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Londres, 1910. Jane (Karen Dotrice) y Michael (Mathew
Garber) son dos traviesos niños que traen de cabeza a su padre, el muy ocupado
empleado de banca, George Banks (David Tomlinson). Su esposa, Winifred (Glynis
Johns) tampoco tiene tiempo para ocuparse de sus pequeños al estar totalmente
inmersa en sus acciones como sufragista. Ambos deciden poner un anuncio en el
periódico para buscar una nueva niñera y los niños les exponen sus peculiares
demandas para elegirla. Sin saber cómo ni de dónde llega a la casa volando con
su paraguas una mágica y nueva niñera llamada Mary Poppins (Julie Andrews),
quien parece ser la indicada no sólo para hacerse cargo de los niños, sino para
abrirles los ojos a sus excesivamente ocupados padres. La niñera les introduce
a Jane y Michael, junto a su buen amigo, el bondadoso y algo payaso
deshollinador Bert (Dick Van Dyke) en un mundo de fantasía donde los animales
cobran vida, toman el te en el techo y suben escaleras de humo sobre las
chimeneas de los edificios de Londres a la vez que el señor Banks,
excesivamente estricto y nada afectuoso se va dando cuenta de que su mujer y
sus hijos le necesitan y que tiene que cambiar de actitud ante la vida porque
si no correrá el riesgo de perderlos cuando crezcan… Basada en los cuentos de la
escritora inglesa Pamela Lyndon Travers (nacida en Australia). Walt Disney
compró los derechos de la obra y pensó en un principio en Angela Lansbury para
el papel, pero debido al personaje tan terrorifico al que interpretó la actriz
poco antes en la muy interesante película "El mensajero del miedo (1962)", se decantó por Julie Andrews, a quien Walt descubrió tras
verla como Lady Ginebra en el musical de Alan Jay Lerner y Frederick Loewe
"Camelot (1967)".
Años más tarde Lansbury haría realidad su sueño de estar
en una película de Walt Disney, al encarnar a la bondadosa Englantine Price en
"La bruja Novata (1971)". En cuanto a Andrews, nada más ser rechazada
por Jack L. Warner para la versión cinematográfica del musical "My fairLady (1964)", también interpretada por ella en Broadway, al igual que
"Camelot", Disney le ofreció ser la niñera mágica de los cuentos de
Travers, quien no quedó muy contenta del cambio en el argumento, pues la
historia se desarrollaba en los años previos a la Segunda Guerra Mundial y no
en el Londres de principios de siglo. Muchos vieron en ese cambio cronológico
argumental un claro guiño a "My Fair Lady",cuyo hilo argumental - de
la obra de Bernard Shaw- se desarrolla en 1912, al competir ambos films en
taquilla y posteriormente en los Óscar de Hollywood y, con el morbo añadido de
que Andrews fue rechazada para el papel principal de la película competidora.
Además los vestidos de Julie recuerdan a los que llevaba como Eliza Doolittle
en el musical "My fair Lady" (el del principio, cuando llega a la casa
de los Banks se parece al que llevaba como florista en el principio y el blanco
que lleva en la magnífica escena de los dibujos animados es muy parecido al que
luce Eliza en Ascot).
Julie Andrews entró en el séptimo arte y por la puerta
grande. Nunca nadie ha podido sentirse tan equivocado como el productor Jack L.
Warner con su metedura de pata al rechazarla para repetir su exitosa Eliza
Doolittle que con tanto éxito había representado en los escenarios de Broadway
y Londres junto a Rex Harrison, pues no sólo participó en el mayor éxito de
Walt Disney hasta la fecha, con un arrollador éxito de taquilla sino que fue
además galardonada con el Óscar a la mejor actriz, un doble triunfo para
Andrews, quien a pesar de ello seguía enormemente dolida con el productor por
no poder hacer “My Fair Lady “ en el cine, así que, al recibir la estatuilla,
le agradeció públicamente a Mr. Warner el haberlo hecho posible, provocando una
carcajada general. Sin embargo, Rex Harrison al recibir el suyo de manos de
Audrey Hepburn, la Eliza cinematográfica, encima, agradeció su premio a sus dos
bellas damas. Julie posó junto a Audrey , ambas muy sonrientes, para hacer ver
que su disgusto no era con su admirada y respetada actriz, como siempre ha
contado Andrews en numerosas entrevistas, sino con el productor. Dejando aparte
la eterna discusión de que si le dieron el premio más por no hacer "My Fair
Lady" que por su interpretación en "Mary Poppins", yo pienso que la actriz
realiza una magnífica labor por su gran vis cómica y por esa maravillosa voz no
sólo hablando sino, claro está, cantando tan magistralmente, con ese registro
de mezzo soprano que tiene esta mujer.
Para el papel del amigo deshollinador de
Mary Poppins, Bert, Disney ecogió al actor y comediante con gran éxito en la
televisión americana Dick Van Dyke, y desde luego no se equivocó, pues con
grandes dosis de su gran vis cómica convirtió el personaje en uno de los más
queridos por el público familiar, y, además le sirvió para ser elegido al año
siguiente por Kenn Hughes para interpretar "Chitty chitty bang bang", otra gran
comedia musical familiar. Van Dyke también demostró dus enormes dotes para el
baile, como podemos comprobar en el número "Step in time" bailando en los
tejados de Londres rodeado por un excelente grupo de bailarines interpretando a
sus compañeros de profesión, un número realmente espectacular, gracias a las
excelentes coreografías de Max Breaux y Dee Dee Wood (quienes al año siguiente
volvieron a realizar un trabajo soberbio en "Sonrisas y lágrimas (1965)"). Karen
Dotrice y Mathew Garber fueron los elegidos para encarnar a los niños. Disney
tuvo un enorme feeling con ellos y la productora volvió a contratarlos para "El
abuelo está loco (1967)", película en la que volvieron a estar acompañados por
el genial Edd Wynn, el gran actor que encarnó al tío Albert en "Mary Poppins".
Garber desgraciadamente falleció siendo bien joven, a los 21 años, a causa de
una pancreatitis. Karen Dotrice lo recuerda con enorme pena, pues eran grandes
amigos en la vida real, en un documental de la edición del 40 aniversario de la
película.
David Tomlinson, gran actor británico de cine y de teatro, está
magnífico como el señor Banks, y nos regala grandes momentos en la película,
como en la escena en la que intenta coger de la chimenea los trozos de la carta
de los niños que creía haber roto y se da con la cabeza, o en la magistral
escena en la que tiene esa conversación con Bert , que consigue abrirle los
ojos y esa otra posterior en la que camina hacia el banco reflexionando con esa
maravillosa música de la melodía de la canción de la mujer de las palomas
sonando de fondo. Una enorme interpretación que, en mi opinión, mereció, al
menos, una nominación al Óscar al mejor actor de reparto. Años más tarde nos
regaló otro entrañable personaje, el profresor Emilius Brown en la también
mítica película de la Disney "La bruja novata". Glynis Johns, maravillosa
actriz galesa, a la que recordamos en maravillas como "El bufón de la
corte (1955)", junto a Danny Kaye, o en "Cita con Venus (1951)", junto a David
Niven, interpreta a Winifred Banks, la alocada sufragista, que tiene una
divertida canción al principio de la película, que estuvo a punto de no ser
incluida. Su papel enriquece la historia de manera notable. La verdad es que el
reparto es especial, pues como el tío Albert tenemos a Edd Wynn y como Katy
Nana, la niñera predecesora de Mary Poppins tenemos a nada más y nada menos que
a la magnífica actriz Elsa Lanchester, quien fue esposa de Charles Laughton.
Merece la pena recordar también a Jane Darwell, la veterana actriz ("Las Uvas
de la ira (1940)" de John Ford), a la que le hizo mucha ilusión encarnar al que sería
su último personaje poco antes de morir: la viejecita encantadora que da de
comer a las palomas en la catedral de San Pablo de Londres. Para rodar su
escena Walt Disney mandó personalmente un coche para recogerla y llevarla al
set pues la mujer era ya muy anciana. Para la dirección Disney contó con el
gran Robert Stevenson quien realizó una gran labor, rodando íntegramente en
decorados para recrear ese Londres de principios del siglo XX. Los temas
musicales están compuestos por los hermanos Richard M. y Robert B.Sherman,
quienes ya nos regalaron maravillosas bandas sonoras en películas Disney como "El libro de la selva (1967)" o "Winnie The pooh (1968)" y fueron contratados por
United Artistis para componer la banda sonora de "Chitty chitty bang bang".
Fueron doblemente galardonados por la banda sonora original y por la mejor
canción, “Chim chim che-ree”. Sus composiciones en "Mary Poppins" son realmente
prodigiosas: "A spoonful of sugar", "Sister Suffragette", "Supercalifragilisticexpialodoucius", y la más emotiva, para mi gusto: "Feed
the birds, tuppence a bag" son realmente de las más hermosas canciones
compuestas para un musical. Irwing Kostal se encargó de supervisar la música en
el film.
Para los efectos visuales se contó con la tecnología del
animatronics”, para animar y mover al paraguas de la niñera y a los pájaros del
tema musical "A spoonful of sugar". Para las escenas que mezclan imagen real
con dibujos animados (en la escena en la que los niños, la niñera y el
deshollinador entran en el cuadro), Disney contó con uno de sus habituales
colaboradores del estudio de animación de la productora: Hamilton S.
Luske.quien dirigió dichas escenas. Las canciones se doblaron a todos los
idiomas,y, reconociendo que el doblaje español es bueno, es decir que me
chirría menos que en "Sonrisas y lágrimas" o "Chitty chitty Bang bang" ya que
cuando Disney supervisa personalmente sus doblajes en otros países es por algo,
sigo defendiendo como siempre la versión original, y más en este caso, pues
Julie Andrews siempre nos ha regalado grandes momentos con su prodigiosa voz en
los musicales que ha protagonizado a lo largo de su carrera. Todos los avatares
de la producción de esta película, uno de los títulos míticos por excelencia en
la historia del cine, nos los muestra la reciente producción "Saving mr
Banks", dirigida por John Lee Hancock,, con Tom Hanks como Walt Disney y
Emma Thomson como Travers, que se estrena estos días.
Frase para recordar:"Esa maldita mujer, Mary poppins, tiene la culpa de
todo, desde que entró es esta casa empezaron todos mis problemas".
Director: Robert Stevenson.
Intérpretes: Julie Andrews, Dick van Dyke, David Tomlinson, Glynis Johns, Ed Wynn, Karen Dotrice.
Londres, 1910. Jane (Karen Dotrice) y Michael (Mathew
Garber) son dos traviesos niños que traen de cabeza a su padre, el muy ocupado
empleado de banca, George Banks (David Tomlinson). Su esposa, Winifred (Glynis
Johns) tampoco tiene tiempo para ocuparse de sus pequeños al estar totalmente
inmersa en sus acciones como sufragista. Ambos deciden poner un anuncio en el
periódico para buscar una nueva niñera y los niños les exponen sus peculiares
demandas para elegirla. Sin saber cómo ni de dónde llega a la casa volando con
su paraguas una mágica y nueva niñera llamada Mary Poppins (Julie Andrews),
quien parece ser la indicada no sólo para hacerse cargo de los niños, sino para
abrirles los ojos a sus excesivamente ocupados padres. La niñera les introduce
a Jane y Michael, junto a su buen amigo, el bondadoso y algo payaso
deshollinador Bert (Dick Van Dyke) en un mundo de fantasía donde los animales
cobran vida, toman el te en el techo y suben escaleras de humo sobre las
chimeneas de los edificios de Londres a la vez que el señor Banks,
excesivamente estricto y nada afectuoso se va dando cuenta de que su mujer y
sus hijos le necesitan y que tiene que cambiar de actitud ante la vida porque
si no correrá el riesgo de perderlos cuando crezcan… Basada en los cuentos de la
escritora inglesa Pamela Lyndon Travers (nacida en Australia). Walt Disney
compró los derechos de la obra y pensó en un principio en Angela Lansbury para
el papel, pero debido al personaje tan terrorifico al que interpretó la actriz
poco antes en la muy interesante película "El mensajero del miedo (1962)", se decantó por Julie Andrews, a quien Walt descubrió tras
verla como Lady Ginebra en el musical de Alan Jay Lerner y Frederick Loewe
"Camelot (1967)".
Años más tarde Lansbury haría realidad su sueño de estar
en una película de Walt Disney, al encarnar a la bondadosa Englantine Price en
"La bruja Novata (1971)". En cuanto a Andrews, nada más ser rechazada
por Jack L. Warner para la versión cinematográfica del musical "My fairLady (1964)", también interpretada por ella en Broadway, al igual que
"Camelot", Disney le ofreció ser la niñera mágica de los cuentos de
Travers, quien no quedó muy contenta del cambio en el argumento, pues la
historia se desarrollaba en los años previos a la Segunda Guerra Mundial y no
en el Londres de principios de siglo. Muchos vieron en ese cambio cronológico
argumental un claro guiño a "My Fair Lady",cuyo hilo argumental - de
la obra de Bernard Shaw- se desarrolla en 1912, al competir ambos films en
taquilla y posteriormente en los Óscar de Hollywood y, con el morbo añadido de
que Andrews fue rechazada para el papel principal de la película competidora.
