EL TREN (1964). Burt Lancaster frente la expoliación nazi.

el tren 1964
La cuarta colaboración entre la superestrella Burt Lancaster y el realizador John Frankenheimer, vio luz verde a la deriva del éxito descomunal de "Los Cañones de Navarone (1961)" de Jack Lee Thompson, así como por el empeño personal del actor-productor, equiparable al tesón y la terquedad de su personaje, Labiche, en que "el tren del arte" no abandonase Francia hacia la Alemania nazi durante los últimos días de la ocupación. En un principio, se contrató a Arthur Penn, realizador que, junto a Frankenheimer o Sidney Lumet, es uno de los máximos exponentes de esa generación de cineastas curtidos en los albores de la televisión estadounidense, donde se rodaba en vivo y en directo. Penn fue despedido con base en las socorridas "diferencias creativas". Rápidamente fue sustituido por Frankenheimer, quien ya había dirigido a Lancaster en "Jóvenes Salvajes (1961)", "El Hombre de Alcatraz (1962)" y "Siete días de mayo (1964)", rodajes donde las fricciones de actor y director se habían hecho más que patentes. Sin embargo, la pericia técnica y la profesionalidad de Frankenheimer, así como su perfecto conocimiento del idioma francés y de sus contactos entre destacados miembros de la cinematografía gala, lo convertían en una excelente opción para tomar las riendas de este enfrentamiento, filmado íntegramente en suelo francés, entre un tosco ferroviario, miembro activo de la resistencia francesa (Burt Lancaster, haciendo gala de una destreza física impresionante) y el Coronel Von Waldheim (interpretado con mucha solvencia, elegancia y dignidad por el actor inglés Paul Scofield), un desencantado oficial nazi que, sabedor de la inminente liberación de Francia, decide expoliar el museo Jeu de Paume, regentado por Mademoiselle Villard  y cargar un tren con cuadros de Cezanne, Renoir, Picaso, Lautrec, Mathise, etc, artistas impresionistas, enmarcados en la categoría de “arte degenerado”, prohibido por Decreto del Tercer Reich.


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La arrogancia de Adolf Hitler llegaba hasta el punto de decidir, de manera tan eficientemente reglada como discrecional, cuales debían ser los gustos imperantes en el arte. Frankenheimer se esfuerza en eludir las tentaciones maniqueístas del relato. Labiche no es un hombre instruido capaz de apreciar el arte. De hecho gran parte de la película se ocupa del particular proceso interior del personaje por tratar de entender la importancia de salvar el patrimonio cultual de Francia. El villano, el oficial alemán Von Waldheim, por el contrario, es una rara avis, entre los oficiales nazis, pues admira ese arte prohibido. Es un hombre de gran sensibilidad artística, que le sirve de motor, desde el inicio, de su no menor empeño en que el tren llegue a Alemania. El realizador neoyorquino, se preocupa igualmente en mostrar el absurdo de la guerra, subrayando narrativamente el alto coste en vidas humanas, totalmente innecesario desde la perspectiva de que la acción se enmarca en los últimos días de la guerra, cuando los nazis se repliegan hacia su país, ante la inminente entrada de los aliados en París.


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La pericia técnica del realizador, latente en esta película, fue adquirida desde su temprana juventud. A principios de los años 50, es movilizado en el servicio militar, y le toca servir en una base militar en Burbank, California, donde descubre un equipo completo de cámaras de 16 milímetros y material como moviolas, focos, micrófonos, etc, arreglándoselas para convencer a los altos mandos de la conveniencia de realizar documentales sobre maniobras militares, y demás actos rutinarios castrenses, que rueda con pasión. En 1952 entra a trabajar para la CBS, introducido en el medio por quien sería su mentor profesional, Sidney Lumet, para quien ejercería labor de ayudante de producción en numerosas ocasiones. Entre 1954 y 1960, colabora en un aluvión de producciones para el medio, alrededor de 152, que incluye dirección de programas de actualidad y de debates, en los que dispone de una libertad creativa impensable en la actualidad, y que compagina con su temprano debut en el cine, con la película "The young Stranger (1956)", experiencia que le decepciona, por la lentitud de rodaje, en relación a lo trepidante de la filmación el medio televisivo.


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En ese año de 1956, ingresa en la élite de la televisión, figurando en la nómina de realizadores del programa Playhouse 90, programas dramáticos filmados y emitidos en directo, donde rueda, entre otros, una versión de "El último magnate", según la novela de Scott Fitzgerald, con Jack Palance de protagonista, de "Días de vino y Rosas" con Cliff Robertson y Piper Laurie, o de "Por quien doblan las campanas", según la novela de Ernest Hemingway, con Jasón Robards lierando el reparto. Una auténtica superproducción televisiva de la época, ésta última, emitida en dos partes, que contó con el astronómico presupuesto de 40.000 dólares. Frankenheimer afronta la realización de esta formidable película bélica, combinando instantes espectaculares, con otros marcadamente intimistas. En ambos casos, constituyen secuencias de enorme complejidad y despliegue. Entre las primeras, destacamos el prolongado travelling-plano secuencia que acompaña a Labiche en los primeros momentos del metraje, por las vías ferroviarias alrededor de trenes, tanques, o soldados transportando material diverso. Son secuencias muy difíciles de filmar, en unos tiempos donde no había Steadycam, y en los que era necesario montar raíles para deslizar las, por otro lado, enormes y pesadas cámaras de filmación.


