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Cuando uno lee semejante título, si es que no sabe nada de
esta película, se puede pensar en algún film de género bíblico. Nada más lejos
de la realidad.
La ira de Dios fue una de las películas
que pude grabar en mi VHS doméstico, creo recordar que la emitieron en la 2 de
televisión española, y aunque yo era muy pequeño, y no muy aficionado al
western hasta que no cumplí más edad, pude apreciar a mi juicio la mejor obra del
director Ralph Nelson. En tierras mejicanas en los
años 20, un vividor irlandés llamado Emmett es coaccionado por un sinvergüenza
y gordinflón que responde al nombre de Jennings para transportar un cargamento
de alcohol, dicho cargamento contiene en realidad armas, lo que desencadenará
el encarcelamiento de Emmett, Jennings y…un sacerdote con el cuerpo de Robert Mitchum, que de la noche a la mañana
serán reclutados por el coronel Santilla para liberar una pequeña población
asolada por un tirano llamado De la Plata (Frank Langella), que no tolera la
celebración de misas y se deshace de cualquier sacerdote que pise sus tierras.
La ira de Dios es un simpatiquísimo film que me atrajo sobre
todo por la cordialidad de los tres protagonistas, que entre engaños, honor,
amistad y valor se enfrentarán a un estupendo villano encarnado por un Langella
que hace de su personaje todo un hilarante malhechor de altura, y que, debido a
su rechazo a la religión, la locura, el nulo pestañeo de sus ojos, además de sus
muecas, no me extraña que años después interpretase aDrácula.
Por su parte Robert Mitchum era la tercera vez (que yo sepa)
que fingía ser sacerdote, después de La noche del cazador y El póker de la
muerte, mediante un personaje llamado Van Horn, un predicador simpático, con
chascarrillos memorables, que le hacen parecer algo que no es, un cura fingido
que ofrece sacramentos, y que da esperanza a un pueblo necesitado de la fe
necesaria para acabar con el sinsentido y la maldad que imprime De la Plata.
El pulso narrativo del director Ralph Nelson no decae en ningún
momento y, ya sea en escenas de corte íntimo, como la celebración de
confesiones, bodas y bautizos de los campesinos mediante la mano de Van Horn, y
la acción de las ráfagas de metralleta Thompson, los puñetazos, los chistes, y
escenas como la carga final contra la hacienda de De la Plata, todo ello, hace
que el conjunto sea digno de verse y disfrutarse.
Por otra parte, me quedaría a medias si no comentase que uno
de los ingredientes estrella de La ira de Dios es sin duda, la música del
argentino Lalo Schifrin (Misión Imposible, Harry el sucio), y dejo para el
final la guinda del pastel, al ser la película la última aparición en pantalla
de la gran y recordada Rita Hayworth (Gilda).
Frases para recordar: "¡¡Nos llevaremos estupendamente!! Prometo ser
bueno".
Título original: The Wrath of God.
Director: Ralph Nelson.
Intérpretes: Robert Mitchum,Frank Langella,Rita Hayworth,John Colicos,Victor Buono,Ken Hutchison,Paula Pritchett
Trailer:
Reseña escrita por Cristóbal Jiménez
Dedicado a José de Blas Pérez (Pepe), y a toda su familia de
Falces (Navarra)
Cuando uno lee semejante título, si es que no sabe nada de
esta película, se puede pensar en algún film de género bíblico. Nada más lejos
de la realidad.
La ira de Dios fue una de las películas
que pude grabar en mi VHS doméstico, creo recordar que la emitieron en la 2 de
televisión española, y aunque yo era muy pequeño, y no muy aficionado al
western hasta que no cumplí más edad, pude apreciar a mi juicio la mejor obra del
director Ralph Nelson. En tierras mejicanas en los
años 20, un vividor irlandés llamado Emmett es coaccionado por un sinvergüenza
y gordinflón que responde al nombre de Jennings para transportar un cargamento
de alcohol, dicho cargamento contiene en realidad armas, lo que desencadenará
el encarcelamiento de Emmett, Jennings y…un sacerdote con el cuerpo de Robert Mitchum, que de la noche a la mañana
serán reclutados por el coronel Santilla para liberar una pequeña población
asolada por un tirano llamado De la Plata (Frank Langella), que no tolera la
celebración de misas y se deshace de cualquier sacerdote que pise sus tierras.
La ira de Dios es un simpatiquísimo film que me atrajo sobre
todo por la cordialidad de los tres protagonistas, que entre engaños, honor,
amistad y valor se enfrentarán a un estupendo villano encarnado por un Langella
que hace de su personaje todo un hilarante malhechor de altura, y que, debido a
su rechazo a la religión, la locura, el nulo pestañeo de sus ojos, además de sus
muecas, no me extraña que años después interpretase aDrácula.
Por su parte Robert Mitchum era la tercera vez (que yo sepa)
que fingía ser sacerdote, después de La noche del cazador y El póker de la
muerte, mediante un personaje llamado Van Horn, un predicador simpático, con
chascarrillos memorables, que le hacen parecer algo que no es, un cura fingido
que ofrece sacramentos, y que da esperanza a un pueblo necesitado de la fe
necesaria para acabar con el sinsentido y la maldad que imprime De la Plata.
El pulso narrativo del director Ralph Nelson no decae en ningún
momento y, ya sea en escenas de corte íntimo, como la celebración de
confesiones, bodas y bautizos de los campesinos mediante la mano de Van Horn, y
la acción de las ráfagas de metralleta Thompson, los puñetazos, los chistes, y
escenas como la carga final contra la hacienda de De la Plata, todo ello, hace
que el conjunto sea digno de verse y disfrutarse.
Por otra parte, me quedaría a medias si no comentase que uno
de los ingredientes estrella de La ira de Dios es sin duda, la música del
argentino Lalo Schifrin (Misión Imposible, Harry el sucio), y dejo para el
final la guinda del pastel, al ser la película la última aparición en pantalla
de la gran y recordada Rita Hayworth (Gilda).
Frases para recordar: "¡¡Nos llevaremos estupendamente!! Prometo ser
bueno".
Título original: The Wrath of God.
Director: Ralph Nelson.
Intérpretes: Robert Mitchum,Frank Langella,Rita Hayworth,John Colicos,Victor Buono,Ken Hutchison,Paula Pritchett
Trailer:
Reseña escrita por Cristóbal Jiménez
Dedicado a José de Blas Pérez (Pepe), y a toda su familia de
Falces (Navarra)
Tras ocho años en prisión, Max Cady (Robert Mitchum) viaja hasta Savannah para volver a verse las caras y ajustarle las tuercas al hombre que le delato, un abogado llamado Sam Bowden (Gregory Peck), Cady, se pasea por la ciudad amenazante, mientras utiliza los recovecos legales a su favor para hostigar a Bowden hasta que este pierda el control. A principios de los años 60, Gregory Peck se sumo a la moda de los actores que producían sus propias películas en la línea de Burt Lancaster o Kirk Douglas, el primer escrito en donde puso el ojo fue la novela de John D. MacDonald; The Executioners, mientras rodada en Europa Los cañones de navarone (1961) a las ordenes del británico J. Lee Thompson, Peck le paso el libro de MacDonald al director: La novela me gusto mucho, trabajamos y congeniamos muy bien en ‘Navarone’ y me apetecía seguir haciendo algo con Peck. El había encargado un guión, firmamos el contrato enseguida, Greg iba a ser también el productor, y en un principio la única estrella, sabía que el papel de Cady era el más jugoso, pero aún así eligió el del abogado. Primero pensamos en actores tipo Rod Steiger, incluso consideramos a Telly Savallas, quien por aquel entonces no era muy conocido –incluso aún tenía pelo- pero eran actores de carácter, o secundarios comparados con Peck. En algún momento consideramos la idea de que la némesis de Sam Bowden fuera un actor de igual renombre que Peck, entonces se nos vino rápidamente un nombre a la cabeza; Robert Micthum. Mitchum sentía apego por Peck, habían querido trabajar juntos en ocasiones previas pero por uno u otro motivo no se había producido la unión, pero los ecos de su papel de villano en La noche del cazador (1955) eran muy fuertes, y Bob se mostro reacio; Se reunieron en las oficinas de Universal y Mitchum seguía negando; estoy muy ocupado, quiero descansar, me voy a mi Rancho…Bob si tu no lo haces, ¿quien más podría? ¿Quizá Jack Palance? No, resultaría excesivo desde el principio. Lo más importante de Cady es su maléfico encanto, apuntalo Mitchum, ya apropiándose de forma inconsciente del personaje. La reunión acabo con Mitchum en sus trece. Al día siguiente al hotel donde se hospedada llegaron un ramo de flores, una caja de bourbon y una nota; ¡Haz la película, por favor! Esa misma noche, Bob respondió al envío: "De acuerdo. Me he bebido todo el bourbon y estoy borracho. Lo haré". Así fue como El cabo del terror tuvo el empujón que le faltaba. Por cierto, Peck se adjudicaría el crédito del título, cuando valoraba opciones del estilo de Casablanca, Sahara y demás, quería situar al espectador en el lugar donde tendría lugar el film ya desde su comienzo, así fue como buscando dio con el Rio Cape Fear.
Quienes vieron El cabo del terror (1962) antes que su ejemplar remake de 1991 dirigido por Martin Scorsese, tendrán más que justificadas razones para poner a esta por delante, no solo por ser el original sino por lo significo en su momento. Hollywood se estaba recuperando aún de los ecos de Psicosis, Peck sabia como esta película había trascendido más allá del genero, como caló hondamente en las audiencias, y sabia que Lee Thompson era un intento de aprendiz de Hitchcock; Thompson se lo tomo como un reto; el blanco y negro, las sombras, la amenaza latente, el físico imponente de Mitchum chocando con la solidez de Peck; el hombre medio americano por excelencia. Ojo a la conseguida sensación de constante miedo en el cuerpo que va apoderándose tanto de los protagonistas como del espectador acentuado por la música de Herrman. Mitchum acechando, mientras que Peck se movía como un ratoncillo asustado, los constantes planos de barrotes… Otro punto a favor fue el acierto total de trasladar la acción de Carolina donde tenía lugar la novela a la sureña Savannah. Ni siquiera la censura, pudo paliar la fuerza de las imágenes, el miedo en el cuerpo de cada acto y de cada aparición del maléfico Cady personificado en el físico imponente de Mitchum con su clásico pecho prominente y su abdomen prensado como si permanentemente estuviera aguantado el aire de sus pulmones. El film se redondearía con la ya habitual solidez de Peck, su ramillete de secundarios Martin Balsam -otro guiño a Psicosis- Telly Savallas como el sabueso de turno, Polly Bergen como la esposa de Sam, Barrie Chase –como la muñeca rota amante de Cady- o Lori Martin como Nancy la hija de los Bowden.
