En los estudios
La Victorine de cine en Niza, se prepara el rodaje de la película: "Je Vous
Présente Paméla (Os Presento a Pamela)", un melodrama centrado en torno a una mujer joven que
decide escaparse con el padre de su marido. El director de la producción,
Ferrand (François Truffaut) tendrá que lidiar con toda una serie de problemas
para que la proyección pueda seguir su curso y quedar acabada a tiempo. La
pareja de maduros actores, padres del joven, está representados por Alexandre
(Jean-Pierre Aumont) y Séverine (Valentina Cortese). Ambos fueron grandes
estrellas en el pasado, incluso compartieron un romance, pero ahora tienen que
lidiar con su presente. Por otro lado tenemos a Alphonse (Jean-Pierre Léaud), un
galán joven y temperamental, inmaduro y egoísta, que forma pareja en la ficción
con una actriz británica, Julie Baker (Jacqueline Bisset), la cual arrastra la lacra de haber abandonado
una película en pleno rodaje por una depresión
hace un año y medio. Con esta cinta Truffaut escribe su singular carta de
amor hacia el Séptimo Arte. Uno de los más claros y famosos ejemplos de
metacine que han sido rodados. El director introduce la particularidad de crear
un relato contando cómo se elabora una película en el set de rodaje, dando
forma de esta manera, a la compleja tarea de contar una historia dentro de otra
historia que sirve de escenario y continente al mismo tiempo, nos describe las
intimidades y entresijos del mundo del cine.
Ya desde el título, François Truffaut, comienza por introducir uno de los múltiples intertextos que iremos descubriendo si prestamos atención al desarrollo de la trama. La noche americana hace referencia a una técnica utilizada para simular una ambientación nocturna en una escena rodada a plena luz del día. Con la utilización de los filtros adecuados, una escena rodada durante el día simulará ocurrir en plena noche. También son muy significativos los créditos iniciales, sobre los que apreciamos una visualización ondulante que corresponde a cómo se imprimen los sonidos en banda, a modo de representación del audímetro y correspondientes a la música que estamos escuchando perteneciente a la propia BSO, de Georges Delerue. Y así será durante toda la cinta, múltiples detalles intertextuales, guiños en clave cinematográfica, estratégicamente colocados para ser descubiertos por los atentos cinéfilos. No es casualidad que una de las calles del Set se denomine Jean Vigo. Ni tampoco lo es un plano detalle en el que el director recibe un encargo de libros, todos ellos de cine: Hitchcock, Dreyer, Rossellini, Bresson, Lubitsch, y un largo etcétera. El cineasta aguanta el plano hasta que hemos podido observar todos y cada uno de los libros. El comienzo no deja de ser impactante. Una gran demostración de cómo se rueda un plano secuencia. En general, serán los planos largos los que seguirán a los protagonistas, especialmente al director caminado entre el Set de rodaje.
Ya desde el título, François Truffaut, comienza por introducir uno de los múltiples intertextos que iremos descubriendo si prestamos atención al desarrollo de la trama. La noche americana hace referencia a una técnica utilizada para simular una ambientación nocturna en una escena rodada a plena luz del día. Con la utilización de los filtros adecuados, una escena rodada durante el día simulará ocurrir en plena noche. También son muy significativos los créditos iniciales, sobre los que apreciamos una visualización ondulante que corresponde a cómo se imprimen los sonidos en banda, a modo de representación del audímetro y correspondientes a la música que estamos escuchando perteneciente a la propia BSO, de Georges Delerue. Y así será durante toda la cinta, múltiples detalles intertextuales, guiños en clave cinematográfica, estratégicamente colocados para ser descubiertos por los atentos cinéfilos. No es casualidad que una de las calles del Set se denomine Jean Vigo. Ni tampoco lo es un plano detalle en el que el director recibe un encargo de libros, todos ellos de cine: Hitchcock, Dreyer, Rossellini, Bresson, Lubitsch, y un largo etcétera. El cineasta aguanta el plano hasta que hemos podido observar todos y cada uno de los libros. El comienzo no deja de ser impactante. Una gran demostración de cómo se rueda un plano secuencia. En general, serán los planos largos los que seguirán a los protagonistas, especialmente al director caminado entre el Set de rodaje.
"¿Qué es un director de Cine?. Una persona a la que constantemente están haciéndole preguntas."
