LA HUELLA (1972). El juego del gato y el ratón de Laurence Olivier y Michael Caine.


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Andrew Wyke (Laurence Olivier) es un famoso, distinguido, pomposo y elitista escritor de novelas de intriga y policiacas y muy aficionado a los juegos de ingenio y a los juguetes autómatas invita a su lujosa mansión inglesa a Milo Tindle (Michael Caine), un advenedizo peluquero de moda, de origen italiano y amante de la mujer del escritor. La idea de Milo es que Wyke le conceda el divorcio a su mujer, pero este a cambio le propone un extraño plan: ambos idearán un plan para simular en la mansión el robo de las joyas de la esposa, y así ambos saldrían beneficiados; Milo podría mantener el nivel de vida al que está acostumbrada la esposa y Wyke cobraría el seguro de las joyas.

A partir de aquí, nada es lo que parece y los hechos se sucederán hasta convertirse en una cacería entre gato y ratón, ¿o al revés?...

La película es una adaptación de la obra de teatro de Anthony Shaffer (Frenesí) con guión escrito por el propio dramaturgo y por ello, contiene un fuerte carácter teatral, conservando la esencia de la obra original, eso sí. El argumento es una mezcla de misterio y trhiller que encaja como piezas de un puzzle en un guion magistralmente construido para que esas piezas encajen a la perfección al tempo narrativo, y se puedan producir las sorpresas de guion escondidas de una forma tan sabia. Todo ello contribuye a que el espectador se mantenga expectante hasta el final.

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La Huella fue la última obra maestra de Mankiewicz, su testamento cinematográfico, que además de las magnificencias del guión, reside su maestría en el sublime duelo interpretativo que realizan, Laurence Olivier y Michael Caine, dos de los más grandes actores del cine británico, únicos actores en escena, rodada casi exclusivamente en el interior de la mansión, los cuales se enfrentarán dialécticamente durante algo más de dos horas sin rebajar un ápice el interés por nuestra parte; al contrario, la expectación crece a medida que se va sucediendo la trama, ni la intensidad por parte de los actores, ayudados por la característica BSO de Cole Porter y John Addison y por abundantes primeros planos.

Un enfrentamiento por parte de dos hombres de condición social tan distinta: Wyke, inglés, culto, y refinado. Un malicioso sádico con un gusto infantil por los trucos y una adicción a los rompecabezas. que se siente superior intelectual y socialmente; el otro, Milo Tindle, un advenedizo peluquero de origen italiano, que mantiene una relación con la descuidada esposa del escritor, aunque esto último sea lo que menos le importe a éste.

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En definitiva, se crea un juego psicológico entre ambos en una atmósfera tensa, densa, reforzada por todos los muñecos autómatas que decoran la recargada mansión, un cruel juego de venganza, una persecución enfermiza en busca únicamente de la humillación del adversario. Una lucha intelectual a tumba abierta que requiere nuestra máxima atención y concentración y en la que no se sabe, a priori, quién resultará ganador. Aunque al principio, uno de ellos, parece ampliamente superado por su oponente, Mankiewicz nos tiene preparadas unas cuantas sorpresas y giros de guión. Es muy interesante el cambio de actitud y roles de los protagonistas a medida que avanza la historia. Así, el antes opresor, el que ejercía el poder, pasa ahora a oprimido y humillado, aunque al final de la cinta no sabemos diferenciar de una manera clara, quién es quién.

Mankiewicz, guión en mano, solía exponer el guión con el actor y lo que esperaba de él. De esta forma lo hizo con Olivier y Caine. Así, cada uno de ellos, tenía una vaga idea de lo que el otro iba a hacer en el rodaje, y al revés. El objetivo era, que ambos actores se sorprendieran mutuamente con sus interpretaciones. Consiguiendo ambos, interpretaciones memorables. Como curiosidad, la risa de Laurence Olivier es utilizada para las carcajadas de Jolly, el marinero sonriente. La cinta tuvo cuatro nominaciones a los premios de la Academia en las categorias de mejor director, mejor actor (ambos nominados) y mejor banda sonora de John Addison.

Kenneth Branagh rodó un remake en el 2007, con bastantes cambios sustanciales. Sustituyó la recargada y agobiante mansión victoriana de la original por una fría casa inteligente y donde Jude Law interpretaba el personaje de Caine y el propio Caine el de Olivier. Sin pretender desmerecer el talento de Branagh, que sin duda lo tiene, sobre todo en las adaptaciones que ha realizado de Shakespeare, no consigue imprimir en el remake, la tensión ni los giros narrativos, ni la excelsa calidad de la original.

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Frase para recordar: "Tiene que convencerles de que sólo ha sido un juego".

Título original: Sleuth.

Director: Joseph L. Mankiewicz.

Intérpretes: Laurence Olivier, Michael Caine, Alec Cawthorne, John Matthews, Eve Channing,Teddy Martin.

Trailer:


Escena:


Reseña escrita por Marilyn Rodríguez


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