A pesar del amplio catalogo referencial que Thompson empleo desde el cine de Hitchcock; atención sobre todo al efecto espeluznante de las sombras acentuado aún más por el blanco y negro. El cabo del terror es muchísimo menos efectista que la versión de Scorsese, además de que aboga por un horror más soterrado, una figura que simboliza el bien contra el mal personificado; atención a la mención a la tortura de los mil cortes de Cady, o a la llamada tras el intento de paliza; Ahora tengo la ley de mi lado, voy a quitarte todo lo que tienes. El perfectamente pérfido libreto de James R. Webb, del que tomaría toda su savia Scorsese para el remake, con la tan clásica justicia poética de su cine y el desatado show de Bob De Niro en un Cady más psicótico y menos elaborado en sus planes que el de Mitchum, quien en una ocasión le diría al director; sabes yo vivo los personajes, y este personaje es un borracho y un violador, tras aquello soltaría una carcajada, era el humor de Mitchum, pero la verdad con que lo decía le encantaba a Thompson. Este pudo comprobar de primera mano, como cuando Mitchum tenía escenas en donde debía de imponerse en el cara a cara disfrutaba sádicamente con ello, Polly Bergen no puso reparos a ese juego, ni siquiera Peck, pero Barrie Chase que hacia el papel de amante de Cady si que llego a temer ante el huracán Mitchum.
La carrera posterior de Thompson quedaría marcada por su amistad con Peck, y luego con Charles Bronson, a quien por cierto Mitchum no soportaba por su individualismo, y con quien trabajo en Villa Cabalga (1965). Dos secuelas de El planeta de los simios y un retiro en la Cannon fueron el final de Thompson, sin duda su techo fue y siempre seria El cabo del terror.
Título original: Cape fear.
Director: J. Lee Thompson.
Intérpretes: Gregory Peck, Robert Mitchum, Polly Bergen, Lori Martin, Martin Balsam, Telly Savallas, Jack Kruschen, Barrie Chase.
Tras ocho años en prisión, Max Cady (Robert Mitchum) viaja hasta Savannah para volver a verse las caras y ajustarle las tuercas al hombre que le delato, un abogado llamado Sam Bowden (Gregory Peck), Cady, se pasea por la ciudad amenazante, mientras utiliza los recovecos legales a su favor para hostigar a Bowden hasta que este pierda el control. A principios de los años 60, Gregory Peck se sumo a la moda de los actores que producían sus propias películas en la línea de Burt Lancaster o Kirk Douglas, el primer escrito en donde puso el ojo fue la novela de John D. MacDonald; The Executioners, mientras rodada en Europa Los cañones de navarone (1961) a las ordenes del británico J. Lee Thompson, Peck le paso el libro de MacDonald al director: La novela me gusto mucho, trabajamos y congeniamos muy bien en ‘Navarone’ y me apetecía seguir haciendo algo con Peck. El había encargado un guión, firmamos el contrato enseguida, Greg iba a ser también el productor, y en un principio la única estrella, sabía que el papel de Cady era el más jugoso, pero aún así eligió el del abogado. Primero pensamos en actores tipo Rod Steiger, incluso consideramos a Telly Savallas, quien por aquel entonces no era muy conocido –incluso aún tenía pelo- pero eran actores de carácter, o secundarios comparados con Peck. En algún momento consideramos la idea de que la némesis de Sam Bowden fuera un actor de igual renombre que Peck, entonces se nos vino rápidamente un nombre a la cabeza; Robert Micthum. Mitchum sentía apego por Peck, habían querido trabajar juntos en ocasiones previas pero por uno u otro motivo no se había producido la unión, pero los ecos de su papel de villano en La noche del cazador (1955) eran muy fuertes, y Bob se mostro reacio; Se reunieron en las oficinas de Universal y Mitchum seguía negando; estoy muy ocupado, quiero descansar, me voy a mi Rancho…Bob si tu no lo haces, ¿quien más podría? ¿Quizá Jack Palance? No, resultaría excesivo desde el principio. Lo más importante de Cady es su maléfico encanto, apuntalo Mitchum, ya apropiándose de forma inconsciente del personaje. La reunión acabo con Mitchum en sus trece. Al día siguiente al hotel donde se hospedada llegaron un ramo de flores, una caja de bourbon y una nota; ¡Haz la película, por favor! Esa misma noche, Bob respondió al envío: "De acuerdo. Me he bebido todo el bourbon y estoy borracho. Lo haré". Así fue como El cabo del terror tuvo el empujón que le faltaba. Por cierto, Peck se adjudicaría el crédito del título, cuando valoraba opciones del estilo de Casablanca, Sahara y demás, quería situar al espectador en el lugar donde tendría lugar el film ya desde su comienzo, así fue como buscando dio con el Rio Cape Fear.
Quienes vieron El cabo del terror (1962) antes que su ejemplar remake de 1991 dirigido por Martin Scorsese, tendrán más que justificadas razones para poner a esta por delante, no solo por ser el original sino por lo significo en su momento. Hollywood se estaba recuperando aún de los ecos de Psicosis, Peck sabia como esta película había trascendido más allá del genero, como caló hondamente en las audiencias, y sabia que Lee Thompson era un intento de aprendiz de Hitchcock; Thompson se lo tomo como un reto; el blanco y negro, las sombras, la amenaza latente, el físico imponente de Mitchum chocando con la solidez de Peck; el hombre medio americano por excelencia. Ojo a la conseguida sensación de constante miedo en el cuerpo que va apoderándose tanto de los protagonistas como del espectador acentuado por la música de Herrman. Mitchum acechando, mientras que Peck se movía como un ratoncillo asustado, los constantes planos de barrotes… Otro punto a favor fue el acierto total de trasladar la acción de Carolina donde tenía lugar la novela a la sureña Savannah. Ni siquiera la censura, pudo paliar la fuerza de las imágenes, el miedo en el cuerpo de cada acto y de cada aparición del maléfico Cady personificado en el físico imponente de Mitchum con su clásico pecho prominente y su abdomen prensado como si permanentemente estuviera aguantado el aire de sus pulmones. El film se redondearía con la ya habitual solidez de Peck, su ramillete de secundarios Martin Balsam -otro guiño a Psicosis- Telly Savallas como el sabueso de turno, Polly Bergen como la esposa de Sam, Barrie Chase –como la muñeca rota amante de Cady- o Lori Martin como Nancy la hija de los Bowden.
A pesar del amplio catalogo referencial que Thompson empleo desde el cine de Hitchcock; atención sobre todo al efecto espeluznante de las sombras acentuado aún más por el blanco y negro. El cabo del terror es muchísimo menos efectista que la versión de Scorsese, además de que aboga por un horror más soterrado, una figura que simboliza el bien contra el mal personificado; atención a la mención a la tortura de los mil cortes de Cady, o a la llamada tras el intento de paliza; Ahora tengo la ley de mi lado, voy a quitarte todo lo que tienes. El perfectamente pérfido libreto de James R. Webb, del que tomaría toda su savia Scorsese para el remake, con la tan clásica justicia poética de su cine y el desatado show de Bob De Niro en un Cady más psicótico y menos elaborado en sus planes que el de Mitchum, quien en una ocasión le diría al director; sabes yo vivo los personajes, y este personaje es un borracho y un violador, tras aquello soltaría una carcajada, era el humor de Mitchum, pero la verdad con que lo decía le encantaba a Thompson. Este pudo comprobar de primera mano, como cuando Mitchum tenía escenas en donde debía de imponerse en el cara a cara disfrutaba sádicamente con ello, Polly Bergen no puso reparos a ese juego, ni siquiera Peck, pero Barrie Chase que hacia el papel de amante de Cady si que llego a temer ante el huracán Mitchum.
La carrera posterior de Thompson quedaría marcada por su amistad con Peck, y luego con Charles Bronson, a quien por cierto Mitchum no soportaba por su individualismo, y con quien trabajo en Villa Cabalga (1965). Dos secuelas de El planeta de los simios y un retiro en la Cannon fueron el final de Thompson, sin duda su techo fue y siempre seria El cabo del terror.
Título original: Cape fear.
Director: J. Lee Thompson.
Intérpretes: Gregory Peck, Robert Mitchum, Polly Bergen, Lori Martin, Martin Balsam, Telly Savallas, Jack Kruschen, Barrie Chase.
Se trata de una adaptación cinematográfica de la última e inacabada novela de Francis Scott Fitzgerald, realizada con la ayuda del guión de Harold Pinter. Una historia ambientada en la época dorada de los estudios de Hollywood, durante los años treinta, e inspirada en la figura de Irving Thalberg, ejecutivo de la MGM conmocionado por la prematura muerte de la esposa.
Parece aceptado que la novela está inspirada en Irving Thalberg (1989-1936) conocido con el apelativo de "Chico Maravillas", dada su enorme capacidad de trabajo y de control sobre todo el proceso de elaboración de las películas, desde la escritura del guión hasta la configuración del equipo. Visionario personaje perteneciente a una época en que el productor era más importante que el director, se inició en los estudios Universal, aunque la mayor parte de sus éxitos se produjeron en la Metro Goldwyn Mayer. En los años 30 recibió el Oscar por películas como "Gran Hotel (1932)" y "Motín a bordo (1935)", y trabajó hasta el final de su vida dejando como herencia la fundación Irving Thalberg Memorial Award, dedicada a la ayuda a la producción de filmes, desde 1937. Mediante el hilo conductor del protagonista, Monroe Stahr (Robert De Niro), el talentoso productor de un estudio cinematográfico, conoceremos una amplia descripción del cine dentro del cine, tanto de sus personajes, de sus decorados y de sus fantasmas del glorioso pasado.
Un magnífico elenco de antiguas estrellas lideradas en la ficción por Pat Brady (Robert Mitchum) director de los Estudios de cine, que junto con Ray Milland representarán a la perfección el grupo ejecutivo, preocupado únicamente por la vertiente industrial y ganancial.
La hija del adinerado Robert Mitchum es la jovencísima Theresa Russell, Cecilia Brady, que junto con Robert de Niro y Jack Nicholson configuran la segunda generación de grandes estrellas: El relevo generacional del Actor`s Studio estaba asegurado.
En el relato se nos describe la figura de directores, Dana Andrews, que pueden ser despedidos si no logran satisfacer a las grandes estrellas; La figura de la Diva europea, insegura y con gran Ego: Jeanne Moreau; Guionistas, Donald Pleasence, que deben aprender a escribir para un medio que no necesita palabras, como es el mundo de la imagen; Antiguos astros de la gran pantalla, ya en decadencia: Tony Curtis; Montadores, capaces de morir en silencio para no interrumpir la proyección en la sala de montaje, y, como no, los decorados de antiguas películas por los que Robert De Niro camina, pasando de uno a otro en la misma conversación.
Varios son los temas concernientes a la industria del Cine que son criticados con ingeniosa sutileza, engarzados por el romance que nuestro prodigio de productor mantiene con una bella desconocida. El director logra enlazar así el nostálgico pasado con el presente, los sueños no realizados con la dura realidad, donde cualquier miembro del equipo artístico es prescindible o puede ser manipulado, todos, excepto los directivos.
