase trabajadora, clase explotada e ignorante, incluso se menciona algo de fascismo; lo cierto es que las amigas, representantes obreras hasta cierto punto, dan rienda suelta a su rabia e impotencia contra la clase acomodada -otra figura, disparando a los libros, odio por esa cultura a la que ellas no tienen ningún acceso-, las fatales consecuencias tienen su epítome en esa violenta y final erupción de demencia asesina. Otra figura contrastante respecto a las flagrantes diferencias de clase, viene a ser la representación de los alimentos, padeciendo las amigas hambre -antes las vimos comiendo hongos recogidos de la pradera-, mientras el inmediato plano posterior es de los patrones comiendo en su despreocupada mesa; no menos efectivo por lo evidente es ese contraste. 


la ceremonia

Ese extraño retrato de aristocracia queda rematado con el contraste final de Mozart, su obra magna Don Giovanni sirviendo de marco a la carnicería que sirve de colofón a la cinta. Algo no ha cambiado, siempre, siempre el crimen, un crimen implicado, si bien aquí estaría dejado para el final lo mejor, y sería el brutal clímax. Ahora el suspenso está disuelto, distendido en el filme, pero he ahí un logro en Chabrol, ahí se muestra porqué este trabajo es una de sus cumbres pues ese suspenso, esa intriga, si bien distendidos durante el metraje, están siempre presente, siempre densos, distendidos pero siempre palpables, extremadamente palpables, todo un logro del cineasta. Y para cerrar con broche de oro ese derroche de manejo de suspenso, de dejarlo todo para el final, nunca tan violento y explicito fue Chabrol, nunca; el clímax, ese final, es todo, todo es el orgasmátrico desenlace, inesperado y contundente, sorpresivo y violento, inédito y potente obra del cineasta. La frialdad retratada es terrible, las féminas liquidando sin miramientos, sin remordimientos, evidenciando que no es su primera vez, es un severo dúo el formado, se besan y abrazan en medio de la masacre y caos recién llevado a cabo, son realmente complementarias, un reflejo la una de la otra con sus particulares matices distintivos. La secuencia final tiene a su vez un plano final que sirve de perfecto colofón. El primer plano del rostro de la joven, observando el desenlace de la violencia que ellas mismas engendraron, perfecto. Sombría, seria, gélida, distante, mientras oímos nuevamente los sonidos de la hecatombe final, soberbia forma de "restregárnoslo" en la cara, severa forma. Isabelle Huppert sería nuevamente premiada por lo que nos tiene acostumbrados, una interpretación más que sólida y aceptable, Sandrine Bonnaire también cumple bien su papel, y se gana a pulso ser una nueva pequeña musa de Chabrol. Cumbre del cineasta, última cumbre pues, extrañamente, sin ser demasiado lejana temporalmente, sus trabajos inmediatos decaerían notablemente en calidad, siendo Gracias por el Chocolate, sin ir más lejos, bastante evidencia de ese proceso de irreversible decadencia artística. En fin, tenemos aquí a una de las cúspides de Chabrol, algo a lo que cualquier apreciador suyo sabrá otorgar la debida importancia y consideración.


la ceremonia

Título original: La cérémonie.

Director: Claude Chabrol.

Intérpretes: Isabelle Huppert, Sandrine Bonnaire, Jacqueline Bisset, Jean-Pierre Cassel,Virginie Ledoyen, Valentin Merlet.

Escena:


Reseña escrita por Edgar Mauricio

LA CEREMONIA (1995). La relación criminal de Isabelle Huppert y Sandrine Bonnaire.

la ceremonia
Uno de los trabajos más contundentes de este apreciable realizador, realmente una de sus cumbres, y no únicamente de este estadío, de la que se puede considerar su segunda etapa, con la siempre acertada Isabelle Huppert como principal apoyo actoral. Muchas de las más importantes características de este director, muchas de sus más usuales y constantes directrices, no solamente se hallan presentes en este trabajo, sino que en muchos casos alcanzan su máximo exponente; y es que sin llegar esta a ser una cinta en la que se lleve a cabo una revolución, o en la que encontremos temas realmente novedosos en el francés, sí que hallaremos una potencia, una contundencia probablemente no antes alcanzada, una cumbre en Chabrol desde más de un punto de vista. Nuevamente el cineasta se basará en un trabajo literario, una novela, autoría en esta ocasión de Ruth Rendell, para representar la tétrica historia de dos jóvenes  mujeres que viven en un área campestre de Francia, ambas de pasados bastante inciertos, fatales, inquietantes, que juntas desarrollarán una amistad tan estrecha como peligrosa, tanto para todos los que las rodean, como para ellas mismas. Una de las cimas del realizador, pues luego de este trabajo, si bien su ya conocido y prolífico ritmo de producción no decaería, sí que habría una debacle en calidad, en apenas un lustro Chabrol produciría algunos títulos más, pero perdería ya toda su fuerza, toda la vitalidad y el ingenio antes esgrimidos, aquellas características que en esta presente cinta vemos en su máxima expresión. 


