Había oído hablar de ella como una película de vampiras lesbianas y muchacho que era uno pudo bastante el morbo. Sabía quién era Catherine Deneuve y David Bowie pero no la Sarandon, y precisamente ese encuentro entre las dos, la una sofisticada casi etérea y la otra totalmente carnal inspiró más de un sueño húmedo.
Pero vayamos desde el comienzo. Myriam Blaylock (Catherine Deneuve) es una mujer sumamente atractiva y se supone muy acaudalada y aristocrática, la vemos entrar a una disco con su acompañante John y ligan con otro dúo, en una secuencia muy videoclipera de los 80 con la insinuante canción "Bela Lugosi is dead", solo que la escena de intercambio de parejas termina en un festín de sexo y sangre.
¡VAMPIROS! No había visto algo igual, el montaje de esta introducción te dejaba sin aliento, música, imagenes muy próximas al porno, la Deneuve, un arcano objeto ceremonial, sangre, más música, más sexo y más sangre… y de repente un cambio de melodía. Los amantes descansan y se bañan. Se oye música de Schubert al fondo.
Para aquella época poco sabía de la Hammer y lo escaso que había visto en la tele me refería a Christopher Lee y Peter Cushing, qué iba yo a saber de las vampiras sáficas de la casa británica y peor aún de un tal Jean Rollin y otro llamado Jess Franco que ya habían visitado estos caminos con más o menos carne, colmillos y hemoglobina. El caso es que John empieza a notar que algo está mal, se siente enfermo, no duerme bien, su cara se marca con arrugas, Myriam solo insinúa: Está sucediendo. ¿No que los vampiros no envejecen? Lo que pasa es que ella no lo hace, sus compañeros sí, y al parecer cuando ella pierde el interés y hay un nuevo candidato, el anterior caduca. Y el nuevo objetivo es la Doctora Sarah Roberts, hematóloga.
La inmortalidad es lenta y hace falta compañía. Myriam tiene juventud e inmortalidad, los que ella convierte solo la segunda. Asistimos a un relevo como ha habido muchos desde tiempos inmemoriales. Sin atreverme a asegurar que es la mejor película de Tony Scott, que sí su ópera prima, lo cierto es que su pasado en el mundo de la publicidad le dio instrumentos para filmar esta simpar experiencia sensorial. La secuencia entre las dos actrices principales acompañadas de Lakme de Delibes es hermosa, intemporal y por supuesto destila sangre, sudor y sexo. Sus detractores dicen que la película es el resultado de filtros, edición y escenas lujuriosas, música selecta para el momento adecuado y actores en estado de gracia. Pues allá ellos si no les gusta. Para nosotros, los fans, es una de esas obras en que el resultado final es mucho mayor que la suma de sus partes.
Título original: The Hunger.
Director: Tony Scott.
Intérpretes: Catherine
Deneuve, David
Bowie, Susan
Sarandon, Cliff
De Young, Willem
Dafoe,Beth
Ehlers, Dan
Hedaya, Suzanne
Bertish.
Trailer:
Escena:
B.S.O.:
Reseña escrita por Carlos Fernando Carrión Quezada
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