De esta forma, Elia Kazan elabora con su ésta su última película un elegante esbozo con una amplia perspectiva, bien organizada, rica en detalles y en conversaciones, pero, sobre todo, consigue contar una historia de cine con el mundo de cine de protagonista. Es interesante y magistral cómo se perfilan los detalles oscuros o de la trastienda del cine, como por ejemplo, la lucha que los escritores cinematográficos mantienen con los estudios de Cine. Jack Nicholson como representante sindical mantiene una singular entrevista con el gran productor, con notables referencias a los comunistas y los homosexuales, el mismo tema del que ya habían hablado en la adinerada Junta Directiva de los estudios.
La delación, en 1952, de varios compañeros ante el Comité de Actividades Antiamericanas le supuso a Elia Kazan cargar para siempre con el estigma de la traición . Este hecho incontestable ha oscurecido la valoración crítica de su filmografía, aunque casi siempre se ha reconocido su talento como cineasta.
Una de las grandes contribuciones de Elia Kazan al mundo del cine fue en la creación del Actor´s Studio, con la difusión del método Stanislavski y la desaparición de los impostados y artificiosos estilos actorales, en aras de la naturalidad emocional de una generación de grandes estrellas. De ahí, que todos los personajes de la cinta, sin excepción y por pequeña que sea su actuación, brillen con luz propia.
El último magnate es una película que explica qué es el cine: Recordar la escena en la que De Niro explica qué es la magia del cine a un guionista. Cómo se hace el cine : Observanos y paseamos por los grandes decorados del Estudio y para qué sirve: hay momentos en los que la vida del protagonista mezcla fantasía y realidad. Por otro lado, no escatima en describir cuáles son sus principales miserias, su hipocresía moral, la ambición desmedida de los que olvidan que es un arte para convertirlo tan sólo en negocio.
Además de enlazar de forma magistral varias subhistorias, Elia Kazan, nos cuenta la historia de soledad y de frustración del protagonista interpretado por el joven y muy bien contenido en emociones Robert De Niro, el productor Monroe Stahr. Un tipo peculiar, marcado por su pasado y su brillante talento que defiende su concepción del cine como arte, frente al mundo empresarial. Un hombre al que su singular carácter y sus escasas carencias jugarán en su contra al menor descuido.
Por lo demás, destacar la perfecta ambientación de la época con la magnífica música de Jarre, con una BSO que crea una atmósfera situada siempre en posiciones de fondo y la fotografía de Victor J. Kemper, de una gran belleza, muy rica en contenidos, muestra más de lo que parece a primera vista y utiliza grandes recursos expresivos y sugerencias, como la escena del baile con la cortina de agua al fondo.
Título original: The Last Tycoon.
Director: Elia
Kazan.
Intérpretes: Robert
De Niro, Jack
Nicholson, Robert
Mitchum, Jeanne
Moreau, Dana
Andrews, Tony
Curtis, Anjelica
Huston, Ray
Milland.
Se trata de una adaptación cinematográfica de la última e inacabada novela de Francis Scott Fitzgerald, realizada con la ayuda del guión de Harold Pinter. Una historia ambientada en la época dorada de los estudios de Hollywood, durante los años treinta, e inspirada en la figura de Irving Thalberg, ejecutivo de la MGM conmocionado por la prematura muerte de la esposa.
Parece aceptado que la novela está inspirada en Irving Thalberg (1989-1936) conocido con el apelativo de "Chico Maravillas", dada su enorme capacidad de trabajo y de control sobre todo el proceso de elaboración de las películas, desde la escritura del guión hasta la configuración del equipo. Visionario personaje perteneciente a una época en que el productor era más importante que el director, se inició en los estudios Universal, aunque la mayor parte de sus éxitos se produjeron en la Metro Goldwyn Mayer. En los años 30 recibió el Oscar por películas como "Gran Hotel (1932)" y "Motín a bordo (1935)", y trabajó hasta el final de su vida dejando como herencia la fundación Irving Thalberg Memorial Award, dedicada a la ayuda a la producción de filmes, desde 1937. Mediante el hilo conductor del protagonista, Monroe Stahr (Robert De Niro), el talentoso productor de un estudio cinematográfico, conoceremos una amplia descripción del cine dentro del cine, tanto de sus personajes, de sus decorados y de sus fantasmas del glorioso pasado.
Un magnífico elenco de antiguas estrellas lideradas en la ficción por Pat Brady (Robert Mitchum) director de los Estudios de cine, que junto con Ray Milland representarán a la perfección el grupo ejecutivo, preocupado únicamente por la vertiente industrial y ganancial.
La hija del adinerado Robert Mitchum es la jovencísima Theresa Russell, Cecilia Brady, que junto con Robert de Niro y Jack Nicholson configuran la segunda generación de grandes estrellas: El relevo generacional del Actor`s Studio estaba asegurado.
En el relato se nos describe la figura de directores, Dana Andrews, que pueden ser despedidos si no logran satisfacer a las grandes estrellas; La figura de la Diva europea, insegura y con gran Ego: Jeanne Moreau; Guionistas, Donald Pleasence, que deben aprender a escribir para un medio que no necesita palabras, como es el mundo de la imagen; Antiguos astros de la gran pantalla, ya en decadencia: Tony Curtis; Montadores, capaces de morir en silencio para no interrumpir la proyección en la sala de montaje, y, como no, los decorados de antiguas películas por los que Robert De Niro camina, pasando de uno a otro en la misma conversación.
Varios son los temas concernientes a la industria del Cine que son criticados con ingeniosa sutileza, engarzados por el romance que nuestro prodigio de productor mantiene con una bella desconocida. El director logra enlazar así el nostálgico pasado con el presente, los sueños no realizados con la dura realidad, donde cualquier miembro del equipo artístico es prescindible o puede ser manipulado, todos, excepto los directivos.
De esta forma, Elia Kazan elabora con su ésta su última película un elegante esbozo con una amplia perspectiva, bien organizada, rica en detalles y en conversaciones, pero, sobre todo, consigue contar una historia de cine con el mundo de cine de protagonista. Es interesante y magistral cómo se perfilan los detalles oscuros o de la trastienda del cine, como por ejemplo, la lucha que los escritores cinematográficos mantienen con los estudios de Cine. Jack Nicholson como representante sindical mantiene una singular entrevista con el gran productor, con notables referencias a los comunistas y los homosexuales, el mismo tema del que ya habían hablado en la adinerada Junta Directiva de los estudios.
La delación, en 1952, de varios compañeros ante el Comité de Actividades Antiamericanas le supuso a Elia Kazan cargar para siempre con el estigma de la traición . Este hecho incontestable ha oscurecido la valoración crítica de su filmografía, aunque casi siempre se ha reconocido su talento como cineasta.
Una de las grandes contribuciones de Elia Kazan al mundo del cine fue en la creación del Actor´s Studio, con la difusión del método Stanislavski y la desaparición de los impostados y artificiosos estilos actorales, en aras de la naturalidad emocional de una generación de grandes estrellas. De ahí, que todos los personajes de la cinta, sin excepción y por pequeña que sea su actuación, brillen con luz propia.
El último magnate es una película que explica qué es el cine: Recordar la escena en la que De Niro explica qué es la magia del cine a un guionista. Cómo se hace el cine : Observanos y paseamos por los grandes decorados del Estudio y para qué sirve: hay momentos en los que la vida del protagonista mezcla fantasía y realidad. Por otro lado, no escatima en describir cuáles son sus principales miserias, su hipocresía moral, la ambición desmedida de los que olvidan que es un arte para convertirlo tan sólo en negocio.
Además de enlazar de forma magistral varias subhistorias, Elia Kazan, nos cuenta la historia de soledad y de frustración del protagonista interpretado por el joven y muy bien contenido en emociones Robert De Niro, el productor Monroe Stahr. Un tipo peculiar, marcado por su pasado y su brillante talento que defiende su concepción del cine como arte, frente al mundo empresarial. Un hombre al que su singular carácter y sus escasas carencias jugarán en su contra al menor descuido.
Por lo demás, destacar la perfecta ambientación de la época con la magnífica música de Jarre, con una BSO que crea una atmósfera situada siempre en posiciones de fondo y la fotografía de Victor J. Kemper, de una gran belleza, muy rica en contenidos, muestra más de lo que parece a primera vista y utiliza grandes recursos expresivos y sugerencias, como la escena del baile con la cortina de agua al fondo.
Título original: The Last Tycoon.
Director: Elia
Kazan.
Intérpretes: Robert
De Niro, Jack
Nicholson, Robert
Mitchum, Jeanne
Moreau, Dana
Andrews, Tony
Curtis, Anjelica
Huston, Ray
Milland.
La reunión de Sofia Coppola con
Bill Murray se ha producido este año, después de su exitosa colaboración en "Lost in Traslation (2003)", nos ofrecen una participación televisiva para celebrar la
Navidad, llamada "A Very Murray Christmas (TV)", lo que directamente me hace
pensar en "Los Fantasmas atacan al jefe". Siempre que llegan las fechas
navideñas se recomienda la lectura de la novela corta escrIta por Dickens, de
la que se cumplen 170 años "Canción de Navidad" o "Cuento de Navidad" para la
mayoría. Pues bien..En el año 1988, el fabricante de espectáculo no exento de
calidad "El gran Richard Donner" a modo de descanso de su "Arma Letal (1987)" manufacturó una nueva adaptación de la navideña obra de Charles Dickens,
dejando en las manos de Bill Murray y de los efectos especiales de la época su
perspectiva cómica sobre "Cuento de Navidad", sin que por ello se dañase ni lo
más mínimo la moraleja de la historia original. Aquí Scrooged (Murray) será
visitado por los conocidísimos fantasmas del presente, pasado y futuro para
hacer recapacitar al uraño, insensible y amargado hombre de negocios sobre su
modo de vida y su actitud hacia los demás, además de la posibilidad de enmendar
los errores cometidos a lo largo de su desapacible y solitaria vida. Parece
como si Donner se hubiera fijado en la maravilla alocada de "Los Cazafantasmas (1984)" para no sólo aprovecharse de su protagonista, sino también de
su maquillaje y efectos especiales para adecuarlos en esta "Dickesiana
narrativa navideña" con formato de programa televisivo de fin de año.
Por otro
lado, tengo que decir que me encanta Bill Murray, su desparpajo, su habilidad
para la ironía, su poderío de libertinaje cómico es admirable, y me da la
sensación de que "el loco de Bill" pone la misma pasión para hacer de vientre
que para cortejar a una chica... Sólo Bill Murray es capaz de hacer ésto (quizá
también Eddie Murphy en sus buenos tiempos). Una comedia sivergüenza, ofensiva
y sin tapujos. "Los fantasmas atacan al jefe" es una distinta y recurrente
manera de encontrar los buenos sentimientos que ofrece "Cuento de Navidad" con
la patente efectividad del director de "Superman (1978)" y "Los Goonies (1985)" para ofrecer
a partes iguales buen espectáculo, comedia y buenos sentimientos navideños. De
seguro nuevamente el comentado film se proyectará en alguna cadena televisiva
merecidamente como casi todos los años en estas fechas tan señaladas, en las
que hoy más que nunca se invita a todos los "Mr. Scrooged" de todo el mundo a
que recapaciten y actúen de buena fe con todas las personas que trabajan para
él...
Título original: Scrooged.
Director: Richard
Donner.