la ceremonia

La acción se inicia en un café, donde Sophie (Sandrine Bonnaire) se encuentra con Catherine Lelievre (Jacqueline Bisset), para quien trabajará como mucama. Tras una breve entrevista, es aceptada y al día siguiente está ya en la casa de los Lelievre, causando buena impresión, conoce al padre, Georges (Jean-Pierre Cassel), y a los jóvenes hijos. Asimismo conoce a Jeanne (Huppert), mujer que trabaja en la oficina postal de la localidad. Al viajar la familia, Sophie se queda sola, y recibe en la casa a Jeanne, se hacen tan amigas, frecuentan tanto que incluso desatiende su trabajo la mucama por salir el día de su cumpleaños con su nueva amiga. Ambas se van conociendo más, así como extrañas e inciertas situaciones en las que Jeanne perdió a su hija, y Sophie a su padre. La trabajadora postal es mal vista en casa, se prohíbe su presencia y contacto a Sophie con ella, pero no obedece, hacen voluntariado para una iglesia. Tras descubrirse su analfabetismo y un malentendido con la hija, Sophie es despedida, le dan una semana de estadía final en la casa. La mucama no deja por eso de frecuentar a su amiga, se reúnen otra vez en la mansión, donde tiene lugar una final e irrefrenable demencia, violenta demencia que no se revelará por el bienestar de cada visionado. Termina el filme de Chabrol, donde veremos otra vez una nueva forma de enfocar y tratar el suspenso, siempre siguiendo al maestro Hitchcock. Así, desde la presentación de Sophie, incierta es su situación, incierto su pasado es también, no sabemos mucho de ella, salvo los misterios, algo oculta, mucho en realidad, y Jeanne es su análoga pero de opuesto carácter. Son las dos caras de una misma moneda, ambas comparten un aislamiento del mundo, ambas comparten un turbio pasado, un turbio pasado que no sabemos a ciencia cierta, pero tanto por las circunstancias, como por el lenguaje del cineasta, se advierte como una más que probable realidad, y esas intrigas irán poco a poco saliendo a flote, diagramándonos a los escalofriantes sujetos de la historia, dos mujeres de inofensivo aspecto, pero de fatales accionares. 


la ceremonia

Mientras el director hábilmente nos muestra, sin mostrarnos, ese lado de los personajes conforme avanza la cinta, juega con la sexualidad, con la ambigüedad sexual de las féminas, mostrándonos su muy estrecha relación, mostrándonoslas riendo, jugueteando en la cama, mientras comparan sus bizarros antecedentes, comparando sus "faltas de pruebas" en sus respectivas y sórdidas vivencias pasadas, tan inquietante como perturbadora la escena, ellas son símiles opuestas. Sophie, la reservada, la callada,  observa intrigada, embelesada a su amiga, extrovertida, asertiva, siguiéndola sin objetar en sus espontáneas locuras, y es que son polos opuestos, pero tan parecidos a la vez, ellas son complementarias. Jeanne asertiva, fuera de control, revisando las cartas de los aristócratas, marcará muchas veces la pauta, el ritmo de la película. Una sensación de inquietud se genera desde el inicio, desde la primera impresión, en la inicial entrevista, Sophie se muestra incómoda, rechazando el ofrecimiento del té, una tensión, una incomodidad se va quedando retratada. Es así que Sophie nunca muestra una actitud de completa sumisión, mostrándose casi siempre altiva, altiva siendo la mucama de la casa; solamente en soledad manifiesta cierta angustia, angustia por su situación analfabeta, despreciando todo apoyo de la familia, de los aristócratas, despreciando el té, despreciando las gafas, viviendo en su mundo, siendo la TV su único medio de distracción, mientras vive alejándose, aislada, como su íntima amiga, como la casa misma. Por cierto, nuevamente Chabrol desliza su particular opinión de la TV, en clave de cineasta por supuesto, y como en otros trabajos suyos, nos la muestra como un objeto idiotizante, hipnótico, pues Sophie, más que disfrutar las transmisiones, parece hipnotizada por ellas. La película de Chabrol me parece una pieza magistral dentro de su extensa producción, me parece uno de sus más logrados trabajos, y esto es palpable desde el comienzo. El prólogo, -esto es, la entrevista de la mucama y su futura jefa en el café- previo a los créditos, una vez terminado, es una introducción previa al relato, un apacible, pero gracias a la música a la vez tenso inicio, ese viaje en auto a través del cual silenciosamente ella nos está comunicando de lo alejado, lo aislado, lo separado del mundo que se encuentra este pueblo, y las circunstancias que presenciaremos también. Algo que no es novedoso viene a ser el hecho de encontrar féminas como elemento pulsor en el cine del francés, algo de lo que no sería esta cinta la excepción, ni mucho menos, y para hacer esta cinta coherente, para darle cohesión con otros ladrillos del edificio que vienen a ser sus filmes cronológicamente inmediatos, hay elementos comunes. 