Además los vestidos de Julie recuerdan a los que llevaba como Eliza Doolittle
en el musical "My fair Lady" (el del principio, cuando llega a la casa
de los Banks se parece al que llevaba como florista en el principio y el blanco
que lleva en la magnífica escena de los dibujos animados es muy parecido al que
luce Eliza en Ascot).
Julie Andrews entró en el séptimo arte y por la puerta
grande. Nunca nadie ha podido sentirse tan equivocado como el productor Jack L.
Warner con su metedura de pata al rechazarla para repetir su exitosa Eliza
Doolittle que con tanto éxito había representado en los escenarios de Broadway
y Londres junto a Rex Harrison, pues no sólo participó en el mayor éxito de
Walt Disney hasta la fecha, con un arrollador éxito de taquilla sino que fue
además galardonada con el Óscar a la mejor actriz, un doble triunfo para
Andrews, quien a pesar de ello seguía enormemente dolida con el productor por
no poder hacer “My Fair Lady “ en el cine, así que, al recibir la estatuilla,
le agradeció públicamente a Mr. Warner el haberlo hecho posible, provocando una
carcajada general. Sin embargo, Rex Harrison al recibir el suyo de manos de
Audrey Hepburn, la Eliza cinematográfica, encima, agradeció su premio a sus dos
bellas damas. Julie posó junto a Audrey , ambas muy sonrientes, para hacer ver
que su disgusto no era con su admirada y respetada actriz, como siempre ha
contado Andrews en numerosas entrevistas, sino con el productor. Dejando aparte
la eterna discusión de que si le dieron el premio más por no hacer "My Fair
Lady" que por su interpretación en "Mary Poppins", yo pienso que la actriz
realiza una magnífica labor por su gran vis cómica y por esa maravillosa voz no
sólo hablando sino, claro está, cantando tan magistralmente, con ese registro
de mezzo soprano que tiene esta mujer.
Para el papel del amigo deshollinador de
Mary Poppins, Bert, Disney ecogió al actor y comediante con gran éxito en la
televisión americana Dick Van Dyke, y desde luego no se equivocó, pues con
grandes dosis de su gran vis cómica convirtió el personaje en uno de los más
queridos por el público familiar, y, además le sirvió para ser elegido al año
siguiente por Kenn Hughes para interpretar "Chitty chitty bang bang", otra gran
comedia musical familiar. Van Dyke también demostró dus enormes dotes para el
baile, como podemos comprobar en el número "Step in time" bailando en los
tejados de Londres rodeado por un excelente grupo de bailarines interpretando a
sus compañeros de profesión, un número realmente espectacular, gracias a las
excelentes coreografías de Max Breaux y Dee Dee Wood (quienes al año siguiente
volvieron a realizar un trabajo soberbio en "Sonrisas y lágrimas (1965)"). Karen
Dotrice y Mathew Garber fueron los elegidos para encarnar a los niños. Disney
tuvo un enorme feeling con ellos y la productora volvió a contratarlos para "El
abuelo está loco (1967)", película en la que volvieron a estar acompañados por
el genial Edd Wynn, el gran actor que encarnó al tío Albert en "Mary Poppins".
Garber desgraciadamente falleció siendo bien joven, a los 21 años, a causa de
una pancreatitis. Karen Dotrice lo recuerda con enorme pena, pues eran grandes
amigos en la vida real, en un documental de la edición del 40 aniversario de la
película.
David Tomlinson, gran actor británico de cine y de teatro, está
magnífico como el señor Banks, y nos regala grandes momentos en la película,
como en la escena en la que intenta coger de la chimenea los trozos de la carta
de los niños que creía haber roto y se da con la cabeza, o en la magistral
escena en la que tiene esa conversación con Bert , que consigue abrirle los
ojos y esa otra posterior en la que camina hacia el banco reflexionando con esa
maravillosa música de la melodía de la canción de la mujer de las palomas
sonando de fondo. Una enorme interpretación que, en mi opinión, mereció, al
menos, una nominación al Óscar al mejor actor de reparto. Años más tarde nos
regaló otro entrañable personaje, el profresor Emilius Brown en la también
mítica película de la Disney "La bruja novata". Glynis Johns, maravillosa
actriz galesa, a la que recordamos en maravillas como "El bufón de la
corte (1955)", junto a Danny Kaye, o en "Cita con Venus (1951)", junto a David
Niven, interpreta a Winifred Banks, la alocada sufragista, que tiene una
divertida canción al principio de la película, que estuvo a punto de no ser
incluida. Su papel enriquece la historia de manera notable. La verdad es que el
reparto es especial, pues como el tío Albert tenemos a Edd Wynn y como Katy
Nana, la niñera predecesora de Mary Poppins tenemos a nada más y nada menos que
a la magnífica actriz Elsa Lanchester, quien fue esposa de Charles Laughton.
Merece la pena recordar también a Jane Darwell, la veterana actriz ("Las Uvas
de la ira (1940)" de John Ford), a la que le hizo mucha ilusión encarnar al que sería
su último personaje poco antes de morir: la viejecita encantadora que da de
comer a las palomas en la catedral de San Pablo de Londres. Para rodar su
escena Walt Disney mandó personalmente un coche para recogerla y llevarla al
set pues la mujer era ya muy anciana. Para la dirección Disney contó con el
gran Robert Stevenson quien realizó una gran labor, rodando íntegramente en
decorados para recrear ese Londres de principios del siglo XX. Los temas
musicales están compuestos por los hermanos Richard M. y Robert B.Sherman,
quienes ya nos regalaron maravillosas bandas sonoras en películas Disney como "El libro de la selva (1967)" o "Winnie The pooh (1968)" y fueron contratados por
United Artistis para componer la banda sonora de "Chitty chitty bang bang".
Fueron doblemente galardonados por la banda sonora original y por la mejor
canción, “Chim chim che-ree”. Sus composiciones en "Mary Poppins" son realmente
prodigiosas: "A spoonful of sugar", "Sister Suffragette", "Supercalifragilisticexpialodoucius", y la más emotiva, para mi gusto: "Feed
the birds, tuppence a bag" son realmente de las más hermosas canciones
compuestas para un musical. Irwing Kostal se encargó de supervisar la música en
el film.
Para los efectos visuales se contó con la tecnología del
animatronics”, para animar y mover al paraguas de la niñera y a los pájaros del
tema musical "A spoonful of sugar". Para las escenas que mezclan imagen real
con dibujos animados (en la escena en la que los niños, la niñera y el
deshollinador entran en el cuadro), Disney contó con uno de sus habituales
colaboradores del estudio de animación de la productora: Hamilton S.
Luske.quien dirigió dichas escenas. Las canciones se doblaron a todos los
idiomas,y, reconociendo que el doblaje español es bueno, es decir que me
chirría menos que en "Sonrisas y lágrimas" o "Chitty chitty Bang bang" ya que
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Julie Andrews siempre nos ha regalado grandes momentos con su prodigiosa voz en
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la historia del cine, nos los muestra la reciente producción "Saving mr
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Frase para recordar:"Esa maldita mujer, Mary poppins, tiene la culpa de
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-Responder a la siguiente pregunta y compartir el enlace en las redes sociales:
¿Qué animal protagoniza esta divertida película de animación? (Deja tu respuesta en nuestro enlace de facebook (Pincha aquí).
(IMPRESCINDIBLE realizar cada uno de los pasos mencionados para participar en el concurso). ¡¡Muchas gracias por participar y suerte a los participantes!!
Nota: Fecha máxima para participar hasta el 18 de Febrero. El día 19 de Febrero anunciaremos el nombre del ganador/ganadora, Contactaremos con él/ella en privado para hacerle llegar el regalo. Sorteo valido sólo para residentes en España. El envío del premio se realizará únicamente en territorio español. Actualización: El/La afortunado/a en llevarse una copia de la película "Turbo" por cortesía de 20th Century Fox Home España es: Margari Estéves
(La elección del ganador se ha hecho a través del programa Random.org, se han puesto los nombres de los 20 participantes y el programa de ha encargado de ponerlos en orden, el primero en quedar en la lista es el ganador del sorteo).
¡Muchas gracias a todos por participar y Enhorabuena a la Ganadora!
Puedes adquirir la película en DVD y Blu-Ray en este enlace: Pincha aquí
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Nunnally Johnson fue un cineasta (previamente periodista en consagrados periodicos neoyorkinos como "The Brooklyn Eagle" y el "New York Tribune"), que gozó del respeto de Hollywood tras escribir para la 20th Century Fox. En dicha productora escribiría los guiones de "Prisioneros del odio (1936)" de John Ford, "Tierra de audaces (1939)" de Henry King y "Las uvas de la ira (1940)", también de John Ford. Fue con este último, adaptando la popular novela de John Steindeck, donde se consagraría definitivamente en la meca del cine (obtendría una nominación a los Óscar en la ceremonia de aquel año). En 1943, se lanzaría de lleno en el terreno de la producción, fundado junto a William Goetz, la Internacional Pictures. Con dicha productora, Nunnally Johnson debutaría como productor, ejerciendo al mismo tiempo las funciones de guionista, con la película "La mujer del cuadro", título el cual me centro en esta reseña. El film, basándose en el bestseller de J.H.Wallis "Once off guard", iba a tener como director a Fritz Lang, realizador austriaco que combinaría tierras alemanas y estadounidenses (con un breve paréntesis en Francia con el drama fantástico "Lilliam (1934)") para llevar a cabo sus trabajos cinematográficos.
En tierras teutonas dejó joyas del expresionismo alemán como fueron "El doctor Mabuse (1922)" y "Metrópolis (1927)" y todo un clásico de los años 30 como fue "M, el vampiro de Düsseldorf (1931)", película que supondría el debut en la gran pantalla del genial Peter Lorre ("Casablanca (1942)"). En cambio, en Estados Unidos, Fritz Lang se decantaría por el cine negro (o el denominado "film noir"), realizando míticas obras como "Perversidad (1945)", "Los sobornados (1953)" o "Deseos humanos (1954)". Por supuesto que "La mujer del cuadro" pertenece a ese grupo selecto de importantes obras hechas por Fritz Lang en el territorio estadounidense. La trama de la película estaría centrada en Richard Wanley, un profesor de psicología que se queda solo en casa tras irse de vacaciones su esposa e hijos. Una noche, dando un paseo ve en un escaparate el cuadro de una bella mujer, por el cuál Wanley queda prendado. Su gran sorpresa y a la vez enorme alegría se produce cuando conoce casualmente en persona a la modelo de dicho cuadro (Alice Reed) y le invita ésta a su apartamento. Un sueño hecho realidad para el bueno de Wanley, si no fuera por la repentina aparición del amante de la mujer (Claude Mazard) en el apartamento.
Una pelea entre los dos termina con la muerte de Mazard a manos de Wanley. A partir de ese momento Wanley se verá envuelto en una pesadilla difícil de escapar. Fritz Lang nos introduce en una espiral de tensión y suspense, donde tiene cabida las femme fatales, el asesinato. el adulterio, los remordimientos y el chantaje. La película nos presentaría dos finales, uno de drástico y dramático desenlace y otro (bajo mi opinión innecesario pero que me imagino que sería toda una sorpresa para el publico de la época) orientado al "happy end". Ninguno de los finales desvelaré para aquellos que no hallan visto la película. El peso del film recaería en el extraordinario Edward G. Robinson ("Cayo Largo (1948)"), su convincente interpretación es un perfecto aliciente para no perderse este film. Y es que Robinson, todo un referente en el cine de cine negro de la década de los años 40, representaría a Richard Wanley, un hombre cincuentón, de vida acomodada pero carente de emociones donde su correcta moralidad y honradez empieza a tambalearse en el momento que conoce a Alice Reed, un hermosa mujer pero a la vez llena de peligro.
El personaje de Alice Reed sería interpretado por la actriz Joan Bennett, una actriz incluida en ese selecto grupo de mujeres fatales de la historia del cine, como fueron Gene Tierney, Rita Hayworth, Ava Gardner, Alida Valli, Jane Greer...etc. Anteriormente la habíamos visto ejerciendo ese rol en la película "La fugitiva de los trópicos (1938)" de Tay Garnett. Entre las escenas del film sin dudas hay que destacar el espectral momento donde un cautivado Richard Wanley mirando el cuadro le sale el reflejo de la mujer real en el cristal del escaparate. Como curiosidad destacar que Edward G. Robinson y Joan Bennett, la pareja protagonista, volverían a trabajar juntos a las ordenes de Fritz Lang en "Perversidad (1945)".
Frase para recordar: "No hay más que tres formas de tratar con un chantajista, se le paga y se le sigue pagando hasta que se queda uno sin un céntimo, o se llama a la policía y que se haga público el secreto que quería uno guardar o...se le mata".