Intérpretes: Bill
Murray, Robert
Mitchum, Karen
Allen, John
Forsythe, John
Glover, Michael
J. Pollard, Alfre
Woodard, John
Murray, Robert
Goulet.
La reunión de Sofia Coppola con
Bill Murray se ha producido este año, después de su exitosa colaboración en "Lost in Traslation (2003)", nos ofrecen una participación televisiva para celebrar la
Navidad, llamada "A Very Murray Christmas (TV)", lo que directamente me hace
pensar en "Los Fantasmas atacan al jefe". Siempre que llegan las fechas
navideñas se recomienda la lectura de la novela corta escrIta por Dickens, de
la que se cumplen 170 años "Canción de Navidad" o "Cuento de Navidad" para la
mayoría. Pues bien..En el año 1988, el fabricante de espectáculo no exento de
calidad "El gran Richard Donner" a modo de descanso de su "Arma Letal (1987)" manufacturó una nueva adaptación de la navideña obra de Charles Dickens,
dejando en las manos de Bill Murray y de los efectos especiales de la época su
perspectiva cómica sobre "Cuento de Navidad", sin que por ello se dañase ni lo
más mínimo la moraleja de la historia original. Aquí Scrooged (Murray) será
visitado por los conocidísimos fantasmas del presente, pasado y futuro para
hacer recapacitar al uraño, insensible y amargado hombre de negocios sobre su
modo de vida y su actitud hacia los demás, además de la posibilidad de enmendar
los errores cometidos a lo largo de su desapacible y solitaria vida. Parece
como si Donner se hubiera fijado en la maravilla alocada de "Los Cazafantasmas (1984)" para no sólo aprovecharse de su protagonista, sino también de
su maquillaje y efectos especiales para adecuarlos en esta "Dickesiana
narrativa navideña" con formato de programa televisivo de fin de año.
Por otro
lado, tengo que decir que me encanta Bill Murray, su desparpajo, su habilidad
para la ironía, su poderío de libertinaje cómico es admirable, y me da la
sensación de que "el loco de Bill" pone la misma pasión para hacer de vientre
que para cortejar a una chica... Sólo Bill Murray es capaz de hacer ésto (quizá
también Eddie Murphy en sus buenos tiempos). Una comedia sivergüenza, ofensiva
y sin tapujos. "Los fantasmas atacan al jefe" es una distinta y recurrente
manera de encontrar los buenos sentimientos que ofrece "Cuento de Navidad" con
la patente efectividad del director de "Superman (1978)" y "Los Goonies (1985)" para ofrecer
a partes iguales buen espectáculo, comedia y buenos sentimientos navideños. De
seguro nuevamente el comentado film se proyectará en alguna cadena televisiva
merecidamente como casi todos los años en estas fechas tan señaladas, en las
que hoy más que nunca se invita a todos los "Mr. Scrooged" de todo el mundo a
que recapaciten y actúen de buena fe con todas las personas que trabajan para
él...
Título original: Scrooged.
Director: Richard
Donner.
Intérpretes: Bill
Murray, Robert
Mitchum, Karen
Allen, John
Forsythe, John
Glover, Michael
J. Pollard, Alfre
Woodard, John
Murray, Robert
Goulet.
El llamado "Rey de los musicales" Stanley Donen se reunió con su actor fetiche; Cary Grant para rodar en territorio británico Pagina en blanco (1960, The Grass is greener) una de esas películas que bien podrían pasar por una obra de teatro en gran angular, básicamente tres escenarios, con el castillo estilista del matrimonio formado por Grant y Deborah Kerr como principal lugar de los hechos.
Un aristócrata (muy) venido a menos Victor Rhyall (Grant) al que le cuesta Dios y ayuda mantener su estilo de vida, debe de abrir su castillo a los curiosos vecinos y visitantes de alrededores, mientras en habitaciones contiguas del recinto él y su esposa Hilary (Kerr) hacen vida normal, manteniendo al servicio solo porque así dan una imagen de mayor enjundia, eso a pesar de los ruegos del mayordomo Sellers (Moray Watson) de ser despedido o de que le reduzcan el sueldo, pues se aburre soberanamente…Hasta que un buen día hace acto de aparición el multimillonario americano Charles Delarue (Robert Mitchum) quien acaba robándole el corazón a Hilary, a la cual conquista en un amor a primera vista, y luego en la visita de esta a Londres para tratar unos asuntos. Todo ello mientras los hijos del matrimonio, pasan una semana fuera. Para terminar de liar el asunto, la mejor amiga y máxima rival de Hilary, Hattie (Jean Simmons) acude rápidamente a consolar a Victor en vista de la inminente perdida de su esposa.
Los líos, los diálogos con segunda, los retos verbales e intelectuales, la falsa fachada de la aristocracia y su modus vivendis son aquí parodiados de forma mordaz y afiladísima. Estamos ante un film de corte clásico que no da respiro ninguno al espectador, los actores no paran de hablar y de retarse en todo momento unos a otros, echándose en cara todo tipo reproches del pasado, o directamente dejando caer verdades de forma indirecta. Evitando siempre el conflicto cara a cara, buscando la forma más fina de decirse la mayor de las barbaridades. Gana muchos puntos la cinta gracias a su notable casting; Grant, la elegancia personificada, le basta su porte de americano modelo (aquí revestido de Lord Ingles) para llenar los zapatos de su personaje. Kerr como la embobada y domesticada mujer al borde los cuarenta que desea sentirse deseada, tras pasar unos duros años sembrando champiñones como negocio paralelo al de la su Mansión/Museo. Jean Simmons como la chispeante amiga entrometida de la clase alta que vuela a la casa de su amiga para "cazar" a su marido ahora que este ha bajado la guardia y por último el enorme Robert Mitchum como un terrateniente americano hecho encaprichado de la mujer del prójimo. No conviene dejarse engañar por la fecha de rodaje, pues estamos ante un film que trata temas tremendamente adelantos para su época, y que porque no, pudo abrir la veda para futuras "revoluciones" como "La jauría humana (1966)" o "Adivina quién viene esta noche (1967)". Tanto en su visión del sexo, el amor y las relaciones de pareja, como del modus vivendis americano, el llamado "way of life".
Estamos ante un largometraje quizás no tan conocido como otras colaboraciones de Donen/Grant véase "Charada (1963)", pero tan reivindicable o más que aquella, donde uno ve claramente lo bien que los intérpretes se lo pasaron rodaron este engaño de casi dos horas, pleno de un demoledor uso del humor inteligente. Se elevan por encima de todas las escenas que tienen tanto a Grant y Simmons como protagonistas absolutos, atención a cuando este ejerce de barman de la primera. Y los duelos verbales, y luego pistola en mano entre Grant y Mitchum, con dos grandes del cine americano desatando todo repertorio para la comedia no exenta de galantería. Aunque quien de verdad roba el protagonismo cada vez que aparece en escena es el mayordomo Sellers, todo un cliché demolido a mayor gloria de un genial Moray Watson…El sólo quería escribir su propia novela.
Página en blanco es sobre todo una imprescindible para todo aquel que se digne a ser catalogado como un amante del cine clásico americano y de la comedia más sofisticada.
Título original: The grass is greener.
Director: Stanley Donen.
Intérpretes: Cary Grant, Deborah Kerr, Jean Simmons, Robert Mitchum, Moray Watson.
El llamado "Rey de los musicales" Stanley Donen se reunió con su actor fetiche; Cary Grant para rodar en territorio británico Pagina en blanco (1960, The Grass is greener) una de esas películas que bien podrían pasar por una obra de teatro en gran angular, básicamente tres escenarios, con el castillo estilista del matrimonio formado por Grant y Deborah Kerr como principal lugar de los hechos.
Un aristócrata (muy) venido a menos Victor Rhyall (Grant) al que le cuesta Dios y ayuda mantener su estilo de vida, debe de abrir su castillo a los curiosos vecinos y visitantes de alrededores, mientras en habitaciones contiguas del recinto él y su esposa Hilary (Kerr) hacen vida normal, manteniendo al servicio solo porque así dan una imagen de mayor enjundia, eso a pesar de los ruegos del mayordomo Sellers (Moray Watson) de ser despedido o de que le reduzcan el sueldo, pues se aburre soberanamente…Hasta que un buen día hace acto de aparición el multimillonario americano Charles Delarue (Robert Mitchum) quien acaba robándole el corazón a Hilary, a la cual conquista en un amor a primera vista, y luego en la visita de esta a Londres para tratar unos asuntos. Todo ello mientras los hijos del matrimonio, pasan una semana fuera. Para terminar de liar el asunto, la mejor amiga y máxima rival de Hilary, Hattie (Jean Simmons) acude rápidamente a consolar a Victor en vista de la inminente perdida de su esposa.
Los líos, los diálogos con segunda, los retos verbales e intelectuales, la falsa fachada de la aristocracia y su modus vivendis son aquí parodiados de forma mordaz y afiladísima. Estamos ante un film de corte clásico que no da respiro ninguno al espectador, los actores no paran de hablar y de retarse en todo momento unos a otros, echándose en cara todo tipo reproches del pasado, o directamente dejando caer verdades de forma indirecta. Evitando siempre el conflicto cara a cara, buscando la forma más fina de decirse la mayor de las barbaridades. Gana muchos puntos la cinta gracias a su notable casting; Grant, la elegancia personificada, le basta su porte de americano modelo (aquí revestido de Lord Ingles) para llenar los zapatos de su personaje. Kerr como la embobada y domesticada mujer al borde los cuarenta que desea sentirse deseada, tras pasar unos duros años sembrando champiñones como negocio paralelo al de la su Mansión/Museo. Jean Simmons como la chispeante amiga entrometida de la clase alta que vuela a la casa de su amiga para "cazar" a su marido ahora que este ha bajado la guardia y por último el enorme Robert Mitchum como un terrateniente americano hecho encaprichado de la mujer del prójimo. No conviene dejarse engañar por la fecha de rodaje, pues estamos ante un film que trata temas tremendamente adelantos para su época, y que porque no, pudo abrir la veda para futuras "revoluciones" como "La jauría humana (1966)" o "Adivina quién viene esta noche (1967)". Tanto en su visión del sexo, el amor y las relaciones de pareja, como del modus vivendis americano, el llamado "way of life".
Estamos ante un largometraje quizás no tan conocido como otras colaboraciones de Donen/Grant véase "Charada (1963)", pero tan reivindicable o más que aquella, donde uno ve claramente lo bien que los intérpretes se lo pasaron rodaron este engaño de casi dos horas, pleno de un demoledor uso del humor inteligente. Se elevan por encima de todas las escenas que tienen tanto a Grant y Simmons como protagonistas absolutos, atención a cuando este ejerce de barman de la primera. Y los duelos verbales, y luego pistola en mano entre Grant y Mitchum, con dos grandes del cine americano desatando todo repertorio para la comedia no exenta de galantería. Aunque quien de verdad roba el protagonismo cada vez que aparece en escena es el mayordomo Sellers, todo un cliché demolido a mayor gloria de un genial Moray Watson…El sólo quería escribir su propia novela.