la ceremonia

Así, continúa la colaboración con su vástago, el buen Matthieu Chabrol, portador del gen artístico, si bien no seguidor de los pasos de director de su padre, sí que seguiría su propio camino en el cine, realizando nuevamente una partitura musical para los filmes de su progenitor. Tiene Matthieu en este filme uno de sus mayores logros, uno de sus trabajos más conocidos y mejor reputados como colaborador musical, y es que su obra, su música, tibia, sutil, más presente que en casi todas las obras conocidas de Chabrol, es asimismo unas de las más efectivas de la filmografía del francés. Genera el musical acompañamiento una atmósfera de tensión, de una incertidumbre que nos invade, sensación de peligro, de angustia incluso, ambiente reservado casi siempre para Sophie y sus apariciones, compartida por momentos con Jeanne. La música, al igual que otros aspectos del cine de Chabrol, si bien siempre presente en previos trabajos, tiene en esta película no solo su mayor uso cuantitativo, sino el punto de mayor efectividad. El comportamiento de la cámara de Chabrol es, asimismo, básicamente similar a sus ejercicios anteriores, esto es, una cámara generalmente estática, que por momentos de desarrolla y moviliza, siguiendo las acciones y movimientos propios de los protagonistas, y si bien no son movimientos virtuosos ni vistosos, ayudan en el seguimiento del relato, como es usual en el director. Algo más libre, tibiamente, pero más suelta fluye su cámara, con esos planos secuencia algo aletargados, que sumados a la música previamente descrita, nos configuran un lenguaje audiovisual, un lenguaje descriptivo, como se dijo también, de una efectividad nunca alcanzada en Chabrol. Respecto a las figuras presentadas, nos ilustra Chabrol una imagen no demasiado atractiva de la aristocracia, la clase acomodada, los empleadores, comiendo en familia, comiendo con las manos, sorbiendo comida, chupándose los dedos, una imagen que sin palabras pareciera querer transmitir cierta initimidad que no se despega demasiado de la repulsión, imagen bastante acorde a otros retratos previos a este respecto de Claude. Había dicho Chabrol que esta sería la "última película marxista" de su producción, y probablemente sea el trabajo en que más se proyecta esa ideología, si bien es tibia esa aproximación, veremos la confrontación, el choque de clases, un choque con consecuencias fatales. La clase acomodada, los aristócratas, contra la clase trabajadora, clase explotada e ignorante, incluso se menciona algo de fascismo; lo cierto es que las amigas, representantes obreras hasta cierto punto, dan rienda suelta a su rabia e impotencia contra la clase acomodada -otra figura, disparando a los libros, odio por esa cultura a la que ellas no tienen ningún acceso-, las fatales consecuencias tienen su epítome en esa violenta y final erupción de demencia asesina. Otra figura contrastante respecto a las flagrantes diferencias de clase, viene a ser la representación de los alimentos, padeciendo las amigas hambre -antes las vimos comiendo hongos recogidos de la pradera-, mientras el inmediato plano posterior es de los patrones comiendo en su despreocupada mesa; no menos efectivo por lo evidente es ese contraste. 


la ceremonia

Ese extraño retrato de aristocracia queda rematado con el contraste final de Mozart, su obra magna Don Giovanni sirviendo de marco a la carnicería que sirve de colofón a la cinta. Algo no ha cambiado, siempre, siempre el crimen, un crimen implicado, si bien aquí estaría dejado para el final lo mejor, y sería el brutal clímax. Ahora el suspenso está disuelto, distendido en el filme, pero he ahí un logro en Chabrol, ahí se muestra porqué este trabajo es una de sus cumbres pues ese suspenso, esa intriga, si bien distendidos durante el metraje, están siempre presente, siempre densos, distendidos pero siempre palpables, extremadamente palpables, todo un logro del cineasta. Y para cerrar con broche de oro ese derroche de manejo de suspenso, de dejarlo todo para el final, nunca tan violento y explicito fue Chabrol, nunca; el clímax, ese final, es todo, todo es el orgasmátrico desenlace, inesperado y contundente, sorpresivo y violento, inédito y potente obra del cineasta. La frialdad retratada es terrible, las féminas liquidando sin miramientos, sin remordimientos, evidenciando que no es su primera vez, es un severo dúo el formado, se besan y abrazan en medio de la masacre y caos recién llevado a cabo, son realmente complementarias, un reflejo la una de la otra con sus particulares matices distintivos. La secuencia final tiene a su vez un plano final que sirve de perfecto colofón. El primer plano del rostro de la joven, observando el desenlace de la violencia que ellas mismas engendraron, perfecto. Sombría, seria, gélida, distante, mientras oímos nuevamente los sonidos de la hecatombe final, soberbia forma de "restregárnoslo" en la cara, severa forma. Isabelle Huppert sería nuevamente premiada por lo que nos tiene acostumbrados, una interpretación más que sólida y aceptable, Sandrine Bonnaire también cumple bien su papel, y se gana a pulso ser una nueva pequeña musa de Chabrol. Cumbre del cineasta, última cumbre pues, extrañamente, sin ser demasiado lejana temporalmente, sus trabajos inmediatos decaerían notablemente en calidad, siendo Gracias por el Chocolate, sin ir más lejos, bastante evidencia de ese proceso de irreversible decadencia artística. En fin, tenemos aquí a una de las cúspides de Chabrol, algo a lo que cualquier apreciador suyo sabrá otorgar la debida importancia y consideración.


la ceremonia

Título original: La cérémonie.

Director: Claude Chabrol.

Intérpretes: Isabelle Huppert, Sandrine Bonnaire, Jacqueline Bisset, Jean-Pierre Cassel,Virginie Ledoyen, Valentin Merlet.