Título original: The woman in the window. Director: Fritz Lang. Intérpretes: Edward G. Robinson, Joan Bennett, Raymond Massey, Dan Duryea, Thomas E. Jackson.
Nunnally Johnson fue un cineasta (previamente periodista en consagrados periodicos neoyorkinos como "The Brooklyn Eagle" y el "New York Tribune"), que gozó del respeto de Hollywood tras escribir para la 20th Century Fox. En dicha productora escribiría los guiones de "Prisioneros del odio (1936)" de John Ford, "Tierra de audaces (1939)" de Henry King y "Las uvas de la ira (1940)", también de John Ford. Fue con este último, adaptando la popular novela de John Steindeck, donde se consagraría definitivamente en la meca del cine (obtendría una nominación a los Óscar en la ceremonia de aquel año). En 1943, se lanzaría de lleno en el terreno de la producción, fundado junto a William Goetz, la Internacional Pictures. Con dicha productora, Nunnally Johnson debutaría como productor, ejerciendo al mismo tiempo las funciones de guionista, con la película "La mujer del cuadro", título el cual me centro en esta reseña. El film, basándose en el bestseller de J.H.Wallis "Once off guard", iba a tener como director a Fritz Lang, realizador austriaco que combinaría tierras alemanas y estadounidenses (con un breve paréntesis en Francia con el drama fantástico "Lilliam (1934)") para llevar a cabo sus trabajos cinematográficos.
En tierras teutonas dejó joyas del expresionismo alemán como fueron "El doctor Mabuse (1922)" y "Metrópolis (1927)" y todo un clásico de los años 30 como fue "M, el vampiro de Düsseldorf (1931)", película que supondría el debut en la gran pantalla del genial Peter Lorre ("Casablanca (1942)"). En cambio, en Estados Unidos, Fritz Lang se decantaría por el cine negro (o el denominado "film noir"), realizando míticas obras como "Perversidad (1945)", "Los sobornados (1953)" o "Deseos humanos (1954)". Por supuesto que "La mujer del cuadro" pertenece a ese grupo selecto de importantes obras hechas por Fritz Lang en el territorio estadounidense. La trama de la película estaría centrada en Richard Wanley, un profesor de psicología que se queda solo en casa tras irse de vacaciones su esposa e hijos. Una noche, dando un paseo ve en un escaparate el cuadro de una bella mujer, por el cuál Wanley queda prendado. Su gran sorpresa y a la vez enorme alegría se produce cuando conoce casualmente en persona a la modelo de dicho cuadro (Alice Reed) y le invita ésta a su apartamento. Un sueño hecho realidad para el bueno de Wanley, si no fuera por la repentina aparición del amante de la mujer (Claude Mazard) en el apartamento.
Una pelea entre los dos termina con la muerte de Mazard a manos de Wanley. A partir de ese momento Wanley se verá envuelto en una pesadilla difícil de escapar. Fritz Lang nos introduce en una espiral de tensión y suspense, donde tiene cabida las femme fatales, el asesinato. el adulterio, los remordimientos y el chantaje. La película nos presentaría dos finales, uno de drástico y dramático desenlace y otro (bajo mi opinión innecesario pero que me imagino que sería toda una sorpresa para el publico de la época) orientado al "happy end". Ninguno de los finales desvelaré para aquellos que no hallan visto la película. El peso del film recaería en el extraordinario Edward G. Robinson ("Cayo Largo (1948)"), su convincente interpretación es un perfecto aliciente para no perderse este film. Y es que Robinson, todo un referente en el cine de cine negro de la década de los años 40, representaría a Richard Wanley, un hombre cincuentón, de vida acomodada pero carente de emociones donde su correcta moralidad y honradez empieza a tambalearse en el momento que conoce a Alice Reed, un hermosa mujer pero a la vez llena de peligro.
El personaje de Alice Reed sería interpretado por la actriz Joan Bennett, una actriz incluida en ese selecto grupo de mujeres fatales de la historia del cine, como fueron Gene Tierney, Rita Hayworth, Ava Gardner, Alida Valli, Jane Greer...etc. Anteriormente la habíamos visto ejerciendo ese rol en la película "La fugitiva de los trópicos (1938)" de Tay Garnett. Entre las escenas del film sin dudas hay que destacar el espectral momento donde un cautivado Richard Wanley mirando el cuadro le sale el reflejo de la mujer real en el cristal del escaparate. Como curiosidad destacar que Edward G. Robinson y Joan Bennett, la pareja protagonista, volverían a trabajar juntos a las ordenes de Fritz Lang en "Perversidad (1945)".
Frase para recordar: "No hay más que tres formas de tratar con un chantajista, se le paga y se le sigue pagando hasta que se queda uno sin un céntimo, o se llama a la policía y que se haga público el secreto que quería uno guardar o...se le mata".
Título original: The woman in the window. Director: Fritz Lang. Intérpretes: Edward G. Robinson, Joan Bennett, Raymond Massey, Dan Duryea, Thomas E. Jackson.
La vida del tenista Guy Haines se convertirá en una autentica pesadilla cuando conoce casualmente durante un viaje en tren al perturbado Bruno Anthony, un siniestro personaje que le propone la imaginaria idea de realizar un intercambio de asesinatos. Él se encargaría de asesinar a la esposa de la que se quiere divorciar su acompañante (la del mencionado Guy Haines) a cambio de que éste hiciera lo mismo con su dominante padre. Lo que parece inicialmente una estrambótica y disparatada ocurrencia se transformaría en problema cuando Bruno lo lleva a cabo a la realidad, asesinando a la esposa de Guy. Instante en donde el bueno de Guy se verá atosigado por Bruno para que maté a su padre. Nos encontramos con la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Patricia Highsmith, una escritora quizás más conocida por escribir la popular novela "El talento de Mister Ripley" (convertida en serie tras escribir 4 libros más sobre las vivencias de este amoral personaje), un relato también llevado a la gran pantalla en varias ocasiones y donde destacaría la versión realizada por el francés René Clement, "A pleno sol (1960)" con un genial Alain Delon en el papel protagonista.
Alfred Hitchcock sería el encargado de dirigir "Extraños en un tren" donde contaría para su realización con los guionistas Whitfield Cook, Czanci Ormode y Raymond Chandler, éste último uno de los grandes escritores de la novela negra ("El sueño eterno", "El largo adiós"...) y que también tuvo sus pinitos en el cine, aparte del título mencionado en este post, con los guiones para "Perdición (1944)" "La dalia azul (1946)" y "Playback (1948)". Se comenta que a raíz de sus desavenencias con Hitchcock (durante el rodaje tuvieron acalorados enfrentamientos), Chandler sería despedido antes de terminar de escribir el guión del film. Incluso se planteó quitar su nombre de los títulos de créditos, idea desechada ya que para la productora (Warner Bros) su nombre iba a dar más caché a la película. Sin lugar a dudas "Extraños un el tren" es una de las grandes obras del maestro Hitchcock, donde el realizador ponía de manifiesto uno de sus temas predilectos dentro de su filmografía, el crimen perfecto, en esta ocasión explicándonos como se podría ejecutar un crimen sin móviles ni coartadas a través de asesinatos compartidos entre dos personas que no se conocen entre sí.
La obra obtendría una nominación a los Óscar en el apartado de mejor fotografía gracias al gran trabajo de Robert Burk donde llevó a cabo una maravillosa fotografía en blanco y negro caracterizada por el frecuente uso de sombras en gran parte de sus escenas. Tanto le gustó a Hitchcock el trabajo de Burk que contaría con él hasta un total de 11 veces más para sus películas, entre ellas "La ventana indiscreta (1954)", "Vértigo (1958)" y "Con la muerte en los talones (1959)". La obra cinemamográfica tendría diferencias en relación a la novela de la mencionada Patricia Highsmith , entre ellas que Guy es un arquitecto en vez de un consagrado tenista al igual que éste si que cometería el asesinato agobiado por la presión de Bruno algo que no ocurre en la película. De esta manera Hitchcock suavizaba la trama del film dando una imagen de correcta moralidad al personaje de Guy e incluso heroico al tratar, en un momento de la película, de salvar al padre de Bruno de las locas ideas de su hijo.
En cuanto a los actores que darían vida a los personajes de la película podemos ver a Farley Granger como Guy Haines, actor ya había trabajado anteriormente con Hitchcock en la también extraordinaria "La soga (1948)", una película donde también se trataba el crimen perfecto y donde Granger cambiaba de tercio con un personaje de rol bastante retorcido, el de Philip, un universitario que tiene el maquiavélico plan de cometer un asesinato, esconder el cadáver en un arcón y a su vez usarlo como mesa para una cena. Y todo esto sin que te descubran. Robert Walker actuaría como Bruno Anthony, el psicópata y villano en cuestión, un personaje que sería el último que interpretaría el actor (no pudo acabar la película que estaba rodando con Leo McCarey, "Mi hijo John (1952)") tras fallecer ese mismo año a la corta edad de 32 años por una reacción alérgica a un medicamento. Entre los secundarios destacar al británico Leo G. Carroll ("Las nieves del Kilimanjaro (1952)") como el senador Morton, Ruth Roman ("El ídolo de barro (1949)") como Anne Morton, hija del senador y mujer con quien quiere casarse Guy si consigue el divorcio de su esposa y la presencia de la hija de Hitchcock, Patricia, encarnando a la hermana de ésta última, Barbara Morton.
No fue la única participación de la hija de Hitchcock en una de sus películas, también la veríamos ejerciendo pequeños papeles en "Pánico en escena (1950)" y "Psicosis (1960)", sin contar las participaciones que tuvo en su serie televisiva de la década de los 50, "Alfred Hitchcock presenta". Varias escenas hay que destacar en el film, desde la genial escena inicial, donde dos pares de zapatos se van acercando al tren, momento donde la cámara no nos muestra los rostros de sus dueños hasta el instante que se produce el tropiezo de ambos zapatos dentro del vagón. Otras secuencias para el recuerdo, Bruno reventando de manera cínica el globo de un niño con un cigarro, el asesinato cometido por Bruno visto a través de las gafas de su víctima (uno de esos planos geniales de Hitchcock que se han quedado en los anales de la historia del séptimo arte). El agobiante partido de tenis de Guy, apurado de acabarlo lo antes posible para desarticular el plan de Bruno que trata de culparle de un crimen que no ha cometido o la inolvidable pelea final de éstos en un tiovivo que va a toda velocidad son otros momentos míticos de esta obra. Como es habitual en las obras de Hitchcock no faltaría su particulares cameos, en esta ocasión lo podemos ver en el minuto 11 subiéndose al tren con un contrabajo.
Frase para recordar: "Que mi experiencia te sirva de guía, nunca dejes que falsas acusaciones te hagan perder el sueño. A menos que puedan ser comprobadas".
Título original: Strangers on a train. Director: Alfred Hitchcock. Intérpretes: Farley Granger, Robert Walker, Laura Elliot, Leo G. Carroll, Ruth Roman.
La vida del tenista Guy Haines se convertirá en una autentica pesadilla cuando conoce casualmente durante un viaje en tren al perturbado Bruno Anthony, un siniestro personaje que le propone la imaginaria idea de realizar un intercambio de asesinatos. Él se encargaría de asesinar a la esposa de la que se quiere divorciar su acompañante (la del mencionado Guy Haines) a cambio de que éste hiciera lo mismo con su dominante padre. Lo que parece inicialmente una estrambótica y disparatada ocurrencia se transformaría en problema cuando Bruno lo lleva a cabo a la realidad, asesinando a la esposa de Guy. Instante en donde el bueno de Guy se verá atosigado por Bruno para que maté a su padre. Nos encontramos con la adaptación cinematográfica de la novela homónima de Patricia Highsmith, una escritora quizás más conocida por escribir la popular novela "El talento de Mister Ripley" (convertida en serie tras escribir 4 libros más sobre las vivencias de este amoral personaje), un relato también llevado a la gran pantalla en varias ocasiones y donde destacaría la versión realizada por el francés René Clement, "A pleno sol (1960)" con un genial Alain Delon en el papel protagonista.
Alfred Hitchcock sería el encargado de dirigir "Extraños en un tren" donde contaría para su realización con los guionistas Whitfield Cook, Czanci Ormode y Raymond Chandler, éste último uno de los grandes escritores de la novela negra ("El sueño eterno", "El largo adiós"...) y que también tuvo sus pinitos en el cine, aparte del título mencionado en este post, con los guiones para "Perdición (1944)" "La dalia azul (1946)" y "Playback (1948)". Se comenta que a raíz de sus desavenencias con Hitchcock (durante el rodaje tuvieron acalorados enfrentamientos), Chandler sería despedido antes de terminar de escribir el guión del film. Incluso se planteó quitar su nombre de los títulos de créditos, idea desechada ya que para la productora (Warner Bros) su nombre iba a dar más caché a la película. Sin lugar a dudas "Extraños un el tren" es una de las grandes obras del maestro Hitchcock, donde el realizador ponía de manifiesto uno de sus temas predilectos dentro de su filmografía, el crimen perfecto, en esta ocasión explicándonos como se podría ejecutar un crimen sin móviles ni coartadas a través de asesinatos compartidos entre dos personas que no se conocen entre sí.