Página en blanco es sobre todo una imprescindible para todo aquel que se digne a ser catalogado como un amante del cine clásico americano y de la comedia más sofisticada.
Título original: The grass is greener.
Director: Stanley Donen.
Intérpretes: Cary Grant, Deborah Kerr, Jean Simmons, Robert Mitchum, Moray Watson.
Esta película fue rodada en la
década de los sesenta, cuando los Estados Unidos estaban sumidos en su máxima
agitación. La guerra de Vietnam alteró las actitudes sobre los héroes y la
frontera y sobre el bien y el mal. Fueron años más escépticos, de menor orgullo
para su glorioso pasado y que trajeron un consecuente declive del western. Este
pervivió sin embargo, con los films duros y nostálgicos de Sam Peckinpah y con
el llamado spaguetti western. Posteriores películas como "Sin perdón (1992)",
demostraron que el género seguía bien vivo. Hawks disfrutó tanto con "Río Bravo (1959)" contando la historia de un sheriff que debe defender la ley con la
única ayuda de un alcohólico, un viejo, un jovencito inexperto y una mujer, que
repitió este arquetipo con algunas ligeras variaciones dos veces más: en "El
Dorado (1967)" y en "Río Lobo (1970)". El Dorado fue el penúltimo film que rodó
Howard Hawks. Fue escrito por Leigt Brackett ("Río Bravo (1959)") y adapta la novela "The Stars In Their Courses (1960)", de Harry Brown. Muchos han considerado esta cinta
una obra de menor importancia dentro de la magnífica y espléndida filmografía
de Hawks , o como una derivación de la espléndida "Río Bravo" y, si bien es
cierto que la cinta carece de la fuerza y vigor de aquella, El Dorado es un
western que combina a la perfección los elementos de aventuras, drama, y en
este caso, se añade otro elemento más, la comedia.
El Dorado nos muestra
algunos de los motivos más recurrentes y característicos del género como la
amistad, el cumplimiento del deber o el sentido de la justicia, pero narrado de
un modo divertido, distendido y en ocasiones sarcástico e irónico. Hawks
muestra a dos pesos pesado, de un lado, a un John Wayne irónico y divertido,
con un gran sentido de la amistad y aún Robert Michum espléndido en su madurez
en su rol de sheriff, con férreos valores morales, bastante dignidad, pero
borracho. Completa la terna un James Cann que cumple muy correctamente su
cometido en el papel de Mississipi, un simpático joven, hábil con el cuchillo y
que recita el poema de El Dorado. De otro, Hawks, nos presenta unos personajes
desencantados, de salud débil, soportando como pueden las heridas del pasado,
las cuales les hace parecer decadentes física y emocionalmente, y sobre todo,
inseguros y vulnerable. A diferencia de otros directores del género en el que
la grandiosidad del paisaje se integra en la narración como un personaje más,
los westerns de Hawks son rodados en interiores en muchas de sus escenas. A destacar, la última escena en
la cual la cámara sigue a Wayne y Mitchum, cojeando y ayudándose con unas
muletas, uno, envejecidos ambos, representando un valioso canto a la amistad. En
definitiva, un film intenso y entretenido de Hawks y, por supuesto,
recomendable a todos los amantes del género.
Frase para recordar:
"El western no es que más que un
drama. Un rifle, la muerte. Existen dos clases. Una es la historia de los
orígenes, la historia de los pioneros. Luego llega la ley el orden y tienes un
sheriff. A veces un mal sheriff y a veces uno bueno." (Howard Hawks)
Director: Howard Hawks.
Intérpretes: John Wayne, Robert Mitchum, James
Caan, Charlene Holt, Paul Fix, Arthur Hunnicutt, Michele
Carey.
Esta película fue rodada en la
década de los sesenta, cuando los Estados Unidos estaban sumidos en su máxima
agitación. La guerra de Vietnam alteró las actitudes sobre los héroes y la
frontera y sobre el bien y el mal. Fueron años más escépticos, de menor orgullo
para su glorioso pasado y que trajeron un consecuente declive del western. Este
pervivió sin embargo, con los films duros y nostálgicos de Sam Peckinpah y con
el llamado spaguetti western. Posteriores películas como "Sin perdón (1992)",
demostraron que el género seguía bien vivo. Hawks disfrutó tanto con "Río Bravo (1959)" contando la historia de un sheriff que debe defender la ley con la
única ayuda de un alcohólico, un viejo, un jovencito inexperto y una mujer, que
repitió este arquetipo con algunas ligeras variaciones dos veces más: en "El
Dorado (1967)" y en "Río Lobo (1970)". El Dorado fue el penúltimo film que rodó
Howard Hawks. Fue escrito por Leigt Brackett ("Río Bravo (1959)") y adapta la novela "The Stars In Their Courses (1960)", de Harry Brown. Muchos han considerado esta cinta
una obra de menor importancia dentro de la magnífica y espléndida filmografía
de Hawks , o como una derivación de la espléndida "Río Bravo" y, si bien es
cierto que la cinta carece de la fuerza y vigor de aquella, El Dorado es un
western que combina a la perfección los elementos de aventuras, drama, y en
este caso, se añade otro elemento más, la comedia.
El Dorado nos muestra
algunos de los motivos más recurrentes y característicos del género como la
amistad, el cumplimiento del deber o el sentido de la justicia, pero narrado de
un modo divertido, distendido y en ocasiones sarcástico e irónico. Hawks
muestra a dos pesos pesado, de un lado, a un John Wayne irónico y divertido,
con un gran sentido de la amistad y aún Robert Michum espléndido en su madurez
en su rol de sheriff, con férreos valores morales, bastante dignidad, pero
borracho. Completa la terna un James Cann que cumple muy correctamente su
cometido en el papel de Mississipi, un simpático joven, hábil con el cuchillo y
que recita el poema de El Dorado. De otro, Hawks, nos presenta unos personajes
desencantados, de salud débil, soportando como pueden las heridas del pasado,
las cuales les hace parecer decadentes física y emocionalmente, y sobre todo,
inseguros y vulnerable. A diferencia de otros directores del género en el que
la grandiosidad del paisaje se integra en la narración como un personaje más,
los westerns de Hawks son rodados en interiores en muchas de sus escenas. A destacar, la última escena en
la cual la cámara sigue a Wayne y Mitchum, cojeando y ayudándose con unas
muletas, uno, envejecidos ambos, representando un valioso canto a la amistad. En
definitiva, un film intenso y entretenido de Hawks y, por supuesto,
recomendable a todos los amantes del género.
Frase para recordar:
"El western no es que más que un
drama. Un rifle, la muerte. Existen dos clases. Una es la historia de los
orígenes, la historia de los pioneros. Luego llega la ley el orden y tienes un
sheriff. A veces un mal sheriff y a veces uno bueno." (Howard Hawks)
Director: Howard Hawks.
Intérpretes: John Wayne, Robert Mitchum, James
Caan, Charlene Holt, Paul Fix, Arthur Hunnicutt, Michele
Carey.
La corrupción se ha instalado en
el país así como en todas las instituciones, incluso en la propia policía. El
Sindicato del Crimen controla la ciudad. Nadie sabe quién es su jefe, nadie lo
ha visto, pero todo el mundo le llama "El Anciano". El capitán Thomas
McQuigg,(Robert Mitchum) un honrado agente de policía y, uno de los pocos en
que la corrupción no ha hecho mella, ha sido trasladado por sus superiores a
una comisaría de distrito para mantener el orden y limpiar la ciudad de
asesinos y maleantes Pese a tan ardua empresa, él no se rinde , no poder
confiar en nadie más que en sí mismo y con la ayuda de Bob Johnson, un policía
tan íntegro y valiente como el propio capitán Mc Quigg, emprenden una
implacable cruzada contra el gánster, Nick Scanlon, (Robert Ryan) quien
controla todos los mecanismos de la Ciudad. El objetivo es arrestar a Scanlon y
para darle caza, arrestan al hermano de éste y a su amante, Irene
Hayes (Lizabeth Scott), una cantante de segunda fila. La mafia había conseguido la
tolerancia y el trato de favor por parte de diversos estamentos
gubernamentales, tales como funcionarios, políticos, jueces y policías
corruptos. Aquel apoyo fue la causa para que se consolidara en el país, durante
casi treinta años, los negocios tradicionales de la mafia, alcanzando, por
ello, una auténtica época dorada. Pero toda esta situación de impunidad cambió cuando en 1950 se creó en los
Estados Unidos la Comisión Kefauver, presidida por el senador Estes Kefauver,
quien inició una cruzada contra el crimen organizado interestatal.
Dicho comité
se extendió por cada rincón de cada ciudad, citando a prestar declaración como
testigos a los mafiosos de cada territorio, siendo televisadas dichas
declaraciones y haciendo partícipes de las mismas al ciudadano norteamericano
desde sus casas. Por encargo de Howard Hughes, con
guión de William Haines, W.R. Burnett, después de que Hughes despidiera a
Samuel Fuller por disgustarle todo lo que había escrito y, dirigida por John
Cromwell, autor de obras como "Cautivo del deseo (1934)", "El prisionero de
Zenda (1937)", y las magistrales "Desde que te fuiste (1944)", "Callejón sinsalida (1937)" o "Sin remisión (1950)", "El soborno" en la que también
intervinieron como directores Mel Ferrer y Nicholas Ray, es un remake de la
realizada en 1928 por Lewis Milestone. El soborno es una cinta creo que
no lo suficientemente conocida, pero muy recomendable del género noir. Una
lucha de David contra Goliat, perdida de antemano, con inferioridad de
recursos, y en la que la corrupción gana por goleada a la escasa honradez, Un
repaso a los métodos mafiosos imperantes y sus tejemanejes con jueces,
fiscales, senadores o políticos.
Rodada con abundantes planos
cortos y fotografiada en blanco y negro por George E. Diskant con algunas
sombras y con una potente música, ya desde los títulos iniciales, de Paul
Sawtell, Robert Mitchum interpreta al capitán Thomas McQuigg, aunque su estelar
aparición y presentación en la comisaría (una larga escena magníficamente
rodada) se hará esperar hasta bien pasados los primeros veinte minutos de la
cinta, como adalid en su carrera en solitario para combatir la corrupción
imperante. El antagonista es Robert Ryan, actor sólido donde los haya, es el
gángster Nick Scanlon, un personaje repleto de fuerza, vigor, maldad, violencia
y carente de escrúpulos. Personaje que en manos de otro actor con menos
pericia, hubiese resultado excesivo, pero Ryan está perfecto. Ambos despliegan
su talento en sendas interpretaciones. "El soborno" es un buen producto del género, realizada con buen ritmo y con tan
solo ochenta y ocho minutos de metraje, de los que resulta siempre agradable su
revisión o, una muy buena recomendación para los que la descubran por primera
vez. El argumento, no ha envejecido ni ha quedado obsoleto, es perfectamente aplicable
a nuestra sociedad actual y a alguna que otra institución. Pero eso ya es otro
tema.
Frases para recordar: -"Pretenden crear un enorme monopolio que controle todos los negocios ilegales; el juego, la corrupción, la droga…eso le daría mucho dinero; una gran parte de ese dinero se destinaría a sobornos. Ya tienen al ayudante del Fiscal en su nómina, Mortimer Wils, quieren que sea Juez y, una vez esté en el estrado…" -"Lo que está usted diciendo es muy grave, tiene que demostrarlo." -"Necesitamos pruebas, pero lo que realmente necesitamos es presentar esas pruebas justo antes de las elecciones."
Título original: The Racket.
Director: John
Cromwell.
Intérpretes: Robert
Mitchum, Lizabeth
Scott, Robert
Ryan, William
Talman, Ray
Collins, Joyce
Mackenzie, Robert
Hutton, Virginia
Huston.
La corrupción se ha instalado en
el país así como en todas las instituciones, incluso en la propia policía. El
Sindicato del Crimen controla la ciudad. Nadie sabe quién es su jefe, nadie lo
ha visto, pero todo el mundo le llama "El Anciano". El capitán Thomas
McQuigg,(Robert Mitchum) un honrado agente de policía y, uno de los pocos en
que la corrupción no ha hecho mella, ha sido trasladado por sus superiores a
una comisaría de distrito para mantener el orden y limpiar la ciudad de
asesinos y maleantes Pese a tan ardua empresa, él no se rinde , no poder
confiar en nadie más que en sí mismo y con la ayuda de Bob Johnson, un policía
tan íntegro y valiente como el propio capitán Mc Quigg, emprenden una
implacable cruzada contra el gánster, Nick Scanlon, (Robert Ryan) quien
controla todos los mecanismos de la Ciudad. El objetivo es arrestar a Scanlon y
para darle caza, arrestan al hermano de éste y a su amante, Irene
Hayes (Lizabeth Scott), una cantante de segunda fila. La mafia había conseguido la
tolerancia y el trato de favor por parte de diversos estamentos
gubernamentales, tales como funcionarios, políticos, jueces y policías
corruptos. Aquel apoyo fue la causa para que se consolidara en el país, durante
casi treinta años, los negocios tradicionales de la mafia, alcanzando, por
ello, una auténtica época dorada. Pero toda esta situación de impunidad cambió cuando en 1950 se creó en los
Estados Unidos la Comisión Kefauver, presidida por el senador Estes Kefauver,
quien inició una cruzada contra el crimen organizado interestatal.
Dicho comité
se extendió por cada rincón de cada ciudad, citando a prestar declaración como
testigos a los mafiosos de cada territorio, siendo televisadas dichas
declaraciones y haciendo partícipes de las mismas al ciudadano norteamericano
desde sus casas. Por encargo de Howard Hughes, con
guión de William Haines, W.R. Burnett, después de que Hughes despidiera a
Samuel Fuller por disgustarle todo lo que había escrito y, dirigida por John
Cromwell, autor de obras como "Cautivo del deseo (1934)", "El prisionero de
Zenda (1937)", y las magistrales "Desde que te fuiste (1944)", "Callejón sinsalida (1937)" o "Sin remisión (1950)", "El soborno" en la que también
intervinieron como directores Mel Ferrer y Nicholas Ray, es un remake de la
realizada en 1928 por Lewis Milestone. El soborno es una cinta creo que
no lo suficientemente conocida, pero muy recomendable del género noir. Una
lucha de David contra Goliat, perdida de antemano, con inferioridad de
recursos, y en la que la corrupción gana por goleada a la escasa honradez, Un
repaso a los métodos mafiosos imperantes y sus tejemanejes con jueces,
fiscales, senadores o políticos.
Rodada con abundantes planos
cortos y fotografiada en blanco y negro por George E. Diskant con algunas
sombras y con una potente música, ya desde los títulos iniciales, de Paul
Sawtell, Robert Mitchum interpreta al capitán Thomas McQuigg, aunque su estelar
aparición y presentación en la comisaría (una larga escena magníficamente
rodada) se hará esperar hasta bien pasados los primeros veinte minutos de la
cinta, como adalid en su carrera en solitario para combatir la corrupción
imperante. El antagonista es Robert Ryan, actor sólido donde los haya, es el
gángster Nick Scanlon, un personaje repleto de fuerza, vigor, maldad, violencia
y carente de escrúpulos. Personaje que en manos de otro actor con menos
pericia, hubiese resultado excesivo, pero Ryan está perfecto. Ambos despliegan
su talento en sendas interpretaciones. "El soborno" es un buen producto del género, realizada con buen ritmo y con tan
solo ochenta y ocho minutos de metraje, de los que resulta siempre agradable su
revisión o, una muy buena recomendación para los que la descubran por primera
vez. El argumento, no ha envejecido ni ha quedado obsoleto, es perfectamente aplicable
a nuestra sociedad actual y a alguna que otra institución. Pero eso ya es otro
tema.
Frases para recordar: -"Pretenden crear un enorme monopolio que controle todos los negocios ilegales; el juego, la corrupción, la droga…eso le daría mucho dinero; una gran parte de ese dinero se destinaría a sobornos. Ya tienen al ayudante del Fiscal en su nómina, Mortimer Wils, quieren que sea Juez y, una vez esté en el estrado…" -"Lo que está usted diciendo es muy grave, tiene que demostrarlo." -"Necesitamos pruebas, pero lo que realmente necesitamos es presentar esas pruebas justo antes de las elecciones."
Título original: The Racket.
Director: John
Cromwell.
Intérpretes: Robert
Mitchum, Lizabeth
Scott, Robert
Ryan, William
Talman, Ray
Collins, Joyce
Mackenzie, Robert
Hutton, Virginia
Huston.
Se podría decir que en los
noventa hubo un intento de revival del western, a raíz del éxito de "Bailando
con lobos (1990)" de Kevin Costner y sobre todo "Sin
perdón (1992)" de Clint Eastwood, ambos films tuvieron gran éxito
en taquilla e incluso cosecharon varios premios Oscar. Los estudios se
atrevieron a financiar este supuesto revival como bien demuestran otros títulos
surgidos en esta época: "Tombstone (1994)" de George P. Cosmatos,
"Wyatt Earp (1994)" de Lawrence Kasdan, "Gerónimo (1994)"
y "Wild Bill (1995)" de Walter Hill. Por supuesto Jim Jarmusch como
cineasta (mal llamado indie) al margen del sistema de estudios era ajeno a todo
esto y la aparición de Dead Man en estos años parte de un guión
suyo plagado de elementos surrealistas y toques de humor ácido tan presentes en
toda su filmografía por lo que aunque estemos hablando de un "western
psicodélico" según Jarmusch en toda regla, utiliza el género solo como
escenario: las embarradas y decadentes calles de Machine, el protagonismo del
ferrocarril, en el cual empieza su viaje William Blake (Johnny Depp), la
habitual escena de taberna y personajes estándar como los cazarecompensas, el
personaje femenino con pasado de prostituta de Thel Russell (Mili Avital),..
pero de lo que podemos estar seguros es que los roles protagonistas por un lado
de Blake y por otro del indio Nadie (Gay Farmer) no son estereotipos al uso del
género. El personaje de Depp curiosamente llamado William Blake, al igual
que el poeta y pintor inglés no es precisamente un héroe del western, es
bastante tímido, torpe y ni siquiera sabe disparar.
En su huida tras matar a Charlie
Dickinson (Gabriel Byrne) casi por accidente es guiado por Nadie, un indio que
de niño fue enviado a Inglaterra y educado como el hombre blanco, por lo que en
la actualidad es considerado como un extraño entre los de su tribu que le
llaman "el que habla alto y no dice nada". Nadie, al conocer el
nombre de Blake, cree que es una reencarnación del poeta y llega a recitar
varios versos suyos durante el film, concretamente los pertenecientes a "The
marriage of heaven and hell". Está convencido de que debe enseñar al
personaje de Depp a matar sin titubear y por ello hay un momento en el que le
dice"a partir de ahora tus versos los escribirás con sangre". Excelente
fotografía en blanco y negro, inusual para la época de Robby Muller,
habitual colaborador de Wim Wenders y estupenda y ambiental banda
sonora de Neil Young improvisada en estudio mientras veía el montaje
final, en la cual el maestro del country-folk americano solo usa su guitarra
eléctrica distorsionada y algunos sintetizadores. A destacar la presencia del
gran Robert Mitchum en su último papel antes de morir, caracterizado
como el mezquino industrial John Dickinson, una aparición que cierra su carrera
de la manera mas elegante y adecuada posible.
Director: Jim Jarmusch.
Interpretes: Johnny
Depp, Gary Farmer, Lance Henriksen, Michael Wincott, Crispin
Glover, Iggy Pop, Robert Mitchum, Steve Buscemi, Alfred
Molina, Gabriel Byrne.
Se podría decir que en los
noventa hubo un intento de revival del western, a raíz del éxito de "Bailando
con lobos (1990)" de Kevin Costner y sobre todo "Sin
perdón (1992)" de Clint Eastwood, ambos films tuvieron gran éxito
en taquilla e incluso cosecharon varios premios Oscar. Los estudios se
atrevieron a financiar este supuesto revival como bien demuestran otros títulos
surgidos en esta época: "Tombstone (1994)" de George P. Cosmatos,
"Wyatt Earp (1994)" de Lawrence Kasdan, "Gerónimo (1994)"
y "Wild Bill (1995)" de Walter Hill. Por supuesto Jim Jarmusch como
cineasta (mal llamado indie) al margen del sistema de estudios era ajeno a todo
esto y la aparición de Dead Man en estos años parte de un guión
suyo plagado de elementos surrealistas y toques de humor ácido tan presentes en
toda su filmografía por lo que aunque estemos hablando de un "western
psicodélico" según Jarmusch en toda regla, utiliza el género solo como
escenario: las embarradas y decadentes calles de Machine, el protagonismo del
ferrocarril, en el cual empieza su viaje William Blake (Johnny Depp), la
habitual escena de taberna y personajes estándar como los cazarecompensas, el
personaje femenino con pasado de prostituta de Thel Russell (Mili Avital),..
pero de lo que podemos estar seguros es que los roles protagonistas por un lado
de Blake y por otro del indio Nadie (Gay Farmer) no son estereotipos al uso del
género. El personaje de Depp curiosamente llamado William Blake, al igual
que el poeta y pintor inglés no es precisamente un héroe del western, es
bastante tímido, torpe y ni siquiera sabe disparar.
En su huida tras matar a Charlie
Dickinson (Gabriel Byrne) casi por accidente es guiado por Nadie, un indio que
de niño fue enviado a Inglaterra y educado como el hombre blanco, por lo que en
la actualidad es considerado como un extraño entre los de su tribu que le
llaman "el que habla alto y no dice nada". Nadie, al conocer el
nombre de Blake, cree que es una reencarnación del poeta y llega a recitar
varios versos suyos durante el film, concretamente los pertenecientes a "The
marriage of heaven and hell". Está convencido de que debe enseñar al
personaje de Depp a matar sin titubear y por ello hay un momento en el que le
dice"a partir de ahora tus versos los escribirás con sangre". Excelente
fotografía en blanco y negro, inusual para la época de Robby Muller,
habitual colaborador de Wim Wenders y estupenda y ambiental banda
sonora de Neil Young improvisada en estudio mientras veía el montaje
final, en la cual el maestro del country-folk americano solo usa su guitarra
eléctrica distorsionada y algunos sintetizadores. A destacar la presencia del
gran Robert Mitchum en su último papel antes de morir, caracterizado
como el mezquino industrial John Dickinson, una aparición que cierra su carrera
de la manera mas elegante y adecuada posible.
