PASAJE A LA INDIA (1984). El testamento cinematográfico de David Lean.

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Se trata de una adaptación de una novela del escritor inglés E.M. Forster (1870-1970), en la época en que la India era aún una colonia británica, allá por 1920.

Adela Quested (Judy Davis), una joven británica, realiza un viaje a la India con su futura suegra, la señora Moore (Peggy Ashcroft), a fin de contraer matrimonio con un joven que ejerce de magistrado en Chandrapore, Ronny Heaslop (Nigel Havers) y es el hijo del segundo matrimonio de la señora Moore. Adela y la señora Moore pronto se revelan como dos mujeres muy diferentes de su encorsetado entorno social . Representan dos generaciones de mujeres que se niegan a asumir el rol pasivo para el que han sido educadas, se niegan a carecer de opinión, de principios y, especialmente, se niegan a despreciar una cultura que les resulta tan exótica como interesante. Pese a que la diferencia de edad entre ambas es notable, pronto congenian a la perfección compartiendo el hastío que les produce la prepotencia colonial en la India y el desprecio por una cultura tan rica como milenaria. Adela, que parecía soñar con alejarse de su mundo para vivir una experiencia novedosa y liberadora se encuentra que, por mucho que se aleje de su país de origen, los convencionalismos destinados a las mujeres son siempre los mismos.

Los británicos residentes en tierras extranjeras, lejos de enriquecerse y mezclarse con una nueva cultura, son aún más clasistas, herméticos, intolerantes y prepotentes en un territorio que están ocupando bajo una presión militar con la excusa de mantener la paz y el orden. Adela se aburre tremendamente en el selecto club de campo y pronto descubre que su futuro prometido le prepara toda una vida de buenas apariencias que lo ayuden a mantener su prestigio dentro de la colonia británica, ese pequeño gueto injertado a la fuerza dentro de un escenario de tanta belleza y complejidad que escapa completamente a la torpe ceguera británica. Adela y la señora Moore chocan contra el desprecio que se inflige a los nativos y al paisaje que las rodea. Ambas están provistas de una curiosidad innata que las conduce a querer conocer mejor la India, sus costumbres y sus auténticos habitantes. La oportunidad para satisfacer este deseo la encuentran por medio de un singular personaje, el doctor Aziv (Victor Banerjee), un médico hindú, viudo y padre de dos hijos que vive humildemente y que asume con naturalidad las absurdas imposiciones británicas. Su naturaleza noble e ingenua no acierta a comprender los enrevesados vericuetos de la flema británica. De él partirá la idea de una excursión a las famosas cuevas de Marabar. En esa excursión ocurre algo absolutamente insólito que precipita la trama por derroteros impensables.

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La excursión representa el punto de inflexión de la película donde se visualiza el gran choque cultural entre invasores y nativos. Un enfrentamiento brutal que es narrado con una gran sutileza mediante la experiencia personal de Adela, una joven seducida por lo extraño y desconocido que desea escapar de sus propios límites, pero que queda completamente desbordada al no saber medir sus limitaciones y carecer de la preparación suficiente como para abrir la mente a los misterios del alma.

La película está excepcionalmente dirigida por David Lean, quien siempre supo mezclar a la perfección el intimismo de relatos personales con la épica del paisaje. En este caso, se desplazó a Asia para elaborar esta gran producción y describir un escenario y una atmósfera cálida y sofocante. De hecho el relato da comienzo al mismo tiempo que comienza la Estación Cálida en la India. El asfixiante calor juega un papel protagonista en varias escenas y la visión de un sol resplandeciente en la excursión hacia las cuevas, punto álgido del film, contrasta con la oscuridad de las mismas y la confusión resultante de tan grandes contrastes.

Para elaborar este film, David Lean contó con la confianza de los productores británicos Richard Goodwin y John Brabourne, especialistas en películas de lugares coloniales y exóticos. Es muy destacable el hecho de que este film, rodado con los cánones clásicos pertenezca a una década, la de los ochenta, en la que el cine había cambiado y se habían comenzado a rodar otro tipo de películas. De hecho, mientras D. Lean rodaba "Pasaje a la India" coincidió con Spielberg que rodaba también en Asia "Indiana Jones".