La obra obtendría una nominación a los Óscar en el apartado de mejor fotografía gracias al gran trabajo de Robert Burk donde llevó a cabo una maravillosa fotografía en blanco y negro caracterizada por el frecuente uso de sombras en gran parte de sus escenas. Tanto le gustó a Hitchcock el trabajo de Burk que contaría con él hasta un total de 11 veces más para sus películas, entre ellas "La ventana indiscreta (1954)", "Vértigo (1958)" y "Con la muerte en los talones (1959)". La obra cinemamográfica tendría diferencias en relación a la novela de la mencionada Patricia Highsmith , entre ellas que Guy es un arquitecto en vez de un consagrado tenista al igual que éste si que cometería el asesinato agobiado por la presión de Bruno algo que no ocurre en la película. De esta manera Hitchcock suavizaba la trama del film dando una imagen de correcta moralidad al personaje de Guy e incluso heroico al tratar, en un momento de la película, de salvar al padre de Bruno de las locas ideas de su hijo.
En cuanto a los actores que darían vida a los personajes de la película podemos ver a Farley Granger como Guy Haines, actor ya había trabajado anteriormente con Hitchcock en la también extraordinaria "La soga (1948)", una película donde también se trataba el crimen perfecto y donde Granger cambiaba de tercio con un personaje de rol bastante retorcido, el de Philip, un universitario que tiene el maquiavélico plan de cometer un asesinato, esconder el cadáver en un arcón y a su vez usarlo como mesa para una cena. Y todo esto sin que te descubran. Robert Walker actuaría como Bruno Anthony, el psicópata y villano en cuestión, un personaje que sería el último que interpretaría el actor (no pudo acabar la película que estaba rodando con Leo McCarey, "Mi hijo John (1952)") tras fallecer ese mismo año a la corta edad de 32 años por una reacción alérgica a un medicamento. Entre los secundarios destacar al británico Leo G. Carroll ("Las nieves del Kilimanjaro (1952)") como el senador Morton, Ruth Roman ("El ídolo de barro (1949)") como Anne Morton, hija del senador y mujer con quien quiere casarse Guy si consigue el divorcio de su esposa y la presencia de la hija de Hitchcock, Patricia, encarnando a la hermana de ésta última, Barbara Morton.
No fue la única participación de la hija de Hitchcock en una de sus películas, también la veríamos ejerciendo pequeños papeles en "Pánico en escena (1950)" y "Psicosis (1960)", sin contar las participaciones que tuvo en su serie televisiva de la década de los 50, "Alfred Hitchcock presenta". Varias escenas hay que destacar en el film, desde la genial escena inicial, donde dos pares de zapatos se van acercando al tren, momento donde la cámara no nos muestra los rostros de sus dueños hasta el instante que se produce el tropiezo de ambos zapatos dentro del vagón. Otras secuencias para el recuerdo, Bruno reventando de manera cínica el globo de un niño con un cigarro, el asesinato cometido por Bruno visto a través de las gafas de su víctima (uno de esos planos geniales de Hitchcock que se han quedado en los anales de la historia del séptimo arte). El agobiante partido de tenis de Guy, apurado de acabarlo lo antes posible para desarticular el plan de Bruno que trata de culparle de un crimen que no ha cometido o la inolvidable pelea final de éstos en un tiovivo que va a toda velocidad son otros momentos míticos de esta obra. Como es habitual en las obras de Hitchcock no faltaría su particulares cameos, en esta ocasión lo podemos ver en el minuto 11 subiéndose al tren con un contrabajo.
Frase para recordar: "Que mi experiencia te sirva de guía, nunca dejes que falsas acusaciones te hagan perder el sueño. A menos que puedan ser comprobadas".
Título original: Strangers on a train. Director: Alfred Hitchcock. Intérpretes: Farley Granger, Robert Walker, Laura Elliot, Leo G. Carroll, Ruth Roman.
Vladimir Vladimirovich es el nombre del escritor de origen ruso que escribió la novela "Lolita". Un relato polémico del año 1955 que nos narraba la enfermiza obsesión de un hombre maduro de alto status social con una sensual adolescente de apenas 12 años de edad. Siete años más tarde, el maestro Stanley Kubrick se encargaría, con la ayuda del propio Vladimir en el rol de guionista, de adaptarla al formato cinematográfico, cuyo argumento nos hablaba de las vivencias de Humbert Humbert, un cuarentón novelista que llega a la casa de la viuda Charlotte Haze en busca de una habitación para poder hospedarse durante el periodo veraniego. Allí, bajo la presencia de Dolores, la bella y joven hija de la dueña de la casa, decidirá quedarse por una temporada. Tiempo donde Humbert quedará prendado de los encantos de Dolores hasta el extremo de convertirse en una obsesión, donde paranoia, celos y posesión invadirían la vida del novelista hasta un fatal desenlace. El film, con la característica perfección que transmitía Kubrick en todas sus obras, combinaría el género del drama y con una ligera dosis de erotismo y humor (sencillamente genial la escena del hotel y los problemas de como montar una cama supletoria dentro de una habitación sin hacer nada de ruido).
James Mason ("Julio César (1953)") se encargaría de representar al maduro escritor Humbert Humbert mientras que Shelley Winter, una de las grandes actrices secundarias de la historia del cine y ganadora del Óscar en 2 ocasiones por sus trabajos (curiosamente haciendo de madre al igual que en "Lolita") en "El diario de Ana Frank (1959)" y "Un retazo azul (1965)", nos brindaría con una convincente interpretación en el papel de la frustrada y quejica Charlotte Haze. Para ponerse en la piel de la sensual Lolita la elegida fue Sue Lyon, una actriz, por aquel entonces de 15 años de edad, descubierta por Kubrick después de verla en el programa de televisión "The Loretta young show", El realizador quedó tan encantado de su presencia que la consideró perfecta para el personaje de Lolita. Tras terminar el rodaje de la película la joven actriz aprovecharía la popularidad de su personaje para participar, durante la década de los 60, en diversos trabajos con consagrados directores de la talla de John Huston ( "La noche de la Iguana (1964)"), Gordon Douglas ("Hampa Dorada (1967)") o John Ford ("7 mujeres (1966)"). Iniciado los años 70 su carrera cinematográfica decaería a pasos agigantados siendo vista por aquel entonces en episodios de series de televisión y en películas de dudosa calidad.
No quiero olvidarme, en el apartado interpretativo, de la interesante aportación de Peter Sellers con su papel del estrambótico y liberal dramaturgo Clare Quiltym. Un personaje (ampliado en el formato cinematográfico ya que en el libro tiene poca presencia) que usaría diferentes identidades (de policía, de psicólogo...) para incomodar durante el transcurso de la película a Humbert. Sin dudas un papel hecho a la medida para Sellers donde el actor explotaría su vis cómica y donde el realizador le permitiría improvisar en las escenas donde aparece. Peter Sellers volvería a coincidir con Kubrick, ya consagrado en la industria cinematográfica gracias al inspector Clouseau y "La pantera rosa (1963)" de Blake Edwards, en la genial sátira antibelicista "¿Teléfono rojo? Volamos a Moscú (1964)". La película conseguiría 4 nominaciones a los Globos de Oro (mejor director, mejor actor y actriz y mejor actor de reparto) y una nominación a los Óscar en el apartado de mejor guión adaptado, en un año donde se llevaría el gato al agua Horton Foote con la extraordinaria "Matar a un ruiseñor (1962)".
Entre sus escenas, quedaran en nuestra retina cinéfila la primera aparición de Lolita en el film, donde la joven acomodada en el césped de una terraza mientras lee un libro, aparece vestida con un bikini estampado de flores, gafas de sol en forma de corazón y un enorme sombrero de plumas, un instante que conseguiría cautivar al maduro Humbert por la mezcla de ingenuidad y provocación que transmitía la joven. En dicha escena se aprecia la fenomenal fotografía en blanco y negro de Oswald Morris, un habitual en el cine de John Huston y valorado especialmente en sus incursiones en el cine musical gracias a películas como "Oliver! (1968)", "El mago (1978)" o "El violinista en el tejado (1971)", en esta última incluso ganaría el Óscar.
A finales de la década de los 90, se realizaría una nueva versión cinematográfica sobre el relato del mencionado Vladimir, en esta ocasión dirigida por Adrian Lyne (autor, entre otras, de "Nueva semanas y media (1986)" y "Atracción fatal (1987)") y con Jeremy Irons, Dominique Swain y Melanie Griffith en los roles del novelista Humbert, Charlotte Haza y su hija respectivamente. Un decente remake con mayor carga sexual que la obra original. Como curiosidad, el film de Kubrick para evitar la censura de la época se le tuvo que modificar la edad del personaje de Dolores para la película, de los 12 años que tenía en la novela se pasó a los 14 años para el formato cinematográfico. Aún así, en muchos países tuvieron problemas para su exhibición, entre ellos España, que tardó varios años para proyectarla después de su estreno en tierras norteamericanas.
Frase para recordar: "Ningún hombre puede cometer un crimen perfecto, la casualidad sin embargo puede hacerlo".
Director: Stanley Kubrick. Intérpretes: James Mason, Sue Lyon, Shelley Winters, Peter Sellers, Marianne Stone.
Vladimir Vladimirovich es el nombre del escritor de origen ruso que escribió la novela "Lolita". Un relato polémico del año 1955 que nos narraba la enfermiza obsesión de un hombre maduro de alto status social con una sensual adolescente de apenas 12 años de edad. Siete años más tarde, el maestro Stanley Kubrick se encargaría, con la ayuda del propio Vladimir en el rol de guionista, de adaptarla al formato cinematográfico, cuyo argumento nos hablaba de las vivencias de Humbert Humbert, un cuarentón novelista que llega a la casa de la viuda Charlotte Haze en busca de una habitación para poder hospedarse durante el periodo veraniego. Allí, bajo la presencia de Dolores, la bella y joven hija de la dueña de la casa, decidirá quedarse por una temporada. Tiempo donde Humbert quedará prendado de los encantos de Dolores hasta el extremo de convertirse en una obsesión, donde paranoia, celos y posesión invadirían la vida del novelista hasta un fatal desenlace. El film, con la característica perfección que transmitía Kubrick en todas sus obras, combinaría el género del drama y con una ligera dosis de erotismo y humor (sencillamente genial la escena del hotel y los problemas de como montar una cama supletoria dentro de una habitación sin hacer nada de ruido).
James Mason ("Julio César (1953)") se encargaría de representar al maduro escritor Humbert Humbert mientras que Shelley Winter, una de las grandes actrices secundarias de la historia del cine y ganadora del Óscar en 2 ocasiones por sus trabajos (curiosamente haciendo de madre al igual que en "Lolita") en "El diario de Ana Frank (1959)" y "Un retazo azul (1965)", nos brindaría con una convincente interpretación en el papel de la frustrada y quejica Charlotte Haze. Para ponerse en la piel de la sensual Lolita la elegida fue Sue Lyon, una actriz, por aquel entonces de 15 años de edad, descubierta por Kubrick después de verla en el programa de televisión "The Loretta young show", El realizador quedó tan encantado de su presencia que la consideró perfecta para el personaje de Lolita. Tras terminar el rodaje de la película la joven actriz aprovecharía la popularidad de su personaje para participar, durante la década de los 60, en diversos trabajos con consagrados directores de la talla de John Huston ( "La noche de la Iguana (1964)"), Gordon Douglas ("Hampa Dorada (1967)") o John Ford ("7 mujeres (1966)"). Iniciado los años 70 su carrera cinematográfica decaería a pasos agigantados siendo vista por aquel entonces en episodios de series de televisión y en películas de dudosa calidad.
No quiero olvidarme, en el apartado interpretativo, de la interesante aportación de Peter Sellers con su papel del estrambótico y liberal dramaturgo Clare Quiltym. Un personaje (ampliado en el formato cinematográfico ya que en el libro tiene poca presencia) que usaría diferentes identidades (de policía, de psicólogo...) para incomodar durante el transcurso de la película a Humbert. Sin dudas un papel hecho a la medida para Sellers donde el actor explotaría su vis cómica y donde el realizador le permitiría improvisar en las escenas donde aparece. Peter Sellers volvería a coincidir con Kubrick, ya consagrado en la industria cinematográfica gracias al inspector Clouseau y "La pantera rosa (1963)" de Blake Edwards, en la genial sátira antibelicista "¿Teléfono rojo? Volamos a Moscú (1964)". La película conseguiría 4 nominaciones a los Globos de Oro (mejor director, mejor actor y actriz y mejor actor de reparto) y una nominación a los Óscar en el apartado de mejor guión adaptado, en un año donde se llevaría el gato al agua Horton Foote con la extraordinaria "Matar a un ruiseñor (1962)".