Escena:


Reseña escrita por Edgar Mauricio

la noche americana
En los estudios La Victorine de cine en Niza, se prepara el rodaje de la película: "Je Vous Présente Paméla (Os Presento a Pamela)", un melodrama  centrado en torno a una mujer joven que decide escaparse con el padre de su marido. El director de la producción, Ferrand (François Truffaut) tendrá que lidiar con toda una serie de problemas para que la proyección pueda seguir su curso y quedar acabada a tiempo. La pareja de maduros actores, padres del joven, está representados por Alexandre (Jean-Pierre Aumont) y Séverine (Valentina Cortese). Ambos fueron grandes estrellas en el pasado, incluso compartieron un romance, pero ahora tienen que lidiar con su presente. Por otro lado tenemos a Alphonse (Jean-Pierre Léaud), un galán joven y temperamental, inmaduro y egoísta, que forma pareja en la ficción con una actriz británica, Julie Baker (Jacqueline Bisset),  la cual arrastra la lacra de haber abandonado una película en pleno rodaje por una depresión  hace un año y medio. Con esta cinta Truffaut escribe su singular carta de amor hacia el Séptimo Arte. Uno de los más claros y famosos ejemplos de metacine que han sido rodados. El director introduce la particularidad de crear un relato contando cómo se elabora una película en el set de rodaje, dando forma de esta manera, a la compleja tarea de contar una historia dentro de otra historia que sirve de escenario y continente al mismo tiempo, nos describe las intimidades y entresijos del mundo del cine. 

la noche americana

Ya desde el título, François Truffaut, comienza por introducir uno de los múltiples intertextos que iremos descubriendo si prestamos atención al desarrollo de la trama. La noche americana hace referencia a una técnica utilizada para simular una ambientación nocturna en una escena rodada a plena luz del día. Con la utilización de los filtros adecuados, una escena rodada durante el día simulará ocurrir en plena noche. También son muy significativos los créditos iniciales, sobre los que apreciamos una visualización ondulante que corresponde a cómo se imprimen los sonidos en banda, a modo de representación del audímetro y correspondientes a la música que estamos escuchando perteneciente a la propia BSO, de Georges Delerue. Y así será durante toda la cinta, múltiples detalles intertextuales, guiños en clave cinematográfica, estratégicamente colocados para ser descubiertos por los atentos cinéfilos. No es casualidad que una de las calles del Set se denomine Jean Vigo. Ni tampoco lo es un plano detalle en el que el director recibe un encargo de libros, todos ellos de cine: Hitchcock, Dreyer, Rossellini, Bresson, Lubitsch, y un largo etcétera. El cineasta aguanta el plano hasta que hemos podido observar todos y cada uno de los libros. El comienzo no deja de ser impactante. Una gran demostración de cómo se rueda un plano secuencia. En general, serán los planos largos los que seguirán a los protagonistas, especialmente al director caminado entre el Set de rodaje.

 
la noche americana

"¿Qué es un director de Cine?. Una persona a la que constantemente están haciéndole preguntas."
El argumento, basado en la colaboración del propio director con Jean-Louis Richard y Suzanne Schiffman, está basado en el devenir diario de un rodaje, en sus dificultades y problemas, construyendo todo un relato de vivencias y situaciones que hacen al espectador partícipe de la ardua tarea que supone elaborar una película. Se nos transmite la idea del trabajo en equipo, igualando a todos los personajes en el escenario de trabajo  y rindiendo así homenaje a las personas anónimas que existen tras las cámaras. Las anécdotas que incluye como problemas reales del trabajo diario le dan un valor más humano a cada uno de los integrantes. Al igual que la técnica que da nombre a la cinta, el director es capaz de filtrar todos los crudos aspectos reales bajo un prisma de ternura sin abandonar al mismo tiempo cierto sentido crítico, del que no se libra ni el personaje del Director, interpretado por  él mismo, un tipo sordo dotado de gran paciencia y serenidad. Otro punto interesante son los sueños del Director, en sus momentos de tensión, cuando un niño con bastón finalmente logra quitar del tablón de un cine todas las fotos de la película de Orson Welles, Ciudadado Kane

la noche americana

Con gran sutileza transforma los detalles más sórdidos en pequeñas salidas de tono de unos personajes que viven en otro mundo, el mundo del cine. Y lo hace mediante una comicidad para nada absurda ni grotesca. Por ejemplo, es notable como caracteriza a la estrella extranjera contratada.  Una bellísima Jacqueline Bissett, casada con su propio médico mucho mayor que ella, hija de una actriz de Hollywood, que como bien comenta el director con su ayudante en una certera frase: "Todos estos hijos de grandes estrellas no pueden con el peso de sus padres". El ataque de llanto que paraliza el rodaje cuando su marido la telefonea porque Alphonse le ha comunicado su infidelidad, es tratado con ironía y delicadeza a partes iguales. Como lo son el resto de las peculiaridades de los personajes, adorados en el cine, humanos en el mundo real. Es inevitable no reírse con las aventuras sexuales de la ayudante de Script y del temperamental y caprichoso protagonista, Alphonse. El alcoholismo de la actriz madura, Severine, se muestra con sus dos vertientes, ridiculizada en el plató, pero apuntando la desgracia de su hijo muriendo de leucemia. También resulta curioso cómo el gran galán de antaño, el actor maduro Alexandre, tiene en la actualidad un novio. Él es el único personaje capaz de enlazar anécdotas de estrellas del Hollywood Dorado. De este modo son varias las subhistorias introducidas dentro de la trama principal. Estamos, por tanto, ante  una película que con un sencillo planteamiento analiza, desmonta y transforma en real el maravilloso mundo del cine. A través del entramado humano, muestra cómo se desarrolla un rodaje, cuáles son sus elementos integrantes, personales y técnicos, cuáles son las principales dudas que los torturan a sus creadores, los miedos que los invaden y a los que se enfrentan cada día.