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Por si alguien anda despistado, en 1984 Lean llevaba catorce años retirado del cine tras el inexplicable fracaso de "La hija de Ryan", una genial e incomprendida obra. Pues bien, tras este lapso de tiempo, Lean se hace cargo de "Pasaje a la India" y lo hace con toda su sabiduría, manteniendo un buen pulso narrativo y mostrando imágenes como sólo unos pocos sabían hacer, convirtiendo los espacios naturales en misteriosos ecos del mundo interior y los conflictos de sus personajes.

Insisto en que en este film se unen dos características que siempre estuvieron presentes en la filmografía de Lean, la compleja intimidad de las relaciones humanas: "Breve encuentro", "Amigos apasionados" con la espectacularidad de los grandes relatos épicos rodados en escenarios naturales donde el paisaje se funde con su protagonista, para bien o para mal: "Lawrence de Arabia", probablemente su obra más excepcional, y la poco valorada “La hija de Ryan”. En ambas películas el agreste y difícil paisaje, así como la cultura y los habitantes del lugar son capaces de modificar el destino de nuestros protagonistas.

La película que ahora comentamos es una adaptación cinematográfica del libro del mismo título de E. M. Forster, gran fuente de inspiración del cine británico ya que varias de sus novelas han sido llevadas al cine por James Ivory, responsable de películas como "Maurice", "Una habitación con vistas" o "Regreso a Howards End".

En "Pasaje a la India", escritor y director coinciden en describir y trasladar a la gran pantalla dos de los pilares sobre los que se articulan los relatos del novelista: las barreras sociales, el rígido convencionalismo británico y una sexualidad reprimida, características todas de una rígida educación británica de la que nuestros protagonistas pretenden escapar.

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La dirección artística de la fotografía de Ernest Day nos traslada de forma directa a un mundo infravalorado desde la perspectiva occidental de la colonización, incapaz de detenerse a observar y comprender esa magia y espiritualidad que nace de un paisaje y unos antepasados acostumbrados a lidiar con la tierra y con el caluroso y húmedo clima de la India.

La música de Maurice Jarre es una pieza importante dentro del relato y obtuvo un merecido Oscar. La música y la fotografía, así como el vestuario y la puesta en escena son el acompañamiento técnico perfecto para que la película alcance una gran categoría artística.

En cuanto al trabajo de los actores, son las dos actrices protagonistas las que realizan la mejor parte. Especialmente, Judy Davis, como elemento conductor de una trama que va más allá de lo personal. El resto del elenco está correcto, pero para mí es el propio escenario natural el único personaje capaz de dar réplica al complejo personaje de Adela. La pequeña intervención que Lean quiso otorgar a uno de sus actores fetiche: Alec Guiness como Brahman y profesor de filosofía representativo de la nueva corriente pacifista que está por llegar, no queda del todo tan creíble como otras excelentes actuaciones que hemos visto de este magnífico actor.

Profundizando algo más en la segunda vertiente del film, en su parte épica, descubrimos que David Lean consigue dibujar en pantalla toda una realidad social e histórica acerca de las tensiones sociales y políticas que acontecieron entre hindúes y británicos durante los años 20. Años de tensión entre la administración colonial británica en la India y del creciente movimiento de independencia indio, que culminaría durante los años 40 con la figura de Gandhi.

David Lean dejó un hermoso testamento cinematográfico, una película con un ambiente sensual y extraño, con una visión crítica y sensible capaz de atrapar instantes de un mundo y una cultura que escapan a la mirada de Occidente.

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Título original: A Passage to India.

Director: David Lean.

Intérpretes: Judy Davis, Victor Banerjee, Peggy Ashcroft, James Fox, Alec Guinness,Nigel Havers, Richard Wilson, Antonia Pemberton, Saeed Jaffrey, Art Malik,Michael Culver, Roshan Seth.

Trailer:


B.S.O.:


Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard


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