Director: Jim Jarmusch.
Interpretes: Johnny
Depp, Gary Farmer, Lance Henriksen, Michael Wincott, Crispin
Glover, Iggy Pop, Robert Mitchum, Steve Buscemi, Alfred
Molina, Gabriel Byrne.
Philip Marlowe es contratado por
un gorila para que encuentre a su chica, Velma, de la que no sabe nada desde
hace siete años, el tiempo que ha cumplido éste de condena en prisión por el
atraco a un banco en que se llevó un botín de ochenta mil dólares. Seguir el
rastro de Velma conduce a Marlowe hasta un night club. Al mismo tiempo, el
detectrive privado es contratado como guardaespaldas de Marriot, para un
intercambio entre unos ladrones. a cambio de la devolución de una valiosa joya.
El encuentro se saldará con la muerte de ella y una paliza para el detective.
El hilo de la investigación sobre la chica perdida le lleva hasta Judge (Jim
Thompson) un millonario coleccionista de arte y su esposa Heather (Charlotte
Rampling). Después de que George Sanders, Dick
Powell, Humphrey Bogart, Robert Montgomery, George Montgomery, James Garner y
Elliot Gould hubieran interpretado al detective privado Philip Marlowe, le
llegó el turno a Robert Mitchum, aunque cueste creer por qué no lo había hecho
hasta entonces. Una oportunidad una poco tardía para el astro, ya que el actor
contaba en ese momento con cincuenta y ocho años de edad, que aunque no es para
nada una edad excesiva, se deja sentir en la cinta. Más que por la más o menos
edad de Mitchum, es quizá por sus movimientos algo lentos, pausados y
lánguidos, lo que hace que el retrato de Marlowe se encamine hacia un personaje
más viejo y cansado que los anteriormente recordados y, hasta con cierto
patetismo. Así, él mismo, como narrador, observando el paisaje de la ciudad
nocturna de Los Ángeles desde la ventana de su apartamento, nos lo hace saber
en el primer minuto de la película:
-"La primavera pasada fue la primera en la
que sentí cansado, fue entonces cuando me di cuenta que había empezado a
envejecer. Quizás tuvo la culpa el asqueroso tiempo que habíamos padecido en
Los Ángeles o, los no menos asquerosos casos que había tenido: dar caza a
maridos huidos y una vez hallados, dar caza a sus mujeres para que me pagaran
o, quizá era la triste realidad de que estoy cansado y de que me vuelvo
viejo."
"Adiós muñeca" es otra adaptación
de Raymond Chandler, aunque una visión muy libre de la Farewell, my Lovely
original por parte de David Zelag Goodman, colaborador de Sam Pechinpah en "Perros de paja (1971)". Muy destacable es la reproducción de la época de los
cuarenta, está representada con muchísimo rigor y maestría por parte de Dean
Tavoularis, colaborador habitual de Coppola en la trilogía de "El Padrino", así
como la bella fotografía de John A. Alonzo que, ya había colaborado con
Polanski en "Chinatown (1974)" y, todo ello con la música nostálgica y
decadente a ritmo de jazz y saxofón de David Shore. Pese a ser técnicamente
impecable, la historia parece, en mi opinión, no acabar de funcionar demasiado,
es como si a los personajes les faltase alma, no terminan de calar. El ritmo
narrativo, parece moverse al ritmo del jazz que la envuelve, sin conseguir
atrapar lo suficiente. El halo de nostalgia o de falsa nostalgia que desprende
el film, hace querer revisar de inmediato a las verdaderas obras clásicas de la
década de los cuarenta. La narración y los diálogos de
Marlowe son brillantes e ingeniosos, quizá la figura y pericia del gran Mitchum
tenga algo que ver. Charlote Rampling es la femme fatal de esta historia noir,
muy lejos de las heroínas del género en los cuarenta. Muy bella, eso sí.
Complementan el reparto los veteranos John Ireland y Sylvia Miles, y como
curiosidad, Sylvester Stallone en un papel secundario.
Título original: Farewell my Lovely.
Director: Dick
Richards.
Intérpretes: Robert
Mitchum, Charlotte
Rampling, Silvia
Miles, John
Ireland, Harry
Dean Stanton, Jack
O'Halloran.
Philip Marlowe es contratado por
un gorila para que encuentre a su chica, Velma, de la que no sabe nada desde
hace siete años, el tiempo que ha cumplido éste de condena en prisión por el
atraco a un banco en que se llevó un botín de ochenta mil dólares. Seguir el
rastro de Velma conduce a Marlowe hasta un night club. Al mismo tiempo, el
detectrive privado es contratado como guardaespaldas de Marriot, para un
intercambio entre unos ladrones. a cambio de la devolución de una valiosa joya.
El encuentro se saldará con la muerte de ella y una paliza para el detective.
El hilo de la investigación sobre la chica perdida le lleva hasta Judge (Jim
Thompson) un millonario coleccionista de arte y su esposa Heather (Charlotte
Rampling). Después de que George Sanders, Dick
Powell, Humphrey Bogart, Robert Montgomery, George Montgomery, James Garner y
Elliot Gould hubieran interpretado al detective privado Philip Marlowe, le
llegó el turno a Robert Mitchum, aunque cueste creer por qué no lo había hecho
hasta entonces. Una oportunidad una poco tardía para el astro, ya que el actor
contaba en ese momento con cincuenta y ocho años de edad, que aunque no es para
nada una edad excesiva, se deja sentir en la cinta. Más que por la más o menos
edad de Mitchum, es quizá por sus movimientos algo lentos, pausados y
lánguidos, lo que hace que el retrato de Marlowe se encamine hacia un personaje
más viejo y cansado que los anteriormente recordados y, hasta con cierto
patetismo. Así, él mismo, como narrador, observando el paisaje de la ciudad
nocturna de Los Ángeles desde la ventana de su apartamento, nos lo hace saber
en el primer minuto de la película:
-"La primavera pasada fue la primera en la
que sentí cansado, fue entonces cuando me di cuenta que había empezado a
envejecer. Quizás tuvo la culpa el asqueroso tiempo que habíamos padecido en
Los Ángeles o, los no menos asquerosos casos que había tenido: dar caza a
maridos huidos y una vez hallados, dar caza a sus mujeres para que me pagaran
o, quizá era la triste realidad de que estoy cansado y de que me vuelvo
viejo."
"Adiós muñeca" es otra adaptación
de Raymond Chandler, aunque una visión muy libre de la Farewell, my Lovely
original por parte de David Zelag Goodman, colaborador de Sam Pechinpah en "Perros de paja (1971)". Muy destacable es la reproducción de la época de los
cuarenta, está representada con muchísimo rigor y maestría por parte de Dean
Tavoularis, colaborador habitual de Coppola en la trilogía de "El Padrino", así
como la bella fotografía de John A. Alonzo que, ya había colaborado con
Polanski en "Chinatown (1974)" y, todo ello con la música nostálgica y
decadente a ritmo de jazz y saxofón de David Shore. Pese a ser técnicamente
impecable, la historia parece, en mi opinión, no acabar de funcionar demasiado,
es como si a los personajes les faltase alma, no terminan de calar. El ritmo
narrativo, parece moverse al ritmo del jazz que la envuelve, sin conseguir
atrapar lo suficiente. El halo de nostalgia o de falsa nostalgia que desprende
el film, hace querer revisar de inmediato a las verdaderas obras clásicas de la
década de los cuarenta. La narración y los diálogos de
Marlowe son brillantes e ingeniosos, quizá la figura y pericia del gran Mitchum
tenga algo que ver. Charlote Rampling es la femme fatal de esta historia noir,
muy lejos de las heroínas del género en los cuarenta. Muy bella, eso sí.
Complementan el reparto los veteranos John Ireland y Sylvia Miles, y como
curiosidad, Sylvester Stallone en un papel secundario.
Título original: Farewell my Lovely.
Director: Dick
Richards.
Intérpretes: Robert
Mitchum, Charlotte
Rampling, Silvia
Miles, John
Ireland, Harry
Dean Stanton, Jack
O'Halloran.
El genio de Tourneur roza casi la
perfección en la construcción de esta película, tanto desde el punto de vista
técnico, sabiendo enlazar elegantemente todos los recursos narrativos, formales
y estilísticos de este estilo Noir, con un contenido, donde deja claramente
establecidos dos personajes icónicos: El antihéroe y la mujer fatal, los cuales
siempre estarán guiados por su destino. Su base narrativa parte de la novela "Eleven mi horca", un relato de Geoffrey Homes, firmada con el pseudónimo de
Daniel Mainwaring, escritor y guionista cinematográfico estadounidense que
publicó su novela en 1946. Sus obras más Noir suelen acercarse a lo que se
denomina el lado duro del realismo. En este caso, la novela "Eleven mi horca" trata de la lucha de un hombre con buenos principìos, Jeff Markam (Robert
Mitchum) que se oculta de su pasado trabajando en la gasolinera de un pueblo
olvidado (Bridgeport) en las montañas californianas. Vive en un ambiente rural
y apacible, totalmente opuesto a su vida pasada en la cual tuvo relación con
los ambientes de la delincuencia. Ahora intenta redimirse regentando una
gasolinera, aficionándose a la pesca y a la vida campestre, gozando del amor
incondicional de una joven del lugar, Ann Miller (Virginia Huston). Inevitablemente,
el destino aparecerá para que nuestro protagonista se enfrente con las deudas
pendientes de ese pasado que tanto se esfuerza por enterrar. Tanto en la novela
como en la película, quedan perfectamente reflejados el enfrentamiento entre
los modos de vida y de pensar del campo y de la ciudad.
Entre la sofisticación
de la mujer por la que quedó fascinado en su vida pasada trabajando como
detective para un mafioso y la pureza de la chica de la que ahora está
enamorado, siempre con ese trasfondo que lo atormenta, un neblinoso pasado, que
no parece desaparecer por las buenas intenciones ni por el deseo de empezar una
nueva vida. El guión para la gran pantalla fue adaptado por el propio autor de la novela,
que por aquella época era guionista para la productora de la película, la RKO. Parece
que este film, manejando paradigmas del estilo Noir, toma en común de "Forajidos (1946)" un personaje que se oculta de su pasado, "El sueco", e
intenta rehacer su vida al encontrar el amor verdadero. Sin embargo, el pasado
siempre vuelve, y esta vez lo hará mediante la figura del gánster, Whit
Sterling (Kirk Douglas) para pedirle cuentas por haberlo traicionado años
atrás. A partir de este arranque tan potente que consigue atraer al
espectador, Tourneur hará gala de un manejo del tiempo fílmico magistral. En
una primera parte, el mismo Jeff, con su voz en off, relatará en forma de
flashback sus actos pasados durante su trayecto en coche hacia el punto de
encuentro con su antiguo jefe. La fusión perfecta de un desplazamiento temporal
y espacial en coche, mientras le relata a su joven amada los sucesos que
oscurecen su pasado.
Es un magnífico flashback que ocupa casi un tercio del
metraje y que permite que visualicemos lugares como Mexico, sus playas, sus
barrios, sus garitos, así como la ciudad de San Francisco. Todo ello bajo la
excelente iluminación y mano maestra del director de fotografía Nicholas
Musuraca. Pero su pasado no se limita a trabajos con un gánster, también
vivió una verdadera historia de pasión por una belleza de mujer, Katherine
(Jane Greer). El momento final de este poderoso flashback termina cuando Jeff
se baja del coche, se despide de su actual amor y se dispone enfrentarse con
estos dos personajes de su pasado que lo atraparán de nuevo en un triángulo de
pasiones, ambiciones, rencores, envidias y egoísmos perfectamente
caracterizados en las colosales actuaciones de los tres protagonistas. Desde
ese encuentro, Tourneur, mantiene la trama en tiempo presente con un ritmo y
suspense narrativo intensos, sin conseguir decaer en ningún momento. Una
espiral de trampas, traiciones, chantajes y asesinatos, perfectamente
hilvanados donde nuestro protagonista intentará escapar con su ingenio, por muy
difícil o enrevesada que se presente la situación, sin llegar a traspasar
nítidamente los límites de la ilegalidad y teniendo que sobrevivir a una serie
de sucesos mal encaminados. Al igual que Roy Earle de "El último refugio (1941)" o El sueco de "Forajidos (1946)", el destino trágico de Jeff figura
también trazado de antemano, siguiendo un itinerario de huida hacia la
fatalidad. Un mundo sin salida y en el cual no parecen existir apenas lugares
donde ocultarse porque la corrupción extiende sus redes por todas partes. Esas
mismas redes de pescadores en las que, como expresión metafórica, Katherine
parece envolver a Jeff durante el inicio de su relación amorosa en Acapulco.
Aquí
se nos dibuja el personaje de un detective con principios, que en su pasado
traspasó la frontera entre el bien y el mal, traicionó su propio código de
conducta y a su cliente debido a la pasión que sintió por una mujer tan
poderosa como atractiva y cruel. La característica femme fatal, cuya maldad se
eleva hasta límites insospechados por el espectador, ya que nuestro director se
encarga, mediante una esplendorosa puesta en escena de presentarla por primera
vez en pantalla casi como una ninfa de ensueño, vestida de blanco, con una
dulzura e indefensión a la que ningún hombre pueda resistirse. Curiosamente,
conforme avanza la trama, Kathy, siempre elegante, irá oscureciendo
progresivamente su vestimenta, hasta ese vestido casi negro de la escena final,
provisto de un velo que la cubre completamente. Jeff y Kathy son protagonistas
de una historia romántica, basada en lo que ambos desearían ser más que en lo
que son realmente. El aterrizaje sobre la cruel realidad, desmonta la fantasía
y torna en destino trágico esta relación. De forma paralela, la historia de
amor, sincero y auténtico que Jeff mantiene con la joven Ann, también está
destinada a carecer de futuro. Pero esta vez, por motivos honestos, los únicos
que hacen de nuestro protagonista un antihéroe capaz de sacrificarse por hacer
lo correcto. "Retorno al pasado" añade, al virtuosismo de su argumento y de su
construcción formal, unos diálogos brillantes y poderosos, unas imágenes
dotadas de una fuerza poética gracias al excelente trabajo fotográfico
desarrollado por Nicholas Musuraca, responsable también de la atmósfera onírica
y amenazadora que baña todo el filme, rodado en interiores y exteriores
naturales. Todo ello aderezado por el tema musical que figura asociado ya para
siempre a la historia de amor entre Jeff y Katherine "The First TimelSawYou". Tal
vez el mensaje más claro y contundente de este relato es que no existen las
vidas nuevas, que las personas no cambian, tan solo se hacen más viejas.
Título original: Out of the Past.
Director: Jacques
Tourneur.
Intérpretes: Robert
Mitchum, Jane
Greer, Kirk
Douglas, Rhonda
Fleming, Richard
Webb, Steve
Brodie, Virginia
Huston.
El genio de Tourneur roza casi la
perfección en la construcción de esta película, tanto desde el punto de vista
técnico, sabiendo enlazar elegantemente todos los recursos narrativos, formales
y estilísticos de este estilo Noir, con un contenido, donde deja claramente
establecidos dos personajes icónicos: El antihéroe y la mujer fatal, los cuales
siempre estarán guiados por su destino. Su base narrativa parte de la novela "Eleven mi horca", un relato de Geoffrey Homes, firmada con el pseudónimo de
Daniel Mainwaring, escritor y guionista cinematográfico estadounidense que
publicó su novela en 1946. Sus obras más Noir suelen acercarse a lo que se
denomina el lado duro del realismo. En este caso, la novela "Eleven mi horca" trata de la lucha de un hombre con buenos principìos, Jeff Markam (Robert
Mitchum) que se oculta de su pasado trabajando en la gasolinera de un pueblo
olvidado (Bridgeport) en las montañas californianas. Vive en un ambiente rural
y apacible, totalmente opuesto a su vida pasada en la cual tuvo relación con
los ambientes de la delincuencia. Ahora intenta redimirse regentando una
gasolinera, aficionándose a la pesca y a la vida campestre, gozando del amor
incondicional de una joven del lugar, Ann Miller (Virginia Huston). Inevitablemente,
el destino aparecerá para que nuestro protagonista se enfrente con las deudas
pendientes de ese pasado que tanto se esfuerza por enterrar. Tanto en la novela
como en la película, quedan perfectamente reflejados el enfrentamiento entre
los modos de vida y de pensar del campo y de la ciudad.
Entre la sofisticación
de la mujer por la que quedó fascinado en su vida pasada trabajando como
detective para un mafioso y la pureza de la chica de la que ahora está
enamorado, siempre con ese trasfondo que lo atormenta, un neblinoso pasado, que
no parece desaparecer por las buenas intenciones ni por el deseo de empezar una
nueva vida. El guión para la gran pantalla fue adaptado por el propio autor de la novela,
que por aquella época era guionista para la productora de la película, la RKO. Parece
que este film, manejando paradigmas del estilo Noir, toma en común de "Forajidos (1946)" un personaje que se oculta de su pasado, "El sueco", e
intenta rehacer su vida al encontrar el amor verdadero. Sin embargo, el pasado
siempre vuelve, y esta vez lo hará mediante la figura del gánster, Whit
Sterling (Kirk Douglas) para pedirle cuentas por haberlo traicionado años
atrás. A partir de este arranque tan potente que consigue atraer al
espectador, Tourneur hará gala de un manejo del tiempo fílmico magistral. En
una primera parte, el mismo Jeff, con su voz en off, relatará en forma de
flashback sus actos pasados durante su trayecto en coche hacia el punto de
encuentro con su antiguo jefe. La fusión perfecta de un desplazamiento temporal
y espacial en coche, mientras le relata a su joven amada los sucesos que
oscurecen su pasado.
Es un magnífico flashback que ocupa casi un tercio del
metraje y que permite que visualicemos lugares como Mexico, sus playas, sus
barrios, sus garitos, así como la ciudad de San Francisco. Todo ello bajo la
excelente iluminación y mano maestra del director de fotografía Nicholas
Musuraca. Pero su pasado no se limita a trabajos con un gánster, también
vivió una verdadera historia de pasión por una belleza de mujer, Katherine
(Jane Greer). El momento final de este poderoso flashback termina cuando Jeff
se baja del coche, se despide de su actual amor y se dispone enfrentarse con
estos dos personajes de su pasado que lo atraparán de nuevo en un triángulo de
pasiones, ambiciones, rencores, envidias y egoísmos perfectamente
caracterizados en las colosales actuaciones de los tres protagonistas. Desde
ese encuentro, Tourneur, mantiene la trama en tiempo presente con un ritmo y
suspense narrativo intensos, sin conseguir decaer en ningún momento. Una
espiral de trampas, traiciones, chantajes y asesinatos, perfectamente
hilvanados donde nuestro protagonista intentará escapar con su ingenio, por muy
difícil o enrevesada que se presente la situación, sin llegar a traspasar
nítidamente los límites de la ilegalidad y teniendo que sobrevivir a una serie
de sucesos mal encaminados. Al igual que Roy Earle de "El último refugio (1941)" o El sueco de "Forajidos (1946)", el destino trágico de Jeff figura
también trazado de antemano, siguiendo un itinerario de huida hacia la
fatalidad. Un mundo sin salida y en el cual no parecen existir apenas lugares
donde ocultarse porque la corrupción extiende sus redes por todas partes. Esas
mismas redes de pescadores en las que, como expresión metafórica, Katherine
parece envolver a Jeff durante el inicio de su relación amorosa en Acapulco.
Aquí
se nos dibuja el personaje de un detective con principios, que en su pasado
traspasó la frontera entre el bien y el mal, traicionó su propio código de
conducta y a su cliente debido a la pasión que sintió por una mujer tan
poderosa como atractiva y cruel. La característica femme fatal, cuya maldad se
eleva hasta límites insospechados por el espectador, ya que nuestro director se
encarga, mediante una esplendorosa puesta en escena de presentarla por primera
vez en pantalla casi como una ninfa de ensueño, vestida de blanco, con una
dulzura e indefensión a la que ningún hombre pueda resistirse. Curiosamente,
conforme avanza la trama, Kathy, siempre elegante, irá oscureciendo
progresivamente su vestimenta, hasta ese vestido casi negro de la escena final,
provisto de un velo que la cubre completamente. Jeff y Kathy son protagonistas
de una historia romántica, basada en lo que ambos desearían ser más que en lo
que son realmente. El aterrizaje sobre la cruel realidad, desmonta la fantasía
y torna en destino trágico esta relación. De forma paralela, la historia de
amor, sincero y auténtico que Jeff mantiene con la joven Ann, también está
destinada a carecer de futuro. Pero esta vez, por motivos honestos, los únicos
que hacen de nuestro protagonista un antihéroe capaz de sacrificarse por hacer
lo correcto. "Retorno al pasado" añade, al virtuosismo de su argumento y de su
construcción formal, unos diálogos brillantes y poderosos, unas imágenes
dotadas de una fuerza poética gracias al excelente trabajo fotográfico
desarrollado por Nicholas Musuraca, responsable también de la atmósfera onírica
y amenazadora que baña todo el filme, rodado en interiores y exteriores
naturales. Todo ello aderezado por el tema musical que figura asociado ya para
siempre a la historia de amor entre Jeff y Katherine "The First TimelSawYou". Tal
vez el mensaje más claro y contundente de este relato es que no existen las
vidas nuevas, que las personas no cambian, tan solo se hacen más viejas.
Título original: Out of the Past.
Director: Jacques
Tourneur.
Intérpretes: Robert
Mitchum, Jane
Greer, Kirk
Douglas, Rhonda
Fleming, Richard
Webb, Steve
Brodie, Virginia
Huston.