El idealizado planeta Cine es traído al mundo terrenal, pero no para que pierda su magia, sino para que gane en humanidad.  

la noche americana

"El rodaje de una película puede compararse con el trayecto en Diligencia por el Oeste. Al principio, todos esperan hacer un viaje estupendo, pero pronto empiezan a preguntarse si lograrán llegar a su destino". (F.Truffaut)

Título original: La nuit américaine.

Director: François Truffaut

Intérpretes: Jacqueline Bisset, Valentina Cortese, Dani, Alexandra Stewart, Jean-Pierre Aumont, Jean Champion, Jean-Pierre Léaud, François Truffaut.

Trailer:



Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard

Información complementaria:

LA NOCHE AMERICANA (1973). Cine dentro de cine por François Truffaut.

la noche americana
En los estudios La Victorine de cine en Niza, se prepara el rodaje de la película: "Je Vous Présente Paméla (Os Presento a Pamela)", un melodrama  centrado en torno a una mujer joven que decide escaparse con el padre de su marido. El director de la producción, Ferrand (François Truffaut) tendrá que lidiar con toda una serie de problemas para que la proyección pueda seguir su curso y quedar acabada a tiempo. La pareja de maduros actores, padres del joven, está representados por Alexandre (Jean-Pierre Aumont) y Séverine (Valentina Cortese). Ambos fueron grandes estrellas en el pasado, incluso compartieron un romance, pero ahora tienen que lidiar con su presente. Por otro lado tenemos a Alphonse (Jean-Pierre Léaud), un galán joven y temperamental, inmaduro y egoísta, que forma pareja en la ficción con una actriz británica, Julie Baker (Jacqueline Bisset),  la cual arrastra la lacra de haber abandonado una película en pleno rodaje por una depresión  hace un año y medio. Con esta cinta Truffaut escribe su singular carta de amor hacia el Séptimo Arte. Uno de los más claros y famosos ejemplos de metacine que han sido rodados. El director introduce la particularidad de crear un relato contando cómo se elabora una película en el set de rodaje, dando forma de esta manera, a la compleja tarea de contar una historia dentro de otra historia que sirve de escenario y continente al mismo tiempo, nos describe las intimidades y entresijos del mundo del cine. 

la noche americana

Ya desde el título, François Truffaut, comienza por introducir uno de los múltiples intertextos que iremos descubriendo si prestamos atención al desarrollo de la trama. La noche americana hace referencia a una técnica utilizada para simular una ambientación nocturna en una escena rodada a plena luz del día. Con la utilización de los filtros adecuados, una escena rodada durante el día simulará ocurrir en plena noche. También son muy significativos los créditos iniciales, sobre los que apreciamos una visualización ondulante que corresponde a cómo se imprimen los sonidos en banda, a modo de representación del audímetro y correspondientes a la música que estamos escuchando perteneciente a la propia BSO, de Georges Delerue. Y así será durante toda la cinta, múltiples detalles intertextuales, guiños en clave cinematográfica, estratégicamente colocados para ser descubiertos por los atentos cinéfilos. No es casualidad que una de las calles del Set se denomine Jean Vigo. Ni tampoco lo es un plano detalle en el que el director recibe un encargo de libros, todos ellos de cine: Hitchcock, Dreyer, Rossellini, Bresson, Lubitsch, y un largo etcétera. El cineasta aguanta el plano hasta que hemos podido observar todos y cada uno de los libros. El comienzo no deja de ser impactante. Una gran demostración de cómo se rueda un plano secuencia. En general, serán los planos largos los que seguirán a los protagonistas, especialmente al director caminado entre el Set de rodaje.

 
la noche americana

"¿Qué es un director de Cine?. Una persona a la que constantemente están haciéndole preguntas."
El argumento, basado en la colaboración del propio director con Jean-Louis Richard y Suzanne Schiffman, está basado en el devenir diario de un rodaje, en sus dificultades y problemas, construyendo todo un relato de vivencias y situaciones que hacen al espectador partícipe de la ardua tarea que supone elaborar una película. Se nos transmite la idea del trabajo en equipo, igualando a todos los personajes en el escenario de trabajo  y rindiendo así homenaje a las personas anónimas que existen tras las cámaras. Las anécdotas que incluye como problemas reales del trabajo diario le dan un valor más humano a cada uno de los integrantes. Al igual que la técnica que da nombre a la cinta, el director es capaz de filtrar todos los crudos aspectos reales bajo un prisma de ternura sin abandonar al mismo tiempo cierto sentido crítico, del que no se libra ni el personaje del Director, interpretado por  él mismo, un tipo sordo dotado de gran paciencia y serenidad. Otro punto interesante son los sueños del Director, en sus momentos de tensión, cuando un niño con bastón finalmente logra quitar del tablón de un cine todas las fotos de la película de Orson Welles, Ciudadado Kane