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Destaca también por derecho propio la secuencia de choque entre dos trenes, fruto del sabotaje de los miembros de la resistencia. La secuencia es filmada con una eficiencia tal, que se percibe en cada uno de los planos elegidos de la misma en la sala de montaje, en un trabajo de edición, por otro lado, sensacional. Entre las secuencias más intimistas, Frankenheimer resalta las emociones de los personajes con sus reconocibles primerísimos planos rodados con la lente gran angular, que potencia el tono asfixiante de tales planos, donde la tensión en el ambiente sobrecoge al espectador, así como con el empleo de la técnica, vinculada casi de modo inconsciente a Orson Welles, conocida como profundidad de campo. Se trata de encuadres donde un personaje está en primer plano y al fondo vemos a otro u otros personajes, cuya presencia es narrativamente relevante. Un ejemplo de ello, es la primera y única secuencia que transcurre en el interior del museo Jeu de Paume. Waldheim observa admirado los hermosos cuadros. 


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Frankenheimer comienza con el sencillo plano y contraplano, aunque lo hace de un modo poco convencional: la sala del museo está en la penumbra, iluminándose sólo los cuadros que el oficial alemán observa con nostalgia y desencanto. La cámara se recrea necesariamente, pues se trata de aquello por lo que se va a combatir las próximas dos horas. Entra a la izquierda del encuadre Mademoiselle Villard, la directora del Museo. La cámara gira, no en panorámica, sino en travelling, para colocar al oficial de perfil, en primer plano, y al fondo a la directora del museo. El personaje de mademoiselle Villard, interpretado por la actriz francesa Suzanne Flon, es claramente un sosias del personaje real de Rose Valland, colaboradora de la Resistencia, a quien la posteridad bautizó como “la heroína del Jeu de Paume”. Directora de ese museo, esta valiente mujer tuvo el enorme mérito de memorizar primero y copiar después las listas y fotografías de las piezas de arte que los nazis se llevaban de París destino a Berlín, gracias a lo cual se recuperaron muchísimas de esas obras.


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El personaje aparece en la película "The Monuments men (2014)", de George Clooney, interpretado por Cate Blanchett, que en la película se llama Claire Simon. A mademoiselle Valland se le concedió la Legión de honor (distinción que se concede por méritos extraordinarios dentro del ámbito civil o militar), y es una de las mujeres más condecoradas de toda Francia. Este personaje escribió un libro de memorias, Le front de l’art, en el que se inspira el guión de esta película. La fructífera colaboración entre Lancaster y Frankenheimer, comprendería un título más, "Los Temerarios del Aire (1969)", un drama sobre un grupo de paracaidistas especialistas en atracciones circenses aéreas. El director de "ElMensajero del Miedo (1962)", entraría en la década de los noventa con la película "La Cuarta Guerra (1990)", que narra un enfrentamiento personal, igual de obsesivo que en "El Tren", entre un oficial estadounidense (Roy Scheider) y otro ruso (Jürgen Prochnov), en las postrimerías de la guerra fría, en el escenario del desmoronamiento de la Alemania del Este. Ambas películas comparten similares propósitos antibelicistas, pero obtienen resultados marcadamente desiguales. 

Información adicional:
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Frases para recordar:


"- A veces nos arriesgamos. No malgastaré más vidas por unos cuadros.
- No se malgastarían...
Discúleme, sé que es algo terrible de decir, pero esos cuadros son parte de Francia. Los alemanes quieren llevárselos todos. Nos han quitado nuestra tierra y nuestra comida, viven en nuestras casas... y ahora quieren quitarnos nuestro arte, esa belleza... esa visión de la vida nacida en Francia, nuestra especial visión... nuestro Tesoro. Es nuestro legado para el mundo ¿no lo ve?, para todos... es nuestro orgullo, lo que creamos y atesoramos para el mundo.

Se me ocurren peores cosas por las que arriesgar su vida." 
(Conversación entre Mademoiselle Villard (Suzanne Flon) Y Labiche (Burt Lancaster) 

"- Admiro su eficiencia, Labiche... y su sentido de la supervivencia.
Supongo que no suele tener problemas con los saboteadores, ¿Verdad?
¿Cree que habrá intentos de sabotaje de este tren?
 - Soy un ferroviario, no un profeta·".
(Conversación entre el Coronel Von Waldheim (Paul Scofield) y Labiche (Burt Lancaster) 

"Labiche. Aquí tiene su recompensa, Labiche... algunos de los más grandes cuadros del mundo.
¿Le agrada, Labiche?
¿Siente una gran emoción sólo con estar cerca de ellos?
Un cuadro significa para usted tanto como un collar de perlas para un mono. Ha ganado por pura suerte. Me ha detenido sin saber lo que hacía ni porqué. Usted no es nada, Labiche, sólo un cúmulo de carne.
Los cuadros son míos. Siempre lo serán. La belleza pertenece al hombre que puede apreciarla. Siempre me pertenecerá a mí o a un hombre como yo. Ahora, en este minuto, no podría decirme porqué ha hecho lo que ha hecho".
(Coronel Von Waldheim (Paul Scofield) a Labiche (Burt Lancaster).


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Título original: The train.

Director: John Frankenheimer.

Interpretes: Burt LancasterPaul ScofieldJeanne MoreauMichel SimonHoward Vernon,Suzanne Flon.


Trailer:



Escena:


B.S.O.:



Información complementaria:
Paul Scofield

Reseña escrita por Manuel García de Mesa

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