Entre sus escenas, quedaran en nuestra retina cinéfila la primera aparición de Lolita en el film, donde la joven acomodada en el césped de una terraza mientras lee un libro, aparece vestida con un bikini estampado de flores, gafas de sol en forma de corazón y un enorme sombrero de plumas, un instante que conseguiría cautivar al maduro Humbert por la mezcla de ingenuidad y provocación que transmitía la joven. En dicha escena se aprecia la fenomenal fotografía en blanco y negro de Oswald Morris, un habitual en el cine de John Huston y valorado especialmente en sus incursiones en el cine musical gracias a películas como "Oliver! (1968)", "El mago (1978)" o "El violinista en el tejado (1971)", en esta última incluso ganaría el Óscar.
A finales de la década de los 90, se realizaría una nueva versión cinematográfica sobre el relato del mencionado Vladimir, en esta ocasión dirigida por Adrian Lyne (autor, entre otras, de "Nueva semanas y media (1986)" y "Atracción fatal (1987)") y con Jeremy Irons, Dominique Swain y Melanie Griffith en los roles del novelista Humbert, Charlotte Haza y su hija respectivamente. Un decente remake con mayor carga sexual que la obra original. Como curiosidad, el film de Kubrick para evitar la censura de la época se le tuvo que modificar la edad del personaje de Dolores para la película, de los 12 años que tenía en la novela se pasó a los 14 años para el formato cinematográfico. Aún así, en muchos países tuvieron problemas para su exhibición, entre ellos España, que tardó varios años para proyectarla después de su estreno en tierras norteamericanas.
Frase para recordar: "Ningún hombre puede cometer un crimen perfecto, la casualidad sin embargo puede hacerlo".
Director: Stanley Kubrick. Intérpretes: James Mason, Sue Lyon, Shelley Winters, Peter Sellers, Marianne Stone.
"En 1919,
Charles Chaplin, Mary Pickford, Douglas Fairbanks y D.W. Griffith, quizás
cuatro de las personas más famosas sobre la tierra, fundaron su propio estudio:
United Artists. Hollywood no había visto nada igual. Una compañía de cine que
iba a ser dirigida por el talento. Pero en el invierno de 1979, dos jóvenes
ejecutivos, desesperados por producir películas que les proporcionasen los
premios de la academia, decidieron hacer el film que destruiría la compañía...". Es el comienzo de "Final
Cut: The making and unmaking Heaven’s gate (2004)" de Michael
Epstein. Magnífico documental de 55 minutos, narrado por
Willem Dafoe, que repasa los avatares y complejidades alrededor de este
majestuoso film, punto de inflexión en la implacable caída en desgracia del
realizador Michael Cimino, juzgado, condenado, y declarado culpable, sin
redención posible, del hundimiento de la major de Hollywood. United
Artists fue vendida en 1981 por su propietaria, Transamerica Corporation
(conglomerado empresarial dedicado principalmente a seguros e inversiones, que
la había adquirido en 1967), a Metro Goldwyn Mayer. Ambas fueron
reconvertidas (bajo las siglas MGM/UA) en distribuidoras de su inmenso catálogo
durante años (surtiendo televisiones de pago, como la del magnate Ted Turner, Turner
Classics Movies). En noviembre de 2006 Tom Cruise y su socia, la productora
Paula Wagner, promovieron la resurrección, con el nombre de United Artists
Entertainment LLC. El paso del tiempo ha demostrado que la venta de United
Artists fue más una cuestión de imagen y estrategia empresarial que una
colosal ruina en sí, pues el Holding Transamerica Corporation, podía
afrontar sin problemas las pérdidas económicas derivadas de la película.
Michael
Cimino había comenzado su carrera en el mundo del cine como guionista, firmando
los libretos de "Naves Misteriosas(1972)" de
Douglas Trumbull y "Harry el Fuerte(1973)" de Ted
Post. Probablemente, debido a su trabajo en esta última (firmado junto al
guionista y también futuro realizador, John Milius), Clint Eastwood le produjo
su debut en la dirección, la excelente "Un Botín de 500.000 dólares(1974)", perfecto vehículo de lucimiento
para Eastwood actor y para su compañero de reparto Jeff Bridges (por cuya
interpretación recibió una nominación al Óscar de la academia como mejor actor
secundario). Cimino cosechó un enorme éxito de público y crítica con su
siguiente film, "El Cazador (1978)". Constituye una
reposada, compleja y nada complaciente mirada a la juventud estadounidense de
entonces y particularmente a la influencia en las vidas de los desencantados
protagonistas de un conflicto tan contradictorio y anti-heroico, como la
impopular guerra de Vietnam. Un filme muy equilibrado con ecos de la prosa
nostálgica de los novelistas de la llamada generación perdida (la de autores
tan ilustres como Ernest Hemingway o Scott Fitzgerald), que prevalece como una
de las grandes películas del cine americano de entonces. Cimino recibió de
manos de Francis Ford Coppola la estatuilla al mejor director y de las de John
Wayne, el oscar a la mejor película del año 1979. La industria del cine estaba
rendida incondicionalmente a sus pies.
Para
su siguiente trabajo, el laureado realizador llega a un acuerdo con United
Artists para la realización de un guión escrito por aquél desde 1971
denominado entonces "The Johnson’s county War", inspirado en un suceso
real acontecido en el estado de Wyoming en 1892, donde los todopoderosos
caciques y tratantes de ganado, emprendieron una lucha sin cuartel para
expulsar de sus tierras a emigrantes venidos desde Centro-Europa y Rusia, en
busca de la tierra prometida. Cimino recibió un “cheque en blanco” por parte de
la productora y suscribió uno de los contratos más blindados y ventajosos para
un director de cine hasta ese momento, que le permitió contar su particular visión
del hecho histórico, enquistado en la cultura popular americana, a su entero
capricho. Significó un control total sobre las decisiones de producción, así
como sobre el montaje final. United Artists sufría un profundo cambio en
la cúpula directiva, pues, a consecuencia de una prolongada disputa salarial,
muchos ejecutivos de la compañía la abandonaron para formar Orion Pictures,
al auspicio de la todo poderosa Warner, con distribución de Metro
Goldwin Mayer. Los nuevos ejecutivos necesitaban producir grandes películas
para afincarse en sus cargos. Para ello fichaban jóvenes cineastas con talento.
Cimino, sin duda uno de los cineastas del momento, traía un guión que él mismo
definía como "Grandes esperanzas a la americana", pero que la 20th
Century Fox había rechazado, calificándolo como "... un trabajo
insatisfactorio, carente de ritmo y humor, oscuro y oblícuo...".
Existe
muchísima literatura acerca de la arrogancia de Cimino a la hora de gastar y
triplicar el presupuesto inicial, a la hora de repetir una y otra vez las
tomas, incluso las más sencillas, respecto a cómo se empeñó en vestir casi
personalmente a todos y cada uno de los extras (más de 1200), el maltrato a
éstos, que sufrían accidentes por doquier, provocando su deserción y el
consiguiente retraso en el rodaje, sobre cómo ordenó la demolición de los
edificios construidos en una calle del set levantado en el Glacier
National Park de Montana, porque necesitaba una mayor amplitud para los
movimientos de cámara que tenía en mente... Todo era poco en esa neurótica
búsqueda hacia la perfección que subyace en la realización de la película. El
Ayatolá Cimino, apodo recibido por el equipo de producción, se retrasó
considerablemente en el calendario de rodaje (causando unos gastos adicionales
diarios de 200.000 dólares), tanto, que a punto estuvo de perder el derecho
sobre el montaje final. Se dejaron de filmar otros proyectos de la compañía que
tenían luz verde, para insuflar presupuesto adicional, a lo que era ya un
despropósito financiero. Todo parecía poco para "La Puerta del Cielo". Los
productores cedieron, pensando que sería imposible que otro director acabase la
película. Cedieron, en la idea de que tendrían una obra maestra en sus manos
que compensaría todos los sinsabores de rodaje y la petulancia del director.
Una
vez concluyó el rodaje, el realizador se encerró en la sala de montaje y
contrató un guardia de seguridad para que impidiera que nadie, ni siquiera los
productores, interfirieran en su labor. Tras múltiples quebraderos de cabeza
(sobre todo para los productores) y un presupuesto final de alrededor de 40
millones de dólares de entonces (sobre uno inicial de 11.6 millones), y entre
220 y 500 horas (según la fuente), de metraje filmados, Cimino presentó en
Nueva York, el 18 de noviembre de 1980 un montaje de 219 minutos (en reducción
del inicial de 325 minutos por exigencias de los productores), que fue ignorado
por el público y recibió demoledoras reseñas por parte de la crítica
especializada. Se
retiró la película, cancelando los estrenos por todo el país. Cimino se volvió
a encerrar en la sala de montaje y de ahí salió una versión de unos 149 minutos
que se estrenó el 23 de abril de 1981, en la Exposición Internacional de Cine
de Los Ángeles. Abucheos y críticas implacables volvieron a liderar la
recepción de la película.
El
New york Times abrió la veda publicando la opinión del crítico Vincent
Canby: "La puerta del cielo fracasa tan completamente, que uno sospecha que
Cimino vendió su alma al diablo para conseguir el éxito de El Cazador, y ahora
el diablo ha venido a cobrarse la deuda... la puerta del cielo en un desastre
incalificable". Canby afirma en su crítica, que Cimino debería devolver sus
oscars, y que contó en el rodaje con un presupuesto de 50.000 dólares
para cocaína. Este último aspecto ha sido desmentido categóricamente por el
realizador.Por
su parte el carismático y agudo crítico de Chicago, Roger Ebert, escribió: " ...Si la película carecía de forma con cuatro horas, resulta insípida con
140 minutos. En cualquiera de sus longitudes está fotografiada y montada con
tanta incompetencia que hay veces en las que ni siquiera estamos seguros de qué
personajes estamos viendo...", "... esta película representa cómo tirar
36 millones de dólares por la ventana. Es el más escandaloso desperdicio de
cine que he visto nunca...".
En
nuestro país, el periodista y director de la Semana Internacional de Cine de
Valladolid, Fernando, Lara escribió para La Calle, en octubre de 1981,
que la película "... falla estrepitosamente por sus cuatro costados, desde
un guión que nunca se centra en lo que quiere decir hasta una realización
incapaz de ocultar su torpeza, pasando por unos majestuosos baches narrativos y
una descompensación entre los medios utilizados y aquello que se pretendía
contar...". Continúa Lara: "... Cimino, uno de los “niños bonitos” del
Hollywood de hoy, ensoberbecido por el éxito de su odisea El Cazador, ha
seguido para mal, aquello que dijo Orson Welles de que había entrado en los
estudios como un crío al que le han dejado un montón de juguetes que ni
siquiera sabe manejar... la diferencia es que a Welles le salió Ciudadano Kane
y a Cimino algo tan superfallido como La Puerta del Cielo...".
Carlos
Aguilar en su Guía del cine (Ediciones Cátedra, 1995), afirma: "El tercer
largometraje de Cimino, célebre por la hecatombe económica que precipitó sobre
sus productores. Puede entenderse: el exceso de medios no basta para disipar el
cúmulo de errores que comete el film al intentar aunar en un “western”
crepuscular, la revisión histórica, la baza social y la autocontemplación
esteticista" .Por
su parte Juan Tejero en su libro ¡Este Rodaje es la guerra! (T&B
editores, 2003), dispone "... lo que hace todo más triste son los
ocasionales destellos de brillantez que sugieren que, en algún lugar de este
indigesto material, había una buena película luchando por tomar forma...".
Sentencia Tejero: “... el abreviado montaje final de la puerta del cielo
confirma que, en realidad, los árboles nunca le dejaron ver el bosque. Y no fue
hasta que hubo podado todos esos árboles cuando descubrió que no había ningún
bosque en absoluto. Nunca lo había habido”.
El inmediato y estrepitoso fracaso
de la película (1.300.000 dólares de recaudación el primer fin de semana, y
alrededor de 3.500.000 dólares en toda su andadura comercial, sobre un coste
final inconfesado, incluyendo gastos de promoción y distribución, de más de
cien millones), acabó con la carrera del recién nombrado presidente de la United
Artists, Andy Albeck, quien dimitió resignado, y con la del jefe de
producción Steven Bach, que fue despedido, junto a otros cuatro ejecutivos de
la compañía. Bach
escribió el libro "Final Cut, Art, money and ego in the making of Heaven´s
gate" .La guinda del pastel, vino dada por unas declaraciones del propio
Cimino, totalmente desafortunadas. El realizador afirmó. “... un amigo me
dijo que hicimos la película para la generación errónea... Una vez fuimos un
país que valoraba la habilidad y el individualismo. Creo que estamos en el
proceso gradual de perder la importancia que dábamos a esas cualidades”.
Tales declaraciones que hacen pensar que probablemente Cimino habría hecho una
aproximación muy personal a la novela El Manantial de Ayn Rand, todo un
canto al individualismo y la integridad, frente a la mediocridad colectiva que,
se supone, sería su siguiente proyecto para United Artists.