la noche americana

Con gran sutileza transforma los detalles más sórdidos en pequeñas salidas de tono de unos personajes que viven en otro mundo, el mundo del cine. Y lo hace mediante una comicidad para nada absurda ni grotesca. Por ejemplo, es notable como caracteriza a la estrella extranjera contratada.  Una bellísima Jacqueline Bissett, casada con su propio médico mucho mayor que ella, hija de una actriz de Hollywood, que como bien comenta el director con su ayudante en una certera frase: "Todos estos hijos de grandes estrellas no pueden con el peso de sus padres". El ataque de llanto que paraliza el rodaje cuando su marido la telefonea porque Alphonse le ha comunicado su infidelidad, es tratado con ironía y delicadeza a partes iguales. Como lo son el resto de las peculiaridades de los personajes, adorados en el cine, humanos en el mundo real. Es inevitable no reírse con las aventuras sexuales de la ayudante de Script y del temperamental y caprichoso protagonista, Alphonse. El alcoholismo de la actriz madura, Severine, se muestra con sus dos vertientes, ridiculizada en el plató, pero apuntando la desgracia de su hijo muriendo de leucemia. También resulta curioso cómo el gran galán de antaño, el actor maduro Alexandre, tiene en la actualidad un novio. Él es el único personaje capaz de enlazar anécdotas de estrellas del Hollywood Dorado. De este modo son varias las subhistorias introducidas dentro de la trama principal. Estamos, por tanto, ante  una película que con un sencillo planteamiento analiza, desmonta y transforma en real el maravilloso mundo del cine. A través del entramado humano, muestra cómo se desarrolla un rodaje, cuáles son sus elementos integrantes, personales y técnicos, cuáles son las principales dudas que los torturan a sus creadores, los miedos que los invaden y a los que se enfrentan cada día.

El idealizado planeta Cine es traído al mundo terrenal, pero no para que pierda su magia, sino para que gane en humanidad.  

la noche americana

"El rodaje de una película puede compararse con el trayecto en Diligencia por el Oeste. Al principio, todos esperan hacer un viaje estupendo, pero pronto empiezan a preguntarse si lograrán llegar a su destino". (F.Truffaut)

Título original: La nuit américaine.

Director: François Truffaut

Intérpretes: Jacqueline Bisset, Valentina Cortese, Dani, Alexandra Stewart, Jean-Pierre Aumont, Jean Champion, Jean-Pierre Léaud, François Truffaut.

Trailer:



Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard

Información complementaria:

el juez de la horca
La historia de Roy Bean, es muy sencilla: un forajido, harto de deambular por el Far West, recala en la ciudad de Vinneganon, Texas y tras una serie de vicisitudes, decide erigirse en ella como "La justicia al oeste de Pecos" y convertir un prostíbulo en su peculiar Juzgado. Absolutamente lego en estudios jurídicos, se jacta de conocer leyes "porque las ha quebrantado todas a lo largo de mi vida", y de que sólo necesita un revolver y una soga para hacer justicia. El personaje de había hecho famoso en el cine gracias ala carismático western "El forajido (1940)" de William Wyler, interpretando de manera muy solvente por el excelente actor Walter Brennan, papel que le valió el óscar al mejor actor secundario. Tuvo una serie propia, "Judge Roy Bean (1956-57)", de 39 episodios en una única temporada, protagonizada por Edgar Buchanan. Aparece en el western el especialista Budd Boetticher, "Un tiempo para morir (1969)", y en las miniseries "Lillie (1978)", sobre la vida de la actriz británica Emile Charlotte Le Breton, más conocida como Lilly Langtry y "Las calles de Laredo (1995)", dirigida por Joseph Sargent, donde el actor Ned Beatty interpreta al juez. John Huston ha sido catalogado, con bastante acierto, por historiadores y críticos de cine, como "el cineasta del fracaso". Su filmografía, especial en muchos sentidos, está impregnada de personajes de espíritu aventurero y provistos de cierta entereza u desencanto, auténticos perdedores en la lucha de la vida. Si observamos películas como "El tesoro de Sierra Madre (1948)", "La jungla del asfalto (1950)", "Vidas rebeldes (1969)" o la obra maestra basada en el texto de Rudyard Kipling "El hombre que pudo reinar (1975)", podemos comprobar su predilección por esos personajes, a los que el fracaso de la vida les persigue y alcanza, seres imbuidos en vidas apasionadas y desencantadas, con los que su visión del personaje del juez Roy Bean comparte no pocos puntos en común.

el juez de la horca

El realizador acomete el proyecto en unos años particularmente laboriosos de su carrera, pues acababa de terminar "Fat City (1972)", una de las películas más incisivas y perspicaces que existen sobre el mundo del boxeo, y de llevar a cabo su secundario pero jugoso papel en "El hombre de La Tierra Salvaje (1971)". Huston conocía muy bien las historias de estos personajes auto-iluminados del far west. Su padre, Walter, había sido actor el teatro ambulante (también lo fue para el cine). Su abuelo, John  Marcellus Gore, entre otras profesiones, fue Magistrado en la ciudad de Perry, en el territorio de Oklahoma. La abuela, Adela Richardson Gore, le contaba a Huston en su niñez las aventuras de su abuelo, de quien se sentía particularmente orgulloso y con quien compartía su pasión por beber, jugar y vivir una vida plagada de aventuras. Resulta bastante llamativa la capacidad mimética de un cineasta como Huston, formado, como hemos comprobado, en el periodo clásico, pues acomete esta peculiar mirada, a ratos caricaturesca y un tanto grotesca, sobre un personaje icono de la historia de los EEUU, en una época, los años 70 del Siglo XX, de grandes convulsione sociales y políticas. La sociedad americana había superado la inocencia e hipocresía de los años 50 y primeros 60. Tenía mucho peso entre importantes sectores la lucha por los derechos civiles y el espectro de la impopular guerra de Vietnam azotaba implacablemente a la población y a la clase política en general. En el año concreto de estreno de esta película, el escándalo Watergate ocupaba las portadas de los periódicos y oscurecía el mandato de Richard Nixon.