El argumento,
basado en la colaboración del propio director con Jean-Louis Richard y Suzanne
Schiffman, está basado en el devenir diario de un rodaje, en sus dificultades
y problemas, construyendo todo un relato de vivencias y situaciones que hacen
al espectador partícipe de la ardua tarea que supone elaborar una película. Se
nos transmite la idea del trabajo en equipo, igualando a todos los personajes
en el escenario de trabajo y rindiendo
así homenaje a las personas anónimas que existen tras las cámaras. Las
anécdotas que incluye como problemas reales del trabajo diario le dan un valor
más humano a cada uno de los integrantes. Al igual que la técnica que da nombre
a la cinta, el director es capaz de filtrar todos los crudos aspectos reales
bajo un prisma de ternura sin abandonar al mismo tiempo cierto sentido crítico,
del que no se libra ni el personaje del Director, interpretado por él mismo, un tipo sordo dotado de gran
paciencia y serenidad. Otro punto interesante son los sueños del Director, en
sus momentos de tensión, cuando un niño con bastón finalmente logra quitar del
tablón de un cine todas las fotos de la película de Orson Welles, Ciudadado Kane.
Con gran sutileza transforma los detalles más sórdidos en pequeñas salidas de tono de unos personajes que viven en otro mundo, el mundo del cine. Y lo hace mediante una comicidad para nada absurda ni grotesca. Por ejemplo, es notable como caracteriza a la estrella extranjera contratada. Una bellísima Jacqueline Bissett, casada con su propio médico mucho mayor que ella, hija de una actriz de Hollywood, que como bien comenta el director con su ayudante en una certera frase: "Todos estos hijos de grandes estrellas no pueden con el peso de sus padres". El ataque de llanto que paraliza el rodaje cuando su marido la telefonea porque Alphonse le ha comunicado su infidelidad, es tratado con ironía y delicadeza a partes iguales. Como lo son el resto de las peculiaridades de los personajes, adorados en el cine, humanos en el mundo real. Es inevitable no reírse con las aventuras sexuales de la ayudante de Script y del temperamental y caprichoso protagonista, Alphonse. El alcoholismo de la actriz madura, Severine, se muestra con sus dos vertientes, ridiculizada en el plató, pero apuntando la desgracia de su hijo muriendo de leucemia. También resulta curioso cómo el gran galán de antaño, el actor maduro Alexandre, tiene en la actualidad un novio. Él es el único personaje capaz de enlazar anécdotas de estrellas del Hollywood Dorado. De este modo son varias las subhistorias introducidas dentro de la trama principal. Estamos, por tanto, ante una película que con un sencillo planteamiento analiza, desmonta y transforma en real el maravilloso mundo del cine. A través del entramado humano, muestra cómo se desarrolla un rodaje, cuáles son sus elementos integrantes, personales y técnicos, cuáles son las principales dudas que los torturan a sus creadores, los miedos que los invaden y a los que se enfrentan cada día.
Con gran sutileza transforma los detalles más sórdidos en pequeñas salidas de tono de unos personajes que viven en otro mundo, el mundo del cine. Y lo hace mediante una comicidad para nada absurda ni grotesca. Por ejemplo, es notable como caracteriza a la estrella extranjera contratada. Una bellísima Jacqueline Bissett, casada con su propio médico mucho mayor que ella, hija de una actriz de Hollywood, que como bien comenta el director con su ayudante en una certera frase: "Todos estos hijos de grandes estrellas no pueden con el peso de sus padres". El ataque de llanto que paraliza el rodaje cuando su marido la telefonea porque Alphonse le ha comunicado su infidelidad, es tratado con ironía y delicadeza a partes iguales. Como lo son el resto de las peculiaridades de los personajes, adorados en el cine, humanos en el mundo real. Es inevitable no reírse con las aventuras sexuales de la ayudante de Script y del temperamental y caprichoso protagonista, Alphonse. El alcoholismo de la actriz madura, Severine, se muestra con sus dos vertientes, ridiculizada en el plató, pero apuntando la desgracia de su hijo muriendo de leucemia. También resulta curioso cómo el gran galán de antaño, el actor maduro Alexandre, tiene en la actualidad un novio. Él es el único personaje capaz de enlazar anécdotas de estrellas del Hollywood Dorado. De este modo son varias las subhistorias introducidas dentro de la trama principal. Estamos, por tanto, ante una película que con un sencillo planteamiento analiza, desmonta y transforma en real el maravilloso mundo del cine. A través del entramado humano, muestra cómo se desarrolla un rodaje, cuáles son sus elementos integrantes, personales y técnicos, cuáles son las principales dudas que los torturan a sus creadores, los miedos que los invaden y a los que se enfrentan cada día.
El idealizado planeta Cine es traído al mundo
terrenal, pero no para que pierda su magia, sino para que gane en humanidad.
"El
rodaje de una película puede compararse con el trayecto en Diligencia por el
Oeste. Al principio, todos esperan hacer un viaje estupendo, pero pronto
empiezan a preguntarse si lograrán llegar a su destino". (F.Truffaut)
Título original: La nuit américaine.
Director: François Truffaut
Intérpretes: Jacqueline
Bisset, Valentina Cortese, Dani, Alexandra Stewart, Jean-Pierre Aumont, Jean
Champion, Jean-Pierre Léaud, François Truffaut.
Trailer:
Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard
Información complementaria:
1 opiniones :
me ha gustadp un monton tu reseña Barbara
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