MARNIE LA LADRONA (1964). Los robos de Tippi Hedren.

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Marnie (Tippi Hedren) es una embaucadora y atractiva joven que se sirve de su físico y su trabajo como secretaria en diferentes empresas para perpetrar sus robos. Va cambiando de aspecto y de ciudad. Tras adquirir una nueva identidad, consigue trabajo en oficinas donde sea fácil cautivar a sus jefes y distraerlos mientras ella prepara un calculado plan para vaciar cajas fuertes. Su impecable y calculada rutina cambia el día en que un joven empresario, Mark Rutland (Sean Connery) queda completamente cautivado por ella. Accidentalmente, descubre sus hábitos delictivos, y pese a ello, se siente irremediablemente atraído por ella. Mark toma la extraña decisión de casarse con ella y tomarse como un reto personal resolver el enigma que esconde el cerebro de tan bella y extraña mujer. Asume un papel que oscila según el momento del metraje entre marido protector de una mujer con problemas y un individuo que se plantea descifrar un enigma.
De esta forma Alfred Hitchcock hace participar al espectador, identificándose con la figura del joven empresario, como si de un detective se tratara para intentar resolver el más complejo de los casos: lo que reside en el interior de una mente femenina tan fría y calculadora.

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El guión, escrito por Jay Presson está basado en la novela de Winston Graham, un afamado escritor británico responsable de más de 40 novelas, entre las que se encuentran las doce de la saga de los Poldark. Graham comenzó a escribir en la década de los 40 y fue un consumado autor de novelas de suspense, algunas de ellas llevadas al cine.

En este film el suspense no está basado en descifrar cuáles serán las piezas de un atraco, o si los ladrones conseguirán llevarse el botín. La trama se sustenta en un intento, tanto por parte del autor de la novela como por el propio Hitch, de investigar en el oscuro pasado, en posibles traumas de la infancia que nos descifren el origen de la conducta delictiva.

Parece que tras el éxito conseguido tras filmar "Psicosis (1960)" Alfred Hitchcock quiso mantener ese estilo cercano a la corriente psicoanalítica para conseguir sorprendernos desvelando oscuros secretos. El Maestro ya había hecho algún intento de adentrarse en la parte más explotada o conocida de una versión cuasipsicoanalítica en su film "Recuerda (1945)". En aquel film el interés radicaba en saber si el protagonista se mantenía en su sano juicio y solo una mujer enamorada sería la encargada de rescatarlo.

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Por el contrario, aquí será un varón el que represente de forma contradictoria, y por diferentes motivos, la figura de salvador. Se consigue así establecer un doble juego: Intentar esclarecer si realmente es amor lo que Mark siente por Marnie, o simple atracción física por un lado, y por otro, intentar descubrir si Marnie es sólo una joven fría y calculadora o una mujer torturada por su pasado. Al igual que en sus dos obras anteriores, las relaciones maternofiliales tienen una poderosa presencia en el relato. En "Marnie, la ladrona" da una vuelta de tuerca más, y sin tratar de ser profundo en los aspectos psicoanalíticos, algo que muchos han visto como un defecto, Hitchcock vuelve a demostrar su dominio de la cámara, de la imagen y, especialmente, del uso del color que asume un papel protagonista en la historia.

Para mí, este film, considerado incompleto por el mismo Hitchcock e infravalorado por la mayoría, adquiere gran relevancia por el uso magistral de un lenguaje visual muy elaborado.

La descripción inicial del personaje, sin necesidad de una sola palabra me parece descomunal. La secuencia de apertura donde se tardan bastantes minutos en mostrarnos la verdadera cara de la protagonista tras habernos mostrado su magnífico cuerpo, sus largas piernas, sus impecables ademanes y una elegante vestimenta me parece genial. Sabemos mucho de la protagonista antes incluso de conseguir ver su rostro saliendo de ese charco negro de agua, de donde surge una mujer rubia.

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Las escenas en campo abierto montando acaballo, saber resaltar con planos detalle elementos como el color que son piezas clave o presentarnos a los protagonistas en diferentes ángulos que revelan su estado anímico sin palabras son una delicia. Al igual que ese magnífico primer plano donde Mark intenta vencer la fobia al contacto de una mujer que lo rechaza sexualmente en repetidas ocasiones y finalmente consigue arrancarle un beso.

En definitiva, una película que juega con las percepciones visuales del espectador para establecer alegorías, para incitar a deducir e interpretar sin necesidad de diálogos. Imágenes con mucho contenido emocional, ya sea entre los actores o con los animales, utilizando la forma que tiene la protagonista de relacionarse con los caballos, sus recuerdos de la infancia y los filtros de color en determinadas escenas clave.

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Robert Burks, como responsable de fotografía, vuelve a bañar de luminosidad la obra de Hitchcock, con decisiones tan efectivas como sencillas, como el viraje de color cuando Marnie ve el color rojo. Ayudado por el montaje de George Tomasini, que fallecería ese mismo año, hay instantes milimétricamente medidos como el del interrogatorio/terapia por parte de Mark a Marnie en el camarote del barco. Una vez más el lenguaje cinematográfico demostrando la vital importancia de la narración fílmica por encima de cualquier línea de diálogo.

"Marnie, la ladrona" supuso la última colaboración entre el maestro y uno de sus colaboradores habituales, el insigne Bernard Herrmann, el compositor por excelencia de la música cinematográfica. Su banda sonora ocupa parte de la trama del film y es la responsable de vestir adecuadamente los momentos culminantes de la trama.

También fue la última colaboración de Tippi Hedren con Alfred Hitchcock. No sabemos si porque el papel le cayó de rebote o por otros asuntos pendientes, pero su relación terminó abruptamente. Se comenta que la relación entre ellos empeoró tanto y de forma tan manifiesta durante el rodaje que, en los últimos días del mismo Hitchcock acabó por darle instrucciones a través de intermediarios, a pesar de que Hedren ha negado en su biografía que tal cosa llegara a suceder. Sin ser de las mejores del maestro, sigue siendo una gran película.

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Título original: Marnie.

Director: Alfred Hitchcock.

Intérpretes: Tippi Hedren, Sean Connery, Diane Baker, Martin Gabel, Louise Latham, Alan Napier, Bruce Dern. 

Trailer:


B.S.O.:


Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard


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2 opiniones :

ricard dijo...

Creo que los problemas entre Hitchcock y la madre de Melanie Griffith se debían a que ella rechazó las propuestas sexuales del director, el cual debió trasladar su frustración al personaje interpretado por Sean Connery, enfrentado a una mujer frígida a la que no duda en violar aún antes de resolver el problema por la vía psicoanalítica.

Saludos.

Anónimo dijo...

Bueno y acertado >; )

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