el juez de la horca

El cine, por tanto, como particular reflejo de la vida, cambiaba, se adaptaba a los nuevos gustos del público y arremetía sin piedad contra los mitos establecidos, revisando las formas clásicas, revisión que pasaba por la desmitificación de los géneros hasta entonces sagrados e intocables. En concreto, por lo que respecta al género cinematográfico por excelencia, el western, las manera clásicas de cineastas como John Ford, Anthony Mann, Delmer Daves, Budd Boetticher o Howard Hawks, se fueron tamizando por el éxito del spaguetti-western, con Sergio Leone a la cabeza, y la nueva concepción formal y temática que aportaba al género, pero también denominado western crepuscular. Esta nueva variante ahondaba en el retrato de unos personajes que vivieron tiempos mejores, cansados de deambular por el hostil y salvaje Oeste, imbuidos en odiseas que culminan en considerables baños de sangre, casi siempre en defensa de una dignidad recuperada. Esta visión catártica del género vino prácticamente instaurada por el realizador Sam Peckinpah, a partir de la prematura y soberbia "Duelo en alta sierra (1962)". Alcanzaría la categoría de "palabras mayores" con la obras maestras de este apasionante realizador como son "Grupo salvaje (1969)", "La balada de Cable Hogue (1970)", película ésta con la que "El juez de la horca" comparte más de un punto en común, en cuanto a tratamiento del personaje central y el tono general de la narración, y sobre todo "Pat Garret y Billy the Kid (1973)".

el juez de la horca

En ésta última, Peckinpah retrata, en clave de muerte anunciada, la falta de adaptación a los nuevos tiempos por parte de los legendarios personajes del título, situados en opuestos lados de la ley, en un maravilloso ejercicio de nostalgia y amistad traicionada, muy a fin a las inquietudes de su realizador, que cuenta con el fascinante subrayado musical de Bob Dylan. El guionista John Milius, años después realizador éxito, trato de dirigir la película, para lo cual quería optar por una visión más seria, por un retrato más espartano e implacable del personaje del juez Roy Bean, con una apuesta en escena entre solemne y operística, estilo Sergio Leone. Milius declaró que su juez era como el General Patton, mientras que el resultado fue un western "estilo Beverly Hills", donde Paul Newman pretendía repetir el éxito de "Dos hombres y un destino (1969)" y donde el personaje resulta hasta encantador. Huston y John Foreman, el productor, con la cooperación necesaria de Paul Newman, excelente papel, se decantaron por el definitivo tono más bien caricaturesco y fanfarrón de este personaje, no ocultando cierta simpatía por el mismo (bastante ingenuo, prácticamente se deja embaucar en un momento de la cinta, y muy inmaduro a la hora de expresar sus emociones personales). En cualquier caso, la mirada sobre el personaje parece definitivamente crítica con esta peculiar manera de ejercer las leyes en esta tierra de nadie, sin rehuir, curiosamente, cierta mítica a la hora de rediseñar el personaje en la parte final de la cinta.

Frase para recordar: "No importa lo que digas. Voy a colgarte porque yo soy la ley y la ley es el brazo fuerte de la justicia. ¡Coged una cuerda!".

el juez de la horca el juez de la horca

Título original: The life and times of Judge Roy Bean.

Director: John Huston.

Intérpretes: Paul Newman, Jacqueline Bisset, Stacey Keach, Anthony Perkins, Ava Gardner.

B.S.O.: 



Información complementaria:
John Huston

Reseña escrita por Manuel García de Mesa.

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El Juez De La Horca [DVD]

EL JUEZ DE LA HORCA (1972). El juzgado de Paul Newman.

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La historia de Roy Bean, es muy sencilla: un forajido, harto de deambular por el Far West, recala en la ciudad de Vinneganon, Texas y tras una serie de vicisitudes, decide erigirse en ella como "La justicia al oeste de Pecos" y convertir un prostíbulo en su peculiar Juzgado. Absolutamente lego en estudios jurídicos, se jacta de conocer leyes "porque las ha quebrantado todas a lo largo de mi vida", y de que sólo necesita un revolver y una soga para hacer justicia. El personaje de había hecho famoso en el cine gracias ala carismático western "El forajido (1940)" de William Wyler, interpretando de manera muy solvente por el excelente actor Walter Brennan, papel que le valió el óscar al mejor actor secundario. Tuvo una serie propia, "Judge Roy Bean (1956-57)", de 39 episodios en una única temporada, protagonizada por Edgar Buchanan. Aparece en el western el especialista Budd Boetticher, "Un tiempo para morir (1969)", y en las miniseries "Lillie (1978)", sobre la vida de la actriz británica Emile Charlotte Le Breton, más conocida como Lilly Langtry y "Las calles de Laredo (1995)", dirigida por Joseph Sargent, donde el actor Ned Beatty interpreta al juez. John Huston ha sido catalogado, con bastante acierto, por historiadores y críticos de cine, como "el cineasta del fracaso". Su filmografía, especial en muchos sentidos, está impregnada de personajes de espíritu aventurero y provistos de cierta entereza u desencanto, auténticos perdedores en la lucha de la vida. Si observamos películas como "El tesoro de Sierra Madre (1948)", "La jungla del asfalto (1950)", "Vidas rebeldes (1969)" o la obra maestra basada en el texto de Rudyard Kipling "El hombre que pudo reinar (1975)", podemos comprobar su predilección por esos personajes, a los que el fracaso de la vida les persigue y alcanza, seres imbuidos en vidas apasionadas y desencantadas, con los que su visión del personaje del juez Roy Bean comparte no pocos puntos en común.