La
estrategia de la industria ante el desastre fue diáfana y contundente: cerrar
filas en torno al megalómano realizador. Como quiera que Michael Cimino tuvo el
control total de la producción, la culpa del debacle era por completo suya, y
de su arrogancia. Cimino, según los productores, había olvidado que la
finalidad del cine de Hollywood era entretener y ser rentable. Este
fracaso, unido al estrepitoso del año siguiente, el de Francis Ford Coppola con
su película-empeño personal, la excelente "Corazonada(1982)", que acabó con el sueño de su estudio alternativo Zoetrope,
supusieron las excusas perfectas para rediseñar la manera de hacer cine en la
industria. Lejos, bien lejos, quedaba la megalomanía de los realizadores del
denominado new Hollywood, ese cine surgido a finales de los 60, cuyo
origen muchos teóricos del cine lo sitúan en "Bonnie & Clyde(1967)", de Arthur Penn, que eclosionó en los 70 (con la generación de Spielberg,
Coppola, De Palma, o Scorsese), que combina el tono marcadamente intelectual,
con el espectáculo y entretenimiento y que, al responder la taquilla, otorgó a
los realizadores, el control total sobre los productos. El control sobre
las decisiones y el resultado final, volvía irremisiblemente a los ejecutivos
de los estudios, como antaño, en los tiempos de Louis B. Mayer. La diferencia,
sin embargo era notoria. Meyer o Irving Thalberg, eran hombres de cine,
mientras que en los 80, las productoras llevaban años en manos de conglomerados
empresariales cuyos ejecutivos no tenían la más remota idea del proceso de
hacer cine. Es el modelo que prevalece en la actualidad.
Se
coloca a Michael Cimino en la inconfesable lista negra, la que le cierra todas
las puertas del negocio del cine para futuros proyectos. Se le otorga el premio
Razzie al peor director de 1982 y su carrera es lanzada a la deriva del
ostracismo, salvada ocasionalmente por algún productor avispado como Dino de
Laurentiis, quien le produciría largometrajes magníficos como "Manhattan Sur(1984)" y "37 horas desesperadas (1990)", que el director afrontó con encomiable
oficio. Será ese hermoso poema visual titulado "Sunchaser (1996)" su
último trabajo tras las cámaras, sin contar su participación en el filme
colectivo "A cada uno su cine (2007)", donde
se recopilan 35 cortometrajes, dirigidos por realizadores como Theo
Angelopoulos, Chen Kaige, Olivier Assayas, los Hermanos Cohen o Manoel de
Oliveira, con ocasión al 60 aniversario del Festival de Cannes. Cimino continúa
en la actualidad hablando de cine con su entusiasmo casi intacto. Ha continuado
escribiendo guiones y planificando películas (tiene escrito un libreto en el
dialecto Sioux, con el que pretende, nada menos, que la reconciliación
de América con la nación india), pero nadie toca a su puerta. Michael Cimino
estaba convencido que "La Puerta del Cielo" le daría su lugar en la
historia del cine... tenía razón.
Analizando
esta obra, más de 30 años después, en su versión íntegra (que pudimos ver en
España por vez primera gracias a un cuidado pase en TVE, en los tiempos en los
que su directora era la realizadora Pilar Miró), quizá sea momento de ir al
valor de la obra en sí, pues el tiempo coloca todo en su preciso lugar. Las
críticas sufridas por la película en su momento, algunas de las cuales hemos
citado más arriba, se centraron prácticamente en la arrogancia del gasto, en la
prepotencia del realizador y en cierto anecdotario “rosa” del rodaje. Tales
circunstancias, sin duda, nublaron el buen juicio. Tal vez, parafraseando a
Juan Tejera en su excelente libro, los árboles no dejaron a los críticos ver el
bosque. Durante
el visionado de esta compleja película, es inevitable pensar en que era
imposible que este western claramente “de izquierdas”, filmado, además,
en unos tiempos donde el género no gozaba del favor del público, pudiese
triunfar en la taquilla. Es un western rebelde, que trata de sacudir
conciencias, que navega a contracorriente, contra el poder establecido.
"La
puerta del cielo" narra con énfasis la guerra emprendida por la acaudalada y
todopoderosa Asociación de Criadores de Ganado, liderados por Frank
Canton (Sam Waterston), contra unos humildes granjeros rusos, alemanes y
eslavos, que han viajado a América para tratar de obtener su “pedazo” del sueño
americano, a quienes consideran “Emigrantes que se hacen pasar por
granjeros. Ladrones y anarquistas que explotan nuestros campos”. Apoyados
por el Gobernador del Estado de Wyoming, el Senado, el Congreso y por el mismo
Presidente de EEUU, la Asociación posee una lista de 125 nombres de personas a
exterminar. La película convierte a la “respetable” Asociación de ganaderos, en
un grupo de asesinos, amparado por altas personalidades de la política y
estamentos sociales del país. Cuando la Caballería irrumpe en el enfrentamiento
final (que van ganando los emigrantes) y acude al rescate, enarbolando una
enorme bandera americana, lo hace para proteger a los villanos de la función.
Canton había dicho en su primera secuencia, ante los integrantes de la
Asociación “si fracasamos, fracasará la bandera de los EEUU”. En los
instantes que preceden la irrupción de los soldados, hemos visto a las mujeres
y niños armados y en lucha por una vida mejor, en un enfrentamiento que no
buscaron, muriendo acribilladas salvajemente. Asesinos precisos y bien
entrenados y bien pagados, contra famélicos e inexpertos campesinos emigrantes,
en los que se ceba la crueldad y la desgracia.
Cimino destroza los cánones del western
clásico en la narración de enfrentamientos hasta entonces arquetípicos. Toda
una carga de profundidad dentro del propio sistema, que acabó estallando ante
el propio creador. La culpa del fiasco, debe de ser sin duda, compartida con
los productores, obnubilados por los oscars amasados por la anterior
película del guionista y realizador. Es
evidente que Cimino dio todo lo que era capaz en esta película, culto excesivo
a la búsqueda de la perfección. Narrada con la ambición de quien pretende estar
narrando la película definitiva, es
una mezcla de western crepuscular y epopeya histórica, con un triangulo
amoroso, como concesión a la comercialidad, pero triunfa como retrato del
sufrimiento humano y del desencanto de las causas perdidas, ante el triunfo de
la impunidad legal. Los personajes principales están bien delimitados. El Marshall
James Averill (inexpresivo pero carismático Kris Kristoferson), estudiante de
Yale, un hombre idealista, íntegro y justo, prototipo de Aristócrata que
traiciona a los suyos (así se lo reprochará Canton), luchando a favor de la
plebe desfavorecida contra el intolerante establishment.
El mercenario
Nathan D. Champion (Christopher Walken, un tanto inadaptado en pantalla, como su
personaje), asesino de emigrantes, que encontrará su integridad perdida al
saber que el amor de su vida, la prostituta Ella Watson (Isabelle Huppert) está
en la lista de la Asociación por aceptar en su burdel cabezas de ganado robadas
a los todopoderosos ganaderos. El bloque central (tras el enorme prólogo en
Yale, en 1870), transcurre en 1892, los días del asalto del Condado de Johnson,
en los alrededores de la ciudad de Casper, en el estado de Wyoming, por parte
de la Asociación y sus asesinos. La versión de 219 minutos comprende un epílogo
que transcurre en un Yate en Newport, Rhode Island, donde Averill reflexiona
sobre los hechos acontecidos. Cimino
se toma su tiempo entre bellísimos paisajes del cielo y la inmensa llanura (en
estupendas localizaciones repartidas entre Montana, Idaho, Oxford y Rhode
Island), bailes sobre patines, o el bellísimo baile de James y Ella en
solitario, entre solemnes cabalgadas, románticos paseos en carruaje, secuencias
íntimas de pareja, polémicas asambleas y la batalla épica final. Concede
atractivos diálogos para actores como John Hurt, Jeff Bridges, Terry O´Quinn,
Geoffrey Lewis, Mickey Rourke o Brad Dourif, que enriquecen cada plano en el
que intervienen. La predilección del realizador pasa por secuencias largas, por
el gusto por introducir multitudes en el plano, mostrando un absoluto dominio
del espacio y del encuadre, por ciertas citas pictóricas (no es difícil
reconocer en la secuencia donde Ella se baña en un riachuelo, los famosos
cuadros de las bañistas de Renoir), sin terminar de encontrar siempre un tono
equilibrado, que sí estaba en las tres horas de "El Cazador (1979)".
La
película posee una bellísima banda sonora, a cargo del joven David Mansfield,
que cuenta con un pequeño papel en la película (el violinista sobre patines que
abre el baile en el local Heaven’s gate), inseparable a la filmografía
de Cimino. La música, que utiliza en muchos pasajes la balalaika,
instrumento de cuerda empleado por Maurice Jarre para "Doctor Zhivago (1965)", de David Lean, está maravillosamente integrada en la trama, casi a
modo de musical clásico. Destaca el empleo trágico del hermoso Vals Danubio
Azul, de Johann Strauss, al que se recurre en diferentes tempos
durante la cinta. El realizador cuenta en ese apartado con la ayuda inestimable
de músicos como T-Bone Burnett, con el que consigue un fascinante uso de
cierta música tradicional que luce en todo su esplendor en la sensacional
secuencia del baile-patinaje. Esta
hermosa película cuenta igualmente con una magnífica fotografía, muy criticada
en su momento (Ebert fue demoledor al respecto), obra del Húngaro Vilmos
Zsigmond, unos de los grandes operadores de Hollywood, que retrata
magistralmente la épica del sufrimiento, con esos apropiados tonos sepia, que
lo invaden todo, junto al polvo y tierra, es decir, aquello por lo que se lucha
en la película.
La
obra, pese a todos sus límites, defectos e irregularidades, es definitivamente
apasionante, en su versión de 219 minutos. El remontaje de 140 minutos, que
reordena escenas, añade confusión, y resta sutileza con una inapropiada voz en
off del protagonista, no hace justicia a la solemnidad y belleza que su
realizador quiere expresar. El metraje completo es una obra muy bien pensada,
que rebosa poética y lirismo, rodada con sensibilidad y elegancia, con un uso
dramático del paisaje (un poco a la manera de Anthony Mann), en el que son
perceptibles los ecos del cine de Sergei M. Eisenstein, en el tratamiento
trágico de la desclasada población emigrante. Un buen ejemplo de esa influencia
es la secuencia de la mujer eslava, una de las prostitutas de Ella, que ha
tenido que matar a su esposo, retorcido por el dolor (un carro ha pasado
repetidamente sobre sus piernas), se coloca una pistola en la boca y se pega un
tiro, al ver a la Caballería con la bandera norteamericana ondeante socorriendo
a los asesinos de la Asociación. El brazo fuerte de la ley ayuda al poderoso.
No hay cabida para la “insoportable levedad” del sueño americano. No existen
imágenes muy diferentes en "El Acorazado Potemkin(1925)" de
Eisestein.
Otra
secuencia magnífica es la primera aparición de Nathan D. Champion, mercenario
inicialmente al servicio de la Asociación de ganaderos. Champion irrumpe
furtivamente en la granja de los Kovach, una familia de emigrantes que han
robado una cabeza de ganado. La silueta de Champion se vislumbra tras una
sábana de tela tendida para ocultar el destripamiento del animal. Empuña un
fusil. Dispara a través de la tela y mata a Kovach. La cámara enfoca a Champion
a través de la tela desgarrada. Tras la llegada de la esposa gritando a asistir
a su esposo moribundo, vemos al mercenario darse la vuelta e irse, a través del
mismo agujero de la sábana destrozada por su disparo. Es
imposible permanecer impasible ante la solemnidad y belleza de las imágenes de
esta incomprendida obra de arte, aunque reivindicada actualmente, en parte
gracias a flamantes ediciones en formato doméstico, en EEUU e Inglaterra, que
respetan y enaltecen la visión de su realizador. Un apasionante fresco
histórico, monumento a la ambición y la arrogancia, sin duda, pero que
permanece como un canto a la personalidad del director de cine (para lo bueno y
para lo malo) y se erige en una de las obras imprescindibles del séptimo arte.
Frases para recordar:
"-Esto es
propiedad privada. Podríamos dispararle legalmente.
-Legalmente,
bastardos, tienen derecho a proteger su propiedad, pero, a menos que tengan una
orden judicial por cada nombre de esa lista, ¡permanezcan fuera de mi condado!
-Usted estorba
cualquier esfuerzo para proteger nuestra propiedad y la de los miembros de su
propia clase.
-Usted no es de
mi clase, Canton y nunca lo será. Primero tendría que morir y volver a nacer."
"... Este ya no
es un país de pobres...".
"-Empieza a
ser peligroso ser pobre en este país ¿verdad?
-Siempre lo
fue".
"¿Sabes lo menos
que me gusta de ti, Jim? Eres un hombre rico, tienes un buen nombre... sólo
finges ser pobre."