el juez de la horca

El realizador acomete el proyecto en unos años particularmente laboriosos de su carrera, pues acababa de terminar "Fat City (1972)", una de las películas más incisivas y perspicaces que existen sobre el mundo del boxeo, y de llevar a cabo su secundario pero jugoso papel en "El hombre de La Tierra Salvaje (1971)". Huston conocía muy bien las historias de estos personajes auto-iluminados del far west. Su padre, Walter, había sido actor el teatro ambulante (también lo fue para el cine). Su abuelo, John  Marcellus Gore, entre otras profesiones, fue Magistrado en la ciudad de Perry, en el territorio de Oklahoma. La abuela, Adela Richardson Gore, le contaba a Huston en su niñez las aventuras de su abuelo, de quien se sentía particularmente orgulloso y con quien compartía su pasión por beber, jugar y vivir una vida plagada de aventuras. Resulta bastante llamativa la capacidad mimética de un cineasta como Huston, formado, como hemos comprobado, en el periodo clásico, pues acomete esta peculiar mirada, a ratos caricaturesca y un tanto grotesca, sobre un personaje icono de la historia de los EEUU, en una época, los años 70 del Siglo XX, de grandes convulsione sociales y políticas. La sociedad americana había superado la inocencia e hipocresía de los años 50 y primeros 60. Tenía mucho peso entre importantes sectores la lucha por los derechos civiles y el espectro de la impopular guerra de Vietnam azotaba implacablemente a la población y a la clase política en general. En el año concreto de estreno de esta película, el escándalo Watergate ocupaba las portadas de los periódicos y oscurecía el mandato de Richard Nixon.

el juez de la horca

El cine, por tanto, como particular reflejo de la vida, cambiaba, se adaptaba a los nuevos gustos del público y arremetía sin piedad contra los mitos establecidos, revisando las formas clásicas, revisión que pasaba por la desmitificación de los géneros hasta entonces sagrados e intocables. En concreto, por lo que respecta al género cinematográfico por excelencia, el western, las manera clásicas de cineastas como John Ford, Anthony Mann, Delmer Daves, Budd Boetticher o Howard Hawks, se fueron tamizando por el éxito del spaguetti-western, con Sergio Leone a la cabeza, y la nueva concepción formal y temática que aportaba al género, pero también denominado western crepuscular. Esta nueva variante ahondaba en el retrato de unos personajes que vivieron tiempos mejores, cansados de deambular por el hostil y salvaje Oeste, imbuidos en odiseas que culminan en considerables baños de sangre, casi siempre en defensa de una dignidad recuperada. Esta visión catártica del género vino prácticamente instaurada por el realizador Sam Peckinpah, a partir de la prematura y soberbia "Duelo en alta sierra (1962)". Alcanzaría la categoría de "palabras mayores" con la obras maestras de este apasionante realizador como son "Grupo salvaje (1969)", "La balada de Cable Hogue (1970)", película ésta con la que "El juez de la horca" comparte más de un punto en común, en cuanto a tratamiento del personaje central y el tono general de la narración, y sobre todo "Pat Garret y Billy the Kid (1973)".

el juez de la horca

En ésta última, Peckinpah retrata, en clave de muerte anunciada, la falta de adaptación a los nuevos tiempos por parte de los legendarios personajes del título, situados en opuestos lados de la ley, en un maravilloso ejercicio de nostalgia y amistad traicionada, muy a fin a las inquietudes de su realizador, que cuenta con el fascinante subrayado musical de Bob Dylan. El guionista John Milius, años después realizador éxito, trato de dirigir la película, para lo cual quería optar por una visión más seria, por un retrato más espartano e implacable del personaje del juez Roy Bean, con una apuesta en escena entre solemne y operística, estilo Sergio Leone. Milius declaró que su juez era como el General Patton, mientras que el resultado fue un western "estilo Beverly Hills", donde Paul Newman pretendía repetir el éxito de "Dos hombres y un destino (1969)" y donde el personaje resulta hasta encantador. Huston y John Foreman, el productor, con la cooperación necesaria de Paul Newman, excelente papel, se decantaron por el definitivo tono más bien caricaturesco y fanfarrón de este personaje, no ocultando cierta simpatía por el mismo (bastante ingenuo, prácticamente se deja embaucar en un momento de la cinta, y muy inmaduro a la hora de expresar sus emociones personales). En cualquier caso, la mirada sobre el personaje parece definitivamente crítica con esta peculiar manera de ejercer las leyes en esta tierra de nadie, sin rehuir, curiosamente, cierta mítica a la hora de rediseñar el personaje en la parte final de la cinta.

Frase para recordar: "No importa lo que digas. Voy a colgarte porque yo soy la ley y la ley es el brazo fuerte de la justicia. ¡Coged una cuerda!".

el juez de la horca el juez de la horca

Título original: The life and times of Judge Roy Bean.

Director: John Huston.

Intérpretes: Paul Newman, Jacqueline Bisset, Stacey Keach, Anthony Perkins, Ava Gardner.

B.S.O.: 



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