"¡Se
oponen... a... a cualquiera que se asiente y mejore las cosas en este país!
O al que
intente hacer algo más que pastos de ganado... para... para los especuladores
del este. ¡Ellos instauraron la idea de que los pobres no tienen nada que decir
sobre los asuntos de este país!".
Frase de Michael Cimino para la revista Sofilm en el número nº3 julio/agosto 2.013:
"El
ritmo de la película es lo más importante y eso se implanta desde el principio.
Cuando uno escribe, no deja nunca de dirigir, y cuando dirige ha de estar
totalmente implicado. En La puerta del cielo, no necesitaba ni mirar el guión,
sabía lo que estaba haciendo con todo detalle."
Título original: Heaven´s gate.
Director: Michael Cimino.
Intérpretes: Kris Kristofferson, Isabelle Huppert, Christopher Walken, Jeff Bridge, John Hurt.
"En 1919,
Charles Chaplin, Mary Pickford, Douglas Fairbanks y D.W. Griffith, quizás
cuatro de las personas más famosas sobre la tierra, fundaron su propio estudio:
United Artists. Hollywood no había visto nada igual. Una compañía de cine que
iba a ser dirigida por el talento. Pero en el invierno de 1979, dos jóvenes
ejecutivos, desesperados por producir películas que les proporcionasen los
premios de la academia, decidieron hacer el film que destruiría la compañía...". Es el comienzo de "Final
Cut: The making and unmaking Heaven’s gate (2004)" de Michael
Epstein. Magnífico documental de 55 minutos, narrado por
Willem Dafoe, que repasa los avatares y complejidades alrededor de este
majestuoso film, punto de inflexión en la implacable caída en desgracia del
realizador Michael Cimino, juzgado, condenado, y declarado culpable, sin
redención posible, del hundimiento de la major de Hollywood. United
Artists fue vendida en 1981 por su propietaria, Transamerica Corporation
(conglomerado empresarial dedicado principalmente a seguros e inversiones, que
la había adquirido en 1967), a Metro Goldwyn Mayer. Ambas fueron
reconvertidas (bajo las siglas MGM/UA) en distribuidoras de su inmenso catálogo
durante años (surtiendo televisiones de pago, como la del magnate Ted Turner, Turner
Classics Movies). En noviembre de 2006 Tom Cruise y su socia, la productora
Paula Wagner, promovieron la resurrección, con el nombre de United Artists
Entertainment LLC. El paso del tiempo ha demostrado que la venta de United
Artists fue más una cuestión de imagen y estrategia empresarial que una
colosal ruina en sí, pues el Holding Transamerica Corporation, podía
afrontar sin problemas las pérdidas económicas derivadas de la película.
Michael
Cimino había comenzado su carrera en el mundo del cine como guionista, firmando
los libretos de "Naves Misteriosas(1972)" de
Douglas Trumbull y "Harry el Fuerte(1973)" de Ted
Post. Probablemente, debido a su trabajo en esta última (firmado junto al
guionista y también futuro realizador, John Milius), Clint Eastwood le produjo
su debut en la dirección, la excelente "Un Botín de 500.000 dólares(1974)", perfecto vehículo de lucimiento
para Eastwood actor y para su compañero de reparto Jeff Bridges (por cuya
interpretación recibió una nominación al Óscar de la academia como mejor actor
secundario). Cimino cosechó un enorme éxito de público y crítica con su
siguiente film, "El Cazador (1978)". Constituye una
reposada, compleja y nada complaciente mirada a la juventud estadounidense de
entonces y particularmente a la influencia en las vidas de los desencantados
protagonistas de un conflicto tan contradictorio y anti-heroico, como la
impopular guerra de Vietnam. Un filme muy equilibrado con ecos de la prosa
nostálgica de los novelistas de la llamada generación perdida (la de autores
tan ilustres como Ernest Hemingway o Scott Fitzgerald), que prevalece como una
de las grandes películas del cine americano de entonces. Cimino recibió de
manos de Francis Ford Coppola la estatuilla al mejor director y de las de John
Wayne, el oscar a la mejor película del año 1979. La industria del cine estaba
rendida incondicionalmente a sus pies.
Para
su siguiente trabajo, el laureado realizador llega a un acuerdo con United
Artists para la realización de un guión escrito por aquél desde 1971
denominado entonces "The Johnson’s county War", inspirado en un suceso
real acontecido en el estado de Wyoming en 1892, donde los todopoderosos
caciques y tratantes de ganado, emprendieron una lucha sin cuartel para
expulsar de sus tierras a emigrantes venidos desde Centro-Europa y Rusia, en
busca de la tierra prometida. Cimino recibió un “cheque en blanco” por parte de
la productora y suscribió uno de los contratos más blindados y ventajosos para
un director de cine hasta ese momento, que le permitió contar su particular visión
del hecho histórico, enquistado en la cultura popular americana, a su entero
capricho. Significó un control total sobre las decisiones de producción, así
como sobre el montaje final. United Artists sufría un profundo cambio en
la cúpula directiva, pues, a consecuencia de una prolongada disputa salarial,
muchos ejecutivos de la compañía la abandonaron para formar Orion Pictures,
al auspicio de la todo poderosa Warner, con distribución de Metro
Goldwin Mayer. Los nuevos ejecutivos necesitaban producir grandes películas
para afincarse en sus cargos. Para ello fichaban jóvenes cineastas con talento.
Cimino, sin duda uno de los cineastas del momento, traía un guión que él mismo
definía como "Grandes esperanzas a la americana", pero que la 20th
Century Fox había rechazado, calificándolo como "... un trabajo
insatisfactorio, carente de ritmo y humor, oscuro y oblícuo...".
Existe
muchísima literatura acerca de la arrogancia de Cimino a la hora de gastar y
triplicar el presupuesto inicial, a la hora de repetir una y otra vez las
tomas, incluso las más sencillas, respecto a cómo se empeñó en vestir casi
personalmente a todos y cada uno de los extras (más de 1200), el maltrato a
éstos, que sufrían accidentes por doquier, provocando su deserción y el
consiguiente retraso en el rodaje, sobre cómo ordenó la demolición de los
edificios construidos en una calle del set levantado en el Glacier
National Park de Montana, porque necesitaba una mayor amplitud para los
movimientos de cámara que tenía en mente... Todo era poco en esa neurótica
búsqueda hacia la perfección que subyace en la realización de la película. El
Ayatolá Cimino, apodo recibido por el equipo de producción, se retrasó
considerablemente en el calendario de rodaje (causando unos gastos adicionales
diarios de 200.000 dólares), tanto, que a punto estuvo de perder el derecho
sobre el montaje final. Se dejaron de filmar otros proyectos de la compañía que
tenían luz verde, para insuflar presupuesto adicional, a lo que era ya un
despropósito financiero. Todo parecía poco para "La Puerta del Cielo". Los
productores cedieron, pensando que sería imposible que otro director acabase la
película. Cedieron, en la idea de que tendrían una obra maestra en sus manos
que compensaría todos los sinsabores de rodaje y la petulancia del director.
Una
vez concluyó el rodaje, el realizador se encerró en la sala de montaje y
contrató un guardia de seguridad para que impidiera que nadie, ni siquiera los
productores, interfirieran en su labor. Tras múltiples quebraderos de cabeza
(sobre todo para los productores) y un presupuesto final de alrededor de 40
millones de dólares de entonces (sobre uno inicial de 11.6 millones), y entre
220 y 500 horas (según la fuente), de metraje filmados, Cimino presentó en
Nueva York, el 18 de noviembre de 1980 un montaje de 219 minutos (en reducción
del inicial de 325 minutos por exigencias de los productores), que fue ignorado
por el público y recibió demoledoras reseñas por parte de la crítica
especializada. Se
retiró la película, cancelando los estrenos por todo el país. Cimino se volvió
a encerrar en la sala de montaje y de ahí salió una versión de unos 149 minutos
que se estrenó el 23 de abril de 1981, en la Exposición Internacional de Cine
de Los Ángeles. Abucheos y críticas implacables volvieron a liderar la
recepción de la película.
El
New york Times abrió la veda publicando la opinión del crítico Vincent
Canby: "La puerta del cielo fracasa tan completamente, que uno sospecha que
Cimino vendió su alma al diablo para conseguir el éxito de El Cazador, y ahora
el diablo ha venido a cobrarse la deuda... la puerta del cielo en un desastre
incalificable". Canby afirma en su crítica, que Cimino debería devolver sus
oscars, y que contó en el rodaje con un presupuesto de 50.000 dólares
para cocaína. Este último aspecto ha sido desmentido categóricamente por el
realizador.Por
su parte el carismático y agudo crítico de Chicago, Roger Ebert, escribió: " ...Si la película carecía de forma con cuatro horas, resulta insípida con
140 minutos. En cualquiera de sus longitudes está fotografiada y montada con
tanta incompetencia que hay veces en las que ni siquiera estamos seguros de qué
personajes estamos viendo...", "... esta película representa cómo tirar
36 millones de dólares por la ventana. Es el más escandaloso desperdicio de
cine que he visto nunca...".
En
nuestro país, el periodista y director de la Semana Internacional de Cine de
Valladolid, Fernando, Lara escribió para La Calle, en octubre de 1981,
que la película "... falla estrepitosamente por sus cuatro costados, desde
un guión que nunca se centra en lo que quiere decir hasta una realización
incapaz de ocultar su torpeza, pasando por unos majestuosos baches narrativos y
una descompensación entre los medios utilizados y aquello que se pretendía
contar...". Continúa Lara: "... Cimino, uno de los “niños bonitos” del
Hollywood de hoy, ensoberbecido por el éxito de su odisea El Cazador, ha
seguido para mal, aquello que dijo Orson Welles de que había entrado en los
estudios como un crío al que le han dejado un montón de juguetes que ni
siquiera sabe manejar... la diferencia es que a Welles le salió Ciudadano Kane
y a Cimino algo tan superfallido como La Puerta del Cielo...".
Carlos
Aguilar en su Guía del cine (Ediciones Cátedra, 1995), afirma: "El tercer
largometraje de Cimino, célebre por la hecatombe económica que precipitó sobre
sus productores. Puede entenderse: el exceso de medios no basta para disipar el
cúmulo de errores que comete el film al intentar aunar en un “western”
crepuscular, la revisión histórica, la baza social y la autocontemplación
esteticista" .Por
su parte Juan Tejero en su libro ¡Este Rodaje es la guerra! (T&B
editores, 2003), dispone "... lo que hace todo más triste son los
ocasionales destellos de brillantez que sugieren que, en algún lugar de este
indigesto material, había una buena película luchando por tomar forma...".
Sentencia Tejero: “... el abreviado montaje final de la puerta del cielo
confirma que, en realidad, los árboles nunca le dejaron ver el bosque. Y no fue
hasta que hubo podado todos esos árboles cuando descubrió que no había ningún
bosque en absoluto. Nunca lo había habido”.
El inmediato y estrepitoso fracaso
de la película (1.300.000 dólares de recaudación el primer fin de semana, y
alrededor de 3.500.000 dólares en toda su andadura comercial, sobre un coste
final inconfesado, incluyendo gastos de promoción y distribución, de más de
cien millones), acabó con la carrera del recién nombrado presidente de la United
Artists, Andy Albeck, quien dimitió resignado, y con la del jefe de
producción Steven Bach, que fue despedido, junto a otros cuatro ejecutivos de
la compañía. Bach
escribió el libro "Final Cut, Art, money and ego in the making of Heaven´s
gate" .La guinda del pastel, vino dada por unas declaraciones del propio
Cimino, totalmente desafortunadas. El realizador afirmó. “... un amigo me
dijo que hicimos la película para la generación errónea... Una vez fuimos un
país que valoraba la habilidad y el individualismo. Creo que estamos en el
proceso gradual de perder la importancia que dábamos a esas cualidades”.
Tales declaraciones que hacen pensar que probablemente Cimino habría hecho una
aproximación muy personal a la novela El Manantial de Ayn Rand, todo un
canto al individualismo y la integridad, frente a la mediocridad colectiva que,
se supone, sería su siguiente proyecto para United Artists.
La
estrategia de la industria ante el desastre fue diáfana y contundente: cerrar
filas en torno al megalómano realizador. Como quiera que Michael Cimino tuvo el
control total de la producción, la culpa del debacle era por completo suya, y
de su arrogancia. Cimino, según los productores, había olvidado que la
finalidad del cine de Hollywood era entretener y ser rentable. Este
fracaso, unido al estrepitoso del año siguiente, el de Francis Ford Coppola con
su película-empeño personal, la excelente "Corazonada(1982)", que acabó con el sueño de su estudio alternativo Zoetrope,
supusieron las excusas perfectas para rediseñar la manera de hacer cine en la
industria. Lejos, bien lejos, quedaba la megalomanía de los realizadores del
denominado new Hollywood, ese cine surgido a finales de los 60, cuyo
origen muchos teóricos del cine lo sitúan en "Bonnie & Clyde(1967)", de Arthur Penn, que eclosionó en los 70 (con la generación de Spielberg,
Coppola, De Palma, o Scorsese), que combina el tono marcadamente intelectual,
con el espectáculo y entretenimiento y que, al responder la taquilla, otorgó a
los realizadores, el control total sobre los productos. El control sobre
las decisiones y el resultado final, volvía irremisiblemente a los ejecutivos
de los estudios, como antaño, en los tiempos de Louis B. Mayer. La diferencia,
sin embargo era notoria. Meyer o Irving Thalberg, eran hombres de cine,
mientras que en los 80, las productoras llevaban años en manos de conglomerados
empresariales cuyos ejecutivos no tenían la más remota idea del proceso de
hacer cine. Es el modelo que prevalece en la actualidad.
Se
coloca a Michael Cimino en la inconfesable lista negra, la que le cierra todas
las puertas del negocio del cine para futuros proyectos. Se le otorga el premio
Razzie al peor director de 1982 y su carrera es lanzada a la deriva del
ostracismo, salvada ocasionalmente por algún productor avispado como Dino de
Laurentiis, quien le produciría largometrajes magníficos como "Manhattan Sur(1984)" y "37 horas desesperadas (1990)", que el director afrontó con encomiable
oficio. Será ese hermoso poema visual titulado "Sunchaser (1996)" su
último trabajo tras las cámaras, sin contar su participación en el filme
colectivo "A cada uno su cine (2007)", donde
se recopilan 35 cortometrajes, dirigidos por realizadores como Theo
Angelopoulos, Chen Kaige, Olivier Assayas, los Hermanos Cohen o Manoel de
Oliveira, con ocasión al 60 aniversario del Festival de Cannes. Cimino continúa
en la actualidad hablando de cine con su entusiasmo casi intacto. Ha continuado
escribiendo guiones y planificando películas (tiene escrito un libreto en el
dialecto Sioux, con el que pretende, nada menos, que la reconciliación
de América con la nación india), pero nadie toca a su puerta. Michael Cimino
estaba convencido que "La Puerta del Cielo" le daría su lugar en la
historia del cine... tenía razón.
Analizando
esta obra, más de 30 años después, en su versión íntegra (que pudimos ver en
España por vez primera gracias a un cuidado pase en TVE, en los tiempos en los
que su directora era la realizadora Pilar Miró), quizá sea momento de ir al
valor de la obra en sí, pues el tiempo coloca todo en su preciso lugar. Las
críticas sufridas por la película en su momento, algunas de las cuales hemos
citado más arriba, se centraron prácticamente en la arrogancia del gasto, en la
prepotencia del realizador y en cierto anecdotario “rosa” del rodaje. Tales
circunstancias, sin duda, nublaron el buen juicio. Tal vez, parafraseando a
Juan Tejera en su excelente libro, los árboles no dejaron a los críticos ver el
bosque. Durante
el visionado de esta compleja película, es inevitable pensar en que era
imposible que este western claramente “de izquierdas”, filmado, además,
en unos tiempos donde el género no gozaba del favor del público, pudiese
triunfar en la taquilla. Es un western rebelde, que trata de sacudir
conciencias, que navega a contracorriente, contra el poder establecido.
"La
puerta del cielo" narra con énfasis la guerra emprendida por la acaudalada y
todopoderosa Asociación de Criadores de Ganado, liderados por Frank
Canton (Sam Waterston), contra unos humildes granjeros rusos, alemanes y
eslavos, que han viajado a América para tratar de obtener su “pedazo” del sueño
americano, a quienes consideran “Emigrantes que se hacen pasar por
granjeros. Ladrones y anarquistas que explotan nuestros campos”. Apoyados
por el Gobernador del Estado de Wyoming, el Senado, el Congreso y por el mismo
Presidente de EEUU, la Asociación posee una lista de 125 nombres de personas a
exterminar. La película convierte a la “respetable” Asociación de ganaderos, en
un grupo de asesinos, amparado por altas personalidades de la política y
estamentos sociales del país. Cuando la Caballería irrumpe en el enfrentamiento
final (que van ganando los emigrantes) y acude al rescate, enarbolando una
enorme bandera americana, lo hace para proteger a los villanos de la función.
Canton había dicho en su primera secuencia, ante los integrantes de la
Asociación “si fracasamos, fracasará la bandera de los EEUU”. En los
instantes que preceden la irrupción de los soldados, hemos visto a las mujeres
y niños armados y en lucha por una vida mejor, en un enfrentamiento que no
buscaron, muriendo acribilladas salvajemente. Asesinos precisos y bien
entrenados y bien pagados, contra famélicos e inexpertos campesinos emigrantes,
en los que se ceba la crueldad y la desgracia.
Cimino destroza los cánones del western
clásico en la narración de enfrentamientos hasta entonces arquetípicos. Toda
una carga de profundidad dentro del propio sistema, que acabó estallando ante
el propio creador. La culpa del fiasco, debe de ser sin duda, compartida con
los productores, obnubilados por los oscars amasados por la anterior
película del guionista y realizador. Es
evidente que Cimino dio todo lo que era capaz en esta película, culto excesivo
a la búsqueda de la perfección. Narrada con la ambición de quien pretende estar
narrando la película definitiva, es
una mezcla de western crepuscular y epopeya histórica, con un triangulo
amoroso, como concesión a la comercialidad, pero triunfa como retrato del
sufrimiento humano y del desencanto de las causas perdidas, ante el triunfo de
la impunidad legal. Los personajes principales están bien delimitados. El Marshall
James Averill (inexpresivo pero carismático Kris Kristoferson), estudiante de
Yale, un hombre idealista, íntegro y justo, prototipo de Aristócrata que
traiciona a los suyos (así se lo reprochará Canton), luchando a favor de la
plebe desfavorecida contra el intolerante establishment.
El mercenario
Nathan D. Champion (Christopher Walken, un tanto inadaptado en pantalla, como su
personaje), asesino de emigrantes, que encontrará su integridad perdida al
saber que el amor de su vida, la prostituta Ella Watson (Isabelle Huppert) está
en la lista de la Asociación por aceptar en su burdel cabezas de ganado robadas
a los todopoderosos ganaderos. El bloque central (tras el enorme prólogo en
Yale, en 1870), transcurre en 1892, los días del asalto del Condado de Johnson,
en los alrededores de la ciudad de Casper, en el estado de Wyoming, por parte
de la Asociación y sus asesinos. La versión de 219 minutos comprende un epílogo
que transcurre en un Yate en Newport, Rhode Island, donde Averill reflexiona
sobre los hechos acontecidos. Cimino
se toma su tiempo entre bellísimos paisajes del cielo y la inmensa llanura (en
estupendas localizaciones repartidas entre Montana, Idaho, Oxford y Rhode
Island), bailes sobre patines, o el bellísimo baile de James y Ella en
solitario, entre solemnes cabalgadas, románticos paseos en carruaje, secuencias
íntimas de pareja, polémicas asambleas y la batalla épica final. Concede
atractivos diálogos para actores como John Hurt, Jeff Bridges, Terry O´Quinn,
Geoffrey Lewis, Mickey Rourke o Brad Dourif, que enriquecen cada plano en el
que intervienen. La predilección del realizador pasa por secuencias largas, por
el gusto por introducir multitudes en el plano, mostrando un absoluto dominio
del espacio y del encuadre, por ciertas citas pictóricas (no es difícil
reconocer en la secuencia donde Ella se baña en un riachuelo, los famosos
cuadros de las bañistas de Renoir), sin terminar de encontrar siempre un tono
equilibrado, que sí estaba en las tres horas de "El Cazador (1979)".
La
película posee una bellísima banda sonora, a cargo del joven David Mansfield,
que cuenta con un pequeño papel en la película (el violinista sobre patines que
abre el baile en el local Heaven’s gate), inseparable a la filmografía
de Cimino. La música, que utiliza en muchos pasajes la balalaika,
instrumento de cuerda empleado por Maurice Jarre para "Doctor Zhivago (1965)", de David Lean, está maravillosamente integrada en la trama, casi a
modo de musical clásico. Destaca el empleo trágico del hermoso Vals Danubio
Azul, de Johann Strauss, al que se recurre en diferentes tempos
durante la cinta. El realizador cuenta en ese apartado con la ayuda inestimable
de músicos como T-Bone Burnett, con el que consigue un fascinante uso de
cierta música tradicional que luce en todo su esplendor en la sensacional
secuencia del baile-patinaje. Esta
hermosa película cuenta igualmente con una magnífica fotografía, muy criticada
en su momento (Ebert fue demoledor al respecto), obra del Húngaro Vilmos
Zsigmond, unos de los grandes operadores de Hollywood, que retrata
magistralmente la épica del sufrimiento, con esos apropiados tonos sepia, que
lo invaden todo, junto al polvo y tierra, es decir, aquello por lo que se lucha
en la película.
La
obra, pese a todos sus límites, defectos e irregularidades, es definitivamente
apasionante, en su versión de 219 minutos. El remontaje de 140 minutos, que
reordena escenas, añade confusión, y resta sutileza con una inapropiada voz en
off del protagonista, no hace justicia a la solemnidad y belleza que su
realizador quiere expresar. El metraje completo es una obra muy bien pensada,
que rebosa poética y lirismo, rodada con sensibilidad y elegancia, con un uso
dramático del paisaje (un poco a la manera de Anthony Mann), en el que son
perceptibles los ecos del cine de Sergei M. Eisenstein, en el tratamiento
trágico de la desclasada población emigrante. Un buen ejemplo de esa influencia
es la secuencia de la mujer eslava, una de las prostitutas de Ella, que ha
tenido que matar a su esposo, retorcido por el dolor (un carro ha pasado
repetidamente sobre sus piernas), se coloca una pistola en la boca y se pega un
tiro, al ver a la Caballería con la bandera norteamericana ondeante socorriendo
a los asesinos de la Asociación. El brazo fuerte de la ley ayuda al poderoso.
No hay cabida para la “insoportable levedad” del sueño americano. No existen
imágenes muy diferentes en "El Acorazado Potemkin(1925)" de
Eisestein.
Otra
secuencia magnífica es la primera aparición de Nathan D. Champion, mercenario
inicialmente al servicio de la Asociación de ganaderos. Champion irrumpe
furtivamente en la granja de los Kovach, una familia de emigrantes que han
robado una cabeza de ganado. La silueta de Champion se vislumbra tras una
sábana de tela tendida para ocultar el destripamiento del animal. Empuña un
fusil. Dispara a través de la tela y mata a Kovach. La cámara enfoca a Champion
a través de la tela desgarrada. Tras la llegada de la esposa gritando a asistir
a su esposo moribundo, vemos al mercenario darse la vuelta e irse, a través del
mismo agujero de la sábana destrozada por su disparo. Es
imposible permanecer impasible ante la solemnidad y belleza de las imágenes de
esta incomprendida obra de arte, aunque reivindicada actualmente, en parte
gracias a flamantes ediciones en formato doméstico, en EEUU e Inglaterra, que
respetan y enaltecen la visión de su realizador. Un apasionante fresco
histórico, monumento a la ambición y la arrogancia, sin duda, pero que
permanece como un canto a la personalidad del director de cine (para lo bueno y
para lo malo) y se erige en una de las obras imprescindibles del séptimo arte.
Frases para recordar:
"-Esto es
propiedad privada. Podríamos dispararle legalmente.
-Legalmente,
bastardos, tienen derecho a proteger su propiedad, pero, a menos que tengan una
orden judicial por cada nombre de esa lista, ¡permanezcan fuera de mi condado!
-Usted estorba
cualquier esfuerzo para proteger nuestra propiedad y la de los miembros de su
propia clase.
-Usted no es de
mi clase, Canton y nunca lo será. Primero tendría que morir y volver a nacer."
"... Este ya no
es un país de pobres...".
"-Empieza a
ser peligroso ser pobre en este país ¿verdad?
-Siempre lo
fue".
"¿Sabes lo menos
que me gusta de ti, Jim? Eres un hombre rico, tienes un buen nombre... sólo
finges ser pobre."
"¡Se
oponen... a... a cualquiera que se asiente y mejore las cosas en este país!
O al que
intente hacer algo más que pastos de ganado... para... para los especuladores
del este. ¡Ellos instauraron la idea de que los pobres no tienen nada que decir
sobre los asuntos de este país!".
Frase de Michael Cimino para la revista Sofilm en el número nº3 julio/agosto 2.013:
"El
ritmo de la película es lo más importante y eso se implanta desde el principio.
Cuando uno escribe, no deja nunca de dirigir, y cuando dirige ha de estar
totalmente implicado. En La puerta del cielo, no necesitaba ni mirar el guión,
sabía lo que estaba haciendo con todo detalle."
Título original: Heaven´s gate.
Director: Michael Cimino.
Intérpretes: Kris Kristofferson, Isabelle Huppert, Christopher Walken, Jeff Bridge